Los momentos de dificultad no impidieron al ilustrador Hugo Muñiz llegar a su destino profesional y ahora, feliz por ello, disfruta expresándose a través de sus grabados y tatuajes. Como buen alquimista tiene su propia fórmula mágica de un ingrediente fundamental: la perseverancia.
Antes de poder dedicarse por entero a lo que le gusta, este joven artista acometió varios trabajos. Lo mismo fregaba platos que servía copas en un bar o ejercía como jefe de sección en el negocio de la restauración. De todo para poder seguir adelante con una pasión que ahora está a la vista de todos y que ya cuenta con una legión de seguidores. Establecido en Gijón, donde trabaja en un estudio de tatuaje y crea su propia línea textil con impresión con linóleo, este joven artista no cierra puertas a ningún proyecto.
-¿Desde cuándo te gusta dibujar?, ¿cuáles fueron tus inicios?
-Todo empezó porque mis abuelos tuvieron una tienda en Gijón que era bastante conocida por la gente que iba a enmarcar cuadros. Se llamaba Ruymar, estaba en la carretera de la costa y, de hecho, después de que ellos se jubilasen se traspasó con el mismo nombre. Allí daban clase de pintura, enseñaban técnicas tradicionales como el óleo, acrílico, gouache…y fue donde empecé con la acuarela. Me gustaba mucho ir por las tardes a pintar y ahí nació mi adicción a dibujar. Fue siempre mi hobby, pero cuando tenía 18 años -tengo ahora 34 años- no había tanto conocimiento de carreras artísticas, en esa época en la que estaba muy presente el tema de la ‘titulitis’ empecé a pensar qué podía estudiar que me permitiera estar dibujando y decidí ser aparejador. Me fui a Coruña, era un poco ir sobre seguro porque seguía con la tradición familiar de mi padrino que también lo había estudiado. Luego vi que eso no era lo mío porque no dibujaba, estaba haciendo álgebra en gallego y no era algo que me interesase. Así que cogí a mis padres y les dije: tengo estos ahorros y voy a buscarme la vida. Y me fui a Londres donde estuve viviendo tres años.
“De todas las maneras de hacer impresión, el linóleo me parece la manera más personal, y el resultado es que llevas algo original, artesano y hecho a mano por alguien que se preocupa de que cada pieza sea para una persona específica, y no una superproducción”
-Ahí empezó una trayectoria en hostelería.
-Sí, los nueve primeros meses los pasé fregando platos, pero luego fui evolucionando y paralelamente seguí dibujando porque era mi vía de escape. Por las circunstancias fui autodidacta, porque mi poder adquisitivo era bastante medio o bajo, así que no tenía el tiempo o dinero para poder dedicarme plenamente a ello y como no podía invertir en un equipo para grabado, me dedicaba a la técnica tradicional, acuarelas, diseños… pero siempre persiguiendo el sueño de poder algún día vivir de mis dibujos. Luego conocí a una chica sueca y estuve cinco años en su país.
-¿Por qué elegiste la impresión con linóleo?
-Al regresar de Suecia me hice ilustrador titulado y, como la vida es tan impredecible, una amiga me regaló una camiseta estampada con linóleo haciendo referencia a los abrazos con los que nos saludábamos por las mañanas. Me explicó cómo se hacía y me gustó mucho, así que empecé a informarme y vi que podía permitirme comprar el equipo. A partir de ahí me encandiló al cien por cien porque, a diferencia de la serigrafía, lo que hagas con el linóleo jamás va a ser exactamente igual que el anterior, pese a que puedas hacer una camiseta impresa con el mismo diseño. Nunca será una fotocopia exacta porque depende de la presión corporal que apliques, la cantidad y el estado de la tinta, cómo lo hagas, y al final, cada prenda o pieza es única.
De todas las maneras de hacer impresión me parece la manera más personal, y el resultado es que llevas algo original, artesano y hecho a mano por alguien que se preocupa de que cada pieza sea para una persona específica, y no una superproducción.
-Con esa técnica ¿ejerces una artesanía doble, al tener que pintar y tallar?
-Claro, y tienes que hacerte con las gubias porque cada una es distinta y hacen líneas más o menos finas. Yo utilizo generalmente cuatro, pero puedes tener hasta veinte diferentes. Y luego, dentro de lo que es ilustrar, como yo lo hago todo en blanco y negro menos el rojo del sello, hay que contar con los bloques de negro para crear esa sombra, esa profundidad, ese 3D que intento hacer teniendo en cuenta que sólo manejo un color. Y es bastante rompedero de cabeza, pero merece la pena. Cuando llega el producto final, para mí, que llevo dieciocho horas tallando, es un momento maravilloso.
-Dado el tiempo y el mimo que requiere cada pieza, entiendo que cada una debe ser especial para ti y en sí un proceso gratificante.
-Totalmente, siempre se lo digo a todos mis amigos y a toda la gente cuando saco una impresión, una camiseta. La mayor satisfacción la llevas cuando la placa está recién tallada, pasas la tinta y haces la primera impresión. Cuando ves que todo está en su sitio es supergratificante.
“Lo de dedicarme a las impresiones y grabados en camisetas nació porque no me gustaba ir por la calle vestido como todo el mundo, quería hacerlo de forma diferente, así que en realidad surgió como una necesidad personal”
-Tatúas, tallas, pintas… ¿Cuáles son las líneas maestras de tu actividad profesional habitual?
-Como siempre me dice mi madre, al final me meto en todos los jaleos. Ser ambicioso a la hora de bifurcar tu atención en varias cosas está bien y, aunque tiene sus pros y sus contras, no suelo rechazar ninguna propuesta. Lo de dedicarme a las impresiones y grabados en camisetas nació porque no me gustaba ir por la calle vestido como todo el mundo, quería hacerlo de forma diferente, así que en realidad surgió como una necesidad personal. Como sabía dibujar podía crear mi propia ropa, pero luego mis amigos también se interesaron y como trabajaba en un bar de Gijón por el que pasaba mucha gente joven, fue como una rueda que indirectamente se fue creando. A partir de ahí empecé a invertir un poco más en equipo y en la web, pero mi prioridad inicial son los tatuajes porque es lo que me aporta un salario más estable. Las camisetas dependen del gusto de la gente, a lo mejor en un mes saco una como la del Horru que gustó muchísimo, y en otro no puedo hacer ninguna impresión porque tengo otros proyectos y por tanto no tengo beneficio.
-¿Tus trabajos en tatuajes y grabados te permiten expresar libremente tu faceta artística?
-Sí, por supuesto, en tatuaje me dedico a la línea del grabado medieval, básicamente un tipo de ilustración que en vez de utilizar sombras o bloques de negros usa líneas para marcar el volumen de los cuerpos y de todas las imágenes. Lo que hago en los tatuajes sería un estilo parecido a las cartas del Tarot.
Luego el tema de los bloques de negro y el contraste entre negro y blanco lo hago más en las impresiones de ropa; en la página web, en vez de usar tanta línea uso bloques para marcar los contrastes. Es como una versión moderna de lo que sería el grabado. Sigo grabando y tallando una placa, pero modernizándolo con contrastes de espacios en blanco con bloques en negro, y dejando alguna trama o línea para dar esos sombreados igualmente.
“Llevo muchos años buscando tener esa estabilidad artística y ser perseverante es lo que más transmito a la gente, ese ánimo de decir: si tienes una meta, aunque vivas temporadas muy duras en tu vida, sigue adelante”
-¿Qué crees que define tu forma de trabajar?
-No lo sé, lo que intento transmitir es la pasión y la perseverancia, esta última sobre todo. Llevo muchos años buscando tener esa estabilidad artística y ser perseverante es lo que más transmito a la gente, ese ánimo de decir: si tienes una meta, aunque vivas temporadas muy duras en tu vida, sigue adelante. Si tienes el mínimo atisbo de positividad o de confianza en ti mismo, continúa dibujando. Me considero un tío superpositivo, pese a haber pasado muchos malos tragos en mi vida siempre vi la parte positiva. Si tienes potencial, aunque estés pasando una mala racha y a lo mejor te estén esclavizando en el trabajo, o tengas que coger veinticinco trabajos diferentes para llegar hasta otro punto, la cuestión es que no lo dejes, porque si lo haces, artísticamente hablando, vuelves como al principio. Por eso, si me lo piden, siempre doy el consejo de ser perseverante.
-El de la ilustración es un sector difícil, ¿hay que ser un poco aventurero para continuar este camino?
-Totalmente. Yo, por ejemplo, quiero mucho a mi madre, pero mi futuro no puede decidirlo otra persona. Entiendo que quieran que sea una persona de provecho, pero al mismo tiempo tienen que entender que puedo serlo igualmente buscando mis metas, mis hobbies, algo que me apasione. No puedo ser aparejador y vivir por el dinero. Prefiero mil veces vivir con poco dinero pero dedicándome a lo que quiero y siendo feliz, y te lo digo después de pasar por todos los estratos sociales porque llevo desde los veintiún años para arriba y para abajo por todos los sitios. En Suecia llegué a tener un buen poder adquisitivo, pero también pasé ocho años teniendo lo justo para vivir al mes y era feliz porque seguía dibujando, conociendo cosas, viviendo nuevas experiencias.
“Prefiero mil veces vivir con poco dinero pero dedicándome a lo que quiero y siendo feliz, y te lo digo después de pasar por todos los estratos sociales”
-Me hablas de etapas difíciles pero en las que te notabas en crecimiento creativo. ¿Ese crecimiento se abandona en algún momento?
-No, jamás. En el arte sigues aprendiendo toda tu vida, además hay tantas variantes, tantos estilos y tantas maneras artísticas de expresarte que puedes llevar veinticinco años dedicándote a esto y nunca vas a considerarte un artista. De hecho, yo no me considero artista, soy ilustrador porque tengo que llamarme de alguna manera, pero para ser artista de verdad tienes que tener unos conocimientos súper amplios. Te seguirás instruyendo toda la vida, nunca llegas al tope de ‘ya lo sé todo’.
-¿Te sientes a la vez un poco alumno y un poco maestro?
-Maestro jamás, alumno siempre. Obviamente sí que di talleres de grabado y otras cosas, pero no considero que tenga la potestad para enseñar a nadie, así que puedes considerarme el chico que te está enseñando, pero maestro jamás. Todavía me queda muchísimo que aprender, muchas técnicas diferentes de cómo enfocar el grabado, el tallado, etc. Al final bifurco tanto, que voy aprendiendo lo máximo posible diariamente pero es imposible acabar tu vida diciendo que sabes todo sobre el arte.
“Siempre me gustó lo oscuro. Todas estas cosas que están estigmatizadas por la sociedad y que te dicen que son peligrosas yo siempre las tuve normalizadas: una calavera, un demonio…”
-¿Por qué tu apelativo de @darkartchemist, Alquimia oscura?
-Siempre me gustó lo oscuro. Todas estas cosas que están estigmatizadas por la sociedad y que te dicen que son peligrosas yo siempre las tuve normalizadas: una calavera, un demonio… Soy una persona escéptica, no creo ni en fantasmas, ni en demonios, ni en Satanás, y siempre lo vi como una forma diferente de crear arte o de expresar ideas. Son cosas creadas por el folclore, e igual que una persona puede pintar un ángel puede pintar un demonio. Artchemist hace referencia a la alquimia, a la idea de mezclar todas esas ideas de oscuridad un poco extravagantes con todas las locuras que se me pasan por la cabeza, porque un día puedo dibujar un nigromante y al siguiente hacer el grabado de un hórreo. Es como la alquimia, mezclas muchas cosas sin basarte en los estándares establecidos.
-Lo oscuro que no siempre refleja esa oscuridad.
-Totalmente, porque considero que hay belleza en todo, la cuestión es que no tengas prejuicios a la hora de ver algo. Si tú vas a ver un demonio superoscuro en una ilustración y la juzgas por cómo tú estás adoctrinado, por tus prejuicios, no vas a fijarte en qué técnica se usó para hacerla o en cómo se consiguió una profundidad con el color negro, cómo logra darte ese miedo, en su diseño… lleva muchas cosas detrás como para que tú simplemente te fijes en lo que ves a primera vista.
“La teoría del color es bastante extensa, pero personalmente cada vez que tengo que plantear una ilustración monocromática me parece un reto. Tienes que estudiarla bien para que de verdad quede resultona”
-¿El negro, que tanto utilizas, es un saco sin fondo de matices?
-Claro, además cuando haces una ilustración monocromática, sea el color que sea, tienes que estudiarla mucho más que si no lo es. La teoría del color es bastante extensa, pero personalmente cada vez que tengo que plantear una ilustración monocromática me parece un reto. Tienes que estudiarla bien para que de verdad quede resultona porque sólo dependes de un color y las partes blancas. Si le metes mucho de algo, puede quedar ininteligible total. Yo le doy muchas vueltas a todo, tardo mucho y siempre intento buscar un significado, intento que cada camiseta que hago sea por un motivo. Y expresarlo con blanco y negro es un reto bastante interesante.
-Este año participaste en Porrúa en bolas, una iniciativa en la que diferentes artistas plasmabais vuestra obra en los clásicos fardos de hierba que encontramos en los campos asturianos. ¿Cuál fue tu aportación?
-Hice un trasgu y una xana mirándose entre ellos en la parte alta del pueblo, y me lo pasé muy bien; es una experiencia de la leche. Toda mi familia es de Quirós y cuando era joven renegaba de cosas como ir a la hierba, pero a medida que te vas haciendo mayor este tipo de cosas te hacen tener mucha nostalgia. Así que me gustó cuando me invitaron a Porrúa y también cuando fui a La Benéfica, además el rollito asturianista también me gusta mogollón, me da mucha nostalgia de mi familia.
“Conozco a muchas personas con muchísimo potencial pero gran parte no se puede dedicar al arte por falta de visibilidad o porque la mayoría de la gente no valora el trabajo, y por tanto no está dispuesta a pagar lo que vale”
-Precisamente en La Benéfica, el espacio cultural que impulsa Rodrigo Cuevas, fue dónde pintaste tu obra L’ Horru.
-Sí, fue gracias a que contactaron conmigo los chicos de Puru Remangu y se lo agradeceré toda la vida porque aquello me permitió conocer a mucha gente interesante. En España está generalmente muy devaluado el arte, y conozco a muchas personas con muchísimo potencial pero gran parte no se puede dedicar al arte por falta de visibilidad o porque la mayoría de la gente no valora el trabajo y por tanto no está dispuesta a pagar lo que vale. No ven todo el trabajo que hay detrás y eso es ignorancia.
Por hacer un paralelismo, yo vendo mis láminas a veinticinco euros, y en Holanda una lámina de la mitad del tamaño que las mías se vende a ciento veinte. Pero, como yo he vivido apurado económicamente en mi vida, si tú de verdad valoras mi trabajo soy feliz vendiéndotelo a ese precio.
-¿Tienes algún reto o sueño a la vista?
-Vivir del arte era mi sueño, así que el sueño está cumplidísimo y estoy superfeliz. La verdad es que cuando llevas tantos años viviendo para llegar a este punto y lo consigues es maravilloso. No sé describir con palabras cómo me siento diariamente cuando me levanto sabiendo que voy a un estudio a dibujar, pero también tengo muchas ambiciones. Me encantaría pintar una fachada mural entera, y tengo un par de proyectillos que de momento están parados. Me gustaría utilizar el grabado para hacer algo referente a ropa, pero un poco más ambicioso que las camisetas, pero no en el plan de vender y volverme muy famoso, ni mucho menos.
De momento, voy para adelante con todo lo que me viene, con todas las propuestas, porque nunca sabes dónde va a estar el siguiente paso de motivación extra que vayas a tener en la vida.
“Vivir del arte era mi sueño, así que el sueño está cumplidísimo y estoy superfeliz. La verdad es que cuando llevas tantos años viviendo para llegar a este punto y lo consigues es maravilloso”
-¿Lo nuevo siempre es positivo si lo enfocas bien?
-Claro, y además siempre te permite conocer a más gente. Yo como trabajaba en hostelería conocía muchos locales e hice algunas exposiciones en bares de amigos, y al igual que a mí me dieron la oportunidad mis amigos hosteleros de poder enseñar mi trabajo, me gustaría en algún momento poder hacer lo mismo con mucha gente. No descartaría el tener un espacio con varios amigos, poder abrir algo con lo que fomentar o intentar sacar a la luz a personas que conozco y que merece mucho la pena conocer.
Por otra parte, también está el pensamiento de que no puedes ofrecer a nadie que venga a hacer algo aquí y que le paguen las cosas a mitad de precio de lo que realmente valen.
-¿Hay que navegar en este mundo como se puede?
-Sí, yo ya lo tengo asumido, y la positividad siempre te ayuda a lidiar con todas estas frustraciones vitales.
Puedes ver más trabajos de Hugo Muñiz en la sección de Rincón del Artista