Todos los días salen a la calle con tres unidades móviles que recorren todos los concejos de Asturias. Recogen la solidaridad de ciudadanos anónimos, que dedican media hora de su tiempo a donar sangre. Un gesto valioso que salva algunas vidas y ayuda a mejorar la calidad de muchas otras.
En Asturias existe un Centro Comunitario de Sangre y Tejidos encargado de recibir y gestionar el total de las donaciones recogidas por las tres Hermandades que existen en la región: la de Gijón, que aporta algo más del 27% de las donaciones; la de Avilés, más del 8%; y la Hermandad de Donantes de Sangre del Principado de Asturias, ubicada en Oviedo, que en el pasado ejercicio obtuvo el 64% del total de la Comunidad Autónoma.
Esta última, asociación independiente y sin ánimo de lucro, formada por voluntarios, es la que preside Luis Alfonso Alonso Lobato, para quien cada donación conseguida, cada una de las «bolsas», es un logro de suma importancia. «Nuestro objetivo es ser autosuficientes y hasta la fecha lo estamos logrando. En este país nadie se muere por falta de sangre, pero hay que trabajar mucho para mantener el nivel que tenemos». Lleva dos décadas en la Hermandad y cinco años como presidente. Tiene en la cabeza el mapa completo de las donaciones en Asturias, qué concejos son los más solidarios y cuáles es necesario potenciar. Conoce a los responsables y las características de cada municipio. Dónde sube la estadística y dónde baja. Desde que en 1973 recibieron la primera unidad móvil, donada por una entidad bancaria, no han dejado de circular durante todo el mes y por todo el territorio asturiano. Cada uno de esos autobuses está completamente equipado para recibir y atender a todos aquellos que deseen donar sangre. En su web se puede consultar el calendario de movimientos para saber dónde y cuándo se les va a encontrar. No paran.
«En este país nadie se muere por falta de sangre, pero hay que trabajar mucho para mantener el nivel que tenemos».
Luis Alfonso Alonso, presidente de la HDS
Con todo este trabajo, Asturias se sitúa en un puesto intermedio, el octavo, en una lista de comunidades autónomas encabezada por Navarra y el País Vasco, que ostentan el mayor índice de donaciones a nivel nacional. Y eso a pesar de que la crisis económica tiene su reflejo también en el número de donaciones, que tiende a descender. Se acusa el descenso de población joven que abandona la región para buscar trabajo fuera. «Y además, la gente tiene la cabeza en otras cosas –añade Luis Alfonso Alonso Lobato-, especialmente quienes tienen problemas económicos, y lógicamente no tienen en este momento entre sus prioridades venir a donar». En 2011 donaron sangre más de veintisiete mil asturianos, de los cuales algunos -los menos- lo hicieron incluso hasta cuatro veces. En total, más de cuarenta y tres mil donaciones. «La sangre es imprescindible. Si no hubiera donaciones el sistema sanitario se vendría abajo. Hay que tener en cuenta que en España se hacen diariamente seis mil transfusiones, de las que 75 son para salvar la vida».
Por tanto es imprescindible la labor informativa y de recogida que realizan las Hermandades. Y aquí Luis Alfonso Lobato lo tiene claro: al margen de las grandes campañas, que contribuyen a mantener a la población informada (la última, con la colaboración de Radio Parpayuela), lo que mejores resultados produce en el largo plazo es el trabajo constante a pie de calle. «Acompañamos a la unidad móvil a las empresas, a los centros de estudios, damos charlas y conferencias. Hablar con las personas, eso es lo que funciona. Si levantamos el pie del acelerador y dejamos de salir a la calle unos cuantos días se nota inmediatamente y desciende el número de donaciones». Especialmente importante es ganar donantes entre la población joven, que son los que deben asumir el relevo ante una sociedad que tiende al envejecimiento.
Todas las muestras de sangre se someten a rigurosos controles médicos para garantizar el más alto grado de seguridad. La donación es un proceso sencillo que dura solamente unos minutos. Donar sangre periódicamente no repercute negativamente en la salud.
En España la donación de sangre es cien por cien altruista, lo que aporta en este caso un plus de seguridad, porque quien acude a una unidad móvil lo hace sin más motivación que lo puramente solidario. No es así en todos los países, como no lo era en España hasta principios de los 80. Podían pagarse unas 2.500 pesetas por donación, de las que una buena parte quedaba en los intermediarios. Eso tuvo en su momento consecuencias funestas, puesto que los colectivos de los que se nutrían las donaciones pertenecían a sectores marginales de la sociedad con grandes necesidades materiales, escasos medios de vida y hábitos poco saludables en muchos casos. Los controles, aunque se realizaban, tampoco eran tan precisos como los actuales. La donación remunerada se fue terminando poco a poco, en la medida que se fue consolidando el trabajo de las Hermandades en todo el país. Se mantuvo sin embargo hasta los 90 la donación familiar: era habitual que si se necesitaba una transfusión, se movilizasen parientes y amigos para solucionar la necesidad puntual. Hoy en día el enfermo no espera. Cuando se necesita, se acude al banco donde está almacenada. En contra de la creencia popular, la mayoría de la sangre no se utiliza para cubrir accidentes o trasplantes. En España es la oncología el destino del porcentaje más alto de unidades.
Aunque Asturias se autoabastece, no hay que descuidar los números. De 750.000 donantes potenciales (en condiciones de cumplir los requisitos mínimos) hay 43.000 efectivos. El resto es tierra por conquistar. Por tanto el mensaje es siempre el mismo: solidaridad y acudir a donar.
Para más información: www.hdsprincipadodeasturias.com