Hasta el más vulgar escribidor emborrona artículos. En el número anterior, esta querida página, que cumple este mes seis años señalando con el dedo deslices ajenos, se infectó de meteduras de pata. Sin contar unos cuantos defectos de puntuación, dejamos a Vicente Morales, proveedor oficial, sin la «M» del apellido; convertimos una película oscarizable en la canción de Massiel en Eurovisión, Un buen criterio quedó irreconocible en Bien criterio, y en el colmo de la confusión, adjudicamos al Real Oviedo el fichaje de un futbolista que tiene asuntos con la Justicia por tramposo, y está en el Sporting. En tiempo de Cuaresma, propio de contriciones, solicitamos la benevolencia de lectoras y lectores, a la par que nos apropiamos de la real frase, «Me he equivocado, lo siento, no volverá a ocurrir«. En la certeza de que, humanos al fin, sin duda volveremos a tropezar con la misma (o parecida) errata.
No parecen estar tan dispuestos a confesar equivocaciones algunos gobernantes asturianos. Niegan las listas de espera en Sanidad, -esas que vuelven impacientes a los pacientes-, quizás confiados en que se alivien de modo natural; que ya se sabe, no hay mal que cien años dure… ¡ni cuerpo que lo resista! O se acaba la enfermedad o palma el enfermo, problema que, al parecer, se ha resuelto en Andalucía; según el Diario Sur la solución a todos los males originados por los recortes en el Satse (Sindicato de Enfermería) ha sido sencilla, ¡faltan enfermos!
Uno, en su ignorancia, no entiende que el jefe de servicio manifieste al periódico su enfado; si su función última es que no haya personas dolientes, no se comprende que use palabras como «calvario, inasumible, inadmisible, deberían sonrojarse» junto a expresiones del estilo de «agravamiento de los problemas y desesperación e impotencia de los trabajadores» ¿Qué piden, estos? ¿Es que quieren que el señor consejero salga a la calle a procurar mórbidos? Extrañado por el tono, procedo a leer la noticia con detalle, y encuentro que la culpa, una vez más, está en la redacción. El titular es más verídico: «La falta de enfermeros pone en riesgo la atención en la unidad de neonatología del Materno»
No pueden los gobernantes estar en todo, aunque deberían emplear el tiempo de sus colaboradores en revisar lo que pagan, así evitarían que los dineros que invierten en turismo se vuelvan en su contra. Dos ejemplos: El Ayuntamiento de Gozón ha sido denunciado en prensa porque en las instrucciones para el uso de las playas se ha comido una «c»,- es de suponer que no por abaratar costes-, y se corona en las frases siguientes: «Escoje un lugar de vacaciones donde se cuide el medio ambiente y, si es posible, escoja también un hotel…» Resulta extraña esta forma de recomendar al visitante que elija; primero se dirigen a él de «tú», quizá por darle un trato familiar, luego le dicen de «usted», puede que por acercarse al trato de la recepción del hotel; pero en todo caso, le ayudan mal a escoger. Illán García titula muy bien la noticia, «La playa de Luanco saca nota en calidad y suspende en ortografía».
Verse señalados en un diario ha servido a los ediles para espabilarse: han puesto una especie de pegatinas para rectificar. Bien; no les vamos a pedir que lo copien cien veces. El segundo ejemplo se lo pongo a la audiencia como ejercicio práctico: Cuando vaya a Llanes esta primavera, aparte de observar en Barru lo lento que va el derribo la ampliación ilegal del Hotel Kaype, fíjese en una placa en la villa dedicada a los esforzados trabajadores de la mar; observará que un guión no parte las palabras, sino que las asesina. Demuéstrenos en la práctica que tiene dotes gramaticales, y ya que estamos, envíenos una foto; lo agradeceremos.
Ahora bien, para placa buena la que me remite Eloísa (gentil colaboradora habitual; gracias por el detalle), y que ofrezco gustosamente a todos ustedes. En mi ignorancia, debo reconocer que no sé demasiado de la historia de México, que desconozco las andanzas del Obregón que se menciona, pero para que este hecho sea recordado en un país poblado de machos, machos; para que se gane el derecho a ser grabado en bronce, para que merezca ser recordado por los siglos, ha tenido que ser una erección impresionante.