Cuando estas líneas se escriben estamos aún en plena resaca electoral, asimilando los resultados y haciéndonos una composición de lugar de cómo quedan las cosas. Son muchos datos que analizar y en realidad uno sólo que digerir: la ciudadanía ha pedido un cambio.
Tras una campaña electoral especialmente tensa, incluso ha surgido un movimiento ciudadano que ha tomado la calle por sorpresa. El que se ha dado en llamar movimiento 15-M, con su puntal en la madrileña Puerta del Sol, contagió también a determinadas plazas asturianas, donde varios cientos de ciudadanos se concentraron para expresar su descontento con el sistema.
Soplan vientos de cambio, pues, pero es en las urnas donde debe notarse la nueva dirección, y así ha sido. Por primera vez en la historia democrática de la región, las derechas tienen la mayoría absoluta. La ciudadanía pedía renovación, y ésta se ha concretado inequívocamente.
También en muchos ayuntamientos asturianos ha habido sorpresas, en mayor o menor medida. De ahí cada opción política deberá tomar nota, hacer autocrítica y sacar sus propias conclusiones. Y la remodelación, si es lo que toca, debe hacerse de forma rápida y eficiente, para que afecte lo menos posible a la gestión municipal y el ciudadano no se vea perjudicado.
Pero independientemente de los signos de cada uno, de izquierdas y derechas, de ideas individuales, toca arrimar el hombro. Toca trabajar para resolver los muchos problemas que tenemos en Asturias: algunos coyunturales, como esta crisis económica que no acaba de remontar, pero muchos estructurales, que requieren respuestas claras y soluciones a corto y medio plazo. En cuanto se concreten los pactos y se confirme el relevo, tendremos la administración que hemos votado: toca ahora pedir que gobierne para todos los asturianos, ya estén indignados, resignados o esperanzados, porque tiene el timón en sus manos, y el futuro de la región depende en gran parte de sus decisiones.
Y, aunque nunca llueve a gusto de todos, esperemos que el cambio sea para bien, que el trabajo sea competente y que se dé respuesta a las muchas preguntas que habrá que resolver, para llevar la región por buen camino. Más allá de partidismos, también la ciudadanía tendrá que buscar un consenso y ayudar al gobierno elegido democráticamente a hacer su trabajo, recordándole a veces que un voto no es un cheque en blanco.
Porque estamos todos en el mismo barco, y necesitamos llegar a buen puerto.