“El viento del Sur entorpece los oídos, oscurece la vista, carga la cabeza y deja el cuerpo lánguido y perezoso”
(Hipócrates S VI a.C)
Y es que atrás quedó el verano, los días largos, el bullicio, las fiestas, la playa, las tertulias al aire libre…
Y aquí nos encontramos, en este momento otoñal en el que debemos prepararnos para afrontar los cambios, para adaptarnos a una nueva rutina, especialmente tras el cambio horario, ya que para muchos organismos supone un costo emocional, una caída del estado de ánimo e incluso una depresión estacional.
Al margen de la vulnerabilidad de cada cual existen dos factores implicados en este estado, a saber:
- Días más cortos, menos luz solar, lo cual influye en la regulación de la Serotonina, neurotransmisor relacionado con el bienestar, con la felicidad.
- El viento del sur, el ábrego. Un viento asociado a cefaleas y estados depresivos. El viento al que Hipócrates hacía referencia. El viento que, a decir del pueblo, saca a los locos a la calle, pone la agresividad a flor de piel y hasta el tranquilo se pone nervioso. También conocido, en nuestra región, como el viento de las castañas.
Decía Goethe que la felicidad depende de la práctica diaria de tres cosas: contemplar una obra de arte, leer una poesía y escuchar una melodía.
Así que, partiendo de esta triada básica, vamos a establecer unas pautas para vivir el otoño, para que esa posible alteración del ánimo no entre en nuestro organismo. Para no dejarla entrar.
Decía Goethe que la felicidad depende de la práctica diaria de tres cosas: contemplar una obra de arte, leer una poesía y escuchar una melodía.
Por lo que respecta a la poesía podemos comprar un libro de poesías (de distintos autores) leer diariamente una y tratar de meternos en ella, de comprender el mensaje y de ponerle sentido (sin importar el del autor). Pero si con la poesía no nos sentimos cómodos, podemos optar por un libro de frases célebres, leemos cada día una o dos páginas, no más, y procedemos a la comprensión, a la interpretación y hagamos nuestras aquellas que nos aporten una enseñanza vital. Son píldoras de sabiduría. El cerebro en movimiento.
Por lo que respecta al arte, debemos en primer lugar plantearnos qué es el arte, qué es una obra de arte.
El arte es entendido como cualquier actividad o producto realizado con una finalidad estética. El arte permite al creador expresar ideas, emociones, percepciones, sensaciones. Es, por ello, que hablamos de un lienzo, de una escultura, de un edificio y, ¿por qué no?, del trazado de los pueblos, de algunos lugares donde la naturaleza crea obras caprichosas que producen nuestra admiración y sentimientos placenteros.
Hay lugares, museos, pueblos, minas que merecen que les dediquemos una tarde con la garantía de llevarnos a casa un mundo de emociones. Emociones gratas porque implican conocimiento y el conocimiento nunca defrauda porque no deja tiempo para el hastío.
Pues propongo para este otoño algunos de mis lugares favoritos que vivo como “arte”:
Obvio hablar de la Cueva de Tito Bustillo porque supongo que todos la hemos visto en más de una ocasión. Pero si no es así ya saben…
La Campa de Torres:
extensión de terreno situada en el Cabo de Torres, a unos siete kilómetros de Gijón. Desde tiempos antiguos fue un enclave habitado por diferentes tribus, así como por los romanos, tal como atestiguan los restos y yacimientos arqueológicos encontrados. El parque descubre la prehistoria asturiana centrándose en los inicios desde las tribus astures prerromanas hasta los asentamientos romanos.
Recorriendo este paraje ¿qué experiencias podemos obtener? ¿Qué emociones nos asisten?
Por una parte, nos sentimos poderosos, porque así nos solemos sentir en las alturas, miramos hacia abajo, todo parece a nuestro alcance porque todo está a nuestros pies, el mar, el puerto, la ciudad. Nos sentimos superiores con respecto a aquello que está debajo de nosotros.
Disfrutemos de esa sensación de superioridad que a nadie molesta.
Museo de la sidra. Nava:
Tiene como objetivo dar a conocer y promocionar la bebida característica asturiana. Podemos pasar un buen rato conociendo el proceso al que se somete la manzana hasta convertirla en sidra. Allí presentes están las prensas que se han utilizado para mayar la manzana tras la selección que se hace de la misma. También veremos la evolución que ha sufrido la forma de lavar las botellas, el corchado, etc. hasta el proceder actual y, finalmente, la representación de un bar típico asturiano. La visita es, o puede ser, guiada, lo cual facilita el entendimiento del proceso, especialmente a los turistas.
Y continuando en esta línea es obligada la visita al Gaitero, en Villaviciosa.
La Casa del Tiempo. Infiesto:
También conocida como el Museo del Reloj. Un lugar en que no pasa el tiempo (cuando me di cuenta habían pasado dos horas). Es la historia del reloj y su evolución a través de los años, relojes de bolsillo, de pared, de lugares oficiales. La visita es guiada por el propietario y las explicaciones magníficas.
En el mismo edificio se puede visitar una exposición titulada “Los 13 del Sidrón”, la visita es guiada y las explicaciones versan acerca de los restos de 13 neandertales aparecidos en la cueva del Sidrón. No encontramos material abundante, sino todo lo contrario. Según mi entender la guía tiene que hacer un gran esfuerzo para que la exposición tenga interés. Pero como está justo al lado de la Casa del Tiempo pues uno va a casa con algo más. Una propina.
Otras visitas que les sugiero para este otoño son la Villa Romana de Veranes (Gijón) y el Ecomuseo Minero Valle de Samuño en Ciaño (Langreo).
Son ejemplos, por si acaso les apetece tenerlos en consideración para este otoño. Nos quedan muchas cosas interesantes pero no caben es este artículo.
Salgamos a encontrarnos con la vida, a descubrir la vida, los colores, los olores, los lugares, porque aprender es una satisfacción (…). Seamos exploradores, porque es la forma de enriquecernos y aportar mensajes
Finalmente, una melodía diaria, una melodía delicada diría el poeta. Yo no soy poeta, pero sí conocedora de la influencia de la música en el cerebro, en el corazón. Y no soy delicada, así que no soy capaz de recomendarles cuál. Lo importante es que uno se sienta bien con la que escucha. Para el estado de ánimo, mejor alegre.
Porque la música es preciosa hasta que empiezan a doler las letras.
Pero me apetece poner un ejemplo de dos temas que me producen paz y alegría, respectivamente:
“Bandera sin Fronteras” de Juan Pardo y “Las nuestras y las ajenas” de Quixotes.
Salgamos a encontrarnos con la vida, a descubrir la vida, los colores, los olores, los lugares, porque aprender es una satisfacción. Recordemos que quien siempre cuenta lo mismo no es bienvenido a las tertulias. Y es que hay gente que comienza a contar batallitas antes de ser abuelo.
Seamos exploradores, porque es la forma de enriquecernos y aportar mensajes, seamos capaces de suscitar interés, de ser trasmisores de conocimiento y no de aburrimiento.
¡Por un otoño dorado!