Es el trueque llevado al extremo: favor por favor. Un banco en el que la unidad de intercambio no es el dinero, sino el trabajo o las habilidades de cada uno. En tiempos de crisis, cada uno aporta sus conocimientos a la comunidad, y recibe a cambio un servicio medido en horas.
Más allá de un modelo de organización que aún es relativamente novedoso en Asturias, un banco de tiempo tiene detrás toda una ideología que busca potenciar las relaciones entre los miembros de una misma comunidad y fomentar la igualdad entre las distintas capas sociales y económicas. Aquí cada trabajo vale lo mismo, ya sea de un fontanero o de un fisioterapeuta, porque lo que se tiene en cuenta es el tiempo que cada uno dedica a sus vecinos. El mismo tiempo que recibirá, como pago, en otros servicios que necesite.
Uno de los bancos de tiempo que funciona en Asturias es el de los vecinos del barrio de La Corredoria, en Oviedo. Allí, según cuenta Jesús García, uno de los siete miembros que componen la gestora del banco, pueden intercambiarse todo tipo de servicios, glosados en una lista que además permanece abierta: «Además de los que nosotros indicamos, están aquellos que la imaginación o la oportunidad incorporen, así que los que cito son sólo un ejemplo: ayudar en técnicas de estudio, clases de refuerzo, conversaciones en idiomas diferentes al nuestro, asesorar en trámites administrativos o financieros como declaración de la renta o documentos en ayuntamiento; bienestar, salud, belleza, cuidados corporales como masajes, relajación, nutrición; ocio y tiempo libre, y dentro de ello desde enseñar juegos de mesa hasta ayudar en la elección de un libro o un regalo; informática en general, ayudar en la iniciación Windows, poner en marcha un ordenador u otro recurso; o algo más simple como sacar un perro a pasear por imposibilidad temporal de que lo pueda hacer su dueño, etc.».
Uno de los bancos de tiempo que funciona en Asturias es el de los vecinos del barrio de La Corredoria, en Oviedo.
Esta iniciativa vecinal del barrio de La Corredoria se ha financiado a través del Plan Urban del Ayuntamiento de Oviedo, con financiación de los Fondos FEDER de la Unión Europea. Además, gracias a los Servicios Sociales de la ciudad, disponen de un espacio en el Centro Social El Cortijo todas las semanas (jueves de 5 a 7 de la tarde), para atender a los usuarios y a quienes deseen informarse del funcionamiento del banco del tiempo, o directamente apuntarse, lo que también se puede hacer vía web. Una vez cumplido este paso, se lleva a cabo una entrevista con los miembros de la gestora. «Esto es así porque un banco de tiempo se basa en la confianza mutua y por ello es imprescindible el conocimiento personal», explica Jesús García. «Una vez dado de alta, recibe un carné acreditativo de pertenecer al banco y un talonario de cheques de tiempo con los que podrá abonar los servicios que demande de otros usuarios, siendo la moneda de intercambio la hora. También tendrá que firmar un documento de adhesión que le vincula formalmente al proyecto». Al unirse al proyecto, el nuevo usuario tiene acceso a una carta de servicios que irá pagando con horas de trabajo a otros usuarios. Los servicios más demandados, cuenta García, son los de acompañamiento, informática, costura, planchado… Una gran variedad que crece en función de los usuarios, que actualmente sobrepasa los treinta y aumenta en función de tres o cuatro a la semana.
Al unirse al banco de tiempo, el nuevo usuario tiene acceso a una carta de servicios que irá pagando con horas de trabajo a otros usuarios.
Para coordinar todo este trabajo hizo falta casi un año de trabajo previo, implicando a la gente más próxima «y luego conectando con otros bancos de tiempo como el de la fundación Aldauri de Bilbao, que nos cedió generosamente su software y el soporte de nuestra web». También hubo que impregnarse de la filosofía de estos colectivos, generando así unas expectativas de éxito: «Pensamos mos que la salud de las comunidades depende de la creencia en que las acciones del presente tendrán un significado en el futuro», valora García. «La más efectiva y eficiente forma de construir capital social es generando reciprocidad e intercambio solidario. Fundamentalmente, un banco de tiempo es una herramienta favorecedora de la colaboración y la cohesión social en un barrio, pueblo o ciudad». Es una forma de estructurar la colaboración vecinal para crear un modelo de sociedad mucho más solidario.