Eso es lo que nos auguran para un verano que ha llegado precedido de lluvia y temperaturas frescas. Después de eso viene por fin el calor, mucho calor, nos advierten los responsables de descifrar las isobaras.
Y además se alternarán con tormentas fuertes; descargas de agua puntuales cuya presencia, cada vez más habitual, puede achacarse al progresivo cambio de clima. Y como esto es Asturias, sospechamos que aunque nos torremos con calores poco habituales en estas latitudes, no nos faltará nuestro nordeste y nuestro orbayu, tan refrescantes ambos, ese respiro que los visitantes buscan en el norte para aliviar la canícula de otras tierras.
A la vista de lo que viene, es de esperar también que sea una buena temporada para el turismo en la región. Las previsiones no pueden ser mejores. A nivel nacional se cuenta con un repunte histórico en las cifras, lo cual, dadas las circunstancias, es una gran noticia en la medida en que supondrá una inyección económica muy necesaria. Y lo mismo a nivel autonómico. Asturias se prepara para recibir visitas y lo hace como es su costumbre, con los brazos abiertos y con el respaldo del trabajo de tantas personas dedicadas a un sector turístico cada vez más profesionalizado y capaz, aunque sin perder la cercanía y el buen trato que nos caracteriza. Aprovechemos nuestras mejores bazas para darle un respiro económico a la región, pero conscientes de que es justamente eso, un respiro. El turismo ya es una fuente de ingresos importante, pero no es motor económico todavía, de modo que lo razonable es no bajar la guardia y atender la evolución de otros campos en los que se también se juegan partidos muy importantes, que dependen en una gran medida de la gestión política que vaya a tomar forma en las próximas semanas.
Lo cierto es que el comienzo del verano también nos ha traído otro tipo de calores, esta vez no relacionados con el cambio climático sino precisamente con el traspaso de poderes tras la vuelta electoral. Calores excesivos, que de no moderarse auguran un futuro complicado para los próximos cuatro años de gobierno regional. Una sola cosa está clara: las urnas hablaron en su momento y como siempre, el resultado gusta a unos de la misma manera que disgusta a otros. No nos importa ya: es lo elegido por los asturianos y es lo que debe ser. Pero el paso siguiente ya está resultando preocupante, incómodo por lo que se intuye que vaya a venir: falta de entendimiento entre las distintas partes, ausencia de diálogo, posturas partidistas. Lo último que necesitamos los asturianos es un gobierno más preocupado por sus asuntos internos que centrado en los problemas que debe abordar. Deberíamos estar ya, si no arrancando las máquinas, sí al menos remangándonos para la faena. Y lo que estamos viendo (al cierre de esta edición, previo a la investidura) resulta demasiado farragoso como para ser un buen augurio de lo que viene.
No obstante, es pronto. Vamos a confiar en que Asturias, y no otros asuntos, será lo primero en la lista, y que una vez que estos calores del verano nos den un respiro, estaremos funcionando a plena potencia para ponernos en el lugar que nos corresponde y superar una crisis económica que ya dura demasiado.
Mientras tanto, disfrutemos de esta tierra nuestra, que nos ofrece un verano de lujo.