Fruto de la mezcla
de mis pensamientos distorsionados.
Por no fallar, por no herir
olvidé reír,
olvidé quién era.
Ello me genera confusión y desespero,
pues en mi cuerpo me meto y dentro
me encierro.
Salir me da miedo,
quedarme no quiero.
Mi mente se frustra por este veneno,
gotita a gotita, me quema
hasta que salgo en silencio,
a hurtadillas, descalza,
por la línea del miedo.
Caminar sigilosa, sola…
me ayuda y da consuelo.
Hasta que la línea se borra y aparece el suelo,
firme, consistente, estable y duradero,
y por fin se convierte en un grato sendero.
Del caminar por la vida,
superando el momento,
mirando hacia el horizonte
con una sonrisa y un
Yo, puedo.