Incluso ya te recomiendan los expertos de revistas cómo tienes que hacer para aguantar, por lo menos, quince días en la perseverancia. Eso que siempre prometes del gimnasio, de estudiar inglés y de dejar de fumar. Bueno, para el asunto del humo ya hasta Sanidad te va a financiar las medicinas; menor esfuerzo te hará falta.Lo de los idiomas, pensábamos que era un mal endémico español, pero últimamente hemos podido publicar fotos de otros países en los que se veía que el mal abunda; la Humanidad tiene dificultades para recuperarse de la maldición de Babel. Hoy toca Polonia:
El trayecto Opole-Wroclaw, que hicimos en otoño, dispone de trenes rápidos y cómodos; incluso la taquillera de origen tuvo a bien informarnos de los descuentos para personas mayores. Un detalle que agradecemos. El vagón que nos correspondió, con asientos convenientemente numerados, podía ser cierre de convoy en cualquier composición, así que llevaba el indicativo adecuado, “Señales de final de tren” (ya lo habrás entendido en polaco, seguramente); sin embargo, al pasarlo al inglés en vez de “signs”, escriben “sings”, con lo cual vienen a decirnos que viajamos en un tren cantante. Cómodo sí, aunque para musical ya no daba el billete.
El siguiente ejemplo nos trae dos defectos, el uno debido a no aplicarse en el estudio, el otro, a esa manía de hacer pintadas para inmortalizarnos. La foto (gracias, Isabel) está tomada en el Colegio Español de París, una institución que acoge a graduados universitarios de esta parte de los Pirineos. Deberían ser más cívicos y más estudiosos, el francés macarrónico parece más propio de los versos de Ludi.
Luis Fernández Valdés, Ludi para los amigos, escribió, en torno a 1915, el poema “¡Oh Mon Dieu de La France!”. Asegura que es un revoltijo que le envía un cantante de asturiano, “con motivo de un Concurso Internacional de Orfeones celebrado en París”; se ríe de la mezcla: ¡Oh país ou l’espagnol/suele encargar les enfants!” Parecen ser los bisnietos de aquel concursante quienes han dejado muestra de estar, no leídos en Français, sino en preparatorio; hasta quienes no hayan estudiado la lengua vecina saben que el lema de la República Francesa (y de Haití, por ocupación) es Liberté, Ègalité, Fraternité. Dan ganas de mandar que lo copien cien veces, por lo menos, con las tildes correspondientes.
Desde la República francesa, precisamente, nos llega una serie de TV que protagoniza una policía, digamos, peculiar, tanto como la traducción del título. En el original es “La Capitaine Marleau”, sin embargo, la graduación militar parece extrañarles a los exhibidores nacionales y la han convertido en “Inspectora Marleau”. Luego en el doblaje se les ve la trampa, entra un subordinado y pregunta “por la capitana”.
Cosas de las relaciones entre culturas. O inculturas. En territorio nacional ha habido gran escándalo balompédico porque en Vallecas llamaron fascista a un fascista. En la TVE se comenta el asunto y enseguida se comparan con lo que se hace afuera: “Es un hecho que en el fútbol británico hay racismo y no se hace nada por erradicarlo de raíz”. Cuidadín, lo de los seguidores del Rayo no es racismo, sino señalar a un racista; y las cosas no se pueden erradicar salvo que, como el propio verbo indica, se vaya a la raíz. Hace falta propósito de enmienda.
En el Gobierno hay propósito de formar gobierno. Se enmiendan a sí mismos. Era hora, podían haberse acordado seis meses antes y nos habríamos ahorrado algunos disgustillos. Esperemos que dediquen un poco de atención (y un bastante de euros) a la Educación. Si bien no es el método de evaluación más adecuado, en el Informe Pisa, una referencia mundial de calidad de la Enseñanza, el alumnado español ha perdido puntos; el Magisterio precisa estímulos.
Cerramos con un ejemplo de comprensión escrita que nos remite otra colaboradora habitual. Colegio del sur, no importa dónde, el alumno de Primaria rápidamente convierte la palabra escondida (Conejo) en otra más habitual en su entorno.
¡Que 2020 nos regale a todos Salud y sentido común!