El pasado 18, 19 y 20 de agosto se celebraron en Pola de Allande las IV Jornadas Allande Stars, un proyecto itinerante de sello asturiano que, como sus propios organizadores dicen, pretende ser un altavoz para la divulgación científica recorriendo las zonas rurales, poniendo en valor su patrimonio y acercándonos a las estrellas.
Tenía ganas de volver a casa. Tras un tiempo trabajando y acabando la tesis doctoral en el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), Lucía González quería volver a la tierrina y disfrutar, como hizo desde pequeña, de los cielos de Allande. “Quería apostar por lo que me gusta, que es el Programa Allande Stars”, reconoce con una sonrisa. Y tal es la pasión que siente por él que actualmente y tras celebrar la IV edición, el proyecto está en fase de transformación para convertirse en una iniciativa empresarial de astroturismo que comenzará a funcionar a principios del 2024 y que tendrá como fin acercar la ciencia a la sociedad a través de actividades, colaborando con otras entidades.
-¿Cómo surgió la creación del proyecto Allande Stars?
-La primera edición fue en 2020. Estábamos con todo el tema de la pandemia y el confinamiento y me presenté a un concurso de divulgación científica a nivel nacional que se llama “Somos científicos y científicas”. Participábamos gente de todas las áreas de la ciencia de España y respondíamos preguntas de estudiantes de diferentes lugares que se conectaban online. Nos preguntaban sobre nuestra investigación u otras curiosidades que ellos tuviesen. Gané uno de los premios de ese concurso y las bases decían que lo tenías que invertir en algo que tuviese un carácter divulgativo. Llevaba tiempo pensando que estaría muy bien hacer algo de esto en Allande. Preparé un proyecto preliminar basado en desarrollar actividades astronómicas en esta zona porque viendo el cielo que tenemos en el que la contaminación lumínica y ambiental es reducida, el aire es limpio y está alejado de los núcleos principales urbanos de Asturias, las condiciones son espectaculares. Quería poner en valor el cielo y que la gente fuese consciente de que aquí hay un recurso muy importante. Teníamos mucho respeto por las condiciones sanitarias del momento, pero asumimos el riesgo, extremamos las precauciones y nos salió bien.
“Quería poner en valor el cielo que hay en Allande y que la gente fuese consciente de que tenemos un recurso muy importante”
-¿Qué recuerdos guardas de esa primera edición?
-Muchos nervios y un montón de ilusión. Lo que hicimos fueron actividades genéricas de astronomía en una ruta por pueblos que, en su gran mayoría, están en riesgo extremo de despoblación. Queríamos que la ciencia y la tecnología llegase a estos lugares en los que, a lo mejor, hay cinco casas y sólo tres están habitadas. Nos gustaba la idea de facilitarles el acceso a los últimos avances a la población rural independientemente de su nivel de estudios, conocimientos previos y también de su edad. Decidimos desarrollarlo con un carácter intergeneracional y resultó ser muy interesante porque vimos que se establecía un flujo de información entre jóvenes y mayores en el que los niños, obviamente con unos estudios distintos, contaban a sus abuelos las últimas novedades como que Plutón ya no es un planeta. Y los abuelos, les contaban a los nietos los conocimientos del cielo que ellos habían adquirido con el trabajo en el campo. Hubo un intercambio muy bonito entre el saber popular y los estudios actuales.
-¿Cómo fue evolucionando el proyecto?
-El segundo año, que es lo que hace que esto sea algo especial y diferente, empezamos a realizar actividades desarrolladas por un equipo multidisciplinar de científicos y científicas, con los que pudiésemos poner en valor el lugar en el que estábamos haciendo la actividad. El objetivo era crear una sinergia y realizar una unión entre la ciencia y otra disciplina. Por ejemplo, hicimos una actividad en el Castro de San Chuis, en la que relacionamos arqueología y astronomía. Fue muy especial porque estábamos en una ubicación con 3.000 años de historia haciendo la interpretación histórica y arqueológica del lugar y, a la vez, hablando de cómo vivían esas distintas sociedades el cielo.
Otra actividad que muestra esta sinergia fue la que hicimos en Bustantigo. Ahí, aunamos geología y astrofísica para explicar cuál era el camino del oro desde que se origina en el espacio con la fusión de estrellas de neutrones hasta que termina en la Tierra y cómo lo extraían los romanos.
“A menudo, la gente ve la ciencia como algo abstracto que no logra entender y lo que nosotros tenemos que hacer es ser capaces de hacer una buena divulgación para que esa distancia sea cada vez más pequeña”
-¿En base a qué desarrolláis las actividades en cada edición?
-Hay ediciones en las que es muy difícil dar con la idea pero cuando la encuentras, todo fluye. Otras, como las que te comenté del 2021, surgen rodadas, encajan muy bien las piezas y, por ejemplo, la actividad del oro fue especial. Fíjate que el Ayuntamiento desarrolló una ruta que propusimos desde Allande Stars que se llama la “Ruta del oro a las estrellas”. Son seis kilómetros por el Puerto del Palo y recorre parte del Camino de Santiago junto a una de las minas de época romana mejor conservadas del norte de España. Es una ruta circular y la vuelta se hace por una antigua vía romana.
Siempre tenemos actividades genéricas a las que acude un divulgador de la Agencia Espacial Europea, alguien del Instituto de Astrofísica de Canarias, del Instituto de Astrofísica de Andalucía o del CERN y desarrollan una actividad que está pensada para familias o en formato taller. También tenemos las que tienen que ver con el patrimonio, donde elegimos un sitio que sea especial y tratamos de interpretar a través de estas distintas sinergias.
-¿El equipo humano que desarrolla todas estas actividades ha ido creciendo a medida que lo hacía el proyecto?
-El primer año empezamos dos astrofísicas del IAC; la Dra. Sandra Benítez, que ahora dirige el departamentos de educación y divulgación de la Agencia Espacial Europea y yo. El segundo año empezó a crecer el grupo, sobre todo porque ya necesitábamos expertos en otras ramas. Ya no solo éramos astrofísicos, sino que también necesitábamos arqueólogos, geólogos, músicos y gente conocedora de otras disciplinas que nos permitiesen mostrar esas sinergias. Poco a poco fue creciendo y, este año, ya contamos con muchas más personas. Daba gusto escuchar a los ponentes hablando de temas tan complicados de una manera sencilla y accesible para todos. Lo hicieron todo súper fácil que, al final, es el objetivo de la divulgación.
“En una de las actividades aunamos geología y astrofísica para explicar cuál era el camino del oro desde que se origina en el espacio con la fusión de estrellas de neutrones, hasta que termina en la Tierra y cómo lo extraían los romanos”
-¿Cuánto trabajo hay detrás de cualquiera de las actividades que realizáis?
-El trabajo que lleva desarrollar cualquiera de estas actividades es impresionante. Por ejemplo, te puedo hablar de Laura, que se hizo cargo de la actividad nocturna del viernes en Arganzúa. Ella sabe hacer interpretación del cielo nocturno de una manera impresionante. Te puede hablar de mitología, astrofísica, de la investigación más puntera que se está haciendo actualmente en el mundo astrofísico, pero quisimos hacerlo distinto y se nos ocurrió diseñar algo que nos permitiese simular las constelaciones en tres dimensiones en el suelo, con voluntarios que sujetaban unas bolas de luz e imitaban la posición de las estrellas. Para aterrizar esta idea, que parece muy sencilla, tuvo que hacer simulaciones en Python. Sacó unos cubos en los que se veía perfectamente la profundidad y la distancia que existe entre las estrellas de una constelación, visualizando así que no están sobre un plano, sino que hay espacio entre ellas. Esto dio lugar a contar muchas cosas interesantes, partiendo de la base de explicar qué es una constelación. También desmitificas muchas cosas relacionadas con la astrología y hablas de ciencia que, al final, es lo que queremos. Todo el trabajo que ella tuvo que hacer para llevar esta actividad a cabo, fue mucho. Al final, ese día estuvo nublado y no pudimos ver el cielo, pero su trabajo nos vino genial porque, gracias a él, pudimos ver las constelaciones “jugando” con esa recreación.
-Entender la ciencia, ¿es sencillo?
-Que tengas los conocimientos no quiere decir que seas capaz de transmitirlos de manera que los entienda cualquier persona. Por ejemplo, un científico puede ser muy bueno a la hora de compartir sus resultados con otros compañeros, pero, a lo mejor, no es capaz de hacerse entender entre el público en general. Esto ejemplifica porqué hay esa brecha entre la ciencia y la sociedad. A menudo, la gente la ve como algo abstracto que no logra entender y lo que nosotros tenemos que hacer es ser capaces de hacer una buena divulgación para que esa distancia sea cada vez más pequeña.
Este año, hubo gente que nos dijo que, por fin, después de muchos años de estudio, había aprendido qué es la radioactividad. Desde mi punto de vista como creadora del proyecto, estoy súper orgullosa de cómo lo hicieron todos los ponentes porque lo viven como algo suyo y es gracias a ellos por los que podemos hacer estas jornadas a un nivel tan alto. Los ponentes se involucran también en las otras actividades del fin de semana para lograr que entre todos se desarrollen con éxito.
“Decidimos desarrollar el proyecto con un carácter intergeneracional y resultó ser muy interesante porque vimos que se establecía un flujo de información entre jóvenes y mayores”
-Supongo que organizar estas jornadas en un lugar con una meteorología tan imprevisible como Asturias, tiene su dificultad…
-Este año, como hizo mal tiempo, tocó resolver situaciones sobre la marcha, aunque teníamos alternativas preparadas para todos los planes porque, al final, si hay seis actividades, tenemos preparadas como mínimo doce. Con estas cosas se demuestra no sólo el potencial del equipo sino también todo el trabajo que se ha realizado. Nada es improvisado, sino que todos los planes son pensados y preparados.
Por otro lado, está la colaboración tanto de los ponentes como de la gente que viene de las asociaciones astronómicas Omega y Cielos Despejados para las actividades nocturnas y que no pudieron usar los telescopios, pero que estuvieron trabajando con nosotros todo el fin de semana.
“Daba gusto escuchar a los ponentes hablando de temas tan complicados de una manera sencilla y accesible para todos. Lo hicieron todo súper fácil que, al final, es el objetivo de la divulgación”
-Sorprende ver el abanico de edad de la gente que participa en estas jornadas…
-La interacción entre gente de distintas edades, sucede desde la primera edición y es una de las mejores cosas que tiene el proyecto. A mí me hubiese encantado ir con mis abuelos a hacer planetas de plastilina. Las edades de este año iban desde los 4 hasta 77 años. Ahora que estoy revisando las fotografías del evento, me encanta ver a gente tan diferente que está súper concentrada e interesada en lo que están haciendo. Por ejemplo, el dueño de la casa de Castanedo que la puso a nuestra disposición para poder hacer la actividad de ese día, terminó dándonos las gracias a nosotros por todo lo que había aprendido él sobre el patrimonio de su pueblo.
-¿Allande Stars ayuda a visibilizar el papel de las mujeres en la ciencia y a crear referentes?
-Ese es otro de los objetivos del proyecto junto con generar referentes femeninos en la ciencia y la tecnología. Queremos que las niñas se identifiquen con nosotras y que no tengan esos sesgos a la hora de decidir qué quieren hacer con su futuro. Tratar de motivarlas e inspirarlas para que elijan según lo que les gusta. De esta edición todavía no me ha dado tiempo a sacar los porcentajes, pero en las anteriores tenemos un 55% de mujeres participantes y un 45% de hombres. Esto demuestra que, al final, hay un gran interés por parte de la mujer en la ciencia y la tecnología y también en que sus hijos la aprendan, más teniendo en cuenta que estamos en una zona rural. En las actividades ellas hacen un montón de preguntas, son súper participativas y da gusto no tener que animarlas para que lo hagan. Estamos viendo un cambio en la participación de niñas en este tipo de jornadas.
“Queremos que las niñas se identifiquen con nosotras y que no tengan esos sesgos a la hora de decidir qué quieren hacer con su futuro”
-¿Se puede entender también este proyecto como una forma de poner en valor el territorio?
-En Allande estamos recorriendo el mapa y descubriendo lugares con una belleza, historia y valor que no conocíamos siendo de aquí de toda la vida. Estoy aprendiendo más de mi tierra en los últimos años que nunca antes, y esto demuestra que hace falta trabajar en conocer nuestra historia y cultura. Nosotros decidimos hacerlo a través de una perspectiva distinta; queremos poner en valor la riqueza de las zonas rurales a través de la ciencia y la astronomía. Esto anima a seguir trabajando y apostando por un formato que parece que funciona y, sobre todo, que trae gente al pueblo. Toda la hostelería estaba llena el fin de semana de la jornada y eso repercute en un impacto económico en el territorio, cosa que hace mucha falta. Queremos dar a conocer Allande, que se valore la zona rural, sobre todo la parte de occidente que es más desconocida. Una idea que aportó el arqueólogo Andrés Menéndez Blanco que me pareció súper interesante es que no se trata solo de descubrir y conocer el patrimonio, sino integrarlo. Es una palabra que me gusta mucho porque significa que le das una utilidad.
-¿Cómo valoras el nivel de implicación por parte de las instituciones?
-Algo que siempre quiero decir es que desde la organización del proyecto estamos súper agradecidos a todas las personas que hacen que esto sea posible. Desde el Ayuntamiento de Allande a todas las instituciones que colaboran desinteresadamente como el IAC, la Agencia Espacial Europea, la Fundación Oxígeno, Caja Rural (que este año comenzó a financiar el proyecto), el Club Rotario del distrito 2201… También el apoyo de la gente de los pueblos que nos facilita espacios y que también colaboran con nosotros para que las jornadas sean un éxito. La verdad es que supone mucho trabajo, pero tiene su recompensa. Merece mucho la pena, tanto como para emprender en ello.