El yacimiento de La Estaca, en el concejo de Las Regueras, saca a la luz secretos de la antigüedad al mismo tiempo que forja nuevas historias dignas de contar. En este caso, referentes a una sociedad que empieza a disfrutar con la arqueología, con la búsqueda de sus raíces y que quiere entender los secretos que esconde su territorio. Por eso, tras un núcleo de apasionados arqueólogos hay un grupo de vecinos y simpatizantes entregados a una causa que ya han hecho suya.
No es la primera vez que en el concejo de Las Regueras se encuentran vestigios de la romanización acaecida en Asturias, entre los más sorprendentes el hallazgo en 2006 de unas termas romanas en buen estado de conservación, en Valduno. Y ahora es La Estaca el lugar que centra las miradas, sobre todo desde el hallazgo de un impresionante mosaico romano.
Como casi todos los hallazgos que merecen la pena, el mosaico tiene una historia detrás que aúna esfuerzo, tesón y un pellizco de suerte. Ahora, tras una cuidadosa restauración, permanece en un estado excelente, tapado y protegido para asegurar su conservación.
Desde hace treinta años se conoce que la influencia romana en Asturias es mucho mayor de lo que se pensaba. La continua aparición de vestigios romanos, restos de poblados o antiguas calzadas demuestran que el Imperio estuvo muy presente en el territorio, aunque por lo que se conoce de momento, no con una estructura vertebrada en grandes núcleos poblacionales, sino más bien, en centros de menor población conocidos como villas, en la mayoría de casos dedicados a actividades agropecuarias.
“Las villas romanas son emplazamientos rurales que había por el territorio que estuvo bajo el Imperio. Hay localizadas más de quinientas en España y ciento veinte en el noroeste peninsular, y seguramente hay más. Eran entidades económicas que generaban núcleos de población donde vivía la gente que trabajaba en ellas” explica Juan Ramón Muñiz, arqueólogo que, junto con Elías Carrocera, arqueólogo y profesor de la Universidad de Oviedo, dirige el yacimiento de Las Regueras. Allí se ha encontrado una de estas villas romanas y su descubrimiento está ilusionando tanto a estudiosos como a vecinos.
“Las villas -añade Muñiz- tenían una parte llamada ‘urbana’ formada por las casas donde residían el propietario y el resto de gente principal y los sitios de representación destinados a la vida social y política. Luego había una parte ‘rústica’, el latifundio que concentraba las tierras del propietario y donde se encontraban construcciones productivas como las cuadras, el molino si lo había, el mazo, los graneros… Eran estructuras relacionadas con el trabajo en el campo porque esas villas generaban riqueza, no eran enclaves donde solo pasaban temporadas, constituían un negocio”.
La encontrada en La Estaca es una mansión romana de cerca de 700 metros cuadrados de planta y con algunas salas calefactadas. Data de finales del siglo II o inicios del III y se cree que pertenecía a algún poderoso terrateniente como así demuestran dos mosaicos encontrados en ella. El primero fue descubierto a finales de los años 50 y posteriormente trasladado al Museo Arqueológico de Asturias. El segundo lo localizó el equipo de Juan Ramón Muñiz en el verano de 2018. El espectacular mosaico de casi once metros porta motivos geométricos organizados en cuarteles. Tras su localización, el equipo investigador pudo recuperarlo totalmente en la campaña posterior, sorprendiendo a los visitantes por su buen estado de conservación.
No es fácil ver un pavimento como este en su ubicación original. En Asturias solo es posible en Veranes, Gijón, por eso gracias a él este yacimiento despertó un interés mediático que no había conseguido hasta entonces. “Cuando los mosaicos se llevan a un museo inevitablemente se desvirtúan porque se asemejan a alfombras o tapices. El valor que tenía nuestra excavación el año pasado era que la gente podía ver aquel mosaico grande e impresionante en el lugar donde lo habían puesto los romanos”, añade el arqueólogo que ya conocía de primera mano el concejo asturiano, pues había participado en las excavaciones de las termas de Valduno con Rogelio Estrada en 2006.
“Cuando constituimos el equipo el primer año, entendimos que había que buscar especialistas, gente vinculada con el mundo romano”
(José R. Muñiz, arqueólogo)
Como casi todos los hallazgos que merecen la pena, el mosaico tiene una historia detrás que aúna esfuerzo, tesón y un pellizco de suerte. Su descubrimiento fue, en palabras de Muñiz, “una apuesta de quienes estábamos excavando, digamos que nos tiramos a la piscina buscando”. En este caso también hay que sumar la valía del equipo investigador, compuesto por arqueólogos con mucha experiencia en yacimientos romanos. “Cuando constituimos el equipo el primer año, entendimos que había que buscar especialistas, gente vinculada con el mundo romano, como lo es por ejemplo, Marta Corrada en pintura de esta época”, explica el director técnico de la excavación.
Para entender las circunstancias de su descubrimiento hay que remontarse al año 2013, cuando a raíz de unas obras de reparación en una carretera del concejo se encontraron algunos muros de interés y llamaron a Juan Ramón Muñiz para hacer una limpieza del perfil. Aparecieron entonces pinturas y material cerámico que confirmaron que allí estaba la villa romana que se había excavado en el 58 y en el 61 y de la que no había prácticamente información sobre su localización exacta. “Desde ese momento nos empeñamos en continuar allí, pero tardamos cinco años en conseguirlo, explica Muñiz. En 2018, el Ayuntamiento nos apoyó para una primera campaña, hicimos unos cálculos que nos salieron bien y tuvimos la suerte de encontrar una pequeña parte del mosaico en una de las habitaciones que hallamos”.
La villa romana encontrada en La Estaca data de finales del siglo II y se cree que pertenecía a algún poderoso terrateniente como así indican dos mosaicos encontrados en la parte residencial y el gran tamaño de la misma, alrededor de 700 metros de planta.
Ese año, el presupuesto de la campaña se quedó corto ante lo que empezaban a encontrar. El trabajo contemplaba solo un sondeo para tratar de ver las paredes de las habitaciones en las que se habían encontrado las pinuras, pero el hallazgo cambió por completo los planes del equipo de excavación. “No podíamos tapar el mosaico, había que seguir y seguimos hasta el punto de poner nosotros los 7.000 euros que nos hacían falta. Si trabajas de arqueólogo nunca te vas a hacer rico, más bien al contrario”.
A pesar del esfuerzo, la campaña se cerró con cierto sabor amargo porque el descubrimiento pasó casi desapercibido para la atención pública y las administraciones. “No conseguimos que viniese ningún representante del Principado, solo un técnico de la Consejería, y la noticia apenas salió en los medios de comunicación. No podíamos evitar pensar: ¿pero de verdad que nadie va a venir a verlo?”.
Fuera como fuese, el hallazgo no hizo más que confirmar al equipo que merecía la pena continuar y la solución se reveló de una forma también sorprendente: los mismos vecinos de Las Regueras se implicaron en el proyecto. Constituyeron la Asociación de Amigos de la villa romana de San Martín de La Estaca con la que reunir fondos y costear la próxima campaña. Empezó así un rosario de acciones encaminadas a conseguir apoyos y financiación: rifas, charlas, sorteos y hasta la creación de una línea de cerveza artesana que llevaba el nombre de ‘Mosaic’ y cuyos beneficios fueron destinados a la investigación. La Asociación puso en marcha un crowfunding a favor del Mosaico de La Estaca y en cinco semanas recaudaron los 21.000 euros necesarios para la siguiente campaña, demostrando que “la unión, la voluntad y la ilusión tienen un poder incalculable” como ellos mismos aseguran.
El compromiso vecinal, junto con el apoyo del Principado, consiguió que el mosaico se rescatase en su totalidad en 2019. En 2020 se prosiguió con una nueva campaña en la que aparecieron nuevas estancias.
El director del yacimiento valora especialmente el interés que tienen los propios vecinos en las excavaciones, “no es fácil porque normalmente ocurre lo contrario, la gente tiene reticencia y desconfía, pero aquí ocurre al revés, nos dan información y permisos para hacer prospecciones. Nos ofrecen sus parcelas y tenemos más ofrecimientos de lo que podemos abarcar. A la gente le gusta que se hable en la prensa de lo suyo para bien y aquí nadie intenta montar un Niemeyer. Una vez hecha la excavación, volvemos a tapar la finca y las vacas pueden volver al prado como si nada hubiera pasado. Nosotros integramos las mediciones y las fotos virtualmente, de forma que podamos verlo todo y enseñarlo a la gente sin necesidad de volver al prado. Cuando la gente va entendiendo esta forma de trabajar todo es más fácil”.
La Asociación de Amigos de la villa romana puso en marcha un crowfunding en septiembre de 2019 a favor del Mosaico de La Estaca y en cinco semanas recaudaron los 21.000 euros necesarios para la siguiente campaña de excavación, demostrando que la unión, la voluntad y la ilusión tienen un poder incalculable.
La importancia del yacimiento
La campaña de este año ha permitido encontrar nuevas dependencias destinadas a personal de servicio y articuladas en torno a un patio central. Son sin duda buenas noticias, aunque de especial relevancia es el hallazgo de un recinto productivo de planta semicircular, que podría haber tenido funciones de granero o almacén y que fue reutilizado en posteriores ocupaciones. Los restos próximos de una iglesia y un cementerio explican que aquí hubo un asentamiento posterior que dio lugar a una parroquia. Su total excavación podría aportar información relevante de una época de la que apenas se conserva documentación escrita, la tardoantigua.
“En el final del Imperio Romano, -añade Muñiz- los núcleos de población siguieron adelante, se cristianizaron, se construyeron iglesias y cementerios. Excavando esas casas algún día podremos conocer los orígenes de la sociedad rural asturiana que vivió a partir del siglo VI, algo que es imposible de conocer de otra forma si no es a través de la arqueología. San Martín de La Estaca ofrece esa posibilidad, el yacimiento tiene mucho futuro y su trascendencia es que sirve para aportar información sobre esas transiciones de época”.
Tras finalizar prospecciones geofísicas con georradar en nuevas parcelas, los investigadores aprovecharán el invierno para dar a conocer su trabajo mediante la publicación de varios estudios. En mente, está la próxima campaña para la que a buen seguro seguirán contando con la ayuda de la Asociación. “Hay que ser conscientes de la situación en la que estamos ahora debido a las consecuencias de la pandemia, no será fácil obtener la financiación así que haremos propuestas acordes a las posibilidades que haya –comenta Muñiz-. Seguiremos coordinándonos con ellos y esperamos hacer una campaña tan exitosa como la de estos años”.
Por su parte, la Asociación de Amigos de la villa romana afronta un periodo de pausa para estudiar qué nuevas acciones se pueden acometer cara a seguir apoyando la investigación. Saben que ahora las cosas serán un poco más difíciles, pero no cejan en su empeño de seguir adelante.
Quedan todavía muchas incógnitas por resolver en este enclave arqueológico, que ya está dando los pasos necesarios para ser reconocido como Bien de Interés Cultural.