Es uno de los corresponsales de TVE que ha cubierto la guerra en Ucrania. Cada día sus crónicas, junto a las de otros compañeros, han puesto luz a un conflicto que, a día de hoy, concentra gran parte de la atención informativa no solo de los medios de comunicación sino de la sociedad en su conjunto.
Huye de los discursos únicos y de toda aquella información que venga impuesta y que no pueda contrastar. A Víctor García Guerrero le gusta lo que hace. Reconoce que tiene el mejor trabajo del mundo cuando puede ejercerlo en toda su potencia, con tiempo y al margen de lo que el poder de turno marque. En TVE encuentra ese grado de libertad que le permite acercarse a la realidad y contar de manera honesta lo que está sucediendo, valorando y exponiendo todas las versiones que forman parte de la noticia para que el espectador saque sus conclusiones y pueda forjarse una opinión propia.
Dice que haber cubierto para Tele Gijón las movilizaciones del naval le forjó y le ayudó a calibrar la distancia desde la que puedes observar e informar sin correr demasiado peligro. “Tienes que asumir que estás en una situación de riesgo -afirma-. Así que toca tranquilidad, calma y rigor”.
-Llega la hora de la conexión y dispones de un tiempo muy limitado para contar lo que sucede. ¿Cómo condensas toda la información que tienes en un minuto y poco de crónica?
-Yo no soy favorable de hablar de cosas que no veo. Si uno está en el este del país, lo ideal, es hablar de lo que sucede en esa parte de Ucrania y no de otras regiones. Mucho menos de cosas de Rusia o de política internacional. A veces los telediarios te lo piden, pero pienso que uno de los elementos importantes de esta guerra, y seguramente de todas, es que es difícil verificar la información. Cuanto más lejos estés, más se complica y es más fácil que te cuelen propaganda, desinformación o mentiras de uno u otro bando. Las crónicas que elaboramos sobre el terreno son de cosas que hemos hecho nosotros, con lo cual no necesitas verificar. Luego, hay una información que dar en directo o falso directo en la que tienes que hablar de cómo se está desarrollando la guerra, de cómo está el frente en el Donbás, Mariúpol u otros lugares y eso es más delicado. Aquí entran las informaciones de los servicios de prensa tanto del gobierno militar ucraniano como ruso y debes de ser cauto al máximo porque, obviamente, las informaciones están dirigidas por los intereses de cada contendiente. En una guerra, los gobiernos no dan información porque amen la verdad. La dan para intentar minar la moral del enemigo o elevar la propia. Lo que te dicen hay que ponerlo en cuarentena y, muchas veces, directamente no decirlo, porque haciéndolo, por muchas precauciones que tomes, ya estás dándole cierta veracidad.
“En una guerra, los gobiernos no dan información porque amen la verdad. La dan para intentar minar la moral del enemigo o elevar la propia”
-En una situación como esta, ¿cómo se diferencia la verdad de la mentira?
-Es difícil. Incluso en nuestras sociedades las mentiras más burdas que están utilizando grupos, partidos o sectores populistas tienen algún componente de verdad. Me sirve por ejemplo el caso de los antivacunas. Las vacunas no son infalibles contra el Covid, esto es una realidad. A partir de esta verdad, en mi opinión, se construye un aparato de mentiras que es lo que usan los negacionistas y antivacunas para hablar, por ejemplo, de que Bill Gates está metiendo un chip en nuestro sistema. En la guerra es lo mismo. Se puede decir que en Mariúpol está combatiendo la última resistencia ucraniana, y a lo mejor tan solo son unos soldados o milicianos que han quedado recluidos en la acería de la ciudad y la resistencia que plantean es porque no aceptan rendirse, pero no están combatiendo activamente a los rusos. Se trata de hilar muy fino porque las mentiras y las falsedades están cubiertas por apariencias de verdad.
-En cualquier conflicto, ¿la primera víctima es la verdad?
-Las primeras víctimas son las personas que mueren o que pierden sus casas. Creo que, la verdad, la forman conceptos que resisten mejor. No muere como la gente, sigue existiendo, pero se transforma en un arma de guerra. Es cierto que alguien lazó un misil contra la estación de Kramatorsk el 8 de abril y mató a 52 mujeres y niños. Ahora bien, ¿quién lo hizo? ¿los rusos? ¿los ucranianos? Si existe una verdad, no ha muerto en la guerra, lo que pasa es que se está utilizando para intentar culpar al enemigo y considerarlo un monstruo.
“Se trata de hilar muy fino porque las mentiras y las falsedades están cubiertas por apariencias de verdad”
-Buscando malos y buenos ¿nos volvemos poco objetivos?
-Yo trabajo para un medio que es propiedad del Estado, por lo tanto, mi trabajo está pagado con los impuestos de los españoles. Me debo a todos ellos y mi opinión o mis gustos personales se tienen que quedar al margen. Mi trabajo tiene que ser lo más honesto posible para que las personas que vean mis crónicas tengan una información lo más veraz posible y puedan sacar sus propias conclusiones. Los medios no tienen por qué entrar en guerra, por lo menos los españoles. España forma parte de la OTAN, ha enviado armas a Ucrania pero no le ha declarado la guerra a Rusia, por lo tanto, oficialmente, no tenemos por qué estar usando y recurriendo a un lenguaje bélico y de toma de partido sin ningún tipo de miramiento. Debemos contar con honestidad lo que vemos y lo que ocurre, valorando puntos de vista diferentes y no siendo exclusivamente mensajeros de una de las partes del conflicto.
-¿Cómo se mantiene la neutralidad cuando al conflicto le pones caras, nombres y apellidos?
-Creo que neutral no es la palabra más apropiada para definir la forma en la que debemos hacer nuestro trabajo. Hay que tomar partido por los derechos humanos, por las víctimas y por las personas que han caído. También por la naturaleza, que sufre mucho en una guerra y se habla muy poco de ella. Es complicado mantenerte al margen del sufrimiento humano, de la destrucción de ciudades enteras y también de las perspectivas de vida. Cuando tiene lugar una guerra como esta, además de las personas, mueren también muchos proyectos vitales. ¿Qué nos pasó con el Covid durante dos años? De pronto se detuvieron nuestros proyectos, pero después volvieron. En el caso de la guerra están destruidos para siempre. Hay gente que nunca más va a volver a la universidad, a su trabajo y jamás va a poder ser lo que quería ser. No es posible ser neutral. No puedes ser ajeno al sufrimiento.
“Es complicado mantenerte al margen del sufrimiento humano, de la destrucción de ciudades enteras y también de las perspectivas de vida. Cuando tiene lugar una guerra como esta, además de las personas, mueren también muchos proyectos vitales”
-¿Te preocupa saber contar o transmitir todo lo que está pasando?
-Esa es la preocupación primordial, pero digamos que, de alguna forma, ya estoy acostumbrado porque es lo que llevo haciendo muchos años. Sé que la televisión tiene estas características: crónicas de un minuto veinte o treinta o directos de cincuenta segundos en los que tienes que saber sintetizar la información, las sensaciones… Ojalá fuese diferente, pero como no lo es, ni te lo planteas.
-¿Hay más información en lo que se cuenta o en lo que no se cuenta?
-Los medios de comunicación han sufrido y sufren un enorme descrédito. Hay gente que cree que los periodistas mentimos, que no contamos toda la verdad y que nos callamos cosas que vemos y hay una parte de verdad en esto. Los medios han trabajado mucho para sus propietarios o los intereses políticos de los partidos que gobiernan. La gente se ha dado cuenta y sospecha que hay más información o más verdad en lo que no se cuenta que en lo que se cuenta. Creo que, en esta guerra, lo que está pasando es que en el caso de España y también en el de los países de la OTAN, hay una versión y un discurso prácticamente único muy a favor de Ucrania como país invadido. Pero más allá de eso, también es un discurso anti ruso, incluso a veces rusófobo, y me atrevería a decir que, a veces, tiene componentes racistas. Yo creo que esto es un error porque la gente tiene otras fuentes de información como Twitter, Facebook o redes como Telegram o Instagram. Son discursos alternativos que no necesariamente son falsos, prorrusos, productos de las factorías de trolls en San Petersburgo o de hackers maliciosos. Hay que reconocer que una parte mayoritaria de los medios, y en el caso de España sin duda ninguna, han optado por un discurso único y creo que no es el único que se puede dar en la guerra, pero no es justo porque puede haber más visiones y que, en el caso de los medios públicos o del Estado, deberían aparecer no como versiones alternativas sino como partes de lo que es la realidad.
“Los medios han trabajado mucho para sus propietarios o los intereses políticos de los partidos que gobiernan. La gente se ha dado cuenta y sospecha que hay más información o más verdad en lo que no se cuenta que en lo que se cuenta”
-¿El periodismo sigue teniendo vocación transgresora?
-Hay periodistas muy valientes y con una capacidad de rebelarse importante, pero desgraciadamente no son la mayoría. Yo diría que tendemos más bien a ser obedientes. Me parece importante que saquemos el foco de los individuos y lo pongamos más en las instrucciones de los medios y en las ideologías que tenemos detrás y que nos empujan. Insistiría en la cuestión del discurso único y que, al menos, seamos conscientes de que existe y de que se está dando poco espacio a visiones que no tienen por qué ser contradictorias sino complementarias y enriquecedoras. En el caso de Ucrania, no podemos olvidar que hay una guerra desde el 2014 en el Donbás en la que han muerto catorce mil personas según la ONU, la mayor parte de ellos civiles. Esto es una realidad y es importante tanto por la gente que se ha muerto ahí como por que ese hecho es una de las causas de la guerra actual; es una de las razones por las que Rusia ha invadido y ha intervenido el país y también una de las razones del odio y del crecimiento nacionalista en Ucrania. Esto hay que contarlo y sino no lo hacemos, estamos falseando la realidad. La invasión empieza el 24 de febrero, pero la guerra de Ucrania, desgraciadamente para ese país, lleva más años existiendo.
-Hay conflictos que llevan años sucediendo y sin embargo parece que para nosotros empiezan cuando los vemos en la televisión…
-Hay una cuestión importante -en los medios audiovisuales más que en los escritos- que es la velocidad y la inmediatez. Esto ayuda a creer que las cosas han empezado cuando tú encendiste la televisión o el teléfono. Deberíamos reflexionar al respecto y ahí está la labor del periodista y del medio, en tratar que la imagen que se da proporcione el contexto de la historia, de lo que ha sucedido.
Por otro lado, el periodista que está en el terreno, a lo mejor no tiene la capacidad de facilitar ese contexto. Puede hacerlo en alguna de sus informaciones, pero su trabajo no es dar clases magistrales de historia, su parte es contar lo que sucede con la mayor precisión posible. A veces la primera víctima es la historia, que es la que muere con la primera bala. Y precisamente la historia, en esta guerra, está empujando los proyectiles con una fuerza inusitada. Es la que está detrás de muchas cosas.
-¿Desde la distancia simplificamos una realidad que es compleja?
-Absolutamente. Ucrania es un país muy diverso y tendemos a unificarlo y hacerlo todo homogéneo. Es una simplificación burda y cuando se habla de “los ucranianos” es algo muy amplio en donde entran muchas y diversas realidades, no solamente étnicas. Dentro de la gente y del propio país hay muchas diferencias como en cualquier otro lugar, pero quedan solapadas cuando se generaliza. El único denominador común es que todos están sufriendo una guerra. Yo creo que se simplifica mucho y es comprensible que se haga porqué es más fácil hacer una crónica o lanzar un mensaje, pero esa simplificación no ayuda a comprender lo que pasa, lo que hace es oscurecer la realidad. Cuando hablas de los ucranianos ¿incluyes a los del Donbás? ¿a los de Donetsk y Lugansk? ¿Están ahí los de Jersón que ahora viven bajo dominio ruso y están a favor? Yo creo que hay que huir de todo esto porque nos confunde y nos aleja más de la realidad.
“Dentro de la gente y del propio país hay muchas diferencias como en cualquier otro lugar, pero quedan solapadas cuando se generaliza. El único denominador común es que todos están sufriendo una guerra”
-En una guerra como esta, ¿qué es lo que da más miedo?
-Depende del punto de vista. Si eres un soldado y estás en la trinchera lo que más miedo te da es un ataque de artillería que te mate instantáneamente. Cuando estás en un tanque, te dan miedo los misiles antitanque y así dependiendo de la función que puedas tener en el ejército. Si eres un civil hay varias cosas: que te maten es una de ellas, pero que maten a tu familia, te roben o destruyan tu casa es un miedo terrible. En el caso de los políticos, les da miedo perder el poder o el país sobre el que lo tienen y en el caso de los periodistas, el miedo es algo con lo que tienes que convivir diariamente. A veces tienes más miedo de no llegar al directo que a tu integridad porque de alguna forma asumes que tu vida está un poco en riesgo. No vas a un país en guerra para pasar miedo, forma parte de todo, y a veces surge cuando te acercas al frente porque oyes las bombas muy cerca y puede pasar algo. Pero en ese momento tienes que hacer una cierta abstracción. El miedo está ahí, no hay que negarlo. Hay que asumirlo, pero no puede detenerte ni ofuscarte porque si no no puedes trabajar e incluso tampoco puedes salvarte si necesitas correr. A veces tú vives algo y el miedo aparece después, cuando te das cuenta de dónde has estado, o que ha muerto alguien en el lugar donde tú estuviste.
-Esta es tu primera guerra como corresponsal. ¿Cómo ha sido trabajar en estas circunstancias?
-Es mi primera guerra como tal, pero había estado en otras zonas de conflicto. Estuve en los atentados de Bataclan, en la crisis gorda de Venezuela… No había estado en guerra, pero sí conocía situaciones conflictivas. En el año 1999 y 2000 cubrí para Tele Gijón las movilizaciones de Naval Gijón y no lo hice precisamente desde lejos. Estos días he pensado que, de alguna manera, eso también eran batallas campales. En Ucrania hubo algunas cosas que me recordaban a aquellas movilizaciones en el sentido de pensar: ponte en un lugar desde el que puedas ver lo que está pasando sin ponerte en riesgo o con el menor posible. Acercarte, pero solo hasta el punto en el que no pongas en peligro completo tu integridad. Tienes que asumir que estás en una situación de riesgo; es tu trabajo, así que toca tranquilidad, calma y rigor. Forma parte de lo que tienes que hacer el mantenerte sereno ante una situación sobre la que no tienes ningún poder. Yo no puedo cambiar el hecho de que vayan a bombardear la ciudad en la que estoy, no puedo irme porque tengo que cubrir esa zona y además he sido yo el que ha decidido estar ahí. Si quiero puedo irme porque la tele, en este sentido, respeta plenamente nuestra decisión. Una vez que asumes esto, todo es más sencillo.
“Tenemos un punto de vista muy euro céntrico o anglo euro céntrico de la realidad. Siempre pensamos que lo más importante es lo que pasa en Europa o en Estados Unidos y el mundo es mucho mayor”
-De pronto ponemos el foco en Ucrania y todo lo demás desaparece. ¿Hay conflictos más mediáticos que otros?
-Mira Yemen… Llevan años con un sufrimiento horroroso y eso no ha tenido ni un décimo de la atención que está recibiendo Ucrania. Convendría hilar fino porque esta guerra tiene mucha atención en el mundo occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia y Europa, pero tiene otra atención menor en otras partes del mundo. Esto debería hacernos reflexionar o por lo menos tenerlo en cuenta a la hora de valorarlo. Tenemos un punto de vista muy euro céntrico o anglo euro céntrico de la realidad. Siempre pensamos que lo más importante es lo que pasa en Europa o en Estados Unidos y el mundo es mucho mayor. Está China, la India y África donde tienen otros problemas y que nosotros, habitualmente, ignoramos e incluso despreciamos.
-¿En qué se diferencian las guerras?
-La guerra está unida a la civilización y a la constitución de los seres humanos en comunidad, así que tiene una cierta historia. Lo que sí te puedo decir es que las guerras no son todas iguales, ni las victimas valen lo mismo. Es una gran hipocresía hablar de que todas las vidas son sagradas. ¡Falso! Ojalá fuera así pero no es cierto, no lo es para la inmensa mayoría de las personas y, por supuesto, para nuestros gobernantes y para los medios. Estos a los que siempre se les llena la boca hablando de la dignidad humana, ignoran las víctimas de Yemen, por ejemplo, y sin embargo solo hablan de las ucranianas. Que me parece bien, es necesario hablar de ellas, pero no seamos hipócritas. En este mundo hay mucha gente muriéndose y sufriendo las consecuencias de la guerra, la violencia o la opresión y las ignoramos. Incluso las despreciamos por su raza, su religión, el lugar donde viven y muchas veces hasta consideramos que es una cosa local, como si la muerte o la destrucción fuesen propias o naturales en algunos lugares e impropias, artificiales o impuestas en otros. ¿Las reglas son todas iguales? En algunos casos sí porque hay un agresor, un agredido y hay puntos comunes, pero hay unas diferencias radicales en cuanto a la percepción de la guerra en función de los intereses y la geografía.
“Estos a los que siempre se les llena la boca hablando de la dignidad humana ignoran a las víctimas de Yemen, por ejemplo, y sin embargo solo hablan de las ucranianas”
-¿Cómo puede acabar esto: bien, mal, menos mal…?
-De todas las maneras acabará mal. Será una buena noticia cuando acaben los combates, pero posiblemente el país acabe partido, mucha gente lo habrá perdido todo, otros puede que no vuelvan a su tierra, otros que regresen y no encuentren el país que dejaron. Políticamente se están alentando acciones muy radicales y nacionalistas que no buscan la confraternidad entre pueblos sino la división. Desgraciadamente, pase lo que pase, el futuro es bastante tenebroso.
Hay un gran fervor patriótico en muchos ucranianos que es positivo en el sentido de servirles para resistir y reconstruir el país, que se recuperen, y esto es digno de ver e incluso emocionante. El lado oscuro de ese fervor es el nacionalismo extremo que puede llevar a situaciones que ahora mismo son desconocidas. Además, este nacionalismo se da con armas y con grupos de ultraderecha con armamento militar de guerra… a ver qué pasa con eso. Son cosas que no se sabe cómo van a derivar, pero que tienen mala pinta.
-¿Cómo puede ser que resulte tan difícil encontrar un punto de entendimiento?
-Se hará en algún momento cuando se retomen las negociaciones entre Rusia y Ucrania. Tendrán que encontrarse en algún punto, pero ahora mismo es difícil porque a Ucrania la presionan sus principales valedores internacionales (Estados Unidos y el Reino Unido) para que mantenga la guerra porque les interesa para perjudicar a Rusia. También porque perjudica a la Unión Europea puesto que es una guerra larga en el corazón de Europa. Por otro lado, Rusia tiene un programa maximalista, casi imperialista, de hacerse con un territorio al que no considera como país. Dentro de Ucrania hay esas fuerzas nacionalistas o de ultraderecha, algunas incluso de inspiración neonazi, que han jurado matar a Zelenski si cede el territorio del Donbás a Rusia. Hay presiones muy fuertes desde distintos ámbitos y no son solo dos grupos que no se ponen de acuerdo en un punto medio. Hay muchos intereses y presiones tirando y, en medio, el país se está descuartizando y las personas son las que pagan todo esto. Ya no se trata tanto de encontrar un punto de entendimiento, que además es fácil de saber cuál sería, como que la guerra alcanzará un momento en su desarrollo en el que una de las partes tendrá una posición suficientemente fuerte como para decir que llega el momento de negociar y pare la guerra. Mientras esto no suceda, la guerra se va a alargar. Ucrania está en medio de un conflicto mucho mayor que el propio país. El gobierno ucraniano no es el que decide y mucho menos la gente.
“Ucrania está en medio de un conflicto mucho mayor que el propio país. El gobierno ucraniano no es el que decide y mucho menos la gente”
-¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de tu trabajo?
-Me gusta poder hacerlo cuando siento que tengo la libertad para ello. A veces el problema es el tiempo. Es el mejor trabajo del mundo cuando puedes ejercerlo en toda su potencia. Lo que menos me gusta no tiene que ver con el oficio del periodista, sino con el reparto del poder en los medios de comunicación, los enfoques, la ideología, el discurso único… La parte que tiene que ver con el poder es la que más me puede disgustar. Verte encerrado en discursos únicos que no te permiten comprender la riqueza y la complejidad de la realidad.
-¿Te sientes libre para poder contar esa complejidad?
-Afortunadamente, en TVE, sí. Cuento con un grado de libertad que me permite acercarme a la realidad.
“Desde el punto de vista social es reconfortante ver que España o Asturias se vuelcan y que las sociedades en las que vivimos son solidarias con las personas que sufren”
-¿Vuelves igual que fuiste?
-No. Pero quizá es demasiado pronto para saber el alcance del cambio. He ganado en cuanto a conocimiento y experiencia, pero todavía está todo muy reciente. Probablemente volveré allí con lo cual no tengo la perspectiva suficiente para calibrar los cambios. Uno mismo no es el mejor para analizarse, es mejor que lo hagan los demás. Son ellos los que más o menos te dicen por dónde andas.
-¿Cómo valoras la ola de solidaridad que ha despertado este conflicto?
-Es un hecho loable y bello. Desde el punto de vista social es reconfortante ver que España o Asturias se vuelcan y que las sociedades en las que vivimos son solidarias con las personas que sufren. Es una buena señal de que tenemos empatía con los que sufren. Ahora bien, sin cuestionar esto y diciéndolo completamente convencido, creo que deberíamos pensar que hay otros países que también sufren y con los que no hemos tenido esta reacción. No la critico, al revés, la elogio y me gusta, pero pienso ¿y por qué no hacemos esto con los sirios, los yemenís o los de Libia? Es como una contradicción que me llama la atención. Como si unos fuesen más merecedores de nuestra ayuda que otros.
Vergonzosa entrevista. De chiste.
Por ejemplo:
«En el caso de Ucrania, no podemos olvidar que hay una guerra desde el 2014 en el Donbás en la que han muerto catorce mil personas según la ONU, la mayor parte de ellos civiles.»
Completamente falso, en el mismo informe de la ONU que cita, dice que de esos 14 mil, al menos 11 mil son militares.
Por lo tanto, eso de que la mayoría sean civiles es FALSO. Y es FALSO según la misma fuente que él nombre.
Entonces la pregunta es, ¿se leyó el informe y miente a sabiendas o no se ha leído el informe y se dedica a repetir como un loro las fakenews rusas?
No sé qué es peor, la verdad.
Por otro lado, en ese mismo informe se ve que las víctima civiles se producen a ambos lados del frente, no de forma unilateral por parte de Ucrania como deja caer él y los bots rusos.
Y también que con el tiempo el número de víctimas disminuyó hasta ser en los últimos años ínfima, producidas sobre todo por minas puesto que los frentes eran estables y los civiles evacuados completamente.
Haciendo ridícula la versión rusa de que tenían que destruir un país para salvar a nadie.
De hecho ellos mismos han matado más gente en el dombas en sólo 4 meses…
Y eso por no entrar más en detalle sobre otras cosas.
Es bastante lamentable que estemos pagando entre todos a semejante personaje.
«En el caso de Ucrania, no podemos olvidar que hay una guerra desde el 2014 en el Donbás en la que han muerto catorce mil personas según la ONU, la mayor parte de ellos civiles.»
Con motivo de la entrevista hecha por Fusión Asturias al periodista Víctor García Guerrero, corresponsal de TVE en la guerra de Ucrania, recibimos este comentario de alguien que firma como Paco, donde se posiciona en contra de lo que dicho corresponsal manifiesta sobre los pormenores de dicha guerra y, especialmente sobre las víctimas que ocasiona. Hasta aquí todo correcto, y nosotras no vamos a entrar en ello. Pero en lo que sí queremos entrar es en que califique la entrevista como “vergonzosa entrevista”, como si la revista fuera la culpable de las opiniones o reflexiones de los entrevistados.
Mire usted, Paco, nuestra ética desde que comenzamos se basa en el respeto total a las declaraciones, opiniones, enfoques o puntos de vista de los entrevistados, siempre que estas no contengan ataques personales a nadie, o a instituciones, partidos políticos, etc. Así lo hacemos y así creemos que debe ser. Gracias a ello existe una muy alta consideración a nuestras entrevistas y a nuestras entrevistadoras.
Por tanto, no aceptamos su calificación de “vergonzosa entrevista” porque las preguntas van en la línea correcta establecida y las respuestas son responsabilidad del entrevistado, algo que nosotras, repito, respetamos. Además, no tenemos ninguna base para llevarle la contraria o descalificarle, algo que usted hace en su comentario, sin caer en el hecho de que lo que sí es vergonzoso es su comentario, en el sentido de que se coloca en posesión de la verdad y se cree con el derecho a juzgar a la revista y despreciar al entrevistado.
Vd. puede discrepar de lo dicho por el entrevistado, pero siempre con respeto, tanto a él como a nosotras.
Y si quiere insistir en lo que considera verídico, pues diríjase personalmente al citado periodista y expóngale su opinión, pero no a través de la revista porque para nosotras el tema está cerrado. De todos modos, publicamos su comentario para que los lectores de Fusión Asturias saquen sus conclusiones.
Y permítanos darle un consejo personal, sea más humilde, no se “guste” tanto y no se considere en posesión de ninguna verdad, sea en el terreno que sea. Todo está siempre en movimiento y todo es relativo.
Que la vida le trate bien. Un saludo.