Una investigación llevada a cabo durante el pasado verano por la ONG Oceana ha revelado la presencia de corales blancos en el cañón submarino de Avilés. El hallazgo ha tenido una relevancia especial, ya que sucede en un momento en el que la mitad de los arrecifes europeos ya han desaparecido.
La organización internacional Oceana está dedicada a la protección y recuperación de los océanos de todo el mundo. Para llevar a cabo su labor estudia hábitats marinos, como el de esta zona asturiana, y propone su protección a la Unión Europea. Su Director de Proyectos e Investigación, Ricardo Aguilar, nos habla de este importante descubrimiento.
-¿Qué características tiene el cañón de Avilés y por qué es tan especial?
-El cañón de Avilés es bastante extenso. Empieza a unas diez millas de la zona de Avilés y Cudillero -la parte más cercana a la costa tiene dos entradas diferentes-, y a partir de ahí cae a más profundidad hasta llegar a más de tres y cuatro mil metros. Su importancia radica en la presencia de calamar gigante y de otras especies que se han encontrado, y de las que no había ninguna filmación submarina. Cuando lo empezamos a estudiar, encontramos la zona de corales blancos de profundidad. Eso nos interesó muchísimo, porque es uno de los ecosistemas más importantes en Europa. Los arrecifes blancos de profundidad han desaparecido en gran parte de nuestros fondos marinos. Ahora mismo es posible que sólo quede el 50% de los que había y pueden estar incluso a más de tres mil metros de profundidad.
«Los arrecifes que hemos encontrado son ecosistemas similares a los arrecifes de corales de zonas tropicales. Puede haber más de ochocientas especies diferentes viviendo en ellos»
-¿Cómo son los arrecifes que habéis encontrado?
-Son ecosistemas similares a los arrecifes de corales de zonas tropicales, lo único es que al estar a tanta profundidad, no tienen esa relación de simbiosis con algas unicelulares que cambian de color, y son ellos mismos los que tienen que conseguirse el alimento. Los ecosistemas que crean son tan ricos como los que hay en las zonas tropicales. Normalmente puede haber más de ochocientas especies diferentes viviendo en ellos. Otra cosa muy importante es su vulnerabilidad. Son muy frágiles y se dañan fácilmente. El problema es que necesitan muchísimos años para formarse. Hay algunos que hemos estado filmando en el norte del Atlántico, de más de ocho mil años de antigüedad. Muchos de ellos tienen de seis a ocho mil años, y por lo tanto son muy frágiles. Si se rompen son ecosistemas que no se van a poder recuperar.
-Durante las campañas de investigación que estáis realizando en el Cantábrico ¿en qué estado encontráis el mar asturiano?
-Yo diría que hay algunas zonas que están bastante bien conservadas: ecosistemas importantes como arrecifes de corales, campos de esponjas, u otros lugares bastante interesantes. Sin embargo en las formaciones de peces en casi todas las zonas del Cantábrico que hemos estado estudiando, las poblaciones están muy bajas. A mí es lo que más me llama la atención, porque están más bajas de lo que nosotros esperábamos. Muchas especies están desapareciendo. Se ha visto que algunas del Cantábrico, como el besugo o la anchoa corren el mismo riesgo que otras especies como la cigala, el rape o la merluza.
«Es muy posible que de aquí a 2050 si las cosas siguen así, hayamos acabado con la inmensa mayoría tanto de las poblaciones de peces de los mares, como de muchos de los ecosistemas más productivos»
-En Oceana centráis vuestros esfuerzos en la prevención del agotamiento de stocks pesqueros. ¿La protección de áreas como la que se acaba de hacer en Asturias del Cachucho podría abrir una puerta a la recuperación?
-Nosotros creemos que una de las claves en la conservación marina es la creación de áreas marinas protegidas. Con ellas se puede regenerar el mar. En las experiencias que hay en este sentido se ha visto que en un principio son zonas que se recuperan bastante bien, porque también hay una mayor gestión. Se gestiona el tipo de pescados que pueden nacer, la cantidad de especies que se pueden extraer o las zonas que tienen que tienen que ser reservas integrales. Esto la verdad es que suele dar resultados bastante buenos, incluso en poco tiempo. Es cierto que hay algunos ecosistemas que son más complejos, como el caso de los arrecifes de corales o de algunas especies que necesitan cientos o miles de años en desarrollarse, pero desde luego si no empezamos ahora no llegaremos nunca. (…)