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martes 19, marzo 2024

Somos lo que comemos

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A veces la rutina, el estrés o las preocupaciones hacen que dediquemos poco tiempo a comer de manera saludable, y acabemos consumiendo alimentos altos en grasa y con poco aporte nutritivo. Las consecuencias de este deterioro en nuestra forma de alimentación se traduce en un incremento de enfermedades degenerativas y crónicas. En el fondo, somos lo que comemos.

Desde la antigüedad, el famoso médico Hipócrates decía «Que el alimento sea tu medicina y la medicina tu alimento». Y no nos podemos hacer idea de hasta qué punto esto es cierto, porque cada nueva célula que fabrica nuestro cuerpo se hace a partir de lo que comemos. Y nos estamos regenerando continuamente. De ahí la importancia de elegir bien los alimentos que ingerimos y hacer de nuestra alimentación un acto consciente. Tanto nosotros como todo lo que nos rodea somos básicamente energía, y los alimentos no escapan a esa ley.

El poder de los alimentos

Los alimentos nos pueden ayudar a combatir una depresión, mejorar el humor e incluso a prevenir enfermedades. «Que una buena dieta previene muchas enfermedades, está más que demostrado, aclara el asturiano Ramón De Cangas, doctor en Biología Molecular y Dietista.

Ramón De Cangas. Doctor en Biología Molecular y Dietista
Ramón De Cangas. Doctor en Biología Molecular y Dietista

El consumo de alimentos de verdad -minimizando los ultraprocesados- donde abunden los alimentos de origen vegetal y se disminuyan los de origen animal, ayuda a prevenir muchas enfermedades.
La Dietoterapia -utilizar los alimentos con fines terapéuticos- es una ciencia y podemos decir que prácticamente hay una dieta para cada patología que permite ayudar en el tratamiento de la misma».La nutrición ha avanzado mucho en los últimos tiempos y se ha pasado de la recomendación de ingerir unos determinados alimentos en ciertas cantidades para evitar una enfermedad por déficit, a reconocer que esos nutrientes pueden evitar el desarrollo de enfermedades hereditarias degenerativas. «Cada vez está más claro que existe una interacción entre los genes y los nutrientes. Hay estudios realizados en parejas de gemelos que permiten concluir que los alimentos tienen efectos diferentes en distintas personas.

«No se fomenta el consumo de alimentos de verdad, en vez de los procesados que ponen en juego nuestra salud»

Aún así, y aunque ya existen algunos test genéticos en el mercado, todavía es una ciencia que está en sus inicios y a día de hoy aún no se puede realizar -en general- una dieta adaptada a los genes de cada persona. Aunque cada vez se habla más de nutrigenética, nutrigenómica, epigénética y alimentación», apunta el doctor De Cangas.
La capacidad de utilizar la nutrición para afectar a nuestros genes quiere decir que no estamos a merced de nuestro ADN, sino que podemos interactuar con él. El hecho de que mi padre sea diabético no quiere decir que yo eventualmente desarrolle esa enfermedad. Lo que elija comer podría incrementar o reducir de forma considerable el riesgo a padecerla en un futuro, según la nutrigenómica. El consumo de determinados nutrientes puede cancelar los efectos dañinos de la genética y por tanto interferir en el funcionamiento del organismo. Eso, y cuidar también el entorno en el que nos encontramos, así como la conducta y los hábitos que tengamos. De cómo utilicemos todo esto va a depender nuestra calidad de vida, nuestra salud.

Dieta sana

Son muchos los especialistas que señalan que no existen alimentos buenos ni malos, todo depende de la cantidad que se ingiera y la frecuencia. Lo que sí es cierto, es que aunque no haya alimentos prohibidos sí tiene que haber un consumo limitado para evitar males mayores.
El doctor De Cangas recomienda una dieta rica en alimentos frescos de origen vegetal como verduras, hortalizas y frutas sin olvidar las legumbres, los frutos secos y los cereales de grano entero. Reducir el consumo de sal en favor de las hierbas aromáticas, especias, limón, cebolla o ajo. Aceite de oliva para aliñar o cocinar. aceite de olivaConsumir más veces pescado que carne, evitar las procesadas y priorizar la carne de pollo o conejo sobre las rojas. «No se fomenta el consumo de alimentos reales, alimentos de verdad, en vez de los procesados que ponen en juego nuestra salud. Tenemos la mejor barrita energética que es un plátano y sin embargo pensamos en barritas sin azúcar que no deja de ser un alimento ultraprocesado», explica el doctor.

Mitos y bulos

Hubo un tiempo en que los médicos españoles, posiblemente presionados por otras instancias, empezaron a recomendar a sus pacientes que eliminaran el aceite de oliva en las cocinas porque aumentaba el nivel de colesterol. Hoy se sabe que es fuente de Vitamina E, tiene sustancias antioxidantes y es rico en grasas monoinsaturadas, buenas para la salud, por eso se recomienda un consumo mínimo diario.
Inexplicable es también la cruzada que se ha desatado contra los lácteos y la mala prensa que se ha generado en torno a este alimento que según múltiples estudios, ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, disminuye el riesgo de desarrollar diabetes en edad adulta, sufrir algunos tipos de cáncer como el de mama, gástrico o de colon, o enfermedades como la osteoporosis.

Los municipios del occidente son los que presentan mejores datos de salud. El patrón dietético tiene mucho que ver en todo ello

Todos hemos oído hablar de los superalimentos. Bayas que ayudan a prevenir el cáncer, semillas contra la depresión o frutos que evitan enfermedades cardiovasculares. Las campañas de marketing han ayudado a que estos alimentos se hayan popularizado a pesar de que expertos en nutrición hayan advertido que se trata de alimentos que ni curan ni salvan vidas. Hablamos de las bayas de Goji, las semillas de chía, la maca andina o la quinoa. ¿Superalimentos o mitos? «Es un mito. Un patrón dietético saludable, rico en alimentos de origen vegetal y con aporte mínimo de ultraprocesados es el que tiene un efecto fisiológico positivo en nuestro organismo más allá de alimentos concretos», puntualiza el doctor De Cangas. En 2007 la Unión Europea prohibió el término de superalimento en los envases, solo pueden aparecer las propiedades específicas que estén fundamentadas en estudios científicos de calidad para evitar engaños.
¡Alerta! ¡Pásalo a todos tus contactos! Cada vez es más frecuente recibir por whatsapp mensajes que comienzan así y luego nos dicen que investigaciones recientes han descubierto que el gin tonic ayuda a combatir los efectos de las alergias, que el tomate puede curar el cáncer, que la diabetes en solo cinco días puede desaparecer con solo dos ingredientes… Quieto, no lo difundas: puedes hacer un flaco favor a alguien, advierte Carlos Mateo, vicepresidente de la Asociación de Investigadores de eSalud (AIES) y coordinador de Salud sin Bulos. Una iniciativa que a través de la plataforma digital #SaludSinBulos pretende identificar y destruir los rumores falsos que circulan por internet con argumentos científicos, gracias a la participación de colaboradores tanto profesionales sanitarios o periodistas, como asociaciones de pacientes.

Carlos Mateo. Coordinador de Salud sin Bulos
Carlos Mateo. Coordinador de Salud sin Bulos. / Foto: Olmo Calvo

«Los bulos más frecuentes son los relacionados con la alimentación: todos los que predican que hay alimentos que producen cáncer -aditivos, sobre todo- o, al contrario, que pueden ayudar a frenarlo. Los más peligrosos son los que incitan a dejar los tratamientos sustituyéndolos por soluciones milagrosas. También hay supuestos gurús del tema que dicen que el cáncer tiene un origen psicosomático. Esto causa trastornos psíquicos y emocionales a muchas personas, que llegan a abandonar lo recomendado por el médico.
Si todos los actores de la salud respondemos de forma firme y unánime, podremos frenar el alcance de las fake news, que hacen tanto daño a los pacientes.
Detrás de estos bulos la mayoría de las veces hay intereses comerciales», explica Carlos Mateo.

«Los bulos más frecuentes son los de alimentación: todos los que predican que hay alimentos que producen cáncer o que pueden ayudar a frenarlo»

Según el último Eurobarómetro, realizado por la Comisión Europea, España es el país de la Unión Europea donde más encuestados (78%) se encuentran semanalmente con noticias falsas. En concreto, el 53% de los participantes en el estudio afirma que se encuentran fake news casi a diario. Y el 25% ve este tipo de informaciones al menos una vez por semana. «El problema es que en las redes sociales y whatsapp prima la inmediatez, el espectáculo y la alarma. La gente no contrasta la información, se queda con lo que aparece en la primera página que muestran los buscadores, aunque sea falsa. La mayor parte de las veces no se sabe reaccionar ante las fake news porque la mayoría de la población carece de la cultura científica necesaria. Tampoco se enseña a los profesionales sanitarios cómo orientar a los pacientes, informarles y comunicarse con ellos», reflexiona Mateo.

Occidente, concejos saludables

Los municipios del occidente y especialmente los de la zona norte, son los que presentan mejores datos de salud. ¿En base a qué variables, nos podríamos preguntar? Pues son varias, unas objetivas como prevalencia de enfermedades crónicas, depresión, ansiedad, índice de mortalidad y otras subjetivas como la percepción que tienen los propios ciudadanos de su estado de salud, que en el occidente es bastante positiva. También hay otros elementos que influyen que podríamos denominar externos y que inciden en las enfermedades como el consumo de alimentos precocinados, alcohol, bebidas azucaradas, sedentarismo, desempleo, contaminación o la calidad del sistema sanitario, por ejemplo. Boal, Taramundi, San Martín de Oscos, Coaña son los que obtienen los mejores resultados en este informe del Observatorio de Salud. Es decir, aquí la expectativa de vida es más larga no porque se haga un esfuerzo por recuperarla, sino porque se han mantenido unos parámetros casi podríamos decir que tradicionales para no perderla. «Lo que recoge esta encuesta es lo que muchos de los que somos hijos de padres de la zona de occidente, sabíamos desde niños, que el patrón dietético allí es más saludable que en otros lugares», comenta el doctor De Cangas. Eso nos lleva a dos opciones, o nos cambiamos a vivir allí o trasladamos ese patrón de vida saludable al lugar donde nos encontramos y, junto con las administraciones, lo hacemos posible.

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