Imaginación. Creatividad. Interés. Experimentación. Al fin y al cabo ¿no es la curiosidad natural lo que ha hecho evolucionar a la humanidad desde el origen? La historia ha avanzado según se daban pasos en conocimiento y su aplicación para mejorar la supervivencia y la calidad de vida.
Hoy hablamos de Investigación, Desarrollo e Innovación.
Siglas nuevas para referirnos a un concepto antiguo y fundamental. Desde el principio conocido, se sabe que las sociedades que mejor aplicaron sus conocimientos fueron las que más rápido crecieron. Dicho de otra forma, aquellos que poseían la tecnología más avanzada fueron ganando espacio y mejorando sus condiciones de vida. Hablamos de la creación de las primeras herramientas, de su estudio y mejora, de la invención de otras nuevas y más sofisticadas: el salto de las hachas más rudimentarias a los punzones, buriles, raspadores, arpones y agujas; hablamos del perfeccionamiento de las técnicas de tallado y fabricación, en busca de la eficiencia; hablamos de la investigación e incorporación de materiales nuevos, como huesos y marfil; hablamos del desarrollo de la agricultura y el estudio del mejor aprovechamiento de los cultivos; el descubrimiento del algodón y el lino y el nacimiento de la producción textil; hablamos de las revolucionarias aplicaciones de los metales…
El hombre es investigador desde siempre. De forma natural, lo que busca es mejorar. Más, mejor, más rápido y con menos coste.
Y así, hemos llegado hasta hoy.
Un mundo cambiante y complejo vapuleado además por una grave crisis económica global. En ese contexto, la colaboración entre los que poseen el conocimiento y aquellos capacitados para lanzar al mercado su aplicación comercial, parece la salida hacia delante. Más ahora, cuando es necesario buscar nuevas referencias para que el crecimiento no se estanque. Eso, y la utilización de todas las posibilidades que ofrecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación, las TIC, porque si es importante investigar, también lo es transmitir. Ya no son admisibles los compartimentos estancos, sino la circulación de la información, los proyectos compartidos, la combinación de disciplinas para obtener mejores resultados.
Según todos los indicadores, Asturias está bien situada en la carrera dentro del I+D+i, consciente de que es fundamental tender puentes de colaboración entre las distintas entidades. Y así debe ser, porque las sociedades que antes comprendan la naturaleza de este cambio, serán las que mejor se adapten al nuevo escenario global. Estamos en el camino correcto para diferenciar nuestros productos, hacerlos nuevos y distintos, mejorar la productividad, personalizar la relación con el cliente, exprimir las posibilidades de gestión y organización. Queda mucho por hacer. En todo este proceso, se espera de las distintas administraciones el respaldo necesario, con la creación y mantenimiento de una estructura sólida que asesore, financie y en definitiva sostenga y refuerce el desarrollo en esta dirección. También vendiendo en el exterior lo que ya es una realidad: la calidad de Asturias.
La apuesta es clara. Invertir en I+D+i es a la vez un riesgo necesario y una aventura apasionante. Es un camino que Asturias ha iniciado y que debe continuar.
I+D+i en Asturias. Instinto de superación
