«Para la mayoría de nosotros la verdadera vida es la vida que no llevamos»
(Oscar Wilde)
En el año 1997 Mary Schmich, columnista de un diario de California (California Tribune) escribió un poema-discurso que tituló “Wear sunscreen” (Use protector solar), comenzaba diciendo: «Los científicos han comprobado los beneficios a largo plazo del protector solar… mientras los consejos que les voy a dar no tienen base científica y se basan únicamente en mi propia experiencia». Este discurso-reflexión (poema-discurso) causó tanto impacto que se hicieron versiones en forma de audio con imágenes y música… y esto es lo que circula por internet llegando a todos los corazones.
Todas y cada una de las máximas deberían ser propias de nuestra vida, de nuestra forma de entender la vida. Es por ello por lo que traigo a estas páginas algunas por considerarlas magníficas guías de vida.
Una de ellas dice lo siguiente: «Haga todos los días algo que tema».
Pauta de obligado cumplimiento, especialmente en cualquier persona que experimente ciertos temores, aún considerados leves, porque hasta éstos, si no se abordan enraízan de forma profunda en nuestro ser y se convierten en enemigos de nuestra libertad, en carceleros de nuestra conducta.
La máxima es un consejo guía, una pauta de conducta que invita ir más allá de lo escrito. Otra lectura de esta pauta puede ser: atrapar cada día una nueva experiencia, un nuevo conocimiento, una nueva canción, leer un poema, entrar en una galería, mirar una escultura… reflexionar sobre un refrán.
La clave es afrontar y descubrir.
La cortesía es aquella actitud por la que haces sentirse bien, sentirse importante, a la persona que tienes enfrente. La cortesía es compromiso.
Otra máxima, que me parece maravillosa es: «Disfruta de la fuerza y belleza de tu juventud».
Cabe plantearse, no obstante, el siguiente interrogante ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de juventud? ¿Hablamos a nivel cronológico, biológico? Conviene, según mi entender, concluir que juventud tiene que ver con la edad, pero también con la actitud, hay entonces viejos de 20 y jóvenes de 60…
Pero para evitar planteamientos comprometidos yo diría: «Disfrute de su salud, de su mente, de sus ilusiones y de sus proyectos… Baile ahora, pasee ahora, ría ahora».
Ponga esa ropa nueva que tiene en el armario esperando por una buena ocasión. La ocasión ha llegado, es ahora.
Abra ese perfume que le regalaron por Reyes y que aún está esperando para regalarle su aroma.
Haga ese viaje que siempre quiso y que deja cada año para el siguiente, ese siguiente que quizá no llegue. Hay que sacar el billete. ¡Ahora!
No espere a que pasen 20 años porque entonces es posible que contemple con añoranza (y sin la posibilidad de arreglo) lo que se ha negado 20 años atrás, lo que ha perdido.
Otro de los grandes mensajes, en el que tenemos mucho que trabajar dice así: «No juegue con los sentimientos de los demás. No critique, no condene, demuestre aprecio, sea honrado… sea leal».
Demuestre interés por los demás porque vivimos en una sociedad en la que nadie se interesa por nadie si no hay un “interés” por medio…
Dale Carnegie en su libro, Cómo ganar amigos, lo expresa de la siguiente manera: «No se interesan en usted, no se interesan por mí. Se interesan en sí mismos, mañana, tarde y noche».
Alfred Adler (psicólogo vienés, 1870-1930) dijo: «De los individuos que no se interesan por sus semejantes surgen todos los fracasos humanos».
Y así seguimos.
«Aprende a entender a tus padres, será tarde cuando ellos ya no estén. Llévate bien con tus hermanos, son el mejor vínculo con tu pasado y serán ellos quienes te acompañen en el futuro»
Deberíamos, por ello, mantener un interés genuino por los demás. Deberíamos viajar por la vida sabiendo que la cortesía es un bálsamo para el fluir de las relaciones. La cortesía es aquella actitud por la que haces sentirse bien, sentirse importante, a la persona que tienes enfrente. La cortesía es compromiso.
La frase más precisa que yo he encontrado acerca de la trascendencia en la sociedad de la cortesía es la siguiente: «El que no es suficiente cortés, no es suficiente humano», Petrus Jacobus Joubert, político sudafricano.
El ejemplo que convence y que siempre me ha fascinado es el siguiente:
En cierta ocasión, Thomas Jefferson -(1743-1826), tercer presidente de los EEUU-, caminaba por una vía de la capital junto a un importante empresario; mientras hablaban de diversos asuntos, un esclavo negro se cruzó con ellos y al reconocerlo se dirigió a él saludándole con gran cortesía. El presidente devolvió el saludo con mucha amabilidad y el empresario, que quedó sorprendido por el hecho, dijo:
-Pero, señor presidente, ¿cómo es posible que usted se moleste en saludar a un esclavo negro?
-¿Cree usted -contestó- que es bueno que un esclavo supere a un presidente en normas de cortesía y urbanidad?
Otra de las máximas que conviene tocar y sentir es la siguiente: «Aprende a entender a tus padres, será tarde cuando ellos ya no estén. Llévate bien con tus hermanos, son el mejor vínculo con tu pasado y serán ellos quienes te acompañen en el futuro».
Todos estos consejos no son ninguna ñoñez. Son verdades poderosas, conductas que pueden cambiar el mundo, nuestro mundo.
Cada día la Naturaleza nos abraza, nos recibe, también nos pide respeto y, sin embargo, en muchas ocasiones, la gente arroja latas, papeles, desperdicios… quema los bosques, vierte suciedad a los ríos…
Me encanta otra de las conductas que la autora sugiere: «Esfuérzate en no desvincularte de algunos lugares y costumbres porque cuanto más pase el tiempo más necesitarás a las personas que conociste cuando eras joven».
Mi experiencia es que el arraigo es muy importante, nos alberga, nos da cobijo y confianza… aquellos paisajes en los que corrimos, que sentíamos nuestros, aquella alameda que presenció nuestra adolescencia y nuestros sueños…
Aquel árbol que nos vio pasar y que casi habíamos olvidado… Allí está, esperando nuestra vuelta.
En palabras de Ataualpa Yupaqui: «El árbol que tu olvidaste siempre se acuerda de ti».
Y, sin duda, la cuestión crucial tiene que ver con el sentido de la vida. La autora dice: «No te sientas culpable si no sabes bien lo que quieres de la vida. Algunas de las personas más interesantes que conozco tampoco lo sabían a los 40».
Pues es un consuelo.
Algo que echo de menos en este poema-discurso, quizá lo da por hecho, pero conviene tenerlo presente, tiene que ver con la importancia de la Naturaleza en nuestra vida. Cada día nos regala luz, olores, sonidos, colores… sin hablar del Sol y del Agua.
Cada día nos abraza, nos recibe, también nos pide respeto y, sin embargo, en muchas ocasiones, la gente arroja latas, papeles, desperdicios… quema los bosques, vierte suciedad a los ríos…
«La Naturaleza es un jardín, un jardín donde todo está presente. Desde el comienzo es el jardín del tiempo y del espacio, simulacro del paraíso en el que la interioridad se convierte en mundo y el mundo se interioriza», decía Rilke (poeta, novelista. Praga 1875-1926).
Devolvámosle el favor en forma de gratitud, en forma de respeto y limpieza para que pueda ser el Paraíso de Todos.
Tengamos estas máximas de protección, una protección que no está avalada por la ciencia, pero sí por la experiencia y el sentido común.
Y quizá la vida sea la que queremos.