Es tiempo de recolección. Entre finales de octubre y principios de noviembre se recoge la manzana y también la castaña. Ambas son las protagonistas de la tradicional fiesta del amagüestu, junto al fuego.
Su nombre proviene de amagostar, que en bable significa asar la castaña. Aseguran que esta fiesta de origen celta servía para conmemorar la llegada del invierno, final de un tiempo de luz e inicio de un nuevo ciclo. Hoy, en Asturias, es sobre todo un símbolo de amistad, tradición y apogeo gastronómico.
Con la llegada del otoño, los vecinos se movilizan para recolectar las castañas en los bosques. Es tiempo de cantares y música, de trabajo colectivo para recoger un pilar de la alimentación en Asturias, antes de que fuera desplazado por la patata allá por el siglo XIX. Era un alimento esencial, de gran poder calorífico, recogido en los montes por las familias como reserva para todo el invierno.
Después de la tradicional recolección venía el agradecimiento por la cosecha recibida, y así comienza una de las fiestas lúdico-gastronómicas más famosas en la región: el amagüestu. En las quintanas y aldeas, las gentes se reúnen en torno al fuego para degustar juntos este fruto seco acompañado de la primera sidra que sale del llagar sin fermentar, la sidra de duermo. Una bebida que, al no contener alcohol, pueden tomar incluso los niños. Las castañas se pueden comer cocidas pero sobre todo, asadas. Para ello se suele utilizar una gran lata agujereada a modo de tambor que gira manualmente facilitando el movimiento de las castañas y evitando que se quemen. Otra fórmula es aprovechar las últimas brasas de la hoguera para que el fruto se cocine muy lentamente.
Lo que en un principio surgió como celebración entre vecinos, luego se trasladó a la Iglesia que empezó a repartir castañas a la salida de misa -sumándose al evento-; para seguir en las escuelas donde en la actualidad, junto al olor de la castaña y manzana recién mayada, se celebran juegos tradicionales a la antigua usanza.
El amagüestu se ha colado en todos los rincones y se ha convertido en una fiesta comarcal seguida por niños y mayores.