Entrevista a Luis Enrique García, presidente de Asmadera En una región donde gran parte del terreno es boscoso, el aprovechamiento de este recurso natural parece un paso lógico. Sacar partido a la abundante cantidad de biomasa que es capaz de generar el monte asturiano no es tarea desdeñable, y en tiempos de crisis se perfila como una posibilidad viable para generar empleo y riqueza. Para ello es necesario resolver determinados problemas estructurales, y desarrollar las muchas posibilidades de un sector que, pese a todo, está en alza.
En Asturias, el carbón y sus derivados son las fuentes energéticas con más peso, aunque el anunciado cierre de las minas alterará de forma drástica las cifras de producción. Con la revolución social y económica que supondrá este cierre en la región, quizá es momento de volver la vista hacia otro de los grandes potenciales de Asturias, que ha permanecido tradicionalmente en un discreto segundo (o tercer) plano: el sector forestal. Más del setenta por ciento del territorio asturiano es bosque; sin embargo, de 730.000 hectáreas de superficie forestal asturiana, más de 310.000 permanecen sin explotar. Así lo explica Luis Enrique García, Presidente de Asmadera: “Estamos ante una vergüenza regional sin paliativos. Que toda esa superficie permanezca décadas y décadas sin arbolado, sin ningún tipo de aprovechamiento digno, y que además nadie o casi nadie se preocupe por ello cuando el medio rural se está despoblando y desangrando socioeconómicamente, es para reflexionar muy seriamente sobre la aptitud y la actitud de la clase política que nos gobierna y administra”.
Asmadera (Asociación asturiana de empresarios forestales y de la madera) agrupa a las empresas dedicadas a trabajos y aprovechamiento forestales, aserraderos y almacenes de madera de la región, actividades que generan aproximadamente 3.000 puestos de trabajo según datos de 2011, aunque esta cifra ha disminuido en los últimos meses. Esto supone más del 10% de la producción agraria de Asturias, aun cuando todos los indicadores apuntan a que es un sector al que no se está sacando partido.
Sobra potencial, crecen los problemas
Según el informe “El monte en Asturias” editado en marzo de 2011 por el Gobierno del Principado, en la región existen más de 640 millones de árboles. Haciendo un cálculo comparativo, a cada asturiano le corresponderían 597 árboles, una cifra muy superior a la media nacional. El 5% de las existencias de madera de España está aquí. ¿Se está aprovechando este potencial en todas sus vertientes, más en una región eminentemente rural? A pesar de que la explotación forestal en Asturias ha ido en aumento en los últimos años, el sector adolece de determinados problemas estructurales, que desde Asmadera se enumeran sin titubeos: “El primero de ellos, y el más importante desde mi punto de vista, la falta de una política activa orientada a la ordenación de la propiedad forestal. El segundo, y muy relacionado con el anterior, la ausencia casi absoluta de la aplicación de instrumentos técnicos de planificación y gestión. En tercer lugar, la existencia de unas infraestructuras forestales insuficientes, obsoletas y en deficiente estado de conservación”. A esto se suma que, si bien las condiciones naturales para el crecimiento de los árboles son excepcionalmente favorables, las tres principales especies comerciales (castaño -el más abundante en Asturias-, pino y eucalipto) tienden a presentar problemas fitosanitarios. Y por último hay que volver a las habituales críticas a la administración: se aplica “una normativa forestal desordenada, multicompetencial, injusta, incongruente, desproporcionada, técnicamente deficiente y con clara intención intervencionista y recaudatoria”, denuncia Luis Enrique García.
Este tipo de críticas son un tema recurrente al enfocar esta materia. Más habida cuenta de que existe una normativa, cuanto menos, poco clara, y se echa en falta una política a largo plazo; a esto se unen los recortes económicos que, cómo no, también afectan al sector. Los treinta millones de euros con los que se contaba en los presupuestos del Plan Forestal se han quedado en diez, lo cual supone un hachazo evidente.
Los empresarios forestales reclaman su papel como «cuidadores» de la naturaleza frente a la imagen negativa de la sobreexplotación.
No todo el monte es pellet
Aún así, es posible afirmar que el monte asturiano tiene futuro, y ese futuro tiene un nombre: biomasa forestal. Se crea a partir de materia vegetal de los bosques como leñas, restos de cortas y podas, etc. Es una fuente de energía renovable, ecológica y económica, aunque aquí también caben matices, ya que el excesivo minifundismo y la escarpada orografía asturiana, más otras razones ya mencionadas, hacen que sea difícil para las empresas llegar a las fábricas con precios competitivos. Sobre todo teniendo en cuenta que se manejan estándares de calidad muy altos; a pesar de la creencia de que para fabricar pellets (o pelets) se aprovecha todo, lo cierto es que hay que hacer una importante criba de materiales: “la fabricación de pellets y sobre todo los de tipo “doméstico”, los de mayor calidad, es muy exigente en cuanto a la materia prima utilizada -explica García-. La fabricación de pellets de calidad “industrial”, o de segunda calidad, es menos exigente en cuanto a especies utilizadas, permite el uso de cortezas, pero siempre con ciertos límites”. De los montes explotados se extrae todo, excepto la llamada biomasa “residual” o “marginal” (básicamente, ramas de pequeño tamaño, hojas y cortezas), que se podría dedicar a combustible de calderas industriales para producir calor y/o energía eléctrica. La explotación de este último producto es, por el momento, altamente deficitaria, imposible de mantener sin un apoyo público que no existe.
Asturias tiene dos grandes focos de desarrollo en cuanto a aprovechamientos de biomasa: la fábrica de la papelera de ENCE, en Navia, cuenta con la mayor planta de biomasa forestal de España, que lleva asociada la gestión de 380.000 toneladas de este material. La segunda es la fábrica de Pellets de Asturias, en Tineo. “Lamentablemente, la biomasa de origen asturiano apenas tiene relevancia en estos dos importantes proyectos”, se queja el Presidente de Asmadera. “Los grandes pasos hacia el desarrollo del aprovechamiento energético de la biomasa forestal están aún por dar”.
Sin embargo, existen proyectos de investigación destinados a desarrollar tecnologías para un mayor aprovechamiento de la biomasa. Quizá el más conocido es Pelet In, acrónimo de “Desarrollo de un pelet para aplicaciones industriales”, a partir de mezclas de biomasas para ser utilizadas en calderas de centrales eléctricas o en instalaciones industriales. El proyecto, coordinado por la Fundación Asturiana de la Energía (FAEN), y en el que participan diferentes entidades públicas y privadas, se plantea como una oportunidad para desarrollar tecnología propia que pueda cubrir la demanda nacional e internacional. En esta línea ya se ha conseguido enviar varias toneladas de pellet industrial para su uso en centrales térmicas de Centroeuropa. Otro proyecto, catalogado como de carácter estratégico nacional, y también coordinado por la FAEN, es Eco-Combos, para la utilización de la biomasa de limpieza de bosques con orografía compleja, en co-combustión con carbón.
También en Asturias se sitúa uno de los grandes escaparates del sector: Asturforesta, Feria Internacional de la Selvicultura y los Aprovechamientos Forestales de la Península Ibérica, que se celebra en Tineo con carácter bianual. Uno de los grandes aciertos de esta cita es que permite reproducir las condiciones reales de trabajo gracias a su ubicación en el Monte Armayán, mostrando las últimas novedades en maquinaria y tecnología en un sector que, pese a todo, no para de evolucionar.
A pesar de la creencia de que para fabricar pellets se aprovecha todo, lo cierto es que hay que hacer una importante criba de materiales.
Trabajando por un futuro sostenible
En Asturias, la participación de las energías renovables en la actividad productora regional se ha ido incrementando progresivamente en los últimos años. En 2010, el 29,9% del mix de generación eléctrica procedía de fuentes renovables: todo un récord, que se puede achacar en parte a la entrada en funcionamiento de la central de biomasa de ENCE en 2009, así como a un cierto aumento de instalaciones de calderas de biomasa en el sector residencial.
Sustituir los combustibles fósiles, más caros, contaminantes y foráneos por un combustible más barato, menos contaminante y local es objetivamente una idea que genera un amplio consenso social. En ese sentido, la biomasa está ganando terreno, como forma de aprovechar un monte que de otra forma se está quedando abandonado. Los montes tienen una importante función social, ambiental y económica, y tradicionalmente en Asturias se ha dado más importancia a la conservación frente a otros factores. Los empresarios forestales, sin embargo, reclaman su papel como “cuidadores” de esa naturaleza frente a una imagen más negativa de sobreexplotación. “La mayor parte de los empresarios forestales son a la vez propietarios de montes y por ello conocen sobradamente lo que supone su trabajo. Ningún empresario forestal hace algo que perjudique al monte”, sentencia Luis Enrique García. Desde Asmadera calculan que la progresiva disminución de fondos públicos para inversión en obras forestales ha supuesto la pérdida de 600 empleos directos en la zona rural. Esto se nota en el abandono del medio y tiene una repercusión directa, por ejemplo, en el aumento de incendios ya que los montes no están limpios y arden de forma descontrolada. “Todo un despropósito. Un recurso que debería considerarse estratégico para el desarrollo, no sólo del medio rural, sino de la región, se sitúa en la marginalidad más absoluta”, se lamenta García.
La disminución de fondos públicos para inversión en obras forestales ha supuesto la pérdida de 600 empleos directos en la zona rural.
Aún así no se renuncia a la sostenibilidad como valor añadido. Muchos propietarios, tanto públicos como privados, están implantando la certificación de sostenibilidad en sus montes a través de la ESCRA (Entidad Solicitante de la Certificación Forestal Regional). Existen para ello dos modelos diferenciados: de momento se funciona siguiendo el PEFC, promovido por el sector privado; aunque pronto se integrará el FSC, impulsado principalmente por Greenpeace y el Foro Mundial para la Naturaleza (WWF). Tanto uno como otro son garantía de la utilización responsable y sostenible de los bosques de los que procede el producto en cuestión. En la actualidad, según datos de Asmadera, existen casi 25.000 hectáreas certificadas, alrededor de un 10% de la superficie forestal arbolada. “Son datos de los más bajos de toda España y los peores de la zona norte”, valora Luis Enrique García.
Por otra parte, las empresas que operan en el sector deben implantar la llamada Cadena de Custodia de dicha certificación para garantizar su trazabilidad, como mecanismo que verifique que la madera utilizada en los procesos industriales procede de bosques gestionados con criterios de sostenibilidad. “En este sentido ya hay en Asturias unas 45 empresas con la cadena de custodia implantada bajo el sello PEFC y un par de ellas con FSC. Estos son buenos datos en relación con otras regiones españolas”.
De este modo, la gestión forestal responsable se presenta no sólo como una de las vías más evidentes para conservar un patrimonio natural que en Asturias abunda; sino también como la forma de sanear y mantener un sector con futuro, con amplias potencialidades para general empleo y riqueza, que en algún momento habrá que desarrollar en toda su capacidad.