En algunas leyendas asturianas la Xana es poseedora de un cáliz de oro. Tal es el caso de la leyenda que se cuenta en Santa María del Puertu (Somiedu) donde un paisano roba el cáliz a una encantada que vivía en un pozo de agua del Fordenaya que da aguas del río Sil. La encantada persiguió al hombre hasta que este, asustado, ofreció el cáliz robado a San Pedro. Estos personajes mitológicos huyen ante la imprecación del dios y los santos del cristianismo.
En La Fonte Xania, en Viescas (Salas) el cáliz es de plata y es robado la víspera de San Xuan, al ser perseguido el ladrón invoca a la Virgen del Carmen. Se dice que el cáliz está en la iglesia de Viescas. El 25 de junio, día de Santiago, un paisano de Aguinu (Somiedu) que subió a la Ḷḷaguna del Páramo vio muchos objetos de oro y plata, entre ellos escogió un cáliz y se lo llevó. Al momento la encantada le persiguió monte abajo con tal estruendo que parecía una tempestad. El hombre, muerto de miedo, dijo: «Santiagu d’Aguinu, valme que pa ti lu quieru».
La tempestad y el estruendo cesaron. El hombre cedió el cáliz a la iglesia del pueblo. Se da la circunstancia de que se trata de un cáliz dorado donado en 1767 por Carlos III. En Siresa (Aragón) un pastor roba un cáliz a una mora encantada. (Entiéndase el término moro como pagano). Esta se transformará en una enorme serpiente para perseguirle hasta las puertas de la iglesia del pueblo que se abrirán para acoger al pastor.
La serpiente golpeará con su cola el pórtico y quedará petrificada.
El episodio del robo del cáliz aparece también entre las hadas, homónimas a nuestra xana. Guillermo de Newbrigde, cronista del siglo XII relata que en la provincia de Deiri (Yorkshire, Inglaterra) un campesino de nombre Gipse robó una copa en un banquete de hadas y pudo huir al pueblo con su botín. Dicha copa sería ofrecida a Enrique el Viejo, rey de los ingleses, como presente de gran valor y después al hermano de la reina, David, rey de los escoceses, que la mantuvo como un tesoro durante muchos años.