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miércoles 12, febrero 2025

Viejas y nuevas brujas

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“Demasiado intelectual”, “una vieja bruja” son algunos de los apodos que recibió Mileva Einstein, la primera esposa de Albert Einstein, por ser excesivamente brillante. Los biógrafos de la época dicen que ella fue una pieza fundamental en la teoría de la relatividad formulada por Einstein que, como sabemos, le valió el premio Nobel de Física en 1921.

Las cartas entre ellos que se conservan hablan con frecuencia de “nuestros trabajos”, “nuestro punto de vista”, y aunque con frecuencia pasaban tiempo alejados el uno del otro, hay muchos testimonios que recuerdan haberles visto trabajar juntos.
Cuando se divorciaron acordaron que, si él ganaba el Nobel, ella se quedaría con el dinero del premio. Recibió el galardón y cuando hizo el testamento, legó el dinero del premio a sus hijos. Se dice que ella amenazó con revelar su participación, pero que Einstein le aconsejó que era mejor que se mantuviera callada.

Sara García Alonso, bióloga molecular e investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, se ha convertido en la primera española en formar parte del Cuerpo de Astronautas de la Agencia Espacial Europea. Aunque Sara será astronauta en la reserva, las posibilidades de que viaje al espacio a medio plazo parecen ser muchas dada la gran actividad del actual panorama aeroespacial. Hasta llegar aquí dice haber vivido situaciones que se han producido exclusivamente por el hecho de ser mujer y que no tenía por qué haberlas vivido, como atribuir autorías de sus trabajos a sus compañeros varones, presuponer que ciertos experimentos e ideas no habían sido suyas y ver cómo los créditos se los llevaba siempre el varón, o estar en reuniones donde ella era la única mujer y nadie le miraba a los ojos, no se tenían en cuenta sus opiniones y al final veía cómo se apropiaran de sus ideas…

En el proceso de selección para ser astronauta -entre casi 23.000 personas- no se sintió en ningún momento limitada porque fue un proceso ‘ciego’, es decir cada persona era un código. ¡Y aquí está!, a un paso de cumplir su sueño en esta nueva carrera espacial que no ha hecho más que empezar.

Su preciosa cabellera roja, símbolo mágico e inspirador, pero que fue maldición durante siglos para toda mujer que la portaba que pasaba a ser tildada de bruja, sus tatuajes nada convencionales que surcan su cuerpo y su currículum apabullante, se ha convertido en referente para miles de niñas que sueñan con seguir sus pasos. El consejo que Sara les da en sus charlas es no pongan trabas ni limitaciones a ninguno de sus sueños. «No seas tú la que ponga piedras en su propia mochila», añade.

La ciencia necesita mentes curiosas y valientes. Desde aquí animamos a todas las niñas y adolescentes a acabar con los estereotipos, a dejarse seducir por la ciencia y a romper con fuerza el techo de cristal mirando al cielo.

¡Feliz Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia 2025!

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