La importancia de las cooperativas en el sector asturiano es indiscutible, con aproximadamente 17.000 socios. Es decir, que prácticamente no hay agricultor o ganadero en la región que no pertenezca a una cooperativa.
Desde Cooperativas Agroalimentarias buscan gestionar todo este capital humano y productivo, para adaptarlo a los nuevos tiempos. La fórmula es clara: hay que fusionarse para construir cooperativas grandes y fuertes.
Eduardo Alba es el presidente de esta organización desde 1989, año de su constitución, así que ha vivido en primera persona la evolución del sector en las últimas décadas: “hay que tener en cuenta que trabajamos en un sector tradicionalmente aislado, con una desconfianza a lo que viene de fuera que hay que vencer. Por eso los procesos son largos, porque en cierto modo hay que transformar a la sociedad”. Uno de los puntos de inflexión hay que buscarlos en 2002, cuando entra en vigor la nueva Política Agraria Común (PAC) y se liberaliza el mercado. Eso desestabiliza el sector, que además afronta ahora la crisis global y el cierre de empresas. Ante semejante panorama se proponen acciones concretas, como la unión de pequeñas cooperativas para poder competir en el mercado global.
-En España las cooperativas suponen el 40% de la facturación agraria final. ¿Qué papel juegan en el tejido económico de la región?
-En primer lugar, hay concejos en los que las cooperativas agrarias son el primer empleador, y eso es mucho decir. Y en segundo lugar, la cooperativa se crea para desarrollar el sector ahí donde se encuentra, y no sólo es un desarrollo económico sino también social; es decir, es una empresa que crea riqueza en el territorio donde está, y en ese sentido es vital para el mantenimiento del tejido agrario en muchas partes de esta región.
-Se suele identificar a las cooperativas únicamente con los productores. ¿Qué parte del proceso abarcan?
-Hay cooperativas que tienen otras facetas, por ejemplo Central Lechera Asturiana comercializa su producto. Nosotros estamos intentando dar el paso de que no sea solamente la leche la que se comercialice, porque está demostrado que el ganadero que está en una cooperativa grande cobra más por su producto y además cuenta con unos recursos y unos servicios pensados para mejorar su explotación que en otra empresa no tendría. Y aparte tiene conciencia de sector, por ejemplo es consciente de la importancia de que se haga una política láctea. Es decir, que no se trata sólo de negociar el precio de la leche, sino de que se diga qué es lo que se pretende del sector, y por eso cada ganadero tiene un voto. Esto es un poco utópico porque el mismo sector todavía no está acostumbrado a diseñar sus propias estrategias, porque siempre ha estado muy controlado por las políticas agrarias y hasta hace poco sólo se dedicaba a producir, que no es una labor desdeñable.
“Si se globalizan los demás nosotros también tenemos que hacerlo, y tenemos que unirnos para hacernos fuertes, para poder ser competitivos y poder llevar nuestros productos más allá de nuestras fronteras”
-¿Qué ofrece una cooperativa a un agricultor que no ofrezca otra figura?
-Una cooperativa, si está bien organizada y está bien bien gestionada, ofrece todo aquello que pueda demandar un agricultor o un ganadero: comercialización del producto, compra de materiales para la propia explotación, servicios técnicos, formación… cualquier línea de apoyo que sea necesaria. Y aparte es un “brazo armado” de la economía de la explotación, lo que garantiza unos recursos que probablemente en otro tipo de empresa no habría en tanta abundancia.
Sí es verdad que, lógicamente, hay cooperativas que tienen una estructura superior a otras y por lo tanto ofrecen más servicios que otras. Por eso insistimos en intentar la unión intercooperativa, para dar un servicio global.
-Tradicionalmente el campo ha jugado un papel vital en Asturias. ¿Qué beneficios se extraen de esta ruralidad?
-Yo creo que no se están extrayendo, en toda su dimensión al menos. Tenemos por ejemplo el tema de los montes, una riqueza importante que se está demostrando que está ahí y que es viable. Pero eso hay que organizarlo: concentrar los montes, ordenar los cultivos, hacer vías de acceso, organizar las propiedades, porque muchos propietarios no saben ni lo que tienen… En este sentido, desde la administración hay que hacer un esfuerzo importante, y desde luego hay que plantear una concentración parcelaria, porque sin eso los montes no pueden tener dimensiones suficientes para una explotación racional y lógica.
-¿Qué papel juegan las cooperativas en el aprovechamiento de esa riqueza en el entorno rural?
-Tenemos que involucrarnos más. Y aquí voy a contar una batalla que yo he llevado en la región, relativa a los aerogeneradores, a la producción eólica, porque en ese terreno los propietarios de los montes no hicieron uso de su derecho. Y mi planteamiento es que el aire no es de nadie, pero el monte es suyo: ¿por qué no producir nosotros corriente eléctrica? Eso chocó con todos los estamentos, que lógicamente tenían otro tipo de interés, pero en realidad sería una forma de sacarle provecho al monte, generando riqueza para el que vive allí. Y eso es fundamental, porque nadie niega que el campo asturiano tiene un problema de despoblación, pero si le damos al monte el valor que puede tener, y ese valor repercute en el propietario, ese monte va a estar cuidado, plantado, no se va a quemar, y además la gente va a tener un recurso económico que le permita quedarse en el pueblo.
-El tamaño de una cooperativa importa a la hora de ser competitiva y tener rentabilidad. ¿Por qué insistir tanto en la importancia de la fusión?
-Nosotros no podemos ser ajenos a la economía real, y la economía real está globalizada, y esto se ve claramente con la crisis tan profunda que estamos viviendo. La cantidad de producto que entra de otros países es tremenda, y nosotros no podemos competir con eso. Por eso tenemos que darnos cuenta de que si se globalizan los demás nosotros también tenemos que hacerlo, y tenemos que unirnos para hacernos fuertes, para poder ser competitivos y poder llevar nuestros productos más allá de nuestras fronteras. El mercado español tiene un poder adquisitivo bastante bajo, pero hay muchos mercados potenciales a los que tenemos que optar. Y la cooperativa es un instrumento vital para hacer eso.
“No queremos ayudas porque sí: queremos ayudas a la formación y a la estructura, ayudas que proporcionen al agricultor herramientas para defender su producto en el mercado. Lo otro es coyuntural y se presta a tejemanejes”
-¿Qué impacto tendrá en Asturias la reforma de la PAC?
-Yo no sé si la reforma de la PAC va a tener impacto o no en esta región, pero creo que va a cambiar muy poco por una razón evidente: no hay un euro para hacer reformas. Se está hablando de muchas cosas, incluso aquí se afrontó un no unánime a la PAC, del que a los pocos días muchos ya se habían desvinculado, porque hay otro tipo de intereses. Lo que se busca es no perder la capacidad receptora de ayudas, pero nosotros estamos en contra, porque desde nuestro punto de vista cuanto más dinero se recibe de ayuda, más pobre es el agricultor o el ganadero, fíjese qué contradicción. Hay un dato: en 2009 hemos retrocedido a la renta del año 1996.
-¿Cómo es posible?
-Porque cuando el cooperativista va a recibir una ayuda, automáticamente, antes incluso de recibirla, la empresa se lo descuenta. Es así de claro. De ahí la importancia de hacer que las cooperativas sean los verdaderos instrumentos del sector, y de que comercialicen el producto. Y desde luego no queremos ayudas porque sí: queremos ayudas a la formación, ayudas a la estructura, ayudas que proporcionen al agricultor herramientas para defender su producto en el mercado. Lo otro es coyuntural, y además se presta a estos tejemanejes.
-Desde el punto de vista del consumidor, ¿qué distingue el producto de cooperativa?
-Hay una relación comprobada, que es que el consumidor identifica que el producto cooperativo es de buena calidad. Hay veces que se nos puede escapar algo, pero en general es así.
Diría que la diferencia fundamental es el orgullo que el ganadero o el agricultor ponen en su producto, porque quiere que sea el mejor, el más natural, el que destaque por encima de los demás.
Esa calidad se garantiza también porque el producto cooperativo pasa cantidad de controles, que son absolutamente exhaustivos. Y en el caso de que el producto se alterase, habría una gran presión del socio hacia la cooperativa. Este tipo de cosas favorecen que el consumidor pueda fiarse de nuestros productos.