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martes 2, septiembre 2025

Héctor Moro, un maratoniano solidario

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Hay gente que sueña con acabar una maratón, otros corren maratones y los hay que, además, corren para ayudar a los demás. Es el caso del lavianés Héctor Moro, el asturiano con más maratones completadas que además corre por las buenas causas. Quizá esta segunda faceta ensombrezca a la primera. Lo que sí es cierto es que detrás de este deportista hay una persona de gran corazón.

-¿A qué te dedicas profesionalmente?
-Soy autónomo y me gano la vida en torno al deporte. Soy entrenador y llevo a un grupo de gente, también soy representante en Asturias de una marca de suplementación deportiva y hago algunas colaboraciones con la marca deportiva Joma.

-¿Qué fue lo que te motivó la primera vez que saliste a correr?
-Pues fue un poco la báscula. De chaval jugaba al fútbol y tuve una operación de cadera que me hizo abandonar ese deporte porque no podía recibir golpes en la parte operada. A eso le sumas juventud, dinero –porque empecé a trabajar–, fiesta, y esa mala combinación hizo que pasara de ser deportista y estar en línea, a en dos o tres años coger un montón de kilos. Un día dije “¡hasta aquí, no puedo seguir con este ritmo de vida!” y salí a correr porque era lo más barato. Empecé en el 2003.

«Mi padre murió de un cáncer terminal de pulmón. A partir de ahí se me encendió esta chispa solidaria y fue enlazar un proyecto tras otro hasta el día de hoy»

Hector Moro con su padre tras completar su primera actividad deportiva. Mes y medio después falleció.
Héctor Moro con su padre tras completar su primera actividad deportiva. Mes y medio después falleció.

-¿Cuándo tu pasión deportiva se pone al servicio de causas solidarias?
-A finales del 2011 a mi padre le diagnosticaron cáncer de pulmón y era terminal. Tengo a un primo que trabaja en el Instituto Universitario de Oncología (IUOPA) de aquí de Asturias y me puse en contacto con él para buscar una fórmula en la que se pudiera donar dinero para la investigación. Lo que se me ocurrió fue ir corriendo desde Laviana hasta Covadonga, subiendo los Lagos. Fueron un total de 101 kilómetros y la gente apadrinaba 5€ por cada kilómetro. En aquella primera actividad conseguimos recaudar 4.430€ que donamos al Instituto. Esto ocurrió un 3 de junio y el 18 de agosto mi padre murió. Esa carrera fue nuestra despedida porque a partir de ahí fue cuando empeoró y entró en la fase final que fue muy dura. Se me encendió esta chispa solidaria y a partir de ahí fue un proyecto tras otro.

-Ahora estas causas solidarias son más habituales, pero en aquel momento era algo bastante novedoso, ¿no?
-Es verdad, hoy en día hay muchas causas, pero por aquel entonces no. Han pasado trece años y, claro, en este tiempo también uno va cumpliendo años y va a menos físicamente.
Y luego también me encuentro con gente que piensa que esta es mi obligación, que me dedico a esto, y a veces hasta me lo demandan. Yo, al final, soy un autónomo que me tengo que buscar la vida como todo el mundo, estos proyectos los pongo en marcha cuando puedo y me apetece, porque en el fondo me cuestan dinero.

«A veces me encuentro con gente que piensa que esta es mi obligación, que me dedico a esto y hasta me lo demandan. yo, al final, soy un autónomo que me tengo que buscar la vida como todo el mundo»

-¿En qué causas te estás dejando las piernas y el corazón hasta ahora?
-Empecé por la causa que me movió y me sigue moviendo: donar para la investigación contra el cáncer. Sé que llegué a una lucha que tiene muchos apoyos porque, por desgracia, mucha gente padece esta enfermedad. Luego, por el camino de la vida, vas conociendo otras causas que te tocan de alguna manera y en las que te acabas implicando y colaborando: el IUOPA, colaboré con la Fundación Josep Carreras, con la Asociación Asturias contra la ELA, contra la Fibrosis Quística, Esclerosis Múltiple, Síndrome de Duchenne. A ello sumo otras más próximas y personales, como padres que necesitaban una grúa para poder mover a su hijo con distrofia muscular. En el fondo intento hacer una influencia positiva y de ayuda en lo que pueda.

-¿Te guías por el corazón?
-Pues podría decirte que sí. Estuve un tiempo metido en la política como concejal en el Ayuntamiento de Laviana. La política en sí no me hacía ni fu ni fa, entré porque soy una persona muy activa y pensé que podía cambiar las cosas a través de deporte, pero luego te das cuenta de que no es así, la burocracia te frena… y eso es un poco lo que pasa con la vida. En todos los cambios que he dado en mi vida o las causas en las que he participado, me he guiado por lo que me dictaba el corazón. Por eso también he sido un incomprendido.

«En todos los cambios que he dado en mi vida o las causas en las que he participado, me he guiado por lo que me dictaba el corazón. Por eso también he sido a veces un incomprendido»

-He leído que has conseguido recaudar desde 2012 más de 250.000 euros para causas solidarias. ¿Crees que además de dinero has conseguido más cosas para esos proyectos?
-El dinero, sinceramente, es una expresión muy pequeña de todo lo que estoy consiguiendo. Yo no sabía que existía el IUOPA y, como yo, mucha gente. A través de estas cosas establecimos una relación muy estrecha y también la gente lo conoció más. Las cantidades que podamos conseguir son irrisorias comparado con los millones que necesitan para cualquier cosa; esto es un respaldo, una ayuda a su difusión, publicidad, en cierta forma.
Nosotros donamos, qué sé yo, 10.000 euros en una carrera contra el cáncer en Laviana, que pensamos que no supone nada, pero a lo mejor eso son las llaves que abren una financiación del Estado de 100.000 euros. Son puertas que abren otras puertas.

-¿Cómo compaginas tus retos solidarios con tu vida personal?
-Yo hice de esto una forma de vivir. Estoy divorciado dos veces y me llevo muy bien con mis parejas, aunque reconozco que esta forma de vida me hizo alejarme un poco de todos ellos, pero vi aquí mi forma de vivir.

-¿Qué has tenido que sacrificar para llegar adonde estás?
-Pues mucha vida porque no soy una persona que tenga patrocinios ni una estabilidad económica detrás, o que haga esto en mi tiempo libre para no aburrirme. Para nada. Soy un autónomo que ha decidido complicarse la vida para que sea más gratificante, una persona de naturaleza inquieta con la que -entiendo- es difícil convivir porque estoy continuamente metiéndome en saraos en los que no se mete nadie, pero que a cambio me reportan mucha vida. Si ahora mismo me muriera, puedo viajar muy a gusto porque creo que soy una persona que ha recibido mucho de la vida y que le ha devuelto a la vida.

«Las cantidades que podamos conseguir son irrisorias comparado con los millones que necesitan para cualquier cosa; esto es un respaldo, una ayuda a su difusión, publicidad, en cierta forma»

-¿Cuáles son las principales barreras que tienes a la hora de conseguir tus desafíos?
-Tenemos una amiga a la que diagnosticaron esclerosis múltiple hace tres años y desde entonces hacemos todos los años una actividad para la Asociación Asturiana de Esclerosis Múltiple. Pues todas esas cosas salen de nuestro bolsillo: cruzamos en bicicleta Asturias desde Cantabria a Galicia por la Nacional 634, dormimos en distintos lugares y luego está la gasolina de la gente que nos acompaña. Al final en el fin de semana nos podemos gastar unos 300€ que salen de nuestro bolsillo. Y eso no lo deducimos en ningún momento de las donaciones, todo lo recaudado va íntegramente para la causa. Te comento esto para que veas un poco la realidad. Realmente mis mayores barreras son el dejar de lado mi trabajo para hacer estas cosas y costearlas yo mismo. Eso que yo tengo asumido, la gente que comparte la vida conmigo no. Imagínate que tu marido es autónomo, intenta sobrevivir como buenamente puede y después se marcha un fin de semana por el mundo a hacer una actividad solidaria que, además, le cuesta dinero.

-Es un coste añadido, pero este a nivel personal…
-Sí. Porque además te dicen que en el fondo la gente gana dinero conmigo: cuando organizamos una causa en un bar, o encargamos y vendemos camisetas, pero yo, en cambio, no gano dinero con nadie. A cambio tengo la conciencia muy tranquila porque no debo nada a nadie y eso me da libertad. Todo lo que hice ha sido con mis propios medios, tirando de amigos, y esto es lo más importante para mí. Hago esto porque quiero y de la forma que puedo, tirando más de corazón que de medios. Bueno… y de amigos que siempre están ahí para echar una mano sin esperar nada a cambio.

Héctor Moro en el Maratón de Zaragoza en 2025
Maratón de Zaragoza en 2025.

-¿Cómo consigues trabajar y mantener ese nivel de entrenamiento que te permita alcanzar esos retos?
-Entreno a varias personas que me tienen como un referente deportivo y eso me exige mantenerme físicamente bien, así que eso es parte de mi forma de vida. Soy solidario cuando me apetece y cuando no, soy un deportista al que le gusta competir y ganar. En abril fui a la Maratón de Zaragoza y fui quinto en la general: el primer español en meta, detrás de tres keniatas y un francés, y en cambio eso no tuvo ninguna repercusión. La faceta de deportista solidario a veces pesa más de la cuenta… Soy el asturiano con más maratones completados, 72 maratones oficiales. Pero de eso no se habla, mi faceta solidaria ensombrece estos otros retos. Y una sin la otra no existiría.

«Me gustaría envejecer corriendo porque eso indicaría que tengo la salud necesaria para hacerlo, y ya van 45 tacos»

-¿Qué destacas cuando miras hacia atrás y qué deseas cuando pones la vista en el horizonte?
-Pues no sé qué decir. Me gustaría envejecer corriendo porque eso indicaría que tengo la salud necesaria para hacerlo, y ya van 45 tacos. Creo que voy a morir joven –a mi pareja le parece mal que diga esto– porque la mía es una familia con muchas víctimas de cáncer que además han muerto jóvenes, así que por genética creo que no me voy a librar. Eso me ha hecho vivir intensamente el presente. Por ejemplo, dejé mi anterior trabajo porque no me llenaba y elegí hacerme autónomo, pero al final tengo la vida que quiero, vivo al día.

-He recogido una frase tuya en la que dices “Sé que algún día el bicho y yo nos miraremos de frente a los ojos”, refiriéndote al cáncer.
-Sí, es lo que te estaba diciendo. Sé que un día nos encontraremos porque tengo muchas papeletas y cuando me toque enfrentarme quiero que me vea con el mismo asco a como lo miro yo a él.

-Has dicho también “Demasiado rápido te rompes, demasiado suave no llegas. El arte está en el equilibrio”. ¿Cómo lo llevas en tu vida? ¿Cómo practicas esto?
-Es una lucha continua, a lo mejor durmiendo poco. Ahora vivo con mi pareja en Llanera, pero mi familia -madre, hija y nieta- viven en Laviana y sus circunstancias no son fáciles. Eso me obliga a estar un poco cubriéndolo todo, manteniendo un equilibrio en la balanza porque si no, por mi manera de vivir, es fácil caer hacia un lado u otro. Pendiente de cometer errores que hice en el pasado.

-Hay muchos tipos de amor y de pasión. ¿Cómo describirías la tuya por el atletismo?
-La peor noticia que me podrían dar es que no puedo correr. Recuerdo que de chaval tenía muchos episodios de depresiones; en aquella época hablar de salud mental era tabú, y si ibas al psicólogo o psiquiatra, como era mi caso, era porque “estabas loco”, así que iba casi a escondidas. Empecé a correr y se marcharon mis fantasmas. Corriendo pienso muchas cosas, pero para bien. Por eso, hice de este deporte mi forma de vida, todo gira en torno a ello. Leo mucho, escucho podcasts sobre el tema, hago cursos continuamente para estar al día…
Hay una frase que también me gusta mucho y es “los dos días más importantes de tu vida son el que naces y el día que descubres para qué”. Yo nací un poco para esto, es lo que me hace más feliz.

-¿Cómo te sientes cuando superas cada uno de los retos?
-Como un toro, sinceramente. Las personas que somos emocionalmente inestables a veces necesitamos este tipo de cosas para demostrarnos a uno mismo nuestra valía. Cuando hago este tipo de cosas me siento poderoso, es como un chute en vena.

«El pasado 9 de agosto, el ciclista Roberto Camblor y yo completamos los 276 kilómetros que componen la N-634 a su paso por Asturias (…) a favor de la Asociación Asturiana de Esclerosis Múltiple. Conseguimos 1.506€»

Foto de familia al terminar el reto para la Asociación Asturiana de Esclerosis Múltiple el pasado 8 de agosto con Héctor Moro (tercero por la izda.) y Roberto Camblor (segundo por la dcha.)
Foto de familia al terminar el reto para la Asociación Asturiana de Esclerosis Múltiple el pasado 9 de agosto con Héctor Moro (tercero por la izda.) y Roberto Camblor (segundo por la dcha.)

-¿Tu último reto?
-El pasado 9 de agosto, el ciclista de Blimea Roberto Camblor, que también es amigo, y yo completamos los 276 kilómetros que componen la N-634 a su paso por Asturias, es decir, desde la frontera de Cantabria hasta Castropol a favor de la Asociación Asturiana de Esclerosis Múltiple y lo hicimos con la compañía de varios amigos incondicionales. Tenemos a una amiga que padece esta enfermedad y quisimos aportar nuestro granito de arena. Conseguimos 1.506 €. Para mí fue un gran reto porque no es una disciplina en la que esté muy entrenado y no daba un duro por mí. Al final fueron 9 horas, 52 minutos y 9 segundos en un recorrido que llegó a acumular cerca de tres mil metros de desnivel positivo. Y tuvimos de todo, climatológicamente hablando: calor, niebla, lluvia e incluso frío en algunos tramos. Ya tengo la cabeza pensando en lo siguiente. Creo que cada uno de los retos realizados son pequeños pasos que, aunque pasen desapercibidos para muchos, hacen más bonito el mundo de unos pocos.

-“Ninguno de nosotros es mejor que todos juntos”, suena a propia experiencia.
-Sin duda. Puedo tener muchas ideas, mucha fuerza física, muchas ganas de colaborar, pero sin el apoyo de estos amigos que antes te mencionaba, ninguna de ellas podría haberse llevado a cabo. Gente que te acompaña, que te apoya, que te sigue con su coche por si necesitas algo cuando podría estar en la playa. Todos somos muy poderosos, somos piezas de un gran puzle. No todas las piezas tienen la misma importancia, pero todas son necesarias para completar ese puzle. Eso de llegar a meta y recibir el cariño de los tuyos, los que te quieren y te aceptan como eres, no tiene precio.

-¿Cómo llevas la fama?
-Pues mal. Hace poco me hicieron un reportaje en La Nueva España y me sorprendió toda la repercusión social que generó. Me llamaron de un montón de sitios, pero a lo mejor yo esa fama no la quiero. Creo que la gente que entra en contacto conmigo acaba sacando algo bueno, me considero una buena persona, con mis rarezas, mis historias… y eso, precisamente, me obliga a poner ciertas barreras porque cuando das la mano a veces te quieren coger el brazo, y no puede ser.

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