Tiene claro que lo que importa es el fondo y no la forma, por eso el viajero Alberto Campa fluye libre en sus viajes en solitario, programando lo justo para llegar a su destino. Con casi 3000 ciudades y más de 200 países y territorios visitados, no hay duda que el asturiano es un todoterreno al que le gusta conocer nuevos destinos. Para él, el viaje es lo primordial, y siempre va acompañado de observación, reflexión y mucho respeto.
Su primera vuelta al mundo le llevó a recorrer territorios invernales bajo cero con dos mochilas, en espalda y pecho, pero puestos a elegir, este trotamundos prefiere ir ligero de equipaje. Lo importante: la experiencia y lo aprendido, que van con él allá por donde va. Por eso, en su última vuelta, en remotas islas del Pacífico, viajó solo con lo puesto y una toalla para dormir. Precisamente, sobre esa experiencia habla en su segundo libro que muy pronto saldrá a la luz, Una vuelta al mundo por las islas del Pacífico. Todo un homenaje a los 500 años del regreso de la expedición de Magallanes y Elcano a Sanlucar de Barrameda.
-Cuando eras pequeño ¿ya apuntabas a ser trotamundos?
-Sí, yo nací en Nava pero la mayor parte de mi infancia la pasé en Aramil, un pueblo de Siero, y lo que más me gustaba era la geografía y en especial los mapas. Me llamaban mucho la atención los sitios que llevaban la k como Helsinki o Reikiavik. Recuerdo que en el colegio no destacaba mucho, pero me sabía todas las capitales del mundo, aunque de aquella eran menos que ahora, que hay casi doscientas.
-¿Cuál fue tu primer viaje en condiciones?
-Recuerdo mucho el que hice con el colegio cuando tenía 14 años. Fuimos a Cataluña, visitamos el Museo Dalí y sentí que me gustaba mucho conocer sitios, ciudades y museos. A partir de ahí seguí viajando por España y luego empecé a trabajar en agencias vendiendo viajes y también de guía; con 19 años ya fui con un grupo de gente a Portugal. Aquellos viajes los tengo muy grabados en mi memoria porque fueron los primeros, iba con grupos por el Magreb, Marruecos, Egipto, Centroeuropa, aunque aquello era por trabajo más que por placer. En esos tiempos lo preparaba todo mucho, pero luego todo eso cambió y ahora, cuando viajo solo, prácticamente no preparo nada y me dejo llevar. Los viajes fueron mi sustento durante mucho tiempo pero hace doce años lo dejé todo para viajar solo, libre, sin patrocinios, sin vender nada y por mí mismo.
“Los viajes fueron mi sustento durante mucho tiempo pero hace doce años lo dejé todo para viajar solo, libre, sin patrocinios, sin vender nada y poder viajar por mí mismo”
-¿Qué es lo que más cuesta adquirir en esta vida?
-Lo que más cuesta comprar en esta vida es el tiempo, eso es lo más costoso. Yo fui buscando la manera de poder comprar ese tiempo, la forma de poder ahorrar y poder viajar. Y luego están los medios que utilizas a la hora de viajar, porque yo puedo pasar un mes con lo que una persona gasta en una semana en unas vacaciones tradicionales.
-¿Cuál ha sido la experiencia viajera más difícil o peligrosa?
-Buf, hay muchas, aunque en general no tuve ningún percance significativo. En Marruecos hay una especie de mafias que insisten para que cojas a chavalinos y que te enseñen el lugar y recuerdo que yo intentaba escaparme, pero un día me arrinconaron y me pusieron una especie de daga amenazándome.
Otra vez fue cruzando a pie la frontera de Burundi desde la zona de Tanzania, allí estaba vivo el conflicto de los hutus y los tutsis y pasabas la frontera sabiendo que estás totalmente desprotegido, aunque quizá el sitio donde más percibí el miedo a poder morir fue en Timor Oriental. Estaba en la isla de Atauro y para volver a la capital, Dili, tenía que esperar una semana entera o hacer lo que hacen los locales, que es ir por la noche a la playa y esperar allí hasta las 2 o 3 de la mañana a que aparezca un cayuco de estos que llevan un motor muy pequeño. Era como las pateras que van desde Senegal hacia Canarias, allí nos subimos varios y pasamos la noche en mar abierto navegando y escuchando una tormenta que estaba sonando a lo lejos. Sabías que si se acercaba, fácilmente podríamos volcar y que nadie nos iba a sacar de allí.
“El miedo te hace ser preventivo, estar a la defensiva en algunas ocasiones y valorar las cosas. Te ayuda a tomar decisiones”
-¿Es inevitable convivir con el miedo?
-Sí, el miedo es bueno, es un antibiótico que tenemos en la vida. Igual que ocurre con las vacunas para el Covid, que estamos metiendo lo malo dentro para que realmente respondamos cuando haya necesidad, el miedo es lo mismo. Tener miedo es la forma de saber responder cuando necesitas protegerte y salir adelante, porque si no lo tuvieses, a la mínima caerías. Te hace ser preventivo, estar a la defensiva en algunas ocasiones y valorar las cosas. Te ayuda a tomar decisiones y generalmente las sueles tomar bien porque si algo te da mucho miedo, das un paso atrás.
Yo he viajado de todas las maneras, con Mónica (mi mujer), con grupos, con amigos, pero como realmente viajas bien es solo, porque tú eres el que decide qué riesgo quieres tomar. Y en sitios donde hay cierto peligro valoras qué hacer sin tener miedo por la persona que va contigo.
-Además de viajar solo, a veces te mueves haciendo autostop y en ocasiones duermes al raso. ¿No asumes demasiados riesgos?
-No. En general, en los medios de comunicación es noticia todo lo malo que ocurre mientras que las cosas cotidianas no lo son, pero en realidad lo que se nos enseña no es ni el 0,5% de lo que pasa en todos los países. Puedes tener la mala suerte de toparte con alguna persona perturbada, pero la mayoría de la gente en el mundo es buena; lo otro es la excepción. Y hago mucho autostop en las islas, que son de los sitios más seguros que hay en el mundo y en los que no suele pasar casi nada. Allí duermo muchas veces en playas, incluso llegué a dormir una vez en un cementerio de la Primera Guerra Mundial en Oceanía, así que con esto lo digo todo.
Para mí el sitio más peligroso es EEUU. Se supone que es el país de la democracia y la libertad, pero es donde tienes más posibilidades de que te pasen cosas; hay lugares de África que son muchísimo más seguros aunque hayan pasado conflictos anteriores.
“Para mí el sitio más peligroso es EEUU. Se supone que es el país de la democracia y la libertad pero es donde tienes más posibilidades de que te pasen cosas; hay lugares de África que son muchísimo más seguros”
-¿Qué mitos persisten en los europeos que no han viajado fuera de su continente? ¿Hay mucha irrealidad en lo que nos transmiten y creemos?
-Sí, me pasó ahora con el conflicto de Ucrania y Rusia. Cuando ya se sabía que iba a comenzar la invasión, a mí me pilló viajando por la península de Crimea, venía de recorrer todas las repúblicas caucásicas del norte y unos meses antes había estado viajando por Ucrania, por lugares donde ahora no sería posible. Y ahora mismo se nos presenta a Rusia como el mal absoluto y a EEUU como los buenos. Es una visión un poco manipuladora, aquí nadie va a negar una invasión como la que hizo Putin en Ucrania, pero no todo es de un color; ni unos son muy buenos, ni los otros son muy malos. En la zona sur de Crimea hubo muchas barbaridades previas por parte del gobierno ucraniano y de Zelenski, barbaridades que por supuesto no justifican una guerra, pero con ello quiero decir que nos venden un mundo blanco o negro, y en realidad tiene muchas tonalidades.
Los rusos tienen un carácter muy difícil, conviví con muchos y son gente muy seria y distante pero después son muy buena gente, como en cualquier otro sitio. Se está perjudicando mucho a un país por decisiones de dirigentes. El otro día, el Papa Francisco decía en una entrevista que tan culpable era Putin por invadir como Biden por no haberlo evitado, porque era una guerra evitable.
-¿Nos falta perspectiva para ver la realidad tal cual es?
-La gente ve solo lo que los medios le cuentan, no analizan las noticias ni leen entre líneas y en la visión del mundo pasa lo mismo. África siempre se tiende a ver como algo muy peligroso y muy pobre mientras que América como algo muy bueno, como la democracia, y en los dos sitios cuecen habas para lo bueno y para lo malo. Lo que nos pasa a la mayoría de la gente que solo viajó por sitios occidentales es que creemos que somos el centro de todo y todo lo comparamos con cómo vivimos nosotros, y eso no podemos hacerlo así. La idea de la felicidad de alguien que vive, por ejemplo, en Tuvalu, Oceanía, es totalmente diferente a la nuestra y no lo podremos entender salvo que hayamos ido allí.
-¿Cómo se ha ido estructurando tu mente a medida que has ganado experiencia?
-Cuando vas viajando es como si fueses subiendo una montaña o leyendo los libros de una biblioteca, a medida que lees o subes más alto, el punto de vista es diferente. Los asturianos tendemos mucho a tirar para la tierrina, pero claro, según vas conociendo más sitios vas viendo que hay lugares maravillosos, iguales o mejores. Pero eso no lo puedes hablar con una persona que conoce un espacio más corto porque es lógico que tenga menos objetividad. Y eso les pasa a muchas personas que conocen Occidente, pero desconocen, por ejemplo, Oriente o África.
-¿Qué has descubierto en tus viajes a Oriente?
-Yo considero que la sabiduría está allí. Cuando viajas mucho a sitios como India o China ves que a nivel de pensamiento y de determinadas cosas evolucionaron más, se pararon por más tiempo a pensar. Sin embargo aquí, por más prisas y más trabajo, no le dedicamos mucho tiempo a pensar en lo verdaderamente importante de la vida.
El asiático vive pero además piensa, observa, utiliza mucho más la mente. Van haciendo su pirámide de pensamiento desde que nacen, van evolucionando hasta llegar al punto alto de esa pirámide que es la muerte. Las pirámides como elemento constructivo están en muchos sitios, no solo en Egipto, y significan que cuando nacemos somos muchos y todos estamos en la parte baja pero solo unos pocos van evolucionando hasta llegar a la cúspide, a la parte alta que supone entender qué es lo que te pasó desde que naciste.
“En realidad para vivir no necesitas mucho. Yo llevo viajando con la misma ropa desde hace una década porque hoy en día las prendas duran tanto que no necesito estar cambiándolas cada poco”
-¿Y en África?
-África es el comienzo, el origen de todo y a veces lo olvidamos, pero de ahí provenimos. Antes de empezar la pandemia estuve en Etiopía viendo a Lucy, nuestro ancestro, en el Valle del Rift, donde se supone que empezó la vida humana. En la mayoría de las poblaciones africanas siguen viviendo como originalmente, quizás por ser el continente menos global de todos. En ciudades como Nairobi o Adisabeba hay una cultura más occidental, pero en los poblados siguen matando el pollo y haciendo ritos vudús; la gente vive igual que hace cientos de años. Esa vida en estado puro y sencilla, que es nacer y sobrevivir, no deja de ser otra vida, con igual o incluso más felicidad, una felicidad que no es algo que puedas pensar que es inferior. Puedes pensar ‘no evolucionaron’, pero tampoco involucionaron mientras que en Occidente a veces involucionamos, es decir, llegamos tan arriba que al final caemos para el otro lado, y hay cosas que llegan a la estupidez.
-Dado que provienes de una zona del mundo donde las comodidades están a la orden del día, ¿qué se siente al convivir en lugares donde prácticamente permanece una vida origen?
-Aunque pueda parecer muy simple, todos respiramos que es lo fundamental y sientes que en realidad para vivir no necesitas mucho. Yo llevo viajando con la misma ropa desde hace una década porque hoy en día las prendas duran tanto que no necesito estar cambiándolas cada poco. El vestir no es un problema y dormir puedes hacerlo en cualquier sitio, así que valoras que la vida es muy sencilla; otra cosa es hasta dónde queramos complicarnos y las circunstancias que tengamos cada uno.
“El Islam es la religión menos entendida por Occidente, sobre todo por la rama integrista, pero si eliminas esa rama, viendo sus principios y valores, ves que es una religión buena, hospitalaria, en la que se valora el ayudar a la otra persona”
-Has podido conectar con personas de religiones muy diferentes. ¿Hay una forma de entenderlas detrás de tanta disparidad?
-Cuando viajo me interesa más el fondo que la forma y la religión no deja de ser otra forma de poder, durante siglos los gobernantes las utilizaron para hacer que la gente fuese toda por el mismo camino.
El Islam es la menos entendida por Occidente, sobre todo por la rama integrista, pero si eliminas esa rama, viendo sus principios y valores, ves que es una religión buena, hospitalaria, en la que se valora el ayudar a la otra persona. Quizá por ser la última en nacer va con seiscientos años de retraso sobre el cristianismo, y el cristianismo a su vez tiene un retraso respecto al judaísmo. El Islam evolucionará como evolucionaron las otras, pero hay que ir dándole tiempo porque algo que lleva instaurado tantos cientos de años no se cambia de un día para otro, pero cambiará.
-Has estado viviendo bajo cero y también con calor extremo en desiertos. ¿Qué aportan estas condiciones?
-Como viajero y como persona de aquí te aportan otros puntos de vista. Pasar frío, pasar calor, dormir a la intemperie, etc., son experiencias que te enseñan y poco a poco, y a medida que vas viviendo toda esta serie de cosas y te vas adaptando, te vas convirtiendo en un gran viajero. El frío, la nieve, el hielo es algo con lo que conviven millones de personas. En el viaje por Siberia, con 20 y 30º bajo cero, pude ver cómo la gente subsiste, adapta sus viviendas, los coches, el ferrocarril, y cuando eso ya me parecía mucho recuerdo que fui a Mongolia y estuve con los nómadas que llevan una yurta y se van desplazando por esos lugares tan difíciles con sus camellos. Allí llegabas a estar a 40 bajo cero, sabías que si algún día la temperatura descendía se moriría el ganado y sería la ruina para esa familia, que tendría que ir a mendigar a las afueras de las ciudades. Sin embargo, ellos iban resistiendo, se adaptaban y yo con ellos. Haciendo lo mismo, sobrevives.
Esas zonas con extremos de calor y frío te hacen pensar en la suerte que tenemos de haber nacido en una tierra como Asturias, una de las diez mejores regiones del mundo porque aquí nunca tenemos ni demasiado frío, ni demasiado calor.
“Fui a Mongolia y estuve con los nómadas que llevan una yurta y se van desplazando por esos lugares tan difíciles con sus camellos. Allí llegabas a estar a 40 bajo cero”
-¿Viajero es igual a superviviente?
-Sí, pero yo no soy un gran aventurero como otros que se van con unos esquís y una vela a cruzar Groenlandia (me estoy acordando de Larramendi o de muchos otros exploradores polares) o incluso gente que va a subir montañas. Dentro de mis posibilidades intenté hacer un poco de todo, por eso fui a subir un 6.000 o a bucear a un lugar al que no había ido mucha gente. Fui a esos extremos del mundo con humildad porque no soy tan grande como otros, pero probar un poquito de todo, sentir ese frío, la lluvia y el viento en la cara te curten como viajero y hacen que puedas prácticamente viajar por cualquier sitio sin problema.
-Tu equipaje físico, si el lugar lo permite, es una mochila mínima de apenas 3 o 4 kilos, pero ¿qué llevas en otro tipo de mochila, en la mental? ¿Qué hay imprescindible a la hora de realizar un viaje?
-Sobre todo hay que dejar los prejuicios en casa, porque todo se aprende. Viajero no es una profesión, pero si lo fuese, sería como cualquier otra en la que empiezas como aprendiz y, poco a poco, con los años, vas aprendiendo hasta convertirte en un experto. A veces ves situaciones que no te resultan agradables, pero no puedes intervenir en todos los sitios, ni intentar cambiar todo. Te dedicas sobre todo a observar, a pensar, después puedes dar tu opinión, pero sobre todo lo que tienes que hacer es respetar.
La evolución que tienes viajando es la de precisamente ir quitándote peso de la mochila, y ese peso también es un peso mental. Cuando empiezas a viajar llevas una mochila más grande, te preocupa todo y piensas ‘voy a necesitar esto y esto otro’ y cuando van pasando los años cambias a ‘yo voy, y lo que pase ya se solucionará, porque si otra gente vive allí y lo soluciona cada día, ¿por qué no lo voy a hacer yo?’. Y efectivamente, en el 99% de los casos todo se soluciona sin falta de tener que planearlo y llevarlo todo muy estructurado. Dejarse ir y fluir un poco también es una forma de sentirte más libre.
Otra cosa es la parte política del mundo, la que menos me agrada, que son los visados, pasaportes… esto sí lo tienes que programar porque si no llegarás a un punto en el que tendrás que dar media vuelta.
-¿Qué parámetro es el que marca fundamentalmente a los seres humanos?
-La geografía lo define todo. Si tienes que buscar la explicación a una guerra, a la actitud de una persona, a cómo viste, a lo que come, la encuentras en la geografía. La historia es una parte importante y siempre somos parte de dos coordenadas -espacio y tiempo-, pero la historia es más maleable, depende de quien te la cuente, mientras que la geografía está ahí. Si en un sitio hace calor, la gente va a vivir de una manera determinada. Si hace frío, de otra. Influye en sus trabajos, en su forma de pensar, que sean introvertidos o extrovertidos. Hay una diferencia total entre un irlandés y un griego, el carácter lo marca el sitio donde nació.
-¿Una de las cosas que también dejas fuera es el reloj?
-Sí, hace ya casi 10 años que dejé el reloj físico, era el símbolo de que pude comprar el tiempo y el tiempo no es gratis. A veces la gente ve la foto fija y piensa ¡qué suerte tiene que viaja mucho y no tiene problemas económicos! Pero lo que no ven es que durante gran parte de nuestra vida, tanto Mónica como yo, trabajamos 16 horas en vez de 8 cada día y durante los siete días de la semana, porque construimos un hotelín que atendíamos sábados y domingos además de nuestro trabajo por semana. Con esto conseguimos tener los medios para los viajes, porque Mónica también es una gran viajera, conoce 120 países. Lo que pasa es que las mujeres, normalmente, sois mucho más humildes que los hombres. Nosotros somos más apasionados y tenemos muy vivas la estadística y las cifras.
“La geografía lo define todo. Si tienes que buscar la explicación a una guerra, a la actitud de una persona, a cómo viste, a lo que come, la encuentras en la geografía”
-No te gusta programar demasiado… ¿la vida es generosa para quien no pide mucho?
-Bueno, hay gente que tuvo mala suerte y eso no podemos evitarlo, pero en la generalidad sí es verdad que, cuando no pretendes grandes cosas, llegas más lejos. Es como la mochila, cuanto menos cargas, menos te cuesta transportarla. Y cuanto menos gastas, más tiempo vas a poder estar viajando. Si tu pasión es conocer, la austeridad te va a llevar más lejos, el premio de esa sencillez o austeridad es poder ver más cosas que te hacen más sabio.
-No acostumbras a hacer reservas en transportes u hospedajes. ¿Cómo sobrellevas vivir tan al día?
-Hoy en día es más fácil viajar en temporadas bajas que altas, pero en otras épocas intermedias hay siempre un camionero que tiene que encontrar donde comer o dormir y eso te da la seguridad de que tú también vas a encontrar algo. A la mala, si es un sitio de calor, siempre podrás ir a una playa apartada y adormilarte unas horas en una toalla, dormir en el aeropuerto, en el tren o coger un autobús de noche y aprovechar para dormir en el asiento, así también es una forma de abaratar el viaje.
“Renunciar a mi familia no sería un triunfo en la vida; viajaría más, tendría más tiempo, pero hubiera perdido cosas que también quiero”
-Hay que valer para todo esto que me estás contando.
-Es una forma de vida que te gusta. Es verdad que hay muchos viajeros que un buen día rompieron con todo y se marcharon de casa; olvidaron la familia, los amigos y decidieron viajar libres, y es totalmente respetable. Yo tengo mujer, tengo perro, tengo padres, tengo todo, y así y todo viajé por 220 países y territorios. Renunciar a mi familia no sería un triunfo en la vida; viajaría más, tendría más tiempo, pero hubiera perdido cosas que también quiero. Si para hacer una cosa eliminas totalmente otra, habrás podido vivir mucho un aspecto de la vida pero dejaste de lado otro; para mí la familia y la gente cercana ocupan un espacio muy grande.
-Has estado en muchos puntos del planeta, conviviendo con personas de lugares remotos. ¿Cuál es tu percepción del ser humano?
-Los humanos somos los más complicados del mundo. Aunque evolucionemos o creamos que evolucionamos, a veces tenemos unas marchas atrás que son increíbles. Cuando te fijas en los mandatarios, y ves tantos errores y tantas cosas que son ilógicas en la gente que supuestamente más preparada debería estar, piensas que la raza humana es un poco complicada. Si la comparas con la animal, la involución la veo más en la raza humana, porque es como en las religiones, si te dicen que hay que fustigarse en la espalda o arrodillarse en el suelo para ir a rezar será algo que se hizo tradicionalmente, pero la lógica no marca que eso sea muy evolutivo. Y si pertenecer a un partido político quiere decir que hay que desechar todo lo del otro porque es el rival, esto es poco lógico. Coger las ideas y aciertos de unos y otros sería lo mejor para todos, desgraciadamente en el mundo que crearon los humanos eso no es así, sin embargo en los animales sí.
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-Siempre que puedes viajas con una mochila mínima… ¿qué consideras fundamental?
-En muchos sitios no llevaría ni mochila. Al principio metía un botiquín casi mayor que el de casa, también llevaba mucha ropa, pero cuando estás viajando prima sobre todo el viaje por encima de todo, de mi comodidad, de ir mejor o peor vestido. Últimamente si voy a un destino donde no haga demasiado frío llevo lo puesto, y en la mochila una muda para cambiarme, otra camiseta, una pequeña toalla -más para dormir en ella que para secarme- y unas chanclas. Y botiquín solo llevo uno pequeño si voy a un sitio distante, porque si necesito algo lo compro. El cambio de estas dos últimas décadas es el móvil, porque en él llevo ya ocho o nueve cosas que antes necesitaba cargar. Nunca tuve ningún problema, a veces acarreamos demasiado peso que llega tal cual a casa, pero que lo has tenido que transportar.
“Los humanos somos los más complicados del mundo. Aunque evolucionemos o creamos que evolucionamos, a veces tenemos unas marchas atrás que son increíbles”
-Con tantos territorios recorridos seguro que más de uno te ha sorprendido, cuéntanos alguna experiencia inolvidable.
-Tuvalu, en Oceanía, es uno de los países más curiosos del mundo. Mi pequeño avión llegó al único atolón, de los nueve que componen este país, que tiene suficiente espacio para albergar una pista de aterrizaje internacional, que ocupa casi media isla. En tantos años de viajes he tenido la oportunidad de conocer aeropuertos y terminales de lo más curiosas, pero este se lleva la palma. Cuando bajas del avión, compruebas que la pista de aterrizaje está sin vallar y luego puedes ver en directo el curioso protocolo de despegue. Hasta que el avión se pone en marcha, decenas de motos transitan por la pista sin restricción alguna, la gente la cruza caminando y muchos perros hacen sus necesidades olisqueando el asfalto. Cuando el avión se dispone a salir, dos camiones de bomberos se dirigen hacia ambos extremos de la pista haciendo sonar sus sirenas para avisar del despegue y un par de coches de policía va espantado a los canes que por allí deambulan. Una verdadera pasada visual, pero ahí no acaba todo. Nada más despegar el vuelo, todos los habitantes de la isla reanudan sus tareas cotidianas: los hombres se pasean en moto por la pista, los niños juegan al rugby o lo que más me llamó la atención, las mujeres se ponen a secar la ropa en medio de la pista. Casi increíble, como dice la frase: ‘si no lo ves, no lo crees’.
-Lo que siempre llevas contigo es el sentido del humor, ¿lo consideras imprescindible?
-Sí, soy optimista y alegre, el tiempo de llorar y de que nos vayan las cosas mal ya llegará. Si partes de ser demasiado serio, de preocuparte demasiado por las cosas, de no ser extrovertido, normalmente el camino es más difícil. A veces te llevas un golpe, pero en general, la gente te va a responder según la actitud que tú tengas con ella; es lo que se llama reciprocidad. Si tú no comunicas o no intentas conectar con alguien, tampoco lo van a hacer contigo, yo parto de esa base.
Impresionante siempre todo lo que trasmite y comunica. Entendible e ilustrativo ya que sabe perfectamente de lo que habla dada su cultura y experiencia de vida. Una gozada de entrevista.
Alberto Campa es uno de los viajeros más importantes a nivel mundial.
Espero sea profeta en su tierra y se le reconozca la enorme valía que a nivel cultural y geográfico tiene.
Muchas gracias por compartirnos tus conocimientos.