Los güeyos (los ojos) también son parte del folclore y la mitología asturiana. Vamos a resumir algunos de los temas relacionados con ellos.
En primer lugar destaca el llamado “mal güeyu” (mal de ojo) ejercido por aquellas personas que se consideraban bruxes. Se creía que el poder de la mirada era tal que podía ocasionar misteriosas enfermedades a gentes y ganado, e incluso ocasionar la muerte. Existía un sin número de amuletos para contrarrestar tal efecto como las ciguas de azabache, ajos, cuernas, etc. O una vez que el “mal güeyu” había surtido efecto, se recurría a “pasar l’agua”, ritual efectuado con un cuerno de venado, al que se añadía la oración de “Agüeyarente dos desagüeyente tres, San Pedro, San Pablo y el divino San Andrés”. Pero el “mal güeyu” no siempre era provocado a conciencia, también podía ser involuntario, existen historias que se repiten a lo largo de la geografía asturiana, en las que un hombre dueño de una gran cantidad de ganado, cada vez que iba a verlo, caía muerta una de sus mejores reses. Aconsejado por un criado, tapa uno de sus ojos y mira al ganado, ve que no ocurre nada, pero al mirar con el otro, el mejor toro de la manada cae muerto. El hombre se da cuenta de que tiene “un güeyu malu” y decide arrancárselo. El tema del agüeyamiento requeriría mucha extensión para ser tratado con profundidad. Los arzolinos, también llamado rizolos en Oneta (Villayón), son granos que crecen en los párpados y resultan muy molestos, había diversas formas para quitarlos, en algunos casos se frotaba con la ropa un anillo de oro o “el furacu” de la llave del horru y se aplicaba sobre el ojo. En Faeu (Belmonte) se frotaba el ojo con la saliva de la mañana, en ayunas. En muchos concejos del suroccidente asturiano se cogían pajas y se hacía una especie de caseta uniéndolas por un extremo, después se les prendía fuego y se colocaban cerca para que el humo entrase en el ojo mientras se decía: “Arzolín, afuxe, arzolín, que te queima la casa ya’l molín”.
A veces los ojos del ganado y de las personas crían una especie de tela blanca que los va cubriendo. En algunos conceyos se pasa una pluma de gallina impregnada en miel, pues, se supone que la miel irá comiendo esta tela. En los conceyos costeros se machaca el hueso de la Xibia (jibia) y se aplica el polvo obtenido, soplando al ojo a través de una caña. En Valdemoro (Candamu) llaman a esta afección “defleita” o “esfrecha” y existen oraciones especiales para su curación. Finalmente para lavar los ojos irritados o lagañosos se recurría al agua de cocer manzanilla o la flor del sabugu también conocido como benitu, beneito y benitón.