El pasado 2020 ha sido un año de grandes cambios en todos los sectores y a todos los niveles. Las crisis sanitaria, económica, política y climática han cambiado el panorama mundial y debemos adaptarnos a este nuevo escenario. Asturias, además, ha de cambiar su modelo productivo ligado al carbón hacia una economía sostenible que haga uso de las energías renovables y adopte medidas de eficiencia energética; ha de actualizarse tecnológicamente y enfrentarse a problemas como el envejecimiento poblacional. Un cambio de mentalidad que impulsado por los fondos europeos puede ayudar a transformar y promover la diversificación de nuestro tejido productivo y hacernos más flexibles para adaptarnos a los cambios presentes y futuros. Reinventarse… o morir.
Cómo hemos cambiado
Pues sí… cómo hemos cambiado y qué rápido. En solo unos meses se han producido más transformaciones a nivel mundial y en nuestras vidas que en los últimos diez años juntos. El Covid-19 ha cambiado nuestros hábitos, nuestras rutinas laborales, ha sacudido la economía, la estructura empresarial y la vida de todo el planeta. Aquí van algunos.
El coronavirus nos ha hecho un examen de transformación digital y nos está dejando grandes aprendizajes. Lo que antes podía ser una opción se ha convertido de la noche a la mañana en una necesidad.
Las clases dejaron de ser presenciales y pasaron a ser online y formación a distancia. La mayoría de las familias tuvieron que dedicar más tiempo a sus hijos para ayudarles en este salto tecnológico, especialmente a los más pequeños. Para muchos padres supuso un gran reto ya que tampoco poseían formación en entornos digitales, otros directamente no pudieron hacerlo. Los centros educativos tampoco estaban preparados, la falta de material e infraestructuras digitales para impartir las clases fue uno de los primeros contratiempos. En muchos casos tocó improvisar.
También las actividades extraescolares cambiaron de formato cuando empezó el estado de alarma. Fuera el contacto físico, pero a cambio, las clases de inglés, de pintura o de danza se podían compaginar mucho mejor con el resto de las tareas y actividades familiares… para algunos, que se pasaban la tarde yendo y viniendo con sus hijos, tenía sus ventajas.
El coronavirus nos ha hecho un examen de transformación digital y nos está dejando grandes aprendizajes. Lo que antes podía ser una opción se ha convertido de la noche a la mañana en una necesidad.
Los eventos y las reuniones siguieron organizándose, pero a través de streaming, videoconferencias o reuniones virtuales. De esta forma se aseguraba que no se propagaba el coronavirus, las empresas siguieron trabajando y la gente comunicándose. En 2020 se convirtió en normalidad para más de la mitad de las empresas el teletrabajo, que parece que ha venido para quedarse. Y muchos apostaron por desplazarse a entornos rurales para trabajar desde allí.
Surgieron aplicaciones que nos permitían conocer qué establecimientos permanecían abiertos o cerrados; cuáles eran las zonas con más incidencia del Covid-19 y en qué estado se encontraba cada comunidad autónoma. Con impresoras 3D se fabricaron respiradores, pantallas de protección e hisopos para hacer los test de coronavirus. Había que unir fuerzas para luchar contra el desabastecimiento.
Se dispararon las compras online, las plataformas de comida a domicilio y el ocio por internet. Las empresas de alimentación y servicios se reinventaron. La crisis que había golpeado con fuerza especialmente a las pequeñas empresas también ayudó a concienciar a la gente de la importancia del comercio de proximidad, de los negocios de barrio.
Toda crisis conlleva un proceso de destrucción y de transformación. Pero ¿qué hacer cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer?
La cultura fue uno de los sectores más afectados. Las salas cerraron, los actores se quedaron sin trabajo y las películas aplazaron sus estrenos. Se cancelaron festivales, fiestas y desapareció el público de los estadios de fútbol y otros eventos multitudinarios. El turismo, el transporte, la hostelería y el ocio nocturno fueron otros de los sectores castigados.
La crisis generada por el coronavirus llevó a la quiebra a más de 3.600 empresas en Asturias y casi 6.000 autónomos. Un impacto muy negativo pero que gracias a ser una región industrial “fue menor que en otras regiones como Baleares, Canarias o Cataluña, por ejemplo, que dependían en gran medida de la actividad económica dependiente del turismo. Ese perfil industrial ha supuesto cierto contrapeso en ese impacto negativo”, comenta el economista y coordinador de RegioLab, Esteban Fernández.
Toda crisis conlleva un proceso de destrucción y de transformación. Pero ¿qué hacer cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer?
Contadores a cero
Todo el mundo sabe que cuando se bloquea el ordenador no queda otra que darle al botoncito de reiniciar. Aplicado a la actividad humana, el reinicio viene a ser como una vuelta a los orígenes, una transformación profunda de todo lo que ha sido, se hacía o se pensaba hasta ese momento.
El coronavirus bloqueó una gran parte de nuestra economía y ahora, como ocurre cuando se bloquea el ordenador, toca reiniciar la actividad. Aunque más que reiniciar parece que habrá que resetear todo el sistema operativo porque las reglas del juego han cambiado por completo.
«El perfil industrial de Asturias ha supuesto cierto contrapeso en el impacto negativo de esta crisis» (Esteban Fernández, economista)
Asturias capeó con cierta destreza los momentos más duros de la pandemia gracias a la fortaleza de su sistema de salud y al compromiso ciudadano, pero ahora ha de enfrentarse a otra gran batalla, la de recomponer los efectos del coronavirus en su tejido productivo.
¿En qué escenario nos encontramos actualmente? “El escenario, obviamente, no puede ser positivo, comenta Esteban Fernández. El impacto del parón económico impuesto para frenar el avance de la pandemia a lo largo de 2020 y lo que llevamos de 2021 ha supuesto una caída notable en la actividad económica. Aunque aún no se conocen estimaciones (oficiales) precisas de cuánto ha representado para cada región esta caída en términos del PIB, diversas instituciones que realizan estimaciones de este tipo ofrecen cierto consenso en el diagnóstico de Asturias. Así, BBVA research señala que el PIB de Asturias habría caído en 2020 un 10,9% (la caída estimada para el conjunto de España fue del 11%) y se espera que aumente un 5,3% en 2021 y un 6,0% en 2022, en términos similares al ritmo de caída y recuperación media en España. Hispalink, ofrece cifras parecidas”.
“En Asturias arrastramos un modelo obsoleto de economía y de vida que no somos capaces de sacudirnos. Somos una región clientelar” (Arsenio Valbuena, sociólogo)
Estas cifras no hacen más que confirmar que Asturias debe abordar con urgencia una agenda de reformas importante a nivel político, económico, pero también social. “Arrastramos un modelo obsoleto de economía y de vida que no somos capaces de sacudirnos. Somos una región clientelar y apesebrada, y el único partido maduro que hace propuestas en serio y confiables que hay en Asturias es el PSOE y precisamente sus propuestas y modelo es el clientelar. Ese es el mayor ‘lastre’, pero como satisface a una mayoría social y política nos gusta. Mientra la factura la pague el resto de España, así seguiremos”, explica el sociólogo Arsenio Valbuena, director de Pragma Sociología Aplicada.
La pandemia puede ser también una gran oportunidad, inusual y reducida, para a partir de aquí, reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro actual modelo para forjar el que queremos en realidad, un modelo más sano, equitativo y próspero. “El Principado tiene ante sí el reto de la renovación de su tejido productivo, de la dinamización económica, de la actualización tecnológica y de los problemas sociales como el envejecimiento poblacional. Y debe hacerles frente en una estrategia combinada y coordinada perfectamente con el resto de España”, apunta Valbuena.
“El Principado tiene ante sí el reto de la renovación de su tejido productivo, de la dinamización económica, de la actualización tecnológica y de los problemas sociales como el envejecimiento poblacional” (Arsenio Valbuena, sociólogo)
El economista Esteban Fernández y su equipo de trabajo acaban de presentar un estudio que analiza las fortalezas y debilidades del sector productivo regional. Nadie mejor que él para que nos explique qué sectores podrían ser decisivos para encaminar este futuro que Asturias tiene por delante. “Más que de sectores específicos, en el estudio hablamos de conglomerados de actividades. Es decir, grupos de actividades económicas unidas por un tronco común. Ahí destacamos principalmente el formado en torno al metal y a la cadena de valor de los productos agroalimentarios. Los dos atañen a diversas ramas de actividad, pero en particular este último va desde el sector primario, pasa por la industria transformadora de alimentos y llega hasta la parte final de servicios que tienen que ver con la hostelería. También en el estudio hablábamos de actividades que van a verse afectadas por diversos procesos transformadores de nuestra sociedad y que se van a experimentar en los próximos años, como puede ser el proceso de transición energética y otro elemento transversal como es la digitalización que junto con el cambio demográfico que experimentará la región, supondrán desafíos importantes, pero al mismo tiempo abrirán nichos de mercado y generarán nuevas oportunidades”.
Fondos europeos, la gran oportunidad
Nos encontramos ante el mayor rescate de capital de la historia del continente. Este año, España recibirá de la Unión Europea 140.000 millones de euros para -según dice la Comisión Europea- “reparar los daños económicos y sociales causados por la pandemia del coronavirus”. Después de ello, continúa la Comisión, “Europa será más verde, más digital, más resistente y se adaptará mejor a los desafíos actuales y futuros”.
Para que esto suceda es necesario que las inversiones se orienten hacia sectores tractores de nuestra economía que puedan apuntalar este cambio en el tejido productivo. En el caso de Asturias, ¿cuáles podrían ser? Valbuena cree que “tenemos varios sectores industriales pujantes que han hecho sus deberes, como el metalúrgico en general y otros. Ellos deberían ser destinatarios de inversión pública porque también son capaces de atraer a la vez inversión privada y crear riqueza. Pero sería un grave error volver a pensar solo en las grandes empresas puesto que las pequeñas aquí dan empleo a la mayoría de los asturianos y el sector Pymes soporta enormes cargas, tanto como las grandes empresas y sin embargo no tienen ninguno de sus beneficios. Son los grandes olvidados. Y este sector necesita dar tres pasos: crecer, digitalizarse y profesionalizar su gestión. Si los fondos europeos llegan a las Pymes y se destinan a esos fines será una oportunidad aprovechada ya que el empuje de los pequeños empresarios es inigualable. Un ejemplo es su esfuerzo de años en la internacionalización con resultados notables”.
Proyecto es la palabra de moda en la carrera por los fondos europeos. Cómo se gestione semejante cantidad de dinero será clave para ganar la partida al coronavirus y frenar el actual varapalo económico.
Proyecto es la palabra de moda en la carrera por los fondos europeos. Cómo se gestione semejante cantidad de dinero será clave para ganar la partida al coronavirus y frenar el actual varapalo económico y para eso hay que evitar caer en errores del pasado. Según el último informe del Tribunal de Cuentas de febrero de 2020 sobre los fondos mineros, los 1.871 millones de euros recibidos en Asturias se gastaron sin planes concretos, sin coordinación de las diferentes entidades y sin un adecuado control. Esteban Fernández considera que “es imprescindible llevar a cabo un análisis de evaluación ex ante serio que permita precisamente identificar aquellas iniciativas capaces de generar actividad económica y empleo de calidad y sostenible en el tiempo. Creo que es algo de lo que se careció en anteriores ocasiones y se tradujo en la apuesta por proyectos de lo más pintoresco y solamente guiada por cuestiones políticas”.
El Gobierno del Principado ha aprobado el pasado mes de octubre el Mapa de Estrategias de Asturias, la Oficina de Proyectos Europeos y el Comité Asesor de Fondos Europeos, tres iniciativas con las que pretende facilitar la gestión de las ayudas extraordinarias de la UE para impulsar la recuperación económica y superar las consecuencias de la pandemia.
El Mapa de Estrategias es una hoja de ruta que sienta las bases para acceder con éxito a los fondos de reconstrucción, maximizar fondos y fijar los sectores en los que Asturias debe apoyarse para redirigir su modelo productivo que, según el consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez, debe pasar “por la economía verde y sostenibilidad, salud, longevidad, cohesión territorial y la conectividad”.
El Gobierno del Principado ha aprobado el pasado mes de octubre tres iniciativas con las que pretende facilitar la gestión de las ayudas extraordinarias de la UE para impulsar la recuperación económica y superar las consecuencias de la pandemia.
El texto sienta las bases de un nuevo modelo para Asturias, con un horizonte 2021-2027 que incluye más de un centenar de objetivos entre los que se encuentran la transformación de la industria hacia un modelo eficiente energéticamente y el impulso de nuevos yacimientos industriales vinculados al ámbito tecnológico, biomedicina, economía del agua, hidrógeno y los residuos.
¿Quién debería de liderar estos cambios necesarios teniendo en cuenta que entre los ciudadanos prima la incertidumbre y el escepticismo ante este futuro más inmediato? “La actuación de los poderes públicos -se supone representan la voluntad de los ciudadanos- unido a los intereses de la iniciativa privada, convenientemente canalizados hacia el interés común, deberían de ser esa fuerza motriz. Las sociedades democráticas modernas se han basado en la elección de representantes políticos para que actúen como portavoces de la voluntad popular mayoritaria y tomen las decisiones que desde los poderes públicos se consideren más oportunas. No veo, personalmente, por qué eso debería de cambiar pese a la situación adversa a la que nos enfrentamos”, considera Esteban Fernández.
(La semana que viene publicaremos la segunda parte del reportaje. ¡No os la perdais!)