Conseguir que un niño con parálisis cerebral comience a comunicarse, o que una mujer maltratada recupere su autoestima son algunos de los muchos logros que pueden conseguirse con la Terapia Asistida por Animales. Lo saben bien en la Asociación EntrecAnes, que utilizan la combinación perfecta entre personas y perros.
La Asociación EntrecAnes nació hace dos años como un proyecto de carácter social sin ánimo de lucro con la intención de ofrecer Terapia Asistida con Animales (TAA). Se compone de un equipo multidisciplinar integrado por psicólogos, pedagogos, maestros de educación especial, trabajadores sociales, adiestradores y guías caninos, etc.
«Cuando se solicitan nuestros servicios -explica Táchira Carmona, adiestradora canina y presidenta de EntrecAnes- los psicólogos hacen una primera valoración para ver qué tipo de intervención debemos hacer, si es terapia, educación… A partir de ahí entre todo el equipo marcamos los objetivos y vemos la metodología que debemos poner en marcha».
La asociación trabaja con perros Labrador y Golden retriever porque son animales de trabajo, de carácter equilibrado, y con cierta glotonería, lo que facilita la enseñanza mediante la recompensa, aunque Carmona reconoce que las capacidades no tienen que ver con las razas sino con cada ejemplar en particular: «No es que sean mejores o peores que otros, aunque es más fácil entrar en una residencia con un labrador que con un mastín o un rottweiler».
“El pasado mes de marzo, la Asociación recibió el Premio Jóvenes Emprendedores sociales de la Universidad Europea de Madrid”
La preparación de los canes es larga y laboriosa pues los animales deben tener una buena socialización y estar acostumbrados a todo tipo de experiencias, ruidos, gritos, olores. No todos pasan las pruebas requeridas, pero cuando lo consiguen el equipo ya cuenta con un nuevo y valioso miembro para el trabajo.
La labor de los animales es aparentemente sencilla pero a la vez compleja e imprescindible, su sola presencia es un catalizador en la relación entre el terapeuta y el usuario. Táchira explica uno de los casos más ilustrativos: «llevamos tres años trabajando con un niño con parálisis cerebral, que no era capaz de mover ni un músculo de su cuerpo ni se comunicaba. Empezó a mejorar con pequeños y sutiles movimientos y ahora incluso es capaz de elegir la merienda o diferenciar a los miembros de su familia mediante sonidos. El próximo reto es aprender a caminar». La clave de la transformación residió en Jazz, un macho labrador retriever de dos años. El perro ejercía tanta atracción sobre el niño que éste se esforzaba en mover la mano para reclamar su presencia.
«A nuestros animales les gusta trabajar, para ellos es un juego, y el día que no van a sesión están insoportables -añade Carmona-. Son los mejores maestros, porque son expertos en el lenguaje no verbal y en ocasiones ven lo que no vemos nosotros».
La Asociación participó el año pasado en el Plan de Salud del Principado de Asturias y está a la espera de repetir la experiencia este año. Entre sus actividades se encuentran las terapias asistidas con víctimas de violencia de género, personas con síndrome de Asperger, parálisis cerebral, mujeres con cáncer de mama, personas con discapacidad, menores que han sufrido abusos… «A veces trabajamos con personas que han perdido la confianza en el ser humano y hay que trabajar la educación psicoafectiva -cuenta Beatriz Molina, maestra de educación especial-. Al entrar en escena con un perro la sesión se convierte en algo más lúdico, más hogareño, que te permite jugar y que exista una mayor comunicación».
La tarea suele ser larga y a veces «poco entendida», pero el resultado siempre merece la pena. «Tienes experiencias que te unen mucho a las personas -resume Beatriz-. Vives momentos muy difíciles y también muy bonitos, y siempre agradecemos a los usuarios la confianza que depositan en nosotros porque nos abren las puertas de su casa o de su centro, y pasas mucho tiempo trabajando con ellos».