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lunes 25, noviembre 2024

En aguas preelectorales

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Nos esperan unos tiempos movidos, políticamente hablando. Quedan tres meses para las próximas elecciones, y ya se nota en el ambiente que las distintas partes calientan motores y, con alguna sorpresa, comienzan a copar los medios de comunicación con batallas internas, preparando el terreno para las urnas. Y eso, a estas alturas, nos preocupa.
En el camino que queda hasta las urnas los asturianos nos enfrentamos a un reto: tenemos que saber discernir el grano de la paja. Es decir, escuchar las propuestas, admitir el debate, atender la actividad preelectoral enfocada a la presentación de programas, los cuales, es un suponer, estarán llenos de contenidos. Todo lo que contribuya a enriquecer y a mover ideas es positivo. No lo es sin embargo el lío fácil entre personalidades, el embrollo, las descalificaciones y el ruido en general, que normalmente sirve para esconder la sequía de propuestas detrás de grandes titulares que no tienen que ver con lo que nos debe ocupar.
Y lo que nos debe ocupar no es otra cosa que el futuro de Asturias.
El contexto en el que se gestarán y se celebrarán estas elecciones es complejo. Atravesamos una crisis económica global que está causando serios daños en la estructura económica de Asturias. Las empresas que logran mantenerse acusan el desgaste de tantos meses de vacas flacas. Las entidades municipales se han visto obligadas a apretarse el cinturón en grado sumo, y los expertos vuelven a abrir el necesario debate sobre la conveniencia de una fusión de concejos. Asturias es una comunidad castigada con 81.000 parados que ve cómo la crisis sigue golpeando mientras se paralizan esperadas inversiones por las que se lleva varios años trabajando.
Con este panorama, los ciudadanos no estamos para perder un tiempo valioso en enredos electoralistas, ni tampoco deberíamos consentir los fastos y la ostentación que conllevan los grandes actos de este tipo. El descontento generalizado lo muestra la última encuesta del CIS, que refleja que los asturianos están mayoritariamente preocupados por el paro (85,2%), seguido de la economía (3,5%). Detrás de eso, entre otros asuntos aún queda un 1% que se muestra preocupado por la clase política. Con esas cifras, que recogen más que el descontento, el hastío que la mayor parte de la ciudadanía confiesa sentir hacia la clase política, será un reto para unos y otros ofrecer propuestas que interesen e ilusionen.
Que los tiempos son difíciles ya lo sabemos todos. Por eso mismo no necesitamos mediocridad, sino a quien esté preparado para dar una vuelta de tuerca a la cruda realidad y nos permita verla con una cierta esperanza. Que nos recuerde que no hay problema sin oportunidad. El que lo consiga, tendrá mucho ganado.
Porque, más allá de tendencias políticas, el proyecto es común: Asturias, y su proyección para el futuro. Y eso nos interesa a todos. En torno a esta idea hay que cerrar filas.
Por tanto, hagamos una llamada a la calma. A dejar de lado cualquier partidismo y a arrimar el hombro, que hay mucho que hacer para sacar esta tierra adelante. La nuestra es una historia de solidaridad y esfuerzo por vencer las dificultades. Y eso se hace si se entiende que Asturias no es el feudo de nadie, sino la tierra de todos.
Que los personalismos no confundan las prioridades.
Y lo primero, tengámoslo claro, es Asturias.

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