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sábado 27, abril 2024

Un cierre de oro para la reina de los bolos

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Ha sido la mejor jugadora de bolos de Asturias en los últimos años y cierra su trayectoria deportiva con un palmarés envidiable tras 19 años en competición. Campeona regional en diecisiete ocasiones, Miriam Velarde Soberón se alzó también con un título nacional y consiguió ser Maestra de Bolo de Palma en cuatro ocasiones.

Hace apenas un mes pudimos verla en la plaza de su pueblo recibiendo un merecido homenaje por su trayectoria deportiva. Miriam “la de Panes”, como se conoce a la jugadora, aquella mocosa que con tan solo cuatro años ya andaba por la bolera, se despedía ahora del que ha sido el deporte de su vida profundamente emocionada.

En Cantabria, donde trabaja como maestra de Educación Primaria y donde ha fichado por varios clubes en los últimos años, la conocen también como ‘la asturiana’, algo que lleva con orgullo. “Aunque deje de competir los bolos siempre van a estar en mí. Estarán en muchos recuerdos de mi infancia y de todos estos años y también de las personas que he conocido”

-Cuando empezaste a jugar a los bolos eras la única niña en un entorno totalmente masculino, ¿los comienzos fueron difíciles?
-Más que difíciles fueron atípicos, porque la cuestión es que no tenía referentes femeninos. Yo era una cría muy ‘padrera’ e iba a acompañar a mi padre a todos los sitios y cómo él iba a la bolera a entrenar, poco a poco me fui incluyendo en esa dinámica. En Panes no había ninguna chica que jugase y era vista como alguien diferente; en ese momento había más prejuicios o más desconocimiento de lo que podía hacer una mujer en cualquier deporte. Tanto si jugabas a los bolos como al fútbol, a nivel social era algo más difícil de normalizar.

“En Panes no había ninguna chica que jugase y era vista como alguien diferente; en ese momento había más prejuicios o más desconocimiento de lo que podía hacer una mujer en cualquier deporte”

-¿De pequeña tenías tus propios bolos de juguete?
-Sí, empecé de manera natural cuando tenía 3 o 4 años, aunque los bolos de juguete ni siquiera eran míos, eran de mi hermano que es dos años más chico que yo, pero él no los usaba. Ese fue el inicio de jugar a algo por divertirme y también por tener una pasión compartida con mi padre. También ayudaba mucho que mi casa estaba al lado de la bolera, a tan solo veinte metros. Nada más salir de mi casa, era lo primero que veía.

-En vez de un columpio tú tenías los bolos, te tocaría colocarlos muchas veces ¿no?
-Claro, yo pinaba (colocaba) los bolos de la peña del bar que tenía mi madre, El Retiro, y en la que jugaba mi padre. También plantaba (colocaba) en más peñas de aquí del pueblo, y a veces, los veteranos que venían a entrenar me venían a buscar para que plantase, a cambio me daban una propina. Desde el principio me enganché con los bolos, he pasado muchas horas en la bolera y en cualquier faceta, tanto de pinche como de jugadora.

“Es un deporte muy impredecible, siempre te encuentras con situaciones diferentes. Vas aprendiendo y vas visualizando dependiendo de lo que se vaya generando en las jugadas, cuanto más juegas, más aprendes a tirar de una forma u otra”

-No es la primera vez que te oímos decir que dedicarse a este deporte requiere mucho esfuerzo, ¿por qué?
-A nivel técnico hay que tener bastante coordinación y fuerza, y luego a nivel mental hay que tener visión de juego, tener estrategia, y esto es algo que te lo va dando el paso de los años. Es un deporte muy impredecible, siempre te encuentras con situaciones diferentes. Vas aprendiendo y vas visualizando dependiendo de lo que se vaya generando en las jugadas, cuanto más juegas, más aprendes a tirar de una forma u otra y puedes tirar de recursos.

-¿En qué consisten los entrenamientos?
-Sobre todo practicamos la parte de lanzamiento, lanzar, lanzar y volver a lanzar, y ahí afinas puntería, precisión… pero mucha gente lo combina con ejercicio de gimnasio porque como ha pasado de juego a deporte esa conciencia te lleva a cuidar tu cuerpo. Si estás más entrenada tendrás más fuerza, más precisión y menos lesiones. Y a nivel mental requiere mucha concentración. Ahí sí influye el nivel personal en el que tú estés. Si estás agobiada por el trabajo o más estresada igual llegas a la bolera y no estás tan hábil de reflejos como cuando estás de vacaciones y estás cien por cien centrada en el juego.

Miriam Velarde Soberón
Miriam Velarde lanzando desde el tiro.

-Aunque pueda parecer que compites con otro, en cierta medida se podría decir que compites contigo misma. ¿Es más difícil hacerlo con una misma que con otros rivales?
-Sí, creo que la parte más dura o más complicada es cuando compites mucho y el nivel de competitividad que se te exige es muy alto. Por ejemplo, en Cantabria, en los últimos años estaba compitiendo con las ocho mejores del circuito y ahí los pequeños detalles definen el ganar. Lo más complicado es jugar de forma individual, porque ahí estás sola y en el tiempo que dura la competición -40 minutos- tienes que aislarte del exterior, estar concentrada y decir: “venga, confío en mí misma, lo hago”. A veces el peor enemigo eres tú misma, el no confiar, el no creértelo, esa para mí es la parte más dura del juego. Y aunque el rival no tiene incidencia directa en tu juego sí que puede presionar, porque sabes que si tu oponente hace 18, tú tienes que hacer 19 para ganar.
Si tuviese alguien a quien entrenar, le diría que es más importante la parte mental que la física, porque si estás al 100% a nivel mental, aunque físicamente estés más bajo, puedes tener buenos resultados, pero si es al revés no los vas a tener.

“Lo más complicado es jugar de forma individual, porque ahí estás sola y en el tiempo que dura la competición -40 minutos- tienes que aislarte del exterior, estar concentrada y decir: ‘venga, confío en mí misma, lo hago’”

-¿Por qué resulta todo un desafío la práctica de este deporte?
-En el bolo palma juegas con bolas de madera de encina, los bolos están hechos de madera de abedul y el terreno de juego es tierra, que a veces está más seca y a veces más mojada, por tanto más dura o más blanda. Una bolera puede cambiar sus condiciones de unos minutos para otro y es muy impredecible. Puedes tirar una bola y pensar: ‘buah, he tirado perfecto, con las vueltas y la velocidad que le quería dar’, pero en vez de tirar 3 o 4 bolos sólo tiras 1 o 2, lo que te deja sorprendida. Por muy bien que lo hagas, hay veces que lo que tú proyectas en tu mente y lo que luego ejecutas difieren de lo que esperabas, y es importante esa parte de sobreponerte, superarlo y seguir adelante, de ‘echarle raza’, como decimos en este deporte.

-Dices que es un deporte que aprendes con el paso del tiempo y mucha práctica. ¿Dónde reside la mayor dificultad?
-Cuando tú eres pequeño te enseñan a tirar del tiro y te enseñan los birles fáciles, vas cogiendo la postura, la forma de tirar y demás, pero lo que te da el ser un buen jugador es cuando con el paso del tiempo tienes los recursos propios para tirar como quieres, y ya eres capaz de elaborar en tu cabeza tu propio plan de juego. En la parte del tiro tienes dos efectos al darle a la mano o al pulgar, y en la parte del birle entran más variables porque la bola la vuelves tirar desde el punto de la bolera de donde se te haya quedado y ahí hay muchísimas posibilidades. Incluso cuando ya sabes mucho siempre tienes algo que aprender y si dudas, te sale mal y cambias la forma de tirar la bola. Siempre hay alguien que te puede enseñar algo, de la persona que menos pienses puedes aprender y siempre es necesario estar abierto a escuchar, porque en los bolos no hay nada escrito. Cada maestrillo tiene su librillo, y unos te pueden enseñar en un aspecto y otros en otro.

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La jugadora asturiana, en lo más alto del podio en el Torneo de Maestras 2021. Bolera “Paraiso del Pas», en Oruña.

“Yo le digo mucho a mis alumnos que ganar y perder es lo mismo. Si has ganado es porque has sido un poquito mejor que el otro, pero el otro se esforzará otro día por ser un poco mejor que tú”

-¿Cuál ha sido tu partida más memorable?
-La más memorable, ese momento en el que pensé: ‘hoy sí, hoy he hecho todo lo que pensaba y todo me ha salido bien’ fue un partido de liga en el que no ganábamos nada pero sí que nos encaminaba hacia el título de ese año. Estaba con el Club Torrelavega en Campoo de Yuso y fue un partido donde si había que embocar, emboqué, si había que meter un birle de cinco, lo metía. Fue especial por sentir que dominaba la situación, todo lo que jugaba me salía.
Otro especial fue en el 2021, en el memorial Marcelino Botín. En un momento del concurso iba 14 bolos abajo y era la final directa, pero remonté y acabé ganando por uno. Fue un momento en el que me sobrepuse a las adversidades, seguí a lo mío, e hice todo lo que estaba en mi mano para presentar batalla e intentar ganar.

-¿La práctica de los bolos te ayuda a conocerte a ti misma?
-Sí, porque en algunos momentos los bolos sacan lo mejor de ti y en otros también sacan algo de lo malo. Yo he sido una jugadora de echarle mucha raza, de seguir y seguir, luchar y luchar cuando está la situación complicada en la partida y, aunque al final no llegue al resultado que quiero, me voy a casa con la satisfacción de haber dado lo mejor que tenía en aquel momento. Pero también hay situaciones en las que te obcecas, lo ves todo en modo negativo y cuando te marchas piensas: ‘yo así otro día no quiero jugar’. Ambas partes te ayudan si de ello sacas un aprendizaje, en mi caso lo he hecho en mi fase de vida más adulta porque cuando era más joven no hacía esa reflexión.
Pensando en negativo siempre van a salir las cosas en negativo. Y todo esto te ayuda a enfrentar situaciones en la vida, en las que ves el problema, lo relativizas y buscas otra solución.

“El deporte te puede dar la capacidad de esforzarte, el valor del compañerismo, del respeto y la lealtad, pero claro, todo esto tiene que venir avalado por el comportamiento de las personas con las que tú juegas”

-¿Qué valores se podrían fomentar entre la gente más joven con la práctica de los bolos?
-Pienso que el deporte como tal, por sí solo, no transmite valores, sino que influye mucho la gente que practica ese deporte y cómo los transmite. El deporte te puede dar la capacidad de esforzarte, el valor del compañerismo, del respeto y la lealtad, pero claro, todo esto tiene que venir avalado por el comportamiento de las personas con las que tú juegas, porque en el deporte ves de todo. En el fútbol, el deporte más conocido, ves que están en la grada insultando al árbitro o ves a un jugador que intenta hacer teatro para que piten una falta o penalti al contrario, y todo esto son contravalores.
Yo le digo mucho a mis alumnos que ganar y perder es lo mismo. Si has ganado es porque has sido un poquito mejor que el otro, pero el otro se esforzará otro día por ser un poco mejor que tú. Esa es la ley del deporte: yo me esfuerzo porque quiero ganar, pero una vez que se acabó todos tenemos que ser tan amigos.
Como sociedad tendríamos mucho que hacer, porque a la gente no le preguntan ¿lo has disfrutado?, le preguntan ¿has ganado? y el deporte va mucho más allá de ganar. Eso sólo lo hace uno y el resto de los que participan tienen el mismo valor que el que ha ganado.

-Empezaste en los bolos en Asturias, pero luego te fuiste a jugar y a trabajar como maestra a Cantabria. ¿Cómo has ido llevando este desdoblamiento entre ambas comunidades?
-Decidí ir a estudiar a Cantabria, primero por cercanía, ya que Panes está más cerca de Cantabria que de Oviedo, y porque vivir allí me ofrecía la posibilidad de entrenar dos veces por semana con un equipo. Como en Asturias no hay competición para nosotras, si quieres competir, tienes que jugar en Cantabria. Cuando decidí dar el paso de integrarme en la liga cántabra, desde el principio fue muy sencillo porque todo estaba abierto a que yo me pudiera sumar, lo que pasa es que en ese momento era una persona muy tímida y la parte de abrirme a los demás y que me conocieran me costó un poco más.
Con el paso de los años he ido creciendo como persona y me siento súper querida y súper agradecida de todas las personas que me he encontrado a lo largo de mi trayectoria deportiva y con las que he compartido momentos de victoria, de derrota, de luchar, de reír o de llorar. Y también de personas que forman parte de mi vida fuera ya de los bolos.

“He seguido los pasos de mi padre, he ido siempre con su idea de lo que son los bolos, pero también he hecho mi propio camino, he tenido mi propia personalidad y he ido labrando mi propia senda”

-Tienes el título de Maestra de Primaria y también el de Maestra de bolo de palma. ¿Qué reconocimiento te gusta más?
-El de maestra de primaria es con el que me siento más a gusto en mi día a día en el cole, pero el de maestra de los bolos no deja de ser un título que me hizo especial ilusión. En aquel momento yo estaba en la Federación, y como los chicos ya jugaban este torneo quisimos hacerlo también nosotras como un paso más hacia la igualdad en el mundo de los bolos. Participaban las siete primeras del Circuito y la campeona nacional y fue uno de esos días en los que todo te sale bien. Para mí, que he tenido más títulos jugando en pareja o en equipo que haciéndolo sola, fue un momento de satisfacción personal a nivel individual. Recuerdo el momento de subir al podio y recoger la copa de Maestra como algo muy bonito.

-Efectivamente fue un paso más en la igualdad, pero ¿todavía queda mucho por hacer?
-Sí, quedan pasitos por ir dando, aunque en los últimos años se han dado pasos importantes a nivel de competiciones, a nivel de dar visibilidad a la categoría a través de retransmisiones y difusión en medios. Está bastante mejor que estaba, aunque sigue teniendo problemas en cuanto a participantes y jugadoras que de momento sigue siendo un número escaso, menos del que nos gustaría. La parte del relevo generacional es la más complicada y ahora mismo faltan niñas que jueguen pero también niños. Y luego también está el problema de que los bolos es un deporte de aprendizaje lento, requiere mucha cultura del esfuerzo y en este momento a nivel social es algo que escasea.

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De Izda a Dcha. Benito Fernández, Miriam Velarde, Rodrigo Núñez Martín y Jaime Mamarán en el reconocimiento a la trayectoria deportiva de Miriam celebrado en Panes el pasado 17 de septiembre. Foto: Nelmelero

“Pasar de ser vista como una chica un poco rara y diferente por jugar a los bolos a llegar a sentir el apoyo y el reconocimiento de muchas personas del pueblo a las que quiero y aprecio fue una gran satisfacción personal”

-¿Cómo te has sentido cuando te han hecho el homenaje en tu pueblo?
-La bolera de Panes es como mi segunda casa, donde yo he hecho de todo, desde jugar a los bolos hasta a las muñecas y la verdad es que fue un momento muy bonito y emotivo porque estaban muchas personas a las que quiero, familia, amigos, incluso también aficionados. Pasar de ser vista como una chica un poco rara y diferente por jugar a los bolos a llegar a sentir el apoyo y el reconocimiento de muchas personas del pueblo a las que quiero y aprecio fue una gran satisfacción personal. Ves que esas barreras de prejuicios se pueden derribar, y que a base de trabajo y constancia hemos llegado hasta aquí. El camino ha sido intenso y duro en algunos momentos, pero ha merecido la pena.

-Como bien dices empezaste con tu padre, pero tú has dejado tu propio legado.
-Sí, ha sido como cerrar el círculo. He seguido los pasos de mi padre, y aunque hace once años que ya no está, he ido siempre con su idea de lo que son los bolos, idea que comparto, pero al mismo tiempo también he hecho mi propio camino, he tenido mi propia personalidad y he ido labrando mi propia senda.

-Ahora que dejas la competición ¿tienes alguna expectativa de cara al futuro?
-En estos últimos años me costaba mucho compaginar la parte bolística -a la que siempre daba prioridad por el compromiso con el equipo y conmigo misma- con otros proyectos a título personal tan sencillos como poder hacer un viaje, un curso… cosas del día a día que por estar involucrada en la competición no podía hacer. La expectativa de futuro no es a nada en concreto, sino el poder disfrutar y vivir el momento porque a veces compitiendo estaba en todos los sitios, pero a la vez no estaba en ninguno. Como cuando era la fiesta de Panes que me quitaba el traje de asturiana y me iba a la carrera, corriendo, porque también quería estar jugando el torneo de bolos.
Llevo jugando a los bolos en competición intensa desde los 19 años y ya tengo 32, y esto puedes hacerlo unos años, pero luego te planteas hasta cuándo quieres seguir con este ritmo por seguir compitiendo. Seguramente seguiré jugando a nivel amateur tirando unos bolos con amigos, pero sin la parte de obligación de la competición.
Mi plan de futuro es vivir y disfrutar de la vida, tan sencillo y complicado como esto.

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1 COMENTARIO
  1. Siento no haberme enterado de su homenaje para haber estado alli,Miriam siempre me ha caido muy bien,como jugadora,pero sobre todo como persona ,Dios le de salud para poder realizar esos deseos que podra hacer a partir de ahora,un abrazo

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