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martes 30, abril 2024

Cheryl Cuervo: “La mitología asturiana refleja el amor por el entorno”

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Su abuela decía de ella que aprendió a pintar con el lápiz antes que hablar, y el universo infantil de Cheryl Cuervo se impregnó de unas tradiciones y saberes que ahora intenta proteger y conservar.

Vivió buena parte de su vida a caballo entre Villamayor, Gijón y la ciudad de Madrid en la que ahora reside pero siempre sin dejar de mirar y sentir la tierrina asturiana. Las raíces son algo fundamental para esta creadora, a la que además de pintar le apasiona sumergirse y rescatar del pasado aquello que se está perdiendo o que simplemente permanece todavía oculto.
Por eso, en los tiempos libres en los que no ejerce su actividad profesional como coordinadora y asistente de museos, empuña los pinceles para dar vida a antiguas leyendas, tradiciones, festividades y a todo aquello que le interesa.

-Así que en tu caso, primero fueron los lápices antes que los muñecos.
-Sí, mi abuela decía que de chiquita ya me ponía a dibujar los perrines de casa y que lo hacía superbien, es algo que me ha venido acompañando siempre. En la escuela era la asignatura que mejor se me daba y trabajaba con los profesores para hacer las decoraciones de cualquier evento que se fuera a celebrar. A la hora de ir a la Universidad decidí meterme en Bellas Artes y cuando terminé me orienté hacia la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural, de ahí sale ese interés por la cultura, por las tradiciones, por nuestro patrimonio inmaterial, algo que está muy arraigado y que de hecho, en los últimos años está volviendo a florecer. Un ejemplo es Rodrigo Cuevas, que está trayendo otra vez de manifiesto todo lo de siempre. No es que hace unos años se renegara de ello, pero hacía falta ponerlo en valor con las nuevas generaciones y la verdad es que es una maravilla.

“Me encanta el mundo de la brujería y la hechicería, algo que compartimos con muchos países de herencia celta y que me llama mucho la atención”

-Tus pinturas tan pronto reflejan símbolos paganos como utensilios de saberes tradicionales. ¿Cómo te surge el interés por este tipo de contenidos?
-En realidad todo empieza porque en la universidad hice un trabajo sobre el Antroxu en la parte norte de España y me metí de lleno en la cultura y la etnografía. Y a día de hoy ha influido mucho en lo que pinto, porque es lo que me gusta y me interesa. Leo muchísimo sobre el tema, y en particular me encanta el mundo de la brujería y la hechicería, algo que compartimos con muchos países de herencia celta y que me llama mucho la atención.

-¿Qué es lo que más te atrajo de esta temática?
-Creo que un poco por la identidad, porque si hablamos en concreto de la hechicería todos conocemos o tenemos abuelas, tías o alguna vecina con ciertos conocimientos. Y hablo en femenino porque, aunque en Asturias también se habla de los hombres lobo, en general suele ser un campo más femenino y hay cosas muy cotidianas que se transmitían de mujer a mujer: Echar la sal por el hombro izquierdo, tener romero en casa, hacer las cruces al pan, etc., era algo que hacían las mujeres, aunque muchas veces ni ellas sabían por qué se hacía. Sólo se sabía que era necesario para no atraer el mal de ojo o para tener buena suerte. En mi familia, por ejemplo, llevan mucho las figas de azabache y al estudiar por qué las llevan surgió la conexión con la familia y mi interés por la tradición y la cultura. Somos muchas mujeres y todas tienen un poco de bruja, todas tienen sus piedras, el romero con el que se limpia la casa, la sal, las figas… así que era algo que ya estaba en mi familia.

“Con la llegada del cristianismo una mujer sola o viuda con cierto conocimiento era considerada un peligro, daba miedo y era algo que no estaba bien”

-¿Qué legado han dejado tus antecesoras?
-Las mujeres de mi familia han sido apoteósicas. Dentro de estas pequeñas tradiciones y lo brujinas que eran todas, también eran muy rompedoras. Mi bisabuela Pacita iba por Gijón en Jeep y con pantalones en los años 40, de aquella eso era una locura. Se construyó ella su propia casa en un prao, ¡menuda era!

-¿Estás orgullosa de tu linaje?
-Muchísimo, lo estoy.

-¿Cuervo es tu apellido o es un sobrenombre artístico?
-Es uno de mis apellidos por parte de madre y aparte es un animal que me atrae muchísimo, es un símbolo de la cultura de Asturias, donde se ven mucho. Además es negro y yo soy un poco gotiquilla, así que me veo muy representada, podría ser mi tótem perfectamente. También está muy ligado a la brujería y a los buenos y malos augurios. Es mal augurio cuando se escucha graznar a los cuervos o cuando van todos juntos, pero si llevas una pluma o una pata de esta ave colgada te protege contra el mal güeyu, así que tiene un poco esa dicotomía.

-¿Todo es dual?
-Es así siempre. También porque la parte negativa viene de toda la herencia cristiana que intenta dar ese matiz a todas esas creencias paganas para que la gente las elimine de su vida y adopte otras diferentes.

Gato negro. Pintura de Cheryl Cuervo

-¿Como lo de evitar cruzarse con un gato negro como el que también reflejas en tus pinturas?
-Cualquier persona sabe el dicho de que cruzarse con un gato negro te da mala suerte, y eso viene porque las mujeres sabias, y cualquier mujer que fuese un poco inteligente, sabían que tener felinos en casa ahuyentaba los ratones. Los tenían para proteger las cosechas y el almacenaje de la comida en casa, y muchas veces estaban asociadas a mujeres inteligentes que tenían saberes, que eran medio curanderas y que utilizaban remedios naturales y su conocimiento de la flora para curar ciertos males con plantas y ungüentos. Y claro, con la llegada del cristianismo una mujer sola o viuda con cierto conocimiento era considerada un peligro, daba miedo y era algo que no estaba bien. Como, por norma general, tenían gatos en sus casas se empezaron a asociar estas dos figuras, la de la mujer independiente y sabia, que era algo que había que rechazar, y la del gato, un pobre animal que lo único que hacía era comer sus ratones. Se decía que el felino era una encarnación o una extensión del mal y la hechicería que hacía esa mujer. Y dado que ella no podía tener por herencia o por saber propio esos saberes, se consideraba que se los daba el demonio, lo maligno, y el gato, por extensión se llevó este sambenito.

“Cuando empieza esta locura de la brujería en el siglo XV casi exterminan a los gatos, fuesen del color que fuesen, porque eran un indicativo de que pertenecían a brujas o que directamente eran una transformación de ellas”

-¿De ahí las cruzadas contra estos animales?
-Cuando empieza esta locura de la brujería en el siglo XV casi los exterminan, fuesen del color que fuesen, porque eran un indicativo de que pertenecían a brujas o que directamente eran una transformación de ellas, al igual que las liebres.
Se pensaba que las brujas se transformaban en animales por la noche, que venían y te pasaban enfermedades, te chupaban la sangre o de alguna forma te hacían daño. El gato era una de esas transformaciones y se los ventilaron, pero claro, a raíz de ello se generó una plaga tremenda de ratones y roedores que transmitió muchísimas enfermedades. Y si además el gato era negro, qué mejor que el color más oscuro para ilustrar lo maligno. Y hoy en día todavía hay mucho poso de eso con los gatos y los perros negros, que son los últimos elegidos para adopción, algo muy curioso.

-He visto la serie de otoño que has pintado en óleo, ¿reivindicas con ella las tradiciones antiguas?
-El otoño, el Samaín, que dio lugar a Halloween, es la estación que más me gusta y es donde más plasmamos todos la tradición porque también el tiempo invita a ello. Yo hago esto precisamente por reivindicar y normalizar, para no dejar de ver lo cotidiano, porque es algo que está ahí como lo están las ristras de ajos o las velas. Nosotros le damos la connotación que queremos, podemos aceptarlas o no, pero son cosas que realmente eran necesarias en el momento y después se ha reinventado su significado. Antes se vaciaban las calabazas y se ponían velas dentro de ellas porque la calabaza era un buen soporte para la vela, pues estaba protegida del viento y de paso no podía quemar lo de alrededor.

“Samaín en la cultura celta era el Año Nuevo, el principio del ciclo del año y era donde empezaba la mitad oscura del año. En esa temporada tenías que recoger la cosecha del verano y prepararte para el invierno que se aproximaba”

-¿Cómo se vivía esta estación en Asturias, qué simbolismo encerraba?
-Empezamos por Samaín, porque en la cultura celta era el Año Nuevo, el principio del ciclo del año y era donde empezaba la mitad oscura del año. En esa temporada tenías que recoger la cosecha del verano y prepararte para el invierno que se aproximaba, aquí la luz empieza a tener una importancia mayor porque vamos careciendo de ella y nos adentramos en el invierno. Es momento de celebrar lo que se ha cosechado, porque es lo que vas a tener para cuando las vayas a pasar canutas en los siguientes meses. También es ese momento del equinoccio en el que se igualan luz y oscuridad y cuando se dice que el velo entre mundos está más fino, por eso en la noche de Samaín se hacían ofrendas y se honraba a los difuntos. Hoy día todo esto tiene una connotación negativa, pero antes se consideraba a los espíritus de los difuntos como a tus guardianes, y se hacían ofrendas en casa para que ellos se quedaran contigo y te guardaran de la mala suerte, de las malas personas y energías.

“Antes se consideraba a los espíritus de los difuntos como a tus guardianes, y se hacían ofrendas en casa para que ellos se quedaran contigo y te guardaran de la mala suerte, de las malas personas y energías”

-¿Y las otras tres restantes?
-Después de Samaín llega Yule o la Navidad, que es la parte oscura del año en que apenas se cosecha nada, en la que tienes que sobrevivir, encuevarte e hibernar. Es donde aparece todo lo malo porque las noches son muy largas, la oscuridad dura mucho y eso hace que afloren todas las supersticiones.
Luego, Ostara, la primavera, es el renacer. Hemos pasado lo peor y ahora ya empieza a verse la luz, los pájaros empiezan a cantar y se puede empezar a cosechar; ya tenemos motivos para afrontar el año.
Y a continuación llega el verano, Lammas, y aquí todavía se hace la celebración de San Juan. De hecho, tanto Halloween como San Juan son dos puntos contrarios en la rueda del año, y son los puntos de celebración de lo mismo y de lo contrario, otra vez esa dualidad. Celebramos que se igualan la luz del día y la de la noche y el resurgir, honramos a los ancestros, y según la tradición asturiana es cuando se puede vencer al cuélebre porque está más aletargado.

-En esta sociedad monoteísta propiciada por el cristianismo ¿se ha perdido el patrimonio inmaterial de los dioses antiguos?
-En general sí, pero ya no sólo ocurre con las religiones antiguas, incluso con las más recientes. La gente está muy desvinculada del mundo espiritual en general. Y todo viene por este último siglo que ha sido una revolución tecnológica increíble, y ahora, a pesar de estar más conectados, estamos superdesconectados de nosotros mismos, de nuestras tradiciones y cultura. Estamos conectados con todo el mundo pero muy desconectados de lo nuestro. Y ya no te quiero contar de los saberes de antes, porque ¿dónde se conservan?, sólo en zonas que ‘por desgracia’ están más desconectadas del mundo actual.

-¿Por desgracia o por suerte?
-Claro, como siempre la dualidad.

“La gente está muy desvinculada del mundo espiritual en general. Y todo viene por este último siglo que ha sido una revolución tecnológica increíble, y ahora, a pesar de estar más conectados, estamos superdesconectados de nosotros mismos, de nuestras tradiciones y cultura”

-¿Qué opinas de la riqueza de la mitología asturiana?
-Es muchísima, porque además tiene mucho arraigo. En otras zonas del territorio se ha conmutado mucho con las tradiciones cristianas y en cierta manera parece que se ha perdido, pero en Asturias la mitología tiene muchísimo peso, sobre todo en el mundo rural. Tenemos desde personajes mitológicos asociados a las tormentas, como el nuberu, al mar o al agua como las xanas, y la creencia popular de las primeras brujas que más bien eran lloberas, porque se decían que manejaban a los lobos y que los utilizaban para atacar el ganado de otras familias.
Tenemos también al busgosu que protege los bosques, una figura mitad carnero, mitad persona muy arraigada a lo natural, algo lógico porque somos una población que está rodeada de naturaleza, de la tierra. No la modifica totalmente, se adapta a ella, saca provecho de ella y eso es lo bueno de la mitología asturiana, que refleja ese amor por el entorno.

-¿Qué se conoce sobre las lloberas?
-Se conocen muchas historias curiosas por todo el territorio asturiano, es algo muy habitual. Una de las primeras de las que se tiene constancia es del siglo XVII. Habla de Ana María García, una mujer de Llanes que fue la primera o una de las primeras acusadas de ser una capitana de lobos o llobera y sufrió un proceso inquisitorial. Llevaba una vida fatal, no sabía quién era su madre y ella misma decía que había heredado esa maldición de su padre. Se crió en Covadonga haciendo un poco la trashumancia, y en una de esas travesías una mujer en Toledo la acusa de que ha llevado hasta su ganado una manada de siete lobos de colores distintos. La mujer dijo haber visto cómo ella los congregaba con un silbido y cómo mataban a todo lo que apareciese. Y por esto, ella es procesada; no llegaron a quemarla en la hoguera, pero pasó internada mucho tiempo en un monasterio.

“Ana María García fue la primera mujer o una de las primeras acusadas de ser una capitana de lobos o llobera y sufrió un proceso inquisitorial (…) no llegaron a quemarla en la hoguera, pero pasó internada mucho tiempo en un monasterio”

Ojo de lechuza. Pintura de Cheryl Cuervo
Reflejo del cielo y la luna en los ojos de la lechuza

-Dada la amplitud de la mitología o de culturas como la celta ¿hacia dónde enfocas ahora tu interés principalmente?
-Más que en la mitología en general, que me gusta muchísimo, me centro más en los haceres. Siempre lo llevo a lo terrenal, a lo que se hacía realmente y a por qué se hacía. Y no sé si llamarlo así, pero estoy muy metida con una perspectiva de género, porque todas estas figuras suelen ser femeninas y me gusta conocer lo que hacían y ponerlo en común.

-¿Hay alguna información que te haya sorprendido recientemente?
-Estoy leyendo mucho sobre mujeres en la prehistoria y hay bastantes corrientes que dicen que probablemente estatuillas neolíticas o paleolíticas que conocemos, como la Venus de Willendorf, pueden haber sido talladas por mujeres, simplemente por el punto de vista de una mujer cuando se mira a sí misma. Esos puntos de vista de nosotras mismas mirando nuestro cuerpo coinciden muchísimo con esas formas que se ven en esta Venus, y es apasionante. Es como abrir una ventana y que entre un chorro de luz que te permite ver las cosas desde otro punto de vista. Porque cuando nos imaginábamos las cosas que pasaron antes siempre dábamos por hecho que fueron hombres los que hacían todas las cosas, todas las acciones.

“Hay bastantes corrientes que dicen que probablemente estatuillas neolíticas o paleolíticas que conocemos, como la Venus de Willendorf, pueden haber sido talladas por mujeres”

-En una sociedad como esta, en la que la sobreinformación puede desinformar, poder profundizar, ir más adentro y encontrar otra manera de ver el mundo debe ser apasionante.
-Sí, lo es. A mí me encanta conocer y saber cosas porque, cada vez que te adentras en algo, te das cuenta de lo poco que sabes y también ves que hay un bombardeo de información absoluto. Yo intento desmarcarme de esto todo lo que puedo porque me abruma, me sobreestimula muchísimo tanta información muchas veces falsa o no del todo verídica, tanta tergiversación, y luego que hay tanta gente queriendo hacer cosas que al final hacen un efecto totalmente contrario.

-¿Estamos posicionados en una carrera por la conservación, pero a su vez en una trayectoria que se dirige hacia la pérdida?
-Sí, es verdad, aunque yo soy optimista o quiero serlo y tiendo a pensar que lo que va a generar todo lo nuevo es un efecto contrario. Pienso que al final va a provocar el efecto rebote, porque yo también tengo que conservar mi identidad cultural como persona, como pueblo, como territorio y si voy a visitar un lugar, no quiero ver lo mismo que veo en todas partes, quiero ver las cosas propias de ese sitio. Por eso hay que luchar, y cada uno desde su individualidad debe intentar proyectar que hay que conservar lo que nos identifica y lo que nos hace diferentes del resto, y que eso no es malo. De hecho, es todo lo contrario, es superbueno.

“Sabemos muy poquito de lo que fuimos, tenemos una idea y evidencias, pero no sabemos nada también debido a la evolución y ahora mismo hay que luchar por no perder lo que tenemos”

-¿Nos queda mucho por descubrir de lo que fuimos y de lo que somos?
-Creo que sabemos muy poquito de lo que fuimos, tenemos una idea y evidencias, pero no sabemos nada también debido a la evolución y ahora mismo hay que luchar por no perder lo que tenemos.
Todo el mundo está loco por tener la última tecnología. Estamos muy enfocados en comprar, en tener, en estar a la última y en ese tránsito estamos perdiendo mucho de lo que realmente deberíamos tener y conservar y que realmente importa.

-Respecto a tu faceta artística, ¿qué tipo de técnicas usas?
-Siempre me he decantado por el dibujo porque es algo fácil en el sentido de que no necesito mucho material para poder hacer algo, no necesitas más que un grafito, un lápiz, un papel… y listo. Pero desde la carrera he probado otras técnicas que -aunque tradicionales- para mí eran nuevas y me gusta muchísimo el óleo porque me ofrece muchas posibilidades. Además, va un poco en consonancia con la temática que hago y también es lo más sencillo. Las técnicas que utilizo son simplemente el medio para llegar a lo que quiero hacer; cuanto más fácil sea, mejor por una cuestión de economizar recursos.
Algo que también me gusta muchísimo, aunque ya no lo hago tanto, es la escultura, modelar, el trabajo tridimensional… pero para ello necesito más infraestructura y ahora mismo no me lo puedo permitir, por eso pinto mucho, porque es algo que haría en cualquier circunstancia de mi vida.

-¿Sigues encontrando momentos para pintar?
-Sí, siempre ando en cosas, lo que pasa es que no me dedico a ello cien por cien porque el trabajo me quita mucho tiempo, pero siempre hay un momento para desarrollar ideas. Siempre llevo encima un cuaderno y cuando algo se me ocurre lo apunto y ahí queda pendiente, ya tengo varios cuadernos escritos. De hecho, tengo muchos proyectos pensados para hacer este año, pero también es verdad que no me prodigo mucho en las redes sociales y por eso no encuentras demasiado. Además de un desastre con la tecnología también soy muy tímida, así que prefiero mudarme al prao con les pites.

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