Últimamente le llueven los premios, como el prestigioso Wordl Illustration Award, gracias a sus trabajos frescos y coloridos, donde la geometría y el equilibrio tienen un lugar destacado. Combina esta profesión con su faceta docente, formando a futuros ilustradores y profesores de educación artística.
-¿Qué importancia tiene para un ilustrador ganar el World Illustration Award?
-Para mí fue una sorpresa total, sobre todo porque mi trayectoria es en el campo de la ilustración editorial en prensa y aquí me presenté con un proyecto infantil, Little Blue, que ni siquiera tenía publicado. El año anterior había ganado otros premios en Estados Unidos pero éste es el primero al que me he presentado en Gran Bretaña, donde tienen una gran tradición en el terreno de la ilustración.
-Es un premio de trascendencia internacional.
-Sí. Se presentan unas dos mil candidaturas, así que el simple hecho de ser elegido ya te da muchísima visibilidad; además de que se organiza una exposición que recorre los principales museos y entidades de Gran Bretaña durante todo el año. Y el catálogo se envía a las editoriales y directores creativos más importantes a nivel mundial. Este premio te profesionaliza o, si ya eres profesional, da a conocer tu trabajo.
-Otra obra suya premiada recientemente es Women Hug (Abrazo de las mujeres).
-Fue el premio WomeninNovation. Es un certamen que se convoca anualmente en Italia y que tiene como tema el papel de la mujer en distintos ámbitos: ciencia, arte, cultura… todo desde una proyección de futuro. Se presentan ilustradores de todo el mundo y lo gané yo, con una obra como ves muy abierta
-¿Qué pretendía conceptualmente?
-En la imagen vemos a dos mujeres que se abrazan, que son casi la misma mujer. Entonces puede significar muchas cosas: desde abrazarte y reconciliarte contigo misma como mujer, hasta un abrazo entre hermanas, o entre madre e hija, entre amigas, entre amantes, entre religiones… Gustó por ser abierta, porque dependiendo de la persona puede tener muchas lecturas.
«La ilustración siempre ha sido como la hermana pequeña de las artes, se consideraba que era hacer ‘dibujitos’ en un texto. Eso está cambiando poco a poco»
-¿Esa ambigüedad es «marca de la casa»?
-A mí me gusta que la gente complete la imagen. Por ejemplo, ilustro muchas veces la columna de Jasmine Lobe en el New York Observer, que escribe artículos sobre sexo y relaciones. Suelen ser bastante fuertes, pero las ilustraciones tienen que ser muy neutras, nada explícitas.
La sociedad en Estados Unidos es complicada: por un lado puedes ver muchísima violencia y luego son muy puritanos al hablar de según qué temas. El caso es que gracias a trabajos de este tipo, en los que hay que medir mucho lo que cuentas, he desarrollado esa faceta en la que mis ilustraciones permiten diferentes lecturas.
-Sus ilustraciones ofrecen máximo contenido con mínimos elementos. ¿Cómo plantea cada trabajo?
-El estilo no se puede forzar, llega con el tiempo. Me gusta mucho la geometría, que las líneas coincidan, que todo tenga un sentido y encaje… Normalmente, cuando me mandan un articulo lo leo y escribo las palabras que más me llaman la atención, busco un par de ideas básicas que pueda representar con una imagen. Todo esto lo hago con un lápiz o con un simple boli negro, y cuando ya doy con la idea decido el color. Me gusta usar pocos colores pero llamativos, que contrasten y tengan belleza estética. Por ejemplo, yo no uso líneas en mis ilustraciones, las formas se resuelven porque unos colores chocan con otros.
-¿Cómo se reconoce una buena ilustración?
-¡Qué pregunta más difícil! En libros especializados distinguen varios tipos. Una sería la narrativa, la de los cuentos de toda la vida, que ilustra exclusivamente lo que cuenta el texto; y luego hay otro tipo cuya fuerza reside en que es paralela al texto y puede ofrecer otra lectura o aportar información nueva. Para mí ésta es la más interesante, que no quiere decir que sea mejor que la otra, pero es la que permite al ilustrador ofrecer su propia interpretación del tema, y comunicar algo más como creador.
Y luego están los gustos, porque hoy en día conviven muchísimos estilos de ilustración y a veces triunfan cosas que a mí personalmente no me gustan, o que están mal dibujadas. Pero es que hay que separar al ilustrador del dibujante, son dos profesiones diferentes.
-¿Está suficientemente reconocida en nuestro país la profesión de ilustradora?
-Empieza a estarlo. En España tenemos una tradición cultural enorme a nivel artístico, pero la ilustración siempre ha sido como la hermana pequeña de las artes, se consideraba que era hacer «dibujitos» en un texto. Y tenemos grandísimos ilustradores, pero quizá lo que faltaba era llegar al gran público y ahora se está hablando más de ilustración en todos los medios, sobre todo gracias a internet la gente empieza a conocer este trabajo. Existe por ejemplo un Premio Nacional de Ilustración, igual que lo hay de Diseño o de otras artes, pero de momento tiene menos trascendencia.
-¿Es complicado abrirse un hueco en esta profesión?
-Por mi experiencia, diría que no. Ahora mismo hay muchas oportunidades con internet y las redes sociales. Hace 50 años sería muy difícil para mí tener trabajo en Nueva York sin vivir allí, pero ahora mismo tengo también proyectos para Brasil, para Dinamarca, para Inglaterra… Y todo esto es gracias a la página web y a ir ganando estos concursos, la gente te va conociendo y te llega un email de cualquier parte del mundo. Por eso creo que ahora mismo quizá lo difícil es mantenerse, pero sí se puede encontrar la oportunidad para, al menos, empezar.