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lunes 25, noviembre 2024

Manuel Paz, director de la Orquesta de Cámara de Siero (OCAS). El hombre entusiasmado

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Han ido más lejos de lo que pensaban. Cuando la joven orquesta comenzó a sonar en 2002, difícilmente podían imaginar una trayectoria que los llevaría por escenarios internacionales, y les haría merecedores de premios como el reciente Serondaya de las Artes. Alrededor de Manuel Paz, cabeza y corazón de la OCAS, se genera una intensa actividad tanto musical como solidaria. Un proyecto de éxito, alimentado con esfuerzo y con grandes dosis de entusiasmo.

Han sido capaces de crear una simbiosis única entre música y solidaridad que ha tomado cuerpo en el proyecto Vínculos. A él dedican enormes esfuerzos desde el comienzo en 2005, y de él reciben igualmente grandes resultados en lo musical y un grado de satisfacción personal que difícilmente expresan con palabras.

La OCAS navega entre la juventud y la profesionalidad, el rigor técnico y las fórmulas novedosas que buscan la conexión entre el público y los grandes autores. Y lo consiguen. En su web se puede ver el vídeo que los convirtió recientemente en fenómeno viral: un concierto sorpresa en un aeropuerto griego, para gozo de los sorprendidos y afortunados pasajeros de la terminal.
Una buena parte de responsabilidad de estos logros hay que anotársela a Manuel Paz, músico vocacional, guitarrista de EntreQuatre y con el intenso bagaje personal que tienen aquellos que se han tenido que reinventar por el camino. En su caso, después de que un accidente doméstico le rebanase el meñique de la mano izquierda. Una catástrofe discreta, quizá, pero un desastre colosal en el universo de un músico. Pero he aquí un hombre terco, curioso y naturalmente optimista que, después de un implante exitoso en el HUCA, trabajo de relojería fina, no tardó mucho en volver a tocar.

-Partieron de una orquesta formada enteramente por estudiantes. ¿Cómo fueron esos primeros tiempos?
-La orquesta nació de la asignatura de Orquesta del Conservatorio del Nalón, es decir, que partía absolutamente de cero. No se creó primero y luego se fue llamando a los músicos, sino que los músicos se fueron formando en la propia orquesta. Y yo el primero, que no había dirigido nunca. Es decir, nacimos de la nada, con un nivel técnico muy bajo y con repertorios muy sencillos, lo que está muy bien porque los árboles que crecen desde la semilla son más sólidos que los que se plantan en medio del camino. Se nota que hemos vivido todo el proceso completo. Artística y musicalmente no le tenemos miedo a ninguna otra orquesta.

-Su carrera ha sido meteórica. Comienzan los ensayos en enero de 2002 y a finales de ese año ya se estrenan en la sede central de Naciones Unidas, en Nueva York.
-Lo de tocar en Naciones Unidas en realidad representó para nosotros el fin de un ciclo con la orquesta del conservatorio y el principio de nuestro proceso como orquesta con un nivel técnico importante. Fue muy significativo para nosotros, y lo repetiremos este próximo marzo, participando en las celebraciones del Día Internacional de la Mujer.

«Artística y musicalmente no le tenemos miedo a ninguna otra orquesta»

-En 2005 se van a Bolivia, planteando una serie de conciertos didácticos y clases magistrales a los profesores. ¿Por qué surgió aquello y cómo fue la experiencia?
-Yo había hecho una gira a Bolivia un año antes con el cuarteto EntreQuatre, en la que actuamos con la Orquesta Sinfónica de Cochabamba. Tras el contacto tanto con la orquesta como con su director, vi que su perfil se parecía mucho al nuestro, por lo que nos planteamos hacer una colaboración. Y de ahí surgió el proyecto Vínculos, que ahora mismo condiciona favorablemente toda la existencia y la dinámica de la orquesta. Aquella primera experiencia fue tan maravillosa que decidimos que había que continuar.

-A partir de entonces la OCAS desarrolla una importantísima faceta solidaria. ¿En qué consiste?
-Hay una frase de un integrante de la orquesta que todos nosotros hemos asumido, y que dice: «Vínculos es la vida. El tiempo entre Vínculos y Vínculos es tiempo intermedio». Es así de fuerte emocionalmente y así de intenso. Consiste en llevar música a poblaciones desfavorecidas que tienen pocas oportunidades de disfrutarla, y hacerlo con una orquesta sinfónica. Hemos tocado en cantidad de sitios donde no es que no hubieran visto nunca una orquesta sinfónica, es que ni lo habían soñado. Hemos dado clases a estudiantes y a partir de 2007 empezamos a llevar instrumentos. También ampliamos nuestra actividad comenzando a tocar en hospitales infantiles.

Proyecto de cooperación 'Vínculos', en el Sahara
Proyecto de cooperación ‘Vínculos’, en el Sahara. / Foto: Fernando Oliva

-Vínculos les ha traído, entre otros galardones, el Premio Serondaya de las Artes en 2013, que distingue la labor didáctica en favor de la música. También han ganado el premio de la crítica RPA. ¿Qué suponen estos reconocimientos?
-Cuando hacemos esto no es para que se reconozca, lo hacemos para disfrutarlo y para echar una mano, pero la verdad es que cuando te lo reconocen está muy bien. Además cuando nos dieron el premio Serondaya el fallo del jurado daba en el clavo totalmente con el espíritu del proyecto y de la orquesta. Entonces que desde fuera, además unos premios tan importantes, con un jurado tan insigne, que haya sido capaz de ver con claridad lo que estamos haciendo, nos da muchos ánimos. Desde luego que reconocimientos así nos saben a gloria.

-Entre los programas de la orquesta tienen mucho éxito los «conciertos didácticos». ¿Cómo se plantean?
-Los conciertos didácticos son, por decirlo de alguna manera, una estrategia de la orquesta: abordar cosas que no suelen hacer las orquestas o que las hacen con menos intensidad cuando al final resulta que son las más divertidas para el público y para nosotros. Por ejemplo, hemos hecho la Quinta Sinfonía de Beethoven analizando y comentando musicalmente cada movimiento para después tocarla entera, y que pudiera ser entendida por cualquier persona en el público. Ha sido un éxito muy grande, ¡y era la Quinta de Beethoven!, o sea, un repertorio universal.

«Nacimos de la nada, con un nivel técnico muy bajo y con repertorios muy sencillos, lo que está muy bien porque los árboles que crecen desde la semilla son más sólidos que los que se plantan en medio del camino»

-La muerte de Fernando Argenta ha sido una gran pérdida para todos los aficionados a la música clásica. ¿Qué supuso la relación con este maestro para la OCAS?
-Ahí tengo que hablar en primera persona porque Fernando Argenta ha sido una persona muy influyente en mi vida. La primera vez que escuché música clásica fue en su programa, por tanto tener la oportunidad de trabajar con él ha sido un lujo absoluto. Era una persona de una humanidad enorme, cercano, con un gran sentido de la lealtad. Cada vez que lo llamábamos para hacer cosas, primero con la orquesta del conservatorio y más tarde con la OCAS, nunca dijo que no. Nunca. ¡Y le proponíamos hacer cada cosa, ir a unos sitios…! Y jamás dijo que no, a pesar de que tenía a su disposición para sus proyectos a las mejores orquestas del país. Había mucha sintonía, así que con todos esos años haciendo proyectos se desarrolló una relación personal y con la orquesta, muy intensa. Ha sido una pérdida enorme.

-Uno de los últimos hitos fue el Concierto de Año Nuevo del año pasado en el Teatro Jovellanos. ¿Qué supone para una orquesta dar un concierto con tanta tradición y prestigio?
-Eso fue un paso importante, porque aunque habíamos conseguido salas muy importantes y siempre hemos contado con el beneplácito del público, un Concierto de Año Nuevo es otra cosa. Hay un repertorio de una dificultad grande, y aunque había cierto margen para usar uno de nuestros recursos, que es interactuar con el público, era un margen pequeño, porque el repertorio es el que es y la gente va a lo que va. Era una responsabilidad nueva tener que montar un concierto completo, bastante largo, con un repertorio complicado y en el que la excelencia musical era imprescindible. La verdad es que quedamos encantados y sirvió para que la orquesta diese un salto en calidad musical.

-Como reto para el 2014 está tocar en la ONU en el Día Internacional de la Mujer. ¿Cómo será este concierto? ¿Qué otras actividades tienen en mente?
-¡Ahí vamos, a Nueva York! Este concierto es importante porque está comprendido en el programa de celebraciones oficiales de ONU Mujeres. Además nos acompaña la soprano Pilar Jurado, o sea que musicalmente es un compromiso de una responsabilidad enorme. Por otra parte tenemos un concierto solidario con la Fundación Sandra Ibarra, estamos en la programación de Vamos!, del Teatro de la Laboral, casi con toda seguridad volvemos a Grecia en el verano… En julio estaremos en el Festival de Música Antigua de Gijón haciendo un melólogo, una forma musical del XVIII muy abandonada, que recuperamos. También tenemos varios proyectos audiovisuales, grabaciones, etc, pero aún por definir, así que no te cuento más, por si después se chafa…

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