Una iniciativa de la Asociación para la Conservación del Bisonte Europeo en España ha traído varios ejemplares a la región, donde se estudia la adaptación al medio y la posible viabilidad económica de estos centros de cría.
Las pinturas rupestres de Tito Bustillo o Altamira dan fe de que hubo bisontes en esta zona, pero lo cierto es que pocas más referencias existen. Hoy el bisonte europeo está en peligro de extinción, a pesar de que se está haciendo un intenso trabajo por recuperar la especie. Para ubicarla, la Asociación para la Conservación del Bisonte en España busca localizaciones por todo el territorio nacional, y recientemente se han añadido dos fincas asturianas, en Villayón y Siero, de características muy diferentes.
Una es la Braña del Zapurrel, en Villayón, que está gestionada por la Fundación de la Montaña Asturiana. «Hace años que desarrollan proyectos de recuperación de especies -explica Fernando Morán, presidente de la Asociación para la Conservación del Bisonte Europeo en España-, es una finca única en el mundo donde conviven cabras montesas, rebecos, corzos, muflones… y ahora bisontes». Aquí se han soltado seis ejemplares, y se está realizando un estudio sobre las costumbres y alimentación del animal, pero también sobre su relación con otras especies y su impacto sobre el medio, especialmente referido a la limpieza de bosques, eliminación de matorral, lucha contra incendios… La finca está siendo visitada por expertos de todo el mundo, y puede servir de modelo para iniciativas similares.
Además de la conservación de la especie, la cría del bisonte puede tener una aplicación práctica en cuanto a mantenimiento de paisajes y limpieza de montes.
La finca de Les Folgueres, en Siero, es de propiedad privada y ha sido acondicionada para acoger a cuatro bisontes por iniciativa de sus dueños, aunque todavía no está claro si en el futuro añadirá algún tipo de valor patrimonial. «Pero la empresa propietaria, Adarsa, recibió una bondad adicional de estos animales, que fue toda una campaña de publicidad inesperada alrededor de esta labor. Estamos hartos de noticias negras, así que una acción altruista como ésta ha contado con el agradecimiento de la sociedad y los medios», valora Morán.
Además de la importancia de la conservación de la especie, la cría del bisonte puede tener una aplicación práctica en cuanto a mantenimiento de paisajes y limpieza de montes. Además, se valoran otras tres posibilidades, aún sin explorar en Asturias: turismo, caza y carne. «Las dos últimas aquí ni se han planteado, pero desde la Asociación a nivel europeo se pretende llegar a un aprovechamiento cinegético y cárnico, siempre bajo la premisa de que los animales hayan terminado su ciclo reproductivo». De momento, la opción turística parece más viable; sobre todo teniendo en cuenta que en otros lugares de España, como Palencia, ya se está llevando a cabo.