Asturias aloja un yacimiento excepcional de nuestros antepasados neandertales. Se trata de El Sidrón (Piloña), donde han aparecido restos de nueve individuos. Detallados estudios paleoantropológicos y paleogenéticos están permitiendo conocer más sobre ellos y sobre su relación con los homo sapiens.
Antonio Rosas González, Profesor de Investigación del Museo de Ciencias Naturales (CSIC), es responsable de la Investigación Paleoantropológica de la Cueva de El Sidrón.
-¿En qué consisten las investigaciones que habéis llevado a cabo sobre el Hombre del Sidrón?
-Nosotros llevamos a cabo el estudio paleoantropológico, es decir lo que tiene que ver con el aspecto físico, con los huesos. Una primera aproximación es identificar de qué huesos se trata: si es una costilla, una tibia, una falange, etc., y saber cuáles son las características que distinguen a los neandertales. Ésta es la base de la investigación.
Por otra parte hay un aspecto concreto que tiene que ver con la identificación de los individuos. En El Sidrón tenemos nueve individuos neandertales, y no siempre se puede saber si un elemento anatómico concreto pertenece al individuo uno, dos, al cinco o al siete. Determinar eso es un trabajo parecido a lo que hacen los forenses a la hora de identificar a alguien. Y sobre esta base de conocimiento se realizan otras investigaciones, incluidas las investigaciones paleogenéticas.
«Esperamos que el ADN encontrado nos pueda decir en un futuro próximo cuánto tiempo hace que los neandertales y nosotros evolucionamos de forma separada»
-El yacimiento del Sidrón es muy particular, porque dentro de una pequeña galería de un sistema de cuevas al que llamamos «galería del osario», apareció una inusual concentración de fósiles de restos de neandertales. Hasta la fecha han sido identificados nueve individuos, cuyos restos están acumulados en un espacio físico muy reducido. Esto es una circunstancia que aparece muy pocas veces. Además, dentro del conjunto de huesos, se da la particularidad de que prácticamente todos son humanos, hay muy pocos huesos de animales, cuando lo habitual es que aparezcan huesos de animales, que suelen ser restos de la comida y de otros animales que viven alrededor. Si a esto le unimos que hay evidencias de que se ha practicado el canibalismo, nos encontramos con que el conjunto de datos todavía está pendiente de una interpretación general y comprensible.
-¿Qué revelan los análisis de ADN que se han hecho a estos homínidos?
-Pues nos pueden hablar de varias cosas. Para empezar si estamos hablando de genes específicos, nos pueden decir determinadas particularidades de ellos como por ejemplo si eran pelirrojos, morenos, rubios; si se podían acercar al habla, u otras muchas características específicas. Pero también esperamos que nos puedan decir en un futuro próximo, cuando ese ADN se compare con el nuestro o con el del sapiens, cuánto tiempo hace que los neandertales y nosotros evolucionamos de forma separada.
Otra información que estamos trabajando son las relaciones dentro del grupo. Como tenemos nueve individuos, queremos estudiar qué tipo de relaciones de parentesco podría haber dentro del grupo, y eso es algo que nunca se ha hecho hasta ahora con datos genéticos.
«Cuando los neandertales se extinguieron llevaban medio millón de años. Eso quiere decir que para ser igual que los neandertales todavía nos queda mucho por vivir»
-Recientes estudios afirman que no existe una clara superioridad de la inteligencia del sapiens frente al neandertal. ¿Esto es así?
-Ahora mismo todas las evidencias que tenemos nos están diciendo que los neandertales eran una especie distinta a la nuestra. Era otro tipo de humanidad, que desarrolló unas cualidades y una forma de entender el mundo y la vida distinta a la nuestra. Se extinguieron, claro, como se extinguen todas las especies y como nos extinguiremos nosotros. De hecho nosotros llevamos en este planeta aproximadamente ciento cincuenta mil años, mientras que cuando los neandertales se extinguieron llevaban medio millón de años. Eso quiere decir que para ser igual que los neandertales todavía nos queda mucho por vivir. (…)