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viernes 26, abril 2024

Begoña Gallego. “Soy una escritora más de brújula que de mapa”

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La gijonesa Begoña Gallego reconoce que siempre le apasionó escribir. Estudió económicas por casualidad, pero a ella le hubiese gustado hacer periodismo. Cazadores con alma y Las almas de los inocentes son las dos primeras novelas de una trilogía sobre vampiros en la que se mezclan traiciones, intrigas y romances.

Cuando tenía trece años leyó el libro y vio la película de El Club de los poetas muertos y eso fue lo que despertó en ella la necesidad de empezar a adentrarse en el mundo de la escritura. Actualmente está trabajando en banca y, en sus ratos libres, como hobby, se dedica a escribir. En mente tiene publicar este año el tercer libro de esta trilogía de vampiros gracias a la cual ha creado una red de seguidores ávidos de conocer cómo acaba la historia de Naiara, su protagonista principal. Si todo va bien, 2021 pondrá punto y final a esta saga y abrirá las puertas a otras aventuras en forma de novela.

-¿Cómo a alguien a quien le gustan las letras acaba estudiando económicas?
-Yo quería hacer periodismo, pero por economía familiar no podía desplazarme fuera de Asturias, así que me matriculé en económicas teniendo la suerte de que me gustó mucho la carrera y la saqué sin problemas. Siempre digo que soy más de letras que de números, pero, aunque son contrapuestos, tanto en el tema matemático, como científico o económico, necesitas mucho orden y estructura. Aunque soy un poco caótica escribiendo, lo que se llamaría ser más de brújula que de mapa, es cierto que necesitas un poco de orden y esquema mental por muy caótico que seas. Siempre te llevas una parte de la metódica de un campo a otro y esto ayuda.

“Antes de escribir siempre le doy muchas vueltas a la cabeza, me pregunto mucho sobre la coherencia de la historia, intento que no haya lagunas, contradicciones y hay veces que cuando te preguntas tanto, te bloqueas”

-¿Qué fue lo que encontraste en El Club de los poetas muertos que te despertó esas ganas de escribir?
-Me gustó mucho el ímpetu que tenían, su visión de la vida, cómo influía en ellos el tema de la escritura. Esa pasión, esas ganas de crear historias y de hacer algo más, fue lo que me llamó la atención. La escena de cuando se suben a las mesas y cómo empatizan con el profesor, me hizo querer intentarlo. Al principio fueron poemas, luego relatos cortos y después pasé a historias un poco más largas. Actualmente sigo con el relato corto e intento ir a todos los talleres de escritura que puedo porque ahí aprendes un montón. A parte de forzarte a escribir y tener esa rutina de hacerlo todos los días o semanas, siempre te encuentras con gente con otras formas diferentes de narrar las cosas.

-¿Cómo fue el proceso evolutivo de empezar escribiendo poesía y pasar a los relatos y las novelas?
-Cuando eres joven, hay una exaltación mayor de todo lo que son los sentimientos. Creo que intentaba encontrar la salida a todo ello a través de la poesía. También tengo que decir que, aunque gané un premio de poesía por la paz de una asociación de vecinos, he de reconocer que no es lo mío. Era una poesía de adolescente y cuando las leo ahora no tienen la profundidad ni la calidad que me gustaría. Luego pasé a los relatos, buscando historias con un final corto y curiosamente cuando las leen personas que conozco, dicen que tienen una redacción un poco poética. Así que ese sentimiento que no conseguí plasmar en las poesías queda reflejado en esos relatos cortos. Además, es un estilo que me gusta porque tienes que plasmar mucho en pocas hojas y hay que dejar la historia cerrada. Escribir un microrrelato o un relato corto es un reto. Un día empecé a escribir novela, al principio y como todos, cosas de poca calidad y fui mejorando a raíz de ir escribiendo más, de acudir a talleres, aprender trucos, leer a otros autores… Al final, he acabado con estas dos novelas publicadas que son cortas pero que están gustando bastante.

“Empecé escribiendo para mí misma y para pasar el rato, con lo cual esto me facilita que, a la hora de enfrentarme a una historia, no tenga presiones más allá de las que yo me ponga”

Begoña Gallego en la presentación de su novela Cazadores con alma
Presentación de la novela Cazadores con alma / Foto cedida por Begoña Gallego

-¿Cómo fue el enfrentarte a esa primera hoja en blanco?
Cazadores con Alma se inició como un relato corto y cuando lo estaba revisando le di un poco más de historia así que poco a poco lo fui dejando crecer según iba avanzando. El problema de la hoja en blanco vino más o menos a la mitad de la obra y la dejé un tiempo parada, más o menos un año. No me salía… Antes de escribir siempre le doy muchas vueltas a la cabeza, me pregunto mucho sobre la coherencia de la historia, intento que no haya lagunas, contradicciones y hay veces que cuando te preguntas tanto, te bloqueas. Intentas que sea perfecto y cuando es así es mejor paralizarlo, respirar, y a veces necesitas un mes, a veces un día y otras un año. En mi caso tengo novelas paralizadas con cincuenta o sesenta páginas escritas a las que no le he encontrado la forma de seguir. Yo pienso en la historia y si sale adelante bien, y sino la dejo y paso a otra cosa.

Realmente empecé escribiendo para mí misma y para pasar el rato, con lo cual esto me facilita que, a la hora de enfrentarme a una historia, no tenga presiones más allá de las que yo me ponga. En este caso surgió escribiendo una noche, en un momento en el que estaba enganchada a una serie de vampiros y veía también muchas películas sobre ellos. Entonces empecé a documentarme, hilar ideas, escenarios, personajes y aunque parezca increíble, todo fue fluyendo. No es algo que me propusiese. En muchas ocasiones el mismo personaje y la propia historia se va desarrollando en el día a día. Hay veces que vas a un pueblo, haces una visita guiada y un detalle te llama la atención, empiezas a investigar, vas viendo cómo puede encajar la historia y ella misma se va construyendo poco a poco con lo que vas viendo, leyendo o consultando.

-¿En qué fase está la tercera novela?
-Le falta muy poquito, está prácticamente en el desenlace, pero como escribo a ratos voy más lenta que otros escritores que disponen de más tiempo. Una vez que le pones el punto final a una novela todavía hay que dedicarle mucho tiempo a la parte de corrección, pero este año podría estar en la calle. También estoy estudiando si lo planteo en la editorial en la que estoy ahora mismo o si lo autopublico. Con esto ya se cerraría la trilogía porque quiero dedicarme a otros campos, no quiero encasillarme en el tema vampírico. Tengo varías ideas en mente y sería algo totalmente distinto, un thriller con trasfondo de ciclismo, de temática LGTBI o paleontológico.

“Cuando tengo una idea bullendo en la cabeza y tengo a la musa detrás me pongo a escribir y sale todo fluido”

-¿Alguna te atrae más que otra?
-Paleontología porque es otra de mis grandes aficiones; siempre digo que soy una friki de los dinosaurios. Me gustaría hablar de este tema y que se conociera más, pero mezclado con más cosas. Lo que pasa es que soy una aficionada y al ser un tema tan técnico puedo meter la pata fácilmente, no tengo asesores como tienen en Parque Jurásico. Es algo que me gusta y hacer algo con errores me fastidiaría bastante, pero lo tengo en mente. En algún momento buscaré la manera de hacerlo minimizando el riesgo de cometer errores importantes.

-¿Cuándo te sientas a escribir eres de las que tiene claro por dónde se va a desarrollar la idea o de las que se deja sorprender?
-Ni lo uno ni lo otro, creo que es una mezcla de ambos. Soy una escritora más de brújula que de mapa, pero es cierto que antes de sentarme a escribir intento saber lo que va a pasar, más que nada para evitar que haya incoherencias en la historia. No todo hasta el final, pero sí unos cuatro capítulos más o menos y así voy metiendo detalles casi imperceptibles que se van a desarrollar más tarde. A la hora de escribir el capítulo me dejo llevar, no tengo nada preconcebido, ni tampoco sé cómo va a acabar. Lo que sí sé es lo que tiene que pasar, pero hasta llegar a ese punto me voy dejando llevar por el diálogo de los personajes o por sus acciones.

-¿Entiendes la literatura tanto como un compromiso contigo misma como con lo demás o de otra manera?
-Es un compromiso conmigo en cuanto a que me gusta escribir y me aporta mucha paz. Igual que a otros les generan adrenalina los deportes de riesgo, a mí el acabar una historia, que todo encaje y vaya por buen camino me genera esa misma sensación. Pero realmente es una afición, no es algo de lo que ahora mismo vaya a vivir con lo cual no me siento en el compromiso de necesitar acabar las cosas. Con la trilogía sí me pasa porque ahora que llevo dos libros escritos, hay muchos lectores que quieren ver cómo acaba y esto sí que me genera más compromiso con ellos. En el momento en que para mí la escritura deje de ser un refugio que me permita relajarme y sentirme bien conmigo misma y se convierta en un elemento de estrés que me tensione, dejaré de escribir porque para mí ese no el fin último de la escritura.

La almas de los inocentes, segunda novela de la trilogía escrita por Begoña Gallego

-¿En algún momento te has planteado vivir de ello?
-Siempre he dicho que a mí, literalmente, me gustaría vivir del cuento. Pero lo veo un poco complicado. Una vez que estás metida en este mundillo y vas viendo cómo funciona todo, la cantidad de autores que hay en el mercado y conoces las herramientas de auto publicación, te das cuenta de lo complicado que es. Primero tienes que tener un buen producto y sobre todo tienes que darle visibilidad entre todo lo que ya está publicado. Ahora mismo somos muchísimos en el mercado y, salvo que tengas alguna editorial fuerte que te dé publicidad o que inviertas mucho dinero en dártela a ti mismo, es complicado vivir de la escritura. Es más, aunque tengas todo esto, yo creo que es imposible y tienes que complementarlo con cursos, talleres o conferencias. Esto está al alcance de muy pocos.

-¿Escribir es una forma de evasión?
-Realmente creo que sí, pero igual que lo es el que practica ciclismo o atletismo. Es el hobby que me hace sentir bien, aunque también he de decir que no es un refugio fortaleza del mundo que está a mi alrededor. Lo veo como un complemento de mi día a día y de mi vida. Igual que por afición practico el bádminton, salgo a pasear o me gusta viajar.

-¿Eres capaz de desconectar del mundo al que te conduce la escritura?
-Uso la escritura para desconectar, pero no es mi arma para hacerlo. No todos los días me apetece escribir, es más, cuando llego del trabajo realmente no tengo ganas de hacerlo. Me apetece más tener encefalograma plano, pero sí es cierto que cuando tengo una idea bullendo en la cabeza y tengo a la musa detrás me pongo a escribir y sale todo fluido. En ese caso, sí que me sirve como evasión del mundo porque no pienso en nada más que en lo que estoy haciendo en ese momento. Incluso que me hablen o me hagan una pregunta, me puede sentar muy mal. Para mí es un complemento.

“A la hora de sentarme a escribir el entorno más cercano me ayuda mucho, por eso digo que tengo más apoyo del que jamás pudiera haber imaginado cuando empecé”

-¿Tienes un entorno que te favorece a la hora de escribir?
-Sí lo tengo. Tanto mi pareja como mi familia y amigos me dan un apoyo importante, más incluso del que yo pensaba. Antes de haber editado estos dos libros, se los presentaba a familiares y amigos para que me dijesen qué les parecía, pero cuando ves que publicas cosas y suscitas el interés que han generado estas novelas, que los amigos te piden la obra, e incluso gente con la que hace tiempo que no tienes contacto te dicen que saques la siguiente, te das cuenta de que sí tienes un entorno que te favorece. A la hora de sentarme a escribir el entorno más cercano me ayuda mucho, por eso digo que tengo más apoyo del que jamás pudiera haber imaginado cuando empecé.

-¿Cómo ha sido la acogida del público?
-Muy buena. El hecho de que Cazadores con Alma esté en e-book le da un gran impulso a lo que son las ventas y la lectura. Está teniendo muy buenas valoraciones.  está solo en papel, y aunque tiene buenas ventas, va más lento ya que hay mercados a los que no puedes acceder como el de Latinoamérica donde, curiosamente, está funcionando bastante bien la primera novela. Sin embargo, está consiguiendo mejores valoraciones en cuanto a reseñas y comentarios. Lo encuentro lógico porque el primero está escrito hace doce años y ni mi edad, experiencias ni mi práctica narrativa es la misma que la actual. La primera es una escritura un poco más juvenil, la segunda narra otro tipo de historia más elaborada, hay más cuidado en ciertos puntos como las acotaciones de diálogos y creo que en este sentido se ve la evolución. Es bonito ver cómo cambias como escritor y cómo va madurando todo.

“El hecho de que los lectores te digan que les gusta, ver sus reseñas y los comentarios en las redes te anima mucho”

-¿Qué suponen para ti esas buenas críticas? ¿Te condicionan?
-El hecho de que los lectores te digan que les gusta, ver sus reseñas y los comentarios en las redes te anima mucho. Es como una pequeña droga y, aunque escribes para ti, es realmente importante que eso que tú escribes se valore. Cuando esto sucede, empiezas a pensar que tal vez lo tuyo es mejor de lo que pensabas. Todos los escritores, salvo raras excepciones, nos volvemos muy autocríticos con nuestra obra. Somos los primeros que la infravaloramos porque queremos llegar a la perfección y cualquier pequeño fallo que veamos, tanto gramatical como de corrección, nos fastidia bastante.

-Sigues acudiendo a cursos, talleres… ¿qué importancia tiene para ti la formación?
-Bajo mi punto de vista, es vital la formación continua y también la lectura. No puedes dejar de leer y aunque parezca que la formación que obtienes en un taller de barrio no te puede ayudar mucho, sí lo hace. Te puede enseñar dónde poner una coma, un punto, cómo expresarte… Aunque hayas publicado un libro, nadie somos maestros perfectos. Hay mil fallos y hay mucho margen para seguir aprendiendo y evolucionando. Publicar un libro está muy bien, pero no es lo único para decir que tu obra es grande. Si entras en Amazon hay escritores auto publicados muy poco conocidos que son buenísimos, así que necesitas mucha humildad para seguir avanzando y crear historias con calidad.

“Es vital la formación continua y también la lectura. No puedes dejar de leer y aunque parezca que la formación que obtienes en un taller de barrio no te puede ayudar mucho, sí lo hace”

-¿Qué buscas en un libro?
-Lo que yo busco es que me entretenga. Hay libros como el Código Da Vinci que son ligeros, me entretienen y en ellos no busco nada más. Luego hay otros que también me entretienen, pero que, desde mi punto de vista, son más complejos como El Mundo de Sofía que para mí es un libro de cabecera. Lo que busco para mí, y por eso lo intento también para mis lectores, es que enganche y entretenga de la forma que sea. Hay momentos en los que todos necesitamos libros ligeros y en otros libros como Cien años de soledad, contando que no todos nos entretenemos con las mismas cosas.

-El momento que se está viviendo, ¿te inspira o te bloquea?
-Para mí ha sido un momento de poca escritura. Durante el tiempo de confinamiento estuve trabajando mi jornada laboral normal, el resto del tiempo estaba con otra persona en casa, y a mí si hay algo que me cuesta mucho es estar con alguien y no hacerle caso. Escribí menos, pero leí mucho más. Sí es cierto que a todos nos ha afectado de una u otra manera en cuanto al estado anímico o la carga melancólica. Aunque no lo percibamos de forma muy consciente, la carga de angustia vital, el pensar que lo que tienes hoy tal vez mañana no lo tengas puede estar influyendo en alguna de las frases o los comentarios que hagan los personajes. En mi caso no fue así porque el libro comencé a escribirlo antes de la pandemia, y centrar el tema en eso sería un error. Otra cosa es que hubiese empezado a escribir el libro en el confinamiento y lo quisiera ambientar en lo que está sucediendo, y ahí sí que tendría más carga y se vería influido por la pandemia como está sucediendo en series de televisión o en libros que se están publicando ahora. Mucha gente lo utilizó como vía de escape, pero en mi caso hubiese estropeado la línea argumental de la novela.

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