Escoborola no es una guardería al uso, es un espacio socioeducativo ordenado, estético, lleno de color, limpio de formas donde cada elemento tiene su razón de ser en el desarrollo del niño. Los valores que aquí se promueven de forma natural son la socialización, el respeto y la solidaridad. Una alternativa a la educación tradicional que ha puesto en marcha la pedagoga Laura Miguel y que ha sido reconocida con el Premio Emprendedora de Langreo 2020.
-¿Cómo se te ocurre poner en marcha esta idea?
-Durante mi embarazo buscaba para mi hijo una educación distinta a la que yo había recibido. Miré posibles alternativas por la zona y no encontré nada. Coincidió que no me renovaron el contrato en mi anterior trabajo y me quedé en paro. Soy pedagoga, formada en pedagogías alternativas, así que, motivada por la idea de ofrecer a mi hijo una educación distinta, alentada por mi familia, decidí iniciar este nuevo reto y hacerme empresaria. Fue un proceso largo entre que elaboré el proyecto y lo puse en marcha. Un total de dos años hasta que en agosto de 2019 nació Escoborola.
“La principal diferencia de Escoborola con la educación que nosotros hemos recibido en nuestra infancia es que el punto central no es el educador sino el niño”
-¿Y de dónde viene este nombre tan curioso?
-Es un guiño al lenguaje infantil y a mi sobrina. Cuando era pequeñita llamaba a la escoba “escoborola”. En su mundo le era más fácil decir ese nombre que el real y me parece que resume muy bien la idea del proyecto que quiero poner en marcha.
-Defiendes que se trata de un proyecto educativo diferente. ¿Cómo lo definirías?
-Bueno, yo no he inventado nada. En Langreo en concreto no había cosas en esta línea, pero en Asturias sí las hay. Se trata de pedagogías alternativas, educación positiva que sigue la línea de Montessori, Reggio, Pickler, Waldorf. La principal diferencia con la educación que nosotros hemos recibido en nuestra infancia es que el punto central no es el educador sino el niño. El ambiente que aquí hemos preparado da al peque oportunidades para interactuar, él es el que elige libremente qué es lo que quiere hacer dentro de unos límites que faciliten la convivencia, claro está. Todo lo que hacemos en este espacio es por y para el niño y ellos marcan sus descubrimientos por observación, tocando, viendo el sentido de las cosas, no porque nosotros les digamos que son así. Aquí no solo atendemos sus necesidades fisiológicas -alimentación, sueño, higiene- sino también evolutivas y de desarrollo procurando ofrecerles diferentes recursos y experiencias para que cada niño aprenda, favoreciendo su libertad de movimiento y autonomía. Y a todo ello le damos una connotación educativa porque entendemos que todo forma parte del desarrollo integral de la persona. Nada se impone, el peque es el que elige y lo hace a su estilo y ritmo. Experimenta con su cuerpo, con el medio ambiente, en sus relaciones con los demás, coge referencias, y va ganando autonomía y confianza.
-¿Qué papel juega entonces el educador?
-Somos observadores que proponemos, guiamos y estimulamos al peque y todo ello lo hacemos en un ambiente lúdico y atractivo. Creemos que divirtiéndose el niño es como mejor aprende. Además, metemos el segundo idioma, en este caso el inglés. Todas las cosas del día a día las hablamos en ambas lenguas para que les vaya sonando, y lo hacemos también a través de cuentos, canciones, juegos u otras actividades creativas. Reforzamos el descubrimiento del inglés de forma lúdica porque eso también ayuda a desarrollar la imaginación, la creatividad, la expresión. A esas edades tan tempranas les resulta más fácil aprender, son como esponjas. Hemos visto cómo niños que aún no saben hablar les resulta más sencillo de pronunciar el inglés que el español. Y cuando llegan a entender lo que hablan y lo repiten, te presta mucho ver el resultado.
-¿Qué actividades lleváis a cabo?
-Trabajamos habitualmente con niños de 0 a 3 años y en períodos no lectivos o vacaciones se nos suman peques hasta los 6 años. Las actividades se desarrollan dentro y fuera del centro. Apostamos por la diversión como motor de impulso en la estimulación sensorial, emocional y motriz. Este espacio está dividido por áreas temáticas y hay un programa guiado por diversos materiales para que los niños trabajen tanto individualmente como en grupo. También hacemos salidas, por ejemplo, el pasado año nos fuimos a ver el otoño al parque, tocar las hojas caídas, ver cómo habían quedado los árboles, recoger piñas, castañas, ver los colores. Otras veces visitamos a algún padre/madre en su trabajo y vemos en qué consiste. Hacemos teatro bilingüe, manualidades, bailamos, escuchamos música… todo es aprendizaje.
“Creemos que divirtiéndose el niño es como mejor aprende”
-¿Afectó de alguna manera esta crisis del coronavirus a tu negocio?
-Este es un centro educativo pequeño, tenemos capacidad para 23 niños. Nuestra mayor sorpresa fue ver que cuando abrimos en 2019 se apuntaron 17. Había mucho trabajo y contraté a dos personas más. Este año debido al coronavirus las cosas han cambiado, tenemos menos niños y tuve que mandar al ERTE a mis empleadas. Ahora gano para cubrir gastos, pero confío en que sea una situación temporal para todos. Escoborola, además de trabajar con una metodología distinta, nace con un espíritu de conciliación familiar. No todos los niños tienen el mismo horario, ni vienen todos los días. Hay familias que les traen dos horas al día, otros en vez de cinco días les traen tres, intentamos en todos los casos adaptarnos a sus necesidades. Decidí hacerlo así porque yo cuando nació mi hija -que ahora tiene cuatro años-, como estaba al paro no necesitaba llevarla ocho horas a la guardería, la llevaba dos o tres veces a la semana para que socializara con otros niños.
-La crisis financiera de 2008 puso a prueba la solidez y flexibilidad de las empresas para salir adelante. ¿Crees que estamos en un escenario similar? ¿Servirán las mismas fórmulas que se utilizaron entonces?
-En aquel tiempo yo estaba aún estudiando, no tengo referencias. Esta crisis nos está afectando a todos, muchos tendrán que cerrar. Nosotros dependemos de las familias y si a ellos les va mal a nosotros también, pero quiero ser positiva. Hasta ahora he tenido suerte.
Para poner todo esto en marcha tuve la fortuna de disfrutar del cheque Emprendedor 2019 por un proyecto de carácter innovador. Una subvención que me vino muy bien. Y el pasado año recibí el premio Emprendedora de Langreo 2020 por Escoborola, un reconocimiento que agradezco y que a día de hoy no me creo todavía. Hemos tenido muy buena acogida en Langreo, no nos podemos quejar. Esperamos que todo esto pase pronto.
Muchísimas gracias por la oportunidad, por tus palabras y tu amabilidad. Ha sido un gran placer…
Dejo el enlace de la mención a este artículo en la página de Facebook del centro:
https://www.facebook.com/escoborola/posts/774256976839949