“La Felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro”
(Viktor E. Frankl)
¿Cómo reacciona un ser humano cuando son sus congéneres quienes lo llevan al límite, quienes lo maltratan, humillan, violan y torturan?
Cuesta creer que una persona sea capaz de infringir tanto daño a ese semejante que tiene enfrente, que tiembla, que grita, que no puede defenderse, que pide clemencia…
¿Cómo se superan estas vivencias? ¿Puede uno ser resiliente tras tales circunstancias? ¿Sale fortalecido de la experiencia? ¿O quizá no se supera?
A veces sí. A veces no.
La respuesta en tres historias:
Jean Amery (1.912-1978).
Escritor. Nació en Viena. Fue apresado y torturado por cuestiones políticas, pero en el curso de ese apresamiento se descubrió su ascendencia judía por lo que fue deportado a Auschwitz y posteriormente a Bergen-Belsen dónde asistió a la liberación del campo en 1.945 y, por tanto, a su libertad.
Pero Jean Amery nunca fue libre sino prisionero de su propia experiencia, pasó el resto de su vida buscando su identidad y renegó de su nombre original, Hans Meyer. Su obra es un hervidero de rencor que pone de manifiesto la pérdida de confianza en el mundo, en el ser humano y como consecuencia reivindica el resentimiento como única reparación del dolor padecido, tanto es así que sostiene que quien ha sufrido tortura ya no puede sentir el mundo como su hogar.
Y así se repite el discurso, una y otra vez, un discurso que va agrandando y afianzando el malestar, el rencor, un discurso que va gestando la vida sin sentido y opción, concluyendo que “quien levanta la mano sobre sí mismo es básicamente diferente de quien se entrega a la voluntad de los demás, quien levanta la mano sobre sí mismo se encuentra en un estado de total ipseidad».
Al ir desarrollando estas ideas va gestando una forma de entender la vida y la muerte voluntaria, sosteniendo que “quien ha vivido en campos de concentración no tiene más salida que el suicidio”.
Jean Amery alzó la mano contra sí mismo ayudado por un puñado de barbitúricos. Prisionero de sus emociones eligió su momento, ejerció la libertad en Salzburgo en 1.978.
La conclusión es que mantuvo una actitud derrotista todo el tiempo.
Frankl es un ejemplo de resiliencia y superación: “ He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar en sus vidas el suyo»
Primo Levi (1.917- 1.987)
Químico y escritor. Fue un ciudadano italiano de raza judía. A los 24 años consideró que había que reaccionar ante el fascismo, había que entrar en acción, formar parte de la resistencia. Ser partisano.
Y por ello fue apresado y enviado a Fossoli (Módena) un campo de concentración para judíos y posteriormente deportado a Auschwitz.
Ya en libertad consideró que tenía una misión en la vida, escribir sus experiencias, ser “escritor testigo” desde una perspectiva positiva. Sin embargo, esa intención positiva no le libró del resentimiento o del rencor, que se atisba en las siguientes frases: “No he perdonado a ninguno de los culpables, ni estoy dispuesto ni ahora ni nunca a perdonar a ninguno a menos que haya demostrado, en los hechos y no en palabras y no demasiado tarde haber cobrado conciencia de las culpas “En la historia y en la vida, uno a veces parece entrever una ley que dice, al que tiene se le dará, al que no tiene le será quitado”.
Primo Levi luchó durante muchos años para superar su paso por el campo incluso llegó a decir que el pasado lo había hecho más rico y seguro, así lo expresó en entrevistas y así se manifestó en conferencias …. Sin embargo, Primo Levi también alzó la mano sobre sí mismo. Fue un 11 de abril de 1.987, en su casa de Turín, en la que había vivido siempre.
Viktor Frankl (1.905-1.997)
Psiquiatra y Filósofo austriaco. Superviviente del Holocausto. Regresó a Viena, a la ciudad donde había nacido, tras la liberación. Está considerado el más famoso psicoterapeuta del siglo pasado y el último de la gran generación de la Escuela de Viena. Fundó la Logoterapia, la terapia en busca de sentido.
Cuando Viktor Frankl fue liberado y volvió a su casa, nada era igual, nada estaba. Su mujer y sus padres habían finalizado sus días en los campos de concentración, una hermana había huido a Méjico. Nada, con lo que había soñado durante su vida en el campo, le estaba esperando, solo el vacío, la soledad.
Fue entonces cuando se le ocurrió la idea del suicidio, pero decidió posponerla hasta que estuviera acabado su libro, “El hombre en busca de sentido”, en el que relata la vida en el campo, las vivencias de los prisioneros, el funcionamiento de la maquinaria al servicio del exterminio, los trabajos forzados, el mendrugo de pan que se intercambia por un cigarrillo y el duro trabajo cognitivo para mantener la esperanza, porque el prisionero que perdía la esperanza fallecía. Por ello Frankl inventó “momentos buenos”, momentos de risa, momentos de sueños…
El libro, que le libró del suicidio, es de lectura obligada para todos nosotros, para todos aquellos que luchan por afrontar situaciones adversas, dramáticas, críticas.
Karl Jaspers (1.883-1.969). Psiquiatra y Filósofo alemán lo considera como uno de los pocos libros de la humanidad.
Frankl es un ejemplo de resiliencia y superación gracias a haber encontrado el sentido de su vida, dice así: “He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar en sus vidas un significado”.
Ese sentido de vida que todos debemos encontrar.
Raquel excelente nota..voy a buscar el libro que recomiendas..muy oportuno en esta etapa donde hay mucha depresión y queja por la pandemia ..al lado de estos relatos recordando este y otros sufrimientos esto es jolgorio..abrazo y gracias!!