Utilizamos la Inteligencia Artificial (IA) para resolver un montón de cosas de nuestra vida cotidiana: encontrar el camino más rápido entre nuestra casa y el trabajo, traducir textos escritos en otro idioma, robots de cocina que nos hacen la comida, luces que se encienden y apagan solas, compras por internet personalizadas, reconocimiento facial para acceder a nuestra cuenta bancaria o desbloquear nuestro móvil por la mañana, y una gran cantidad de cosas más.
Siri -asistente personal controlado por voz para los usuarios de Apple desde hace varios años-, es capaz de procesar el lenguaje natural y comunicarse con nosotros, comprendiendo lo que nos dice, pero Apple ahora quiere ir más allá y trabaja para que Siri posea, además, un nivel conversacional más amplio y fluido que incluya también las bromas.
Los móviles con sistemas de IA están permitiendo que los dispositivos se adelanten a las necesidades de sus usuarios entendiéndolos y ofreciendo soluciones. Por ejemplo, cuando nos salta el aviso en el móvil de que se nos ha olvidado activar la alarma y nos recomiendan su activación en función de lo aprendido por nuestras rutinas. O nos salta el dispositivo -si disponemos de pulsera de actividad- del control del sueño, de actividad, del estrés o incluso recomendaciones de un cambio de dieta si hemos aumentado de peso: saben de comportamientos, hábitos y en base a eso nos dan consejos.
Los móviles con sistemas de IA están permitiendo que los dispositivos se adelanten a las necesidades de sus usuarios entendiéndolos y ofreciendo soluciones.
No es magia, es IA: la teoría de la mente aplicable a las máquinas. Algoritmos que simulan la inteligencia humana, imitando comportamientos como el «aprendizaje» y la «resolución de problemas». Los programas que utilizan la IA se les «entrena» con enormes conjuntos de datos de forma que van adquiriendo nuevas características y capacidades. Se inspiran en el cerebro humano y sus funciones, predicen soluciones y sacan conclusiones basadas en interacciones y experiencias anteriores. Las aplicaciones, como nos podemos imaginar, son infinitas y en Asturias se están haciendo muchas cosas en este sentido.
En el terreno de la salud, Juan Luis Fernández Martínez, director del Grupo de Problemas Inversos, Optimización y Aprendizaje Automático del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Oviedo, ha realizado, junto con su equipo, avances significativos en la detección precoz del cáncer de mama y en el reposicionamiento de fármacos que ya existen pero que se podrían emplear para enfermedades que no tienen cura. Los sistemas de IA son, en este caso, datos de pacientes que ayudan a curar a otros pacientes, y con ello ganan los médicos, el sistema público y privado de salud y sobre todo las personas. “El proyecto biomédico lo hemos dejado un poco apartado porque es muy difícil conseguir financiación. Son muchos los millones que hacen falta para montar un equipo de excelencia para por ejemplo encontrar un fármaco que te cure el Alzhéimer o el Párkinson. Aquí te exigen que las cosas sean rentables desde el minuto uno por eso, sin abandonar esa línea de investigación, hemos cambiado el ámbito de acción. En 2021 creamos StockFink, una startup que lleva la IA a la Bolsa. Hacemos predicciones sobre los mercados financieros mundiales y el test de aciertos certifica que el 80% de ellas tiene probabilidades de éxito. No somos gestores financieros ni decimos a la gente lo que tiene que hacer, sino que aportamos información de los mercados para que cada inversor particular tenga sus herramientas para adoptar una decisión. Si somos capaces de escalar esta empresa -que estoy seguro de que sí-, nos servirá para financiar otros proyectos de investigación que tenemos aparcados (biomedicina) y así no tener que depender de terceros”.
“Estamos a años luz de un ordenador como HAL (2001: Una odisea del espacio). Intentan meter miedo con este tema diciendo que la IA es una amenaza, que hay que prohibirla… ¿dónde vamos a llegar? ¡Es como si hablamos de prohibir internet!”
Juan Luis Fernández, catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Oviedo
La clave del proyecto son una serie de algoritmos basados en la IA que ayudan a los inversores a tomar mejores decisiones en Bolsa. “Se basa todo en modelos matemáticos, no son bots que tienen conciencia propia como muchos intentan advertir. Estamos a años luz de un ordenador como HAL 9000 (2001: Una odisea del espacio). Intentan meter miedo con este tema diciendo que la IA es una amenaza, que hay que prohibirla… ¿dónde vamos a llegar? ¡Es como si hablamos de prohibir Internet! Si se hacen las cosas bien, el análisis de datos es una herramienta de progreso muy valiosa. Hay que tener miedo a la falta de transparencia, pero nunca al conocimiento”, comenta el matemático asturiano.
Por ejemplo, la compañía asturiana Seresco, experta en desarrollo de software y transformación digital empresarial con cincuenta años de experiencia en el sector, lidera en estos momentos un proyecto de investigación que tiene como objetivo la mejora de los servicios de producción cartográfica, aplicando técnicas de IA sobre los datos del territorio, imágenes aéreas y de satélite de alta resolución, que van a permitir interpretar de forma rápida y precisa la evolución y características de una determinada zona geográfica. La misma firma está trabajando en el proyecto PLAGo que permitirá, a través de técnicas de IA y técnicas de visión, la detección precoz del pulgón en las plantas de faba y el control del estado de la plantación; la alerta se obtendría a partir de los datos recogidos por varios robots que recorrerán el terreno plantado y avisarán al agricultor para que aplique el tratamiento correspondiente. Seresco también ha desarrollado una herramienta informática que está utilizándose hace varios años -Cultiva Decisiones- que permite controlar con exactitud las horas de sol, humedad, temperatura del suelo, aire, para mejorar las cosechas de los viñedos. La información obtenida sirve a los viticultores para saber cuándo han de regar, mantener a raya a las plagas e incluso el momento idóneo para la recolección de la uva.
Si hablamos de retos, son varias las empresas que están trabajando en línea con el Gobierno de Asturias y la colaboración de Microsoft para explorar proyectos viables aplicando la IA en la búsqueda de soluciones, por ejemplo, para predecir, gestionar y adaptarse a las sequías, así como el desbordamiento de los ríos; pronosticar episodios de contaminación con modelos de alta resolución y datos de emisiones en tiempo real que permitan predecir el impacto local de estos fenómenos; aplicar la economía circular para poner en valor los residuos orgánicos y así contribuir a la autosuficiencia energética, reducción de emisiones y transformación digital.
Seresco ha desarrollado una herramienta informática que está utilizándose hace varios años -Cultiva Decisiones- que permite controlar con exactitud las horas de sol, humedad, temperatura del suelo, aire, para mejorar las cosechas de los viñedos.
¿Amenaza o reto?
Hace unas semanas, uno de los grandes pioneros en el desarrollo de la IA, Geoffrey Hinton, Premio Princesa de Asturias de investigación, dejaba su trabajo en Google para poder advertir con mayor libertad de los peligros que plantean estas nuevas tecnologías. “Mira cómo era la IA hace cinco años y cómo es ahora. Toma la diferencia y propágala hacia delante. Eso asusta”, decía el ingeniero en una entrevista concedida al New York Times. Funciona mejor que el cerebro humano y nadie tiene garantías de cómo se podrá mantener bajo control, “es difícil averiguar cómo se puede evitar que los malos actores las usen para cosas malas”, añadía.
El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, Miguel Ángel Presno Linera, ve en estas declaraciones de Hinton “una potente señal de alerta para, precisamente, tratar de encauzar el uso de la IA y también porque parte de la premisa, que modestamente comparto, de que el avance en la investigación de estos temas es imparable, entre otras razones porque aportan ventajas evidentes en muchos campos (la medicina es uno de los más evidentes) y también importantes problemas para, por ejemplo, quienes trabajan en sectores en los que la IA puede ser mucho más eficiente. En suma, hay que tratar de equilibrar los beneficios y los costes de la IA”.
Sin duda, nos aportará cambios y mejoras en nuestra vida que no podemos ni imaginar, pero también alertan de que esto conlleva riesgos potenciales como la opacidad en la toma de decisiones, la discriminación de género o de otro tipo, la intromisión en nuestras vidas privadas o incluso un uso con fines delictivos. Por eso Presno defiende que en la IA no es suficiente el autocontrol, sino que es un tema que hay que legislar. Las razones las explica de forma amena -apta para todos los públicos- en su libro Derechos Fundamentales e Inteligencia Artificial (Editorial Marcial Pons).
“Mira cómo era la IA hace cinco años y cómo es ahora. Toma la diferencia y propágala hacia delante. Eso asusta”
Geoffrey Hinton, pionero de la Inteligencia Artificial
Hace poco el cofundador de OpenAI, creador de ChatGPT, Sam Altman, compadecía en el Congreso de EEUU para pedir que se regulara la IA y que esas normas garanticen que el público acceda a los muchos beneficios de esta tecnología. Si entramos en el ChatGPT, el propio chat nos advierte que “la IA puede tener implicaciones importantes para los derechos fundamentales y es esencial que se tomen medidas para garantizar esos derechos”. Presno Linera concreta más y recuerda que “desde ámbitos institucionales, como el Consejo de Europa, se ha advertido de riesgos importantes para los derechos como la vida privada, la no discriminación, la libertad ideológica… y, por tanto, de la necesidad de prohibir determinados sistemas o someterlos a condiciones restrictivas de uso”.
“Italia acaba de prohibir el ChatGPT, yo creo que impedir el uso de una tecnología no es la solución. El fin que estas herramientas persigan dependerá de los motivos o intereses de sus propios creadores, como todo, se podrán utilizar para bien o para mal”
Juan Luis Fernández, catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Oviedo
Aplicar en nuestro país una normativa cuando países de nuestro entorno como Reino Unido tienen una regulación más laxa, ¿no nos pondría en una situación de desventaja?, ¿perderíamos el tren del progreso? “Creo que no se puede regular únicamente en el marco estatal, sino que hacen falta normas de, como mínimo, ámbito europeo y en eso está la UE, que prevé tener aprobado un Reglamento de aplicación general en todos los países miembros para 2024. El Consejo de Europa también ha empezado los trabajos preparatorios de un Convenio para los 46 países que lo integran. Otra cosa es que luego cada Estado considere oportuno establecer algunos requisitos propios”, explica Presno.
Para el matemático Juan Luis Fernández, “Europa ha perdido la carrera de la IA. Estados Unidos financia, investiga y desarrolla. China investiga y produce -nacen más de cien empresas al día de IA-, y Europa regula y prohíbe. Esa es un poco la foto de familia que hay en este momento. Sólo Francia parece que ha visto venir el tema, no ha cedido al miedo y ha invertido mucho creando centros de excelencia y un marco propicio para el asentamiento de empresas de IA en suelo francés”.
Educar, educar y educar
Parece ser que la IA ha venido para quedarse, es difícil escapar de su uso en nuestra vida cotidiana, así que lo mejor será aprender a usarla para que realmente nos ayude en nuestras vidas. “Hay que educar a las personas, a los alumnos en el uso ético de la IA. Hay que educar en programar, en mejorar, en diseñar… no en copiar y pegar. Antes de hablar de controlar o prohibir yo incido en la educación y en la concienciación. Italia acaba de prohibir el ChatGPT, yo creo que impedir el uso de una tecnología no es la solución. El fin que estas herramientas persigan dependerá de los motivos o intereses de sus propios creadores, como todo, se podrán utilizar para bien o para mal”, dice el matemático Juan Luis Fernández.
Cuando llegó la Revolución Industrial, la necesidad de la fuerza de trabajo humana se fue poco a poco sustituyendo por las máquinas más variadas. Ahora parece que estamos asistiendo a un proceso parecido. ¿Llegarán las máquinas a sustituir las capacidades intelectuales de los seres humanos? “No creo que sea ese el planteamiento. Planteémonos cómo podemos mejorar nuestro trabajo y nuestra vida con ella y de paso cómo podemos mejorar la sociedad. Nuestro leitmotiv es democratizar la excelencia de la IA sea en el campo que sea”, puntualiza Juan Luis Fernández.
“Desde el Consejo de Europa se ha advertido de riesgos importantes para derechos como la vida privada, la no discriminación, la libertad ideológica… y, por tanto, de la necesidad de prohibir determinados sistemas o someterlos a condiciones restrictivas de uso”
Miguel Ángel Presno, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo
Asturias, bien posicionada en IA
En Asturias casi el 4% del empleo está vinculado a la alta tecnología, incluidas empresas que desarrollan Inteligencia Artificial o que la implementan en sus procesos. “Estamos muy bien posicionados en Inteligencia Artificial respecto a otras comunidades autónomas, con muchas empresas de nivel y oportunidades de negocio”, reconoce Borja Sánchez, consejero de Ciencia, Innovación y Universidad. En la región la demanda de servicios de IA y datos es mayor que la oferta, eso hizo que la Universidad empezase a ofertar el grado en Ciencia e Ingeniería de Datos, un sector con muy buenas perspectivas laborables.
Según datos del IDEPA, un 12,9% de nuestras empresas industriales usan tecnología Big Data, casi tres puntos por encima de la media nacional, y casi un 8% de estas empresas usan tecnología de IA, muy en la línea de la media de España. Esto nos permite ser un importante banco de pruebas para aplicar la IA a la empresa.
El Parque Científico y Tecnológico de Gijón cuenta con un elevado grado de especialización en datos e IA, aplicado a la ingeniería y ciencia de datos. Cerca de ese ecosistema está ubicada La Pipa Open Innovation en el barrio gijonés de Somió, una plataforma de innovación abierta y hogar para asturianos retornados y apasionados por los datos, IA, robótica, música, entretenimiento, tecnología, sostenibilidad y otras disciplinas relacionadas. ArcelorMittal, empresa siderúrgica líder con centros en más de sesenta países, tiene ubicado aquí también su centro de competencia en IA para el resto del mundo. A estos ejemplos se suman decenas de empresas y centros que están haciendo de Asturias un auténtico campo de pruebas.
“En Asturias estamos muy bien posicionados en Inteligencia Artificial respecto a otras comunidades autónomas, con muchas empresas de nivel y oportunidades de negocio”
Borja Sánchez, consejero de Ciencia e Innovación
Aprovechando todos estos antecedentes, el Principado presentó el pasado año su candidatura para ubicar en Asturias la sede de la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial, en concreto en La Laboral Ciudad de la Cultura en Gijón. Al final, de las catorce ciudades candidatas, A Coruña fue la elegida como sede por el Gobierno central.
Aun así, el Principado sigue apostando por consolidar a la región como un polo de Inteligencia Artificial y de la economía del dato, un objetivo al que destina en la actualidad tres millones de euros del presupuesto regional.
Centro científico de IA en Siero, pionero e interdisciplinar
La Universidad de Oviedo y el Ayuntamiento de Siero acaban de firmar un acuerdo de colaboración para poner en marcha un Centro de Estudios sobre el Impacto Social de la IA. Los promotores de la idea son, además del propio Miguel Ángel Presno, los catedráticos de Filosofía del Derecho, Roger Campione y de Inteligencia Artificial, Irene Díaz. “Será un órgano de carácter interdisciplinar que, a partir de la confluencia de múltiples ámbitos -informática, Derecho, Medicina, Sociología, Lingüística, Economía- tendrá como objetivo la investigación, la transferencia social del conocimiento y la aplicación tecnológica en el campo de la IA, así como su impacto en la sociedad. Será un centro que hasta ahora no existe en ninguna universidad española y que esperamos esté en funcionamiento en unas pocas semanas”, apunta Presno.
El centro se ubicará en la antigua Casa de Cultura de Lugones, contará con investigadores de la institución académica y el Ayuntamiento aportará a la Universidad 100.000 euros anuales durante cuatro años. El concejo se convertirá así en la capital de la IA en Asturias ya que se pondrán en marcha actividades conjuntas de investigación, potenciación, fomento y promoción del uso eficiente y sostenible, a través de técnicas de IA, de herramientas para el uso de tecnologías de la información y las comunicaciones aplicadas al ámbito local: administrativo, educativo, jurídico, etc.
Ambas instituciones se apoyarán mutuamente en la realización de iniciativas y proyectos que ayuden al desarrollo y la mejora de la investigación y enseñanzas universitarias, realización de estudios y proyectos de innovación en el municipio de Siero.