Llegado desde Estados Unidos, lleva más de un cuarto de siglo viviendo en España, y se ha convertido en una referencia básica en el panorama musical asturiano como músico y promotor de conciertos.
La música es su trabajo y es su vida, y por eso ha participado o promovido muchas de las formaciones que han puesto la banda sonora de Asturias en los últimos años, desde la desaparecida Ubiña hasta la Asturiana Mining Company, Miguel Wolfe Quintana Trío, los Blues Rangers, Anabel Santiago, Maraya Zydeco… la lista es extensa y variada, desde el blues y jazz hasta la música de raíz o world music más pura. Y en medio de todo esto se encuentra este americano que, sin perder el acento ni las ganas, afirma estar encantado: «con la edad que tengo, noto que estoy haciendo la mejor música de toda mi carrera, y sigo aprendiendo a tocar la guitarra, estoy avanzando mucho». Esa pasión por hacer cosas nuevas es lo que le mantiene en marcha, siempre con nuevos proyectos.
-De Pittsburgh hasta Asturias. ¿Qué te hizo emprender ese viaje?
-Yo tenía un buen amigo en Pittsburgh, cuyo padre era director del Departamento de Historia del Arte en la Universidad: un experto en prerrománico español, muy famoso en su campo. Mi amigo estaba en León en el año 84 y yo vine a visitarlo; ahí conocí a unos asturianos que me invitaron a pasar el fin de año. Fue bajar del tren y conocer a mi mujer, así que veinte discos, dos hijos, y unas cuantas hipotecas después, aquí estoy.
-¿Cómo ha sido tu formación como músico?
-Cien por cien callejera. Cuando yo tenía nueve años había un tipo que venía a mi casa los sábados por la mañana, se llamaba Ross Pearlman y estaba en su último año de instituto. El chaval tocaba bien y me enseñaba temas de los Rolling Stones, James Taylor, Neil Young, clásicos de la época. Y luego fui escuchando, aprendiendo de discos, haciendo… hasta hoy, que tengo uno de los mejores maestros que he tenido nunca, trabajando con Jacobo de Miguel y Mapi Quintana. Mapi tiene un nivel increíble, unos instintos musicales absolutamente asesinos, y de Jacobo he dicho muchas veces que para mí es el mejor músico que ha dado Asturias. Me está haciendo aprender, ser mucho más preciso, sacar mucho más.
«Mi formación como músico ha sido cien por cien callejera»
-Has estado en diversos grupos asturianos, muchos de ellos creados por ti. ¿Qué contribución has pretendido dejar a la música hecha en Asturias?
-Bueno, eso lo decide la gente que ve lo que haces, nadie entra en un grupo diciendo «quiero hacer una contribución». Estas cosas no se pueden forzar, hay que entrar en los sitios con mucho respeto. No puedes llegar diciendo «estas tonterías las voy a mejorar yo, que además soy americano». No, no: aquí hay una tradición muy fuerte y si quieres añadir algo, primero tienes que respetarla, que es lo que yo he intentado hacer. Una cosa que me gusta es que nadie nunca me ha dicho que lo que hago no suena asturiano. Incluso sé que lo que hacemos con la Asturiana Mining Company, por ejemplo, gusta a la masa social más importante que, no te quepa la menor duda, es la de tonada.
-En tu faceta de empresario, diriges la Lee Wolfe Concert Promotion desde hace más de veinte años. Con la situación actual, ¿te consideras un superviviente?
-Sí, claro. Yo y cualquier persona con cierta edad y cierto bagaje. Si sigues con ganas de hacer cosas tienes que ser superviviente, lo que no quiere decir que dentro de un año no esté retirado y trabajando en otra cosa por exigencias del guión. En el futuro no hay garantías.
-¿Sigue siendo tan complicado como al principio ganarse la vida?
-Mmmm… antes tampoco era fácil. En España en general el gobierno estaba de por medio en estos temas, y en Asturias concretamente no ayudó a promover la música, hacía de filtro demasiado grueso entre artista y público, cuando no era necesario ningún filtro. Ahora el papel del gobierno desaparece, para bien y para mal, y hay que buscar nuevas estrategias. Es difícil, porque la música asturiana nunca sonó en Asturias, y tampoco hay un filtro crítico, la gente no tiene sus gustos creados en materia de folk, no hay clubes donde suene habitualmente ni un movimiento activo. Eso daría para una entrevista entera, pero si lo vemos por el lado positivo, lo cierto es que en los últimos tiempos algo está cambiando.