Vive la música desde diferentes perspectivas, aunque todas ellas confluyen en Pablo Bango, el músico, compositor y luthier que eligió convivir con la incertidumbre para poder dedicarse a lo que realmente llenaba su corazón. Y por eso, ahora su vida transcurre entre el estudio de música y el taller donde confecciona instrumentos de viento.
Bango me atiende en una época complicada para él. Los últimos meses del año han sido la recta final para unos pedidos que pueden viajar incluso fuera de España, como el whistle que ha fabricado para un músico que vive en Bélgica. A este artista no solo se le da bien tocar la gaita asturiana, hacer arreglos musicales y dirigir sus videoclips, también le gusta construir cosas con sus manos y disfruta especialmente cuando el resultado final es un instrumento que participa en alguna de sus creaciones.
-¿Cómo fue tu despertar a la música? ¿Provienes de una familia que de alguna manera ya tuviera inclinaciones musicales?
-Curiosamente no tengo antecedentes recientes, no hubo artistas en mi familia. Sin embargo, mirando el árbol genealógico, sí es verdad que hay dos figuras interesantes: mi tatarabuelo, Pin del Monte, escritor, y luego, más arriba en la cadena, su suegro, que fue tamborero oficial del General Prim en la Guerra de África, allá por el siglo XIX; lo llamaban Pachu de Vendón.
En mi casa se escuchaban cantantes como Manolo Escobar y Antonio Molina y recuerdo también muchas rancheras, pero creo que fue Sergio, mi hermano mayor, quien despertó mi interés por la música. Yo usaba sus cintas y cuando tenía cinco años escuché en una de ellas el tema Another day in Paradise de Phil Collins, y por primera vez, una canción me hizo sentir algo profundo, algo que identifico como inspiracional. De hecho, es esa sensación la que sigue siendo mi guía, y si una composición no me pone la piel de gallina, no la publico. La música debe, primero, fascinar al compositor como oyente, dejando de lado la técnica para conectar con esos sentidos.
“Cuando tenía cinco años escuché en una cinta de mi hermano el tema Another day in Paradise de Phil Collins, y por primera vez, una canción me hizo sentir algo profundo, algo que identifico como inspiracional”
-¿Cómo fueron tus pasos? ¿Empezaste a caminar en la música de una manera más o menos dirigida?
-No exactamente. Fue en la pandemia, en el 2020, cuando decidí dedicarme de lleno a la música. Dejé mi trabajo como oficial de la industria del mecanizado y, sin tener ninguna estabilidad económica, aposté por lo que sentí que era mi camino. Me dijeron que estaba loco por aventurarme en algo lleno de incertidumbre, pero ahora sé que la vida no suele defraudarte cuando sigues tu vocación y haces lo que realmente deseas. Por aquel entonces, yo compuse una canción para la banda asturiana Avientu que se llama Camín de Llibertá, que ese año fue seleccionada para el anuario de la música asturiana. En ese momento, esa canción representó la fuerza de cambio que yo viví.
La mayoría de las veces el miedo nos cierra puertas que podrían liberar todo el potencial que tenemos dentro; yo estuve años relegando la música a un segundo plano. Mi historia demuestra que nunca es tarde para reinventarse y enfocarte sólo en el camino que realmente quieres seguir.
-¿Hay que estar atentos a las respuestas que nos trae la vida?
-Sí, porque a veces había como una guerra silenciosa dentro de mí. Me levantaba por la mañana para ir al trabajo y empezaba a tener una especie de duelo interior, un Hiroshima dentro de mi cabeza a punto de explotar que hizo que un día -a las siete y media de la mañana- me preguntase: “¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿A dónde estoy yendo?”. Y fue bastante significativo, porque ese día, que iba de camino al trabajo, puse la radio y empezó a sonar Soul Dream y me dije: “no debo estar aquí, ¿a dónde voy yo? Tengo que estar en mi estudio, en mi taller, haciendo lo que debo”.
“En el 2020 fue cuando decidí dedicarme de lleno a la música. Dejé mi trabajo como oficial de la industria del mecanizado y, sin tener ninguna estabilidad económica, aposté por lo que sentí que era mi camino”
-El día que diste el paso al vacío hubo quien se llevó las manos a la cabeza; ahora, en tu entorno ¿se han dado cuenta de la importancia de escoger?
-En plena pandemia la gente tenía miedo de perder sus empleos, el mío, por el contrario, era un trabajo esencial y mi empresa no cerró, así que la gente decía que yo era afortunado. Imagínate la sorpresa cuando lo dejé en plena pandemia, mi madre se echaba las manos a la cabeza pero, como otra mucha gente, hoy está orgullosa.
En esas situaciones siempre tienes dos bandos, está el bando del no, el bando de la estabilidad que te ata, el cabo del miedo, pero luego también hay gente que admira esa valentía, esa ausencia de miedo. Aunque es verdad que hay más del bando malo, que piensa que es una locura, pero no me preocupa. La incertidumbre está ahí, pero esto es una aventura más y yo me considero una persona muy aventurera. Y lo que para uno puede ser una decisión temeraria, para otro es esa valentía de hacer lo que realmente tienes que hacer.
-Antes de tomar esa decisión, ¿cómo eran tus movimientos musicales?
-Estuve muchos años ligado al folclore. Empecé a tocar la gaita a los nueve años y bailaba desde muy pequeño, y ahí fue cuando descubrí por primera vez este instrumento. Después me metí en bandas de gaitas, toqué por cientos de festivales con grupos de baile y recorrí toda Europa. Pero en los últimos años me aparté un poco de todo ese mundo y me dediqué a hacer música más contemporánea en la que intentaba introducir la gaita. De hecho, tuve una banda de rock en la que hacíamos hard rock y también metíamos gaita. Se llamaba Proyecto Lambert, empezamos en el 2010 y estuve cinco años con ella.
“La mayoría de las veces el miedo nos cierra puertas que podrían liberar todo el potencial que tenemos dentro. Mi historia demuestra que nunca es tarde para reinventarse y enfocarte sólo en el camino que realmente quieres seguir”
-¿Cómo se te ocurrió reinterpretar la gaita de una forma diferente?
-Fue justo en el 2010, empecé a tocar el piano y a descifrar cómo funcionaba la música moderna. Salí totalmente de la tradicional y ahí se me abrió un mundo de posibilidades. A raíz de esto, también entendí que la gaita no era un instrumento que sólo debe estar ligado al folclore, que podía estar enfocada al estilo que tú desearas. Empecé a verla como un elemento más, cuando tradicionalmente era el eje principal y los demás instrumentos la arropaban.
-¿De dónde crees que nace tu forma de hacer música?
-Tengo estudios profesionales de Conservatorio, pero mi música no viene de ahí, no viene de una formación académica y reglada, está mucho más ligada a mis vivencias, a mi experiencia como músico independiente, a todos esos años en los que yo exploré. Y, por ejemplo, la pérdida de mi hermano mayor fue una fuente de inspiración grandísima para crear Soul Dream, que es mi primer disco y que fue nominado al premio AMAS. Alguien que ha vivido intensamente y se ha enfrentado a duelos tiene mucho que contar y expresar a través de la música. Eso importa mucho más que toda la técnica que hayas aprendido en escuelas musicales.
“Creo que el buen gusto es más importante que la técnica. Ser músico no es solo saber manejar un instrumento, es también escuchar y conectar emocionalmente”
-Al final, ¿es el corazón el que va guiando tus pasos en tu trayectoria?
-Sí, totalmente, y creo que el buen gusto es más importante que la técnica. Ser músico no es solo saber manejar un instrumento, es también escuchar y conectar emocionalmente. Algunos arquitectos cuando contemplan un edificio, más allá de las proporciones o medidas que tenga, necesitan ver el alma de esa obra. Y yo veo la música desde esa perspectiva, siempre buscando transmitir una emoción, algo auténtico, algo más que no quisiera llamar espiritual, pero sí que te traslada a otro sitio y que hace que algo se remueva en el interior. Y es lo que yo necesito que me produzca a mí también. En el momento en que un tema me pone la piel de gallina me gusta y, si eso no ocurre, no lo publico.
-Hay cosas que marcan mucho a las personas, ¿tu hermano mayor fue una influencia importante para ti?
-Sí, él no era músico, pero siempre estuvo ahí al pie de cañón ayudándome y apoyándome con la música. De hecho, en la última conversación que tuve con él, porque murió de forma repentina, estaba dándome consejos sobre cómo podría enfocar un estilo determinado. En ese momento ya había publicado el videoclip de Raíces, y su pérdida fue algo que me marcó, pero hay que saber canalizar todo ese dolor y siendo un artista, puedes crear arte a través del dolor.
-¿Tuvo algo que ver en tu decisión de apostar profesionalmente por la música?
-Sí, cuando ocurrió yo estaba justo en esa transición en la que todavía no había abandonado del todo mi trabajo y creo que fue como ese punto de la balanza en el que ya decidí decantarme. Meses después saqué el disco en su memoria y aposté por volcarme totalmente en esto. Estas cosas te hacen ver que no sabes lo que te puede pasar mañana. Y, al final, lo que más puedes lamentar es haber hecho durante gran parte de tu vida algo que realmente no sentías y no lo que realmente querías hacer.
-Aun teniéndolo claro, la decisión fue difícil. ¿Cómo te sientes ahora con ella?
-La recompensa a todo eso es el público. El otro día hablaba con un compañero que vale más que cincuenta personas te digan lo que les ha transmitido tu música, que no que cien mil estén escuchándola. Cuando te dan las gracias por hacer música y te dicen que por favor no dejes de hacer esto es también una liberación, porque muchas veces, queremos mantener esa estabilidad. Si, por ejemplo, trabajas de ingeniero en una empresa, pero la música es lo que te llena, llega un momento en la vida en que tienes que escoger un camino. Ojalá pudiéramos dividirnos en dos, pero al final tienes que pararte y decir: “esto lo dejo, lo abandono” Y, aunque al principio puede haber miedo, es un acto de liberación. Sales de una zona de confort para entrar en una mucho mayor, porque ahí estás libre como pez en el agua y el corazón está mucho más contento.
“Hice un tema pop con gaita que suena espectacular, pero no lo he publicado porque no es el camino que quiero llevar. Prefiero hacer algo con lo que me sienta auténtico, y el dinero, tarde o temprano, llegará; no puede ser un objetivo”
-Aunque sea más difícil llegar a fin de mes.
-Ya, pero la gente no debería de perseguir su trabajo enfocándose al dinero, y eso va también dirigido a los artistas que hacen determinados estilos porque están más en tendencia, mirando hacia las ganancias. Yo hice un tema pop con gaita que suena espectacular, pero no lo he publicado porque no es el camino que quiero llevar. Prefiero hacer algo con lo que me sienta auténtico, y el dinero, tarde o temprano, llegará; no puede ser un objetivo. Es una cuestión de energía y de vocación. Y si tienes energía y voluntad para acompañar a tu vocación, es muy difícil que caigas en pobreza.
Un artista tiene que tener, aparte de una identidad, un camino un poco claro a seguir. A veces tienes dos que pueden ser válidos, pero en uno de ellos parece que vas mejor porque en él resuenas más, aunque el otro pueda darte un éxito en las listas de ventas. Esto no quiere decir que el día de mañana no acabe haciendo otro tipo de música, pero, aunque estuviera haciendo hip hop o pop, lo importante es que la gente me siga identificando por lo que es mi propia esencia.
-Además de compositor y músico eres luthier. ¿Te sientes más cómodo en alguna faceta en particular o están todas tan entrelazadas que es imposible separarlas?
-Recuerdo una anécdota de cuando era niño y fui un día con mi padre al monte. El cogió una rama de un árbol y con la corteza fabricó un silbato. Mi padre siempre estaba muy ocupado con el trabajo, no tenía mucho tiempo y aquello no se repitió más, pero me dejó una huella. Y yo desde pequeño siempre tuve una inclinación por construir cosas, me acuerdo que iba siempre a un monte de pinos que había cerca de mi casa, cortaba trozos de la corteza del árbol y tallaba figuras. Más tarde fabriqué un carruaje para caballos con un par de bicicletas viejas; tenía una curiosidad constante por construir cosas, y eso, años más tarde, me llevó a construir instrumentos de viento y a experimentar nuevos sonidos aprovechando mi condición de músico. La construcción de instrumentos surgió como una necesidad para mis propios proyectos musicales. De hecho, todos los modelos que fabrico, como los whistles con digitación de gaita, acaban sonando en mis grabaciones. Me gusta la idea de crear desde cero, partir de un trozo de madera que conviertes en un instrumento y que luego acabe formando parte de una obra musical. Es un proceso que une la artesanía con la música, y con lo que me preguntabas, sí está todo totalmente relacionado.
“Me gusta la idea de crear desde cero, partir de un trozo de madera que conviertes en un instrumento y que luego acabe formando parte de una obra musical”
-Tienes adjudicada la etiqueta de innovador en todas tus facetas. ¿Hay una parte de ti a la que le gusta transgredir?
-Sí, esa rama de crear cosas nuevas, en la música también me gusta. De hecho, creo que fui el primero que fusionó hip hop con música celta, algo que parecía una locura, pero no lo es. Y ojo, que no fue algo deliberado, porque cuando me pongo a hacer música, dejo que salga de mí y salió eso. Por cosas como esta dijeron que era el gaitero más innovador de Asturias y también soy transgresor, porque para la construcción de instrumentos musicales combino nuevas tecnologías con la artesanía. Estoy en un constante trabajo de investigación, haciendo pruebas, porque mi objetivo no es sólo mantener vivos los sonidos tradicionales que son esenciales para ese legado cultural, también me gusta explorar nuevos sonidos y posibilidades. ¿Quién sabe? Lo que hoy puede parecer novedoso o transgresor, mañana podría convertirse en parte de nuestra tradición, porque la tradición no es algo estático. Es el resultado de un proceso continuo de creación y transformación a lo largo del tiempo.
-¿Qué ha significado para ti Soul Dream, un disco cuyo sencillo ha sido finalista a Mejor Canción Folk en los AMAS?
-Al final, un disco es como un hijo. Siempre digo que, si me muero mañana, mi descendencia es mi música y me quedo tranquilo porque es algo que aporto al mundo. Mi mayor aspiración es que las composiciones puedan resonar en quienes las escuchen, como Phil Collins resonó en mí cuando yo tenía cinco años. Ese es el premio y ya está pasando y eso es lo que me hace sentir la vocación que tengo.
“Mi mayor aspiración es que las composiciones puedan resonar en quienes las escuchen, como Phil Collins resonó en mí cuando yo tenía cinco años”
-¿En qué estás metido ahora?
-Ahora estoy preparando la banda sonora para una obra de Shakespeare que espero que se estrene a principios de año en los principales teatros, como esto lleva su tiempo lo voy combinando con momentos en el taller construyendo instrumentos. También estoy preparando temas para mi segundo disco en el que colaboran conmigo Mario Rodríguez, que ya lo hizo en Soul Dream, y Javier Blanco que está añadiendo una calidad extraordinaria a ese trabajo. Al final, según vas caminando se van abriendo nuevas vías, pero en todo esto es muy importante de quién te rodeas, los músicos que hacen equipo contigo. Y próximamente podréis escuchar un tema que compuso Javier y que yo toqué en el concierto de Canteros del Sonido, en La Felguera junto a la OCAS (Orquesta de Cámara de Siero), Héctor Braga y el Coro Voces Blancas del Nalón. Están haciendo un videoclip y yo salgo con uno de mis whistles.
También acabo de grabar un solo de gaita para el próximo disco de Héctor Braga, en el que participan artistas como Víctor Manuel y Hevia, entre otros. Hacer colaboraciones es una manera de oxigenarme y no estar todo el día centrado en hacer música. También soy de los que piensa que a veces viene muy bien no hacer nada, aunque sean sólo quince minutos al día en los que dejas el móvil, sales afuera y simplemente estés mirando las nubes. Yo me tomo esos tiempos en los que paro mi mente, son un reset buenísimo.
-¿Es necesario el silencio para escuchar la inspiración de la música?
-Sí, totalmente. Cuando estás componiendo es muy fácil que tengas una melodía en tu cabeza que no para, es como un pensamiento rumiante; necesitas sacar todo eso, porque puede llegar a convertirse en ruido en tu cabeza. Y a veces no tiene por qué ser con una meditación, si sales a pasear a la naturaleza y observas lo que hay en ese instante presente, eso ya te libera. Respecto a la inspiración, yo me siento a trabajar y si sale algo, pues bien, y si no sigo porque lo importante es hacer un trabajo constante.
“En ocasiones hace falta escuchar una canción para darte cuenta de que lo que necesitas es estar en el bosque”
-Tus videoclips nos sumergen en la naturaleza, en universos de niebla, raíces, bosques, en espacios naturales, ¿es algo que necesitas?
-Aunque cerca de un bosque, ahora vivo en Avilés, pero yo me crie en un pueblo de Carreño, en Tamón, donde estuve hasta los 26 años. Teníamos una ganadería de vacas y de pequeño lo más fácil era verme por ahí montando a caballo sin camiseta como los indios, eso era mi libertad. Quizá por todo esto estoy más vinculado con la música celta y con todo lo que transmite esa naturaleza, esas raíces. Hoy en día estamos tan sobresaturados de tecnología, de pantallitas con la IA que es también como un pequeño recuerdo de que las raíces más importantes están ahí fuera, más que aquí dentro, en la ciudad.
-Como comentas, ahora estamos cada vez más inmersos en un mundo de pantallas. ¿Es imprescindible que cada persona encuentre su conexión con el origen?
-Sí, aunque a veces hay personas que no se sienten reflejadas en la naturaleza, prefieren el barullo de la ciudad, pero yo creo que eso es porque se han condicionado ya desde pequeños, es lo que han vivido.
En ocasiones hace falta escuchar una canción para darte cuenta de que lo que necesitas es estar en el bosque. La música es una de las pocas actividades que activa tantas zonas del cerebro, por eso es muy importante, algo muy poderoso que no debería de banalizarse. Algo muy relacionado con el ser, con lo espiritual y, desde luego, con las raíces. A mí me lleva ahí, a quienes somos y de dónde venimos.
En uno de los comentarios que hicieron a uno de mis vídeos decían que, tarde o temprano, la humanidad querrá volver a sus orígenes, pero no recordará de dónde veníamos. Y de hecho es posible que la IA cause eso, que al final, nos lo dé todo tan masticado que llegue un momento en el que se quiera decir: ‘no, yo quiero estar aquí y respirar y palpar las cosas como son’.
“La presentación del disco Soul Dream Fue algo mágico, incluso había gente llorando en el público, emocionada. Fue algo que me dejó muy marcado”
-¿Cómo surgió tu colaboración con Klaudya, cantante finalista del concurso Tierra de Talento?
-Empezó de forma fortuita, yo no buscaba cantante, pero Klaudya me conoció por las redes sociales, resonó con el tema de Soul Dream y me dijo que le encantaba mi música, y que si algún día necesitaba una cantante que ella estaba ahí dispuesta. Así que un tiempo después se me ocurrió probar a ver qué pasaba con un tema del disco, con Ayer vite na fonte, y fue un buen tándem, encajó perfectamente. Ahora estamos preparando otros temas. Ella es una lírico soprano que viene de la ópera, y mi música, que es un estilo nórdico, celta, se aleja un poco de lo que ella canta habitualmente, pero lo hace muy bien y ella resuena con esta música.
-¿Qué momento recuerdas con mayor intensidad en tu trayectoria musical?
-Fue la primera vez que me subí a un escenario y me sentí como arropado por el público, me di cuenta de que esta sensación me gustaba, que tenía capacidad de transmitir. Creo que era el año 2006, estábamos en Hungría y mi hermano Marcos me acompañaba al tambor en un festival folclórico. Tocamos un par de piezas y en aquella especie de anfiteatro el público se vino arriba, fue una sensación muy bonita. Cuando bajé del escenario pensé: “esto debería repetirse más veces”.
Y recientemente, la presentación del disco Soul Dream. Tuvo una acogida tremenda y era al mismo tiempo una prueba de fuego, porque estábamos tocando juntos músicos que jamás lo habíamos hecho antes, tan solo el día anterior. Fue algo mágico, incluso había gente llorando en el público, emocionada. Fue algo que me dejó muy marcado.