En el Instituto Nacional del Carbón (INCAR-CSIC) se encuentra un equipo de investigadores que están dando prometedores pasos en la captura de CO2. Juan Carlos Abadanes, fue el iniciador de este proyecto que pretende demostrar el éxito de una tecnología más económica y más eficaz.
Asturias está en la carrera por conseguir una tecnología que haga del carbón una energía limpia, un objetivo que persiguen científicos en distintos lugares del mundo. El prototipo de captura de CO2 que tiene el grupo asturiano en las instalaciones del INCAR es la niña bonita de este equipo investigador. Aquí se hallan invertidos varios años de trabajo, cuyos frutos empezarán a verse en el importante prototipo que se está construyendo en La Pereda, Mieres.
-Ultimamente se habla mucho de captura de CO2. ¿Por qué es importante avanzar en estas investigaciones?
-Actualmente el 80% de la energía primaria mundial es energía fósil. Más de la mitad de todas las emisiones de CO2, se emite desde centrales térmicas y grandes industrias. Es posible transformar estas grandes instalaciones en un sistema sin emisiones gracias a la captura y almacenamiento permanente de CO2, y hacerlo además a unos costes razonables cuando se comparan dichos costes con otras tecnologías energéticas sin carbono. El proceso se realiza desde hace muchos años a escala industrial. De hecho hay almacenadas en el mundo más de 51 millones de toneladas de CO2. En este tema están trabajando auténticos gigantes del mundo de la industria energética, mundial, y muchos grupos de investigación llevan décadas investigando en cualquiera de las tecnologías más maduras y desarrolladas para mejorarlas y adaptarlas a su nueva aplicación en centrales térmicas y otras grandes industrias.
Hay además un grupo de tecnologías emergentes, mucho más inmaduras, que buscan aplicar en una central térmica una tecnología más económica y atractiva, que derroche menos energía para la etapa de captura, ya que ése es el talón de Aquiles que tienen todas las tecnologías conocidas. Y en este abanico de tecnologías emergentes una de ellas es la nuestra.
“El principal enemigo del carbón asturiano no es la falta de tecnología de captura de CO2, sino el carbón exterior, cuyo coste es menor”
-¿En qué consiste el proceso concreto de captura de CO2 que estáis desarrollando en el INCAR?
-Utilizamos una idea básica que se remonta al siglo XIX, y es que la cal es capaz de absorber CO2 en ciertas condiciones. En el humo de combustión del carbón un 10-15% es CO2 y el resto aire viciado (nitrógeno y oxígeno) que no resulta contaminante. Lo que nosotros tenemos que hacer es extraer el CO2 concentrado al 100% para poder almacenarlo posteriormente. Así que el proceso consiste en poner el humo en contacto con la cal (CaO) a una temperatura de 650 grados; las partículas de cal absorben CO2 y se forma el carbonato, que ya es un sólido. De esa manera ya se ha hecho la mitad del trabajo, puesto que el sólido se traslada a otro lugar donde a elevada temperatura devuelve el CO2 pero ya en estado puro. La cal se reutiliza, como en una cinta transportadora, vuelve al lugar inicial para continuar capturando CO2.
-¿Qué ventajas tendría esta tecnología?
-Nosotros hemos calculado que si logramos trabajar en la zona de operación que ya sabemos que sería la más adecuada, estamos hablando de una reducción en torno a un 30% en costes de captura respecto a las tecnologías más maduras.
Otra característica es una mayor eficiencia energética. En una central térmica entra carbón y sale electricidad, pero si queremos que entre carbón y salga la misma electricidad con captura de CO2 hemos de consumir más carbón, alrededor de un 20 o un 40% más, lo cual hace al carbón todavía menos sostenible porque para la misma cantidad de energía útil vamos a necesitar más carbón. Las tecnologías emergentes de captura de CO2 como la nuestra pueden reducir la penalización energética al 10-15%.
“El carbón es una fuente de energía muy competitiva. Su futuro a nivel global está absolutamente garantizado”
-¿Se podrá aplicar en Asturias?
-Los primeros grandes proyectos de captura y almacenamiento de CO2 en el mundo, se llevarán a cabo en sitios donde el entorno geológico permita el almacenamiento gegológico masivo y seguro de CO2. La captura y el almacenamiento van a ir juntos independientemente de nuestros deseos personales. Si nosotros llegásemos a una fase final comercial de una gran planta de demostración y resulta que no hay un sitio adecuado para almacenar CO2 en Asturias o en su entorno porque la geología no lo permitiese, evidentemente aquí no se podría hacer dicho proyecto. Dentro de cincuenta años quizá sea posible mandar CO2 desde Asturias hasta el Mar del Norte porque haya “ceoductos”, igual que hay gaseoductos que traen el gas desde Siberia. Pero de momento, esto es todavía ciencia ficción. Nosotros lo que tenemos aquí es un proyecto de desarrollo tecnológico: luego, el proyecto de demostración comercial con nuestra tecnología, se hará donde se tenga que hacer. Ocurre también al contrario: si en un momento determinado otras tecnologías de captura de CO2 demuestran ser mejores que la nuestra, y Asturias está en condiciones de ejecutar un gran proyecto comercial de captura de CO2 para generar electricidad sin emisiones de CO2 al mínimo coste, sería un error que Asturias apostase por una tecnología distinta a las más adecuada en ese momento. No es inteligente unir el destino del carbón asturiano al de esta tecnología en particular.
-¿El futuro del carbón está asegurado?
-Yo estoy convencido de que el uso del carbón es una fuente de energía que va a continuar durante muchas décadas en el mundo. Es una fuente de energía muy competitiva, está distribuida por casi todo el mundo y es fácil de transportar. Eso hace que el mercado del carbón en el mundo sea muy potente, y su futuro a nivel global esté absolutamente garantizado.
Incluso los que creemos que hay que hacer los sacrificios que haga falta para reducir drásticamente las emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático que tenemos encima, sabemos que la fortaleza del carbón es tal que es casi imposible plantear su desaparición. Es en este contexto donde cobran importancia las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2.
“En esta carrera hay muchos grupos trabajando. Si en un momento determinado nuestra tecnología no es la más barata, sería un error que Asturias apostara por ella. No es inteligente unir el destino del carbón asturiano al de esta tecnología en particular”
-¿Y el carbón asturiano?
-El enemigo del carbón asturiano no es la falta de tecnología de captura de CO2, sino el carbón exterior, cuyo coste es menor porque se puede extraer de forma más barata en muchos puntos del planeta. ¿Por qué es más barato? En algunos casos, porque el yacimiento es fácil de explotar y transportar, y en otros porque hay una competencia desleal y las condiciones de seguridad en la extracción son mucho menores.
Las opciones están muy claras: o se deja que funcione el mercado y entonces se hunde el carbón autóctono, o pagamos entre todos el diferencial de costes para tener seguridad de suministro y sostener de forma racional una actividad muy arraigada en determinadas partes del territorio. Pero ésa es una decisión política. Las excusas medioambientales que impiden el uso del carbón están a punto de desaparecer con la tecnología del carbón limpio. Pero al día siguiente, el dilema del carbón autóctono frente a carbón de importación permanece.
El camino hacia la planta comercial
-Se ha demostrado en un prototipo que esta tecnología funciona en una miniplanta de 30 kW. ¿Cuál será la hoja de ruta de este proceso hasta llegar a comprobar que es aplicable en una planta comercial?
-Estamos construyendo en La Pereda, Mieres, una planta en la que vamos a probar este proceso a una escala de 1,7 megavatios, (1700 kW) pero eso se tiene que multiplicar por treinta o cuarenta en los próximos cuatro o cinco años en otro equipo mayor. Una vez que se compruebe que eso funciona, hay que dar otro paso intermedio de mucha inversión, un paso previo al salto a la planta definitiva donde ya se genera electricidad a gran escala. El objetivo que tenemos es ambicioso: entre 2015 y 2020 deberíamos estar en condiciones de proponer una planta comercial.
En este sentido, es muy importante la agrupación de interés económico que firmó el CSIC con Hunosa y con Endesa y el acuerdo que firmó esta nueva entidad con Foster Wheeler, una multinacional que tiene una división muy importante en España. Evidentemente la parte industrial del proyecto es la que debe liderar estas fases y tomar las decisiones más importantes.
-¿Cuándo se pondrá en marcha la planta de La Pereda?
-La planta de La Pereda se encuentra en construcción, se ha terminado la obra civil, y empiezan ahora con el montaje de todos los equipos que van llegando. Se prevé que a mediados de julio pueda estar terminada. Nuestra intención es que a primeros de 2012 podamos tener información suficiente para los que tienen que decidir si nos lanzamos a la siguiente fase. Pinche aquí para ver más contenidos del I+D+i