Asturias es bosque en un 72% de su territorio. Impresionantes paisajes frondosos la convierten en uno de los destinos preferidos para los amantes de la naturaleza. Sus árboles también son una importante fuente de riqueza para la región, gracias a la actividad del sector forestal. Ambos objetivos son compatibles y sostenibles.
El 35% de los bosques asturianos son espacios protegidos, sólo un 10% es espacio productivo. El resto, doscientas cincuenta mil hectáreas de monte están paradas, sin explotar. Se ha paralizado un recurso con importante capacidad productiva que contribuye al desarrollo sostenible de la región, especialmente en los entornos rurales, ya que genera rentas, puestos de trabajo y ayuda a fijar la población, principal reto del medio rural. «Se han cometido tantos errores con el sector forestal que si no se corrigen antes de 2020, desapareceremos como sector. En ello debemos de ser contundentes». Así define el momento por el que atraviesa el sector Luis Enrique García, presidente de Asmadera, la asociación de Empresarios Forestales y de la Madera que aglutina a ciento cincuenta empresas.
Los bosques asturianos hasta hace muy poco daban trabajo a 220 empresas, bien en actividades propiamente forestales, bien en industrias dedicadas a la primera transformación de la madera, fábricas de muebles o similares. La pérdida de empleo en los dos últimos años ha sido espectacular, especialmente en el sector de la silvicultura «que ha sido el último en sentir el golpe de la crisis
-asegura el presidente de Asmadera-, ya que depende en gran medida de la Administración Pública. Primero hubo problemas presupuestarios con el anterior gobierno del Principado -PSOE e IU-, que paralizaron obras e invirtieron en otras cuestiones más vinculadas al pensamiento de Los Verdes. A ello debemos de sumar la parálisis política vivida en estos últimos meses sin un gobierno, sin un presupuesto y sin gestión. Todo junto ha hundido al sector. La obra forestal va muy retrasada y se pagará en años venideros».
«Con muy poca inversión se podrían crear cientos de puestos de trabajo». Alvaro Roza, Presidente de AESA
El sector de la silvicultura es el que se ocupa de todos los trabajos forestales necesarios para garantizar un producto de primera calidad y el cuidado de los montes: plantaciones, mantenimiento, limpieza, aclarado de montes, prevención de incendios, construcción de pistas, cierres cinegéticos, etc. Desde la Asociación de Empresas de Silvicultura de Asturias (AESA) confirman que el monte está parado, y «es una lástima, porque con muy poca inversión se podrían crear cientos de puestos de trabajo. Ese dinero del que hablamos es mínimo, ya que se trata de subvenciones de la UE que sólo precisan de una cofinanciación del 25% del presupuesto regional», reflexiona Alvaro Roza, presidente de la asociación.
Todas las actuaciones que se realizan en los montes asturianos giran en torno al Plan Forestal, vigente desde 2001 pero sin efecto a día de hoy a falta de la dotación financiera acordada para cumplir los objetivos establecidos. «Ni tan siquiera se ha puesto en marcha el comité de seguimiento y control, como estaba previsto. Sería necesario un nuevo consenso y un compromiso de cumplimiento. Porque este sector tiene mucha capacidad de generar empleo, riqueza a corto y largo plazo pero la administración tiene que cumplir con el Plan Forestal y crear el clima adecuado para que el sector vuelva a reactivarse», afirma el presidente de Asmadera.
La pérdida de empleo en los dos últimos años ha sido espectacular, especialmente en el sector de la silvicultura.
Todos los colectivos implicados demandan una normativa menos prohibicionista que resuelva los problemas estructurales que sufre el sector. Problemas como el minifundio o los conflictos de intereses (caza, ganadería, zonas protegidas) se traducen en una falta de gestión y en la pérdida de rentas. Además, «las tres administraciones -local, autonómica y central- tienen competencia en el sector y eso nos hunde», opina Luis Enrique García. «Es necesario empezar por el principio, por los problemas que realmente nos acucian: la ordenación de la propiedad, la falta de instrumentos de gestión y planificación, las infraestructuras decimonónicas y sobre todo, la falta de sensibilidad forestal, tanto por parte de la clase política como de la administración. Hay políticos anclados en cosas de hace treinta años (conservacionismo, proteccionismo) y el monte tiene dos vertientes que son complementarias: Espacio protegido y espacio productivo». Pero llegan aires de cambio y las reivindicaciones están encima de la mesa. Las distintas asociaciones se han unido para hacer frente común. «Cada uno por su lado no tenía fuerza, por ello pensamos en hacer una plataforma que coordinase planteamientos y fuera una sola voz. Lo primero que hemos pedido es un presupuesto firme para la obra forestal y poder mantener como mínimo el empleo en el sector. Con muy poca inversión se crea empleo de forma intensiva. Luego están otras cuestiones más amplias, pero no nos vamos a parar. Si no se dan estos pasos, no podremos plantearnos ni la biomasa ni nada, porque no habrá monte», concluye García. Son nuevos tiempos que requieren nuevas respuestas.
Alvaro Roza Vega. Presidente de la Asociación de Empresarios de Silvicultura de Asturias (AESA)
«El sector silvícola está en estos momentos en fase terminal ya que el 90% de las empresas están paradas. Lo poco que se hace son pequeños mantenimientos con dos o tres trabajadores cuando antes eran cuadrillas de hasta cuarenta. Hay muy poco trabajo y dependemos mucho de la administración ya que el propietario privado no invierte, porque no ve rentabilidad a medio y largo plazo. «El punto más fuerte que podríamos tener sería el cumplimiento íntegro del Plan Forestal» La madera está a precios muy bajos, así que para qué va a invertir en limpiar el bosque si no gana dinero. Y esto genera otro problema, el de los incendios. Si el bosque no se limpia, la vegetación sigue su curso y con el calor, los matorrales se convierten en el mejor combustible.
También tenemos parado el Plan Forestal por falta de inversión. Para este año estaba contemplada una inversión de casi treinta millones de euros y hasta ahora no hay señal de nada. No hemos tenido un gobierno que gestione, estamos parados.
Como positivo destacaría que antes este subsector estaba un poco dividido, había tres grupos distintos. Ahora estamos trabajando para convertirnos en una sola voz. Insisto en que el punto más fuerte que podríamos tener sería el cumplimiento íntegro del Plan Forestal, es como la Biblia para nuestro sector. Asturias tiene mucho potencial, el bosque está ahí, pero no se cuantifica».
David de Pedro Palomar. Presidente de la Asociación de Propietarios Forestales (APF)
«El momento es muy delicado, el sector de la madera ha quedado resentido sobre todo por la falta de consumo. La parte más débil es la de los propietarios que después de hacer muchos números no encuentran la rentabilidad esperada. La poda, conservación, plantación, preparación del terreno: todo esto hay que seguir haciéndolo y cuesta dinero. Cuando cortas un monte y sacas la madera tienes que volver a invertir y todo corre por cuenta del propietario, no cuentas con ningún tipo de ayuda o subvención. «Uno de los puntos de esperanza del sector es la biomasa aplicada a la producción de calor» Otro inconveniente con el que nos encontramos es el precio de la madera que en este momento está por los suelos. Estamos recomendando que no se venda el pino o el castaño, que se espere un poco. En cuanto al tema del eucalipto, la política ha sido ajustar precios, lo que también afecta a los propietarios. Si en años anteriores se venía pagando sobre 23 € la tonelada, en la última oferta estaba a 18 €. Además, el 70% de la madera que se consume en España es importada, sólo el 30% es nacional. Dicen que es más barata y de mejor calidad. Es una pescadilla que se muerde la cola.
Uno de los puntos de esperanza del sector es la biomasa aplicada a la producción de calor. Un mercado que aún es incipiente pero que creemos que tiene futuro y además puede suponer un valor añadido al monte.
Es una pena que tengamos una riqueza natural como ésta y no la aprovechemos. El sector está infravalorado y creemos que tiene un gran valor estratégico en la economía de la región».
Adolfo Blanco de la Parte. Ingeniero Técnico Forestal, Ingeniero de Montes, miembro de PROFOR y PROSILVA
«En las últimas décadas, el sector forestal asturiano ha acumulado experiencia en gestión forestal, trabajos selvícolas y repoblaciones, tecnificación e investigación forestal. En este logro están implicados propietarios públicos y privados, gestores del gobierno asturiano, centros de investigación, empresas de servicios forestales, de aprovechamientos o gabinetes de ingeniería. Esto, junto con la elevada productividad de nuestros montes, son las mayores fortalezas de nuestro sector.
La gran debilidad la podríamos englobar en la gestión y producción forestal, y la excesiva dependencia de los presupuestos públicos para llevar a cabo inversiones. Otra gran barrera es la elevada atomización de las propiedades privadas y la reducida superficie por propietario, que dificulta la gestión. También es destacable el conflicto de intereses (ganadería, caza, productos forestales, conservación, etc.) en muchos montes públicos, que desembocan en falta de gestión, incendios y pérdidas de rentas. Es fundamental apostar por la diversificación de productos y servicios, introducir la I+D+i, exportar como ya lo están haciendo algunas empresas asturianas con el pellet industrial.«Si unos pagan por contaminar, el sector forestal debería percibir algo por descontaminar»
Hay que conseguir revalorizar la propiedad a través de procedimientos sencillos de «agrupación o concentración» de la gestión y de las inversiones, evitando procesos complejos de concentración parcelaria. En el caso de la propiedad pública, optar por un mayor dinamismo en su administración. Poner al frente de la gestión de montes que están fuera de convenios o no son de Utilidad Pública, a profesionales forestales. Ordenar los montes, aplicar criterios de eficiencia y rentabilidad y administrarlos con procedimientos y objetivos del siglo XXI y no del XIX. Por último, reivindicar el papel de los bosques como sumideros de carbono. Debemos reclamar que si unos pagan por contaminar, el sector forestal debería percibir algo por descontaminar».
Biomasa, energía de futuro
La biomasa es una de las fuentes energéticas renovables con mayor posibilidad de crecimiento durante las próximas décadas y Asturias es una comunidad con un gran potencial de generación.
La biomasa forestal, aprovechada de manera sostenible, se ha posicionado como la renovable más beneficiosa, no sólo por proporcionar una independencia energética basada en recursos locales sino que además es barata, ayuda al mantenimiento de los ecosistemas forestales, a la gestión de subproductos y residuos industriales y genera empleo de forma continuada, ayudando a fijar población en los entornos rurales. Según datos de la FAO, crea hasta 135 empleos por cada diez mil habitantes, frente a los nueve que generan los combustibles fósiles.
El pasado 28 de enero se publicó en el BOE el Decreto Ley 1/2012 por el que se eliminan las primas para nuevas instalaciones de generación de electricidad a partir de fuentes renovables y residuos. ¿Cómo afecta esto al sector forestal? «Es un duro golpe -asegura David de Pedro, presidente de APF-, ya que había muchas esperanzas en esto, los propietarios forestales veíamos una buena fórmula para revalorizar los montes. Ahora sólo queda abierta la producción de energía térmica, generar calor a partir de la biomasa». Este Real Decreto impone una moratoria de duración indeterminada que detiene nuevos proyectos o inversiones e interrumpe la puesta en marcha de plantas que ya están en fase avanzada de proyecto o incluso finalizadas pero pendientes de preasignación. También afecta a todas aquellas Pymes que han realizado inversiones en maquinaria y equipos específicos y deben aún amortizar lo adquirido.
Para que este mercado sea una realidad han de ser tenidos en cuenta todos los intermediarios que forman parte de la cadena de suministro de biomasa forestal.
Pero queda abierta la puerta de la biomasa destinada a uso térmico, lo que supone una buena noticia para el sector forestal tanto a nivel económico como de gestión. Este tipo de biomasa se origina a partir del aprovechamiento de los restos de actividades silvícolas y de cultivos leñosos (podas, leñas, malezas), y también de residuos de industrias forestales (astillas, virutas, serrín). Es calor a cambio de energía, con lo cual el beneficio es evidente, pero tiene un coste de producción que requiere inversiones. «La obtención de biomasa forestal tropieza con el inconveniente de que los costes de explotación son altos, así que deberían ser apoyados fuertemente por las administraciones públicas», advierte el presidente de Asmadera.
Para que este mercado sea una realidad deben ser tenidos en cuenta todos los intermediarios que forman parte de la cadena de suministro de biomasa forestal. Desde las plantas consumidoras que no acaban de ver asegurado un suministro regular y constante, pasando por las propias empresas forestales que no ven en la retirada de residuos un negocio, -al no existir una demanda establecida-; hasta los propietarios que ven en la biomasa un coste adicional que por el momento, no es rentable. «Los precios de la biomasa deberían cubrir por lo menos los costes de producción -reflexiona David de Pedro- , deberían ponerse en marcha ayudas y subvenciones a los propietarios para que la retirada de residuos forestales nos supusiera un beneficio adicional y no un coste».
«Existe un horizonte esperanzador para nuestro sector, motivado por las oportunidades que brinda el uso energético de la biomasa que producen los montes». Adolfo Blanco, ingeniero de Montes
La biomasa obtenida se transforma en pellets o astillas, combustibles que alimentan a estufas y calderas especiales que compiten en estos momentos con el gasóleo calefacción y el gas natural, pero con muchas más ventajas. Un ejemplo: dos kilos de pellets tienen el mismo poder calorífico que un litro de gasóleo de calefacción o un metro cúbico de gas natural. Además, no contamina.
Para beneficiarse de este tipo de calor es preciso instalar calderas o estufas de biomasa que actualmente están subvencionadas por el gobierno autonómico. Los beneficios de esta energía eran conocidos hace tiempo, pero faltaba una logística que asegurase la distribución de biomasa de manera regular para alimentarlas. Esa infraestructura ya existe y numerosas empresas en la región suministran regularmente tanto astillas como pellets.
«Existe un horizonte esperanzador gracias al uso energético de la biomasa que producen los montes. Eso ya es una realidad, y sólo falta extender su uso a nivel local para generar una demanda aceptable. La biomasa es neutra en emisiones de CO2 y es una importante fuente de empleo. Hace falta que las administraciones den ejemplo instalando redes de calor en sus propios edificios, lo que supondrá un ahorro de dinero, de emisiones, una reducción de dependencia energética del exterior y generación de empleo aquí», comenta a modo de conclusión Adolfo Blanco, ingeniero de Montes y miembro de PROFOR y PROSILVA.
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