En Asturies era frecuente guardar los dientes de leche de los niños de la casa, aunque no en todos los lugares, así por ejemplo, en el conceyu de Ibias, cuando un diente de leche comenzaba a moverse, los padres lo extraían rápidamente con una cuerda mojada en agua bendita mientras decían:
«Sale si ti quieres
non te has de negar
pero eu ben che dixe
que teis de sangrar».
Seguidamente envolvían el hilo de cuerda en el diente y lo arrojaban al fuego de la lareira diciendo:
«Dente veyo, traénme un novo
nin grande nin pequeño
como el de todos».
Se suponía que así se aseguraba una nueva dentición. Aunque en las ciudades está muy extendida la costumbre de guardar el diente caído para el «ratoncito» Pérez que a cambio dejará algo de dinero por él, parece que es una costumbre procedente de otros lugares de la península y que no tiene mucho que ver con la tradición asturiana antigua. Cuestión aparte son los dolores de muelas o de dientes de las personas adultas. En este caso se acudía a oraciones y ofrenda a una santa «sanadora». Se trata de Santa Apolonia, en Asturies conocida como Santa Pelonia o Polonia. Según la mitología católica sus verdugos le arrancaron los dientes uno a uno con unas tenazas, por lo que se la considera patrona de los dentistas. En Santibanes de Murias (conceyu de Ayer) en la iglesia dedicada a San Xuan también hay una vieja imagen de madera de esta santa, que sostenía un plato en el cual los fieles depositaban las muelas extraídas. La imagen se chamuscó durante la Guerra Civil y en la actualidad le faltan las manos. También dedicada a Santa Polonia, abogada del dolor de muelas era la capilla de A Valía en Santalla d’Ozcos del año 1766 aunque el retablo ya no existe, pero también existían ofrendas similares. Curiosamente en la Baja Bretaña francesa, ésta era una de las «Santas sanadoras» más populares.
Aunque en algunos conceyos del occidente asturiano no se recurría a la santa sino que se invocaba a la luna nueva en una extraña oración que también preservaba de lobos, perros rabiosos y culebras. En Villayón decían:
«Dios te guarde lluna nova
nun me mordan can nin colobra
nin me llevante dente nin mola
nun m’agarre llobo nin trona
nin me coya dalgún mal de fora».
Existen variantes de esta oración en otros conceyos como Allande o Castripol, pero también se invoca a la luna nueva en lugares tan alejados como Lituania con la finalidad de favorecer la dentición. En Astorga existían amuletos destinados a tal fin confeccionados con dos colmillos de jabalí unidos con plata simulando un creciente lunar.
Esta oración parece tener un fuerte trasfondo pagano, al referirse a la luna nueva a la cual se invoca, en lugar de a la santa. Aunque su inicio : «Dios te guarde» o «Dios te salve» recuerda a las oraciones destinadas a la Virgen María, en cuyas representaciones, a los pies, aparece también un creciente lunar. La luna nueva era el símbolo de Hécate, una de las manifestaciones de la Artemisa griega o la Diana romana con homónimas diosas indoeuropeas, señora de los animales salvajes, quizás de ahí la invocación de protección contra lobos, culebras y perros, y conocedora de las plantas venenosas que matan pero también de las que curan. Durante la Edad Media Hécate era considerada la reina o patrona de las brujas y hechiceras.