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lunes 25, noviembre 2024

Recuperaciones: valiosa chatarra

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En una sociedad cada día más adicta al consumo de materiales se hace imprescindible una intensa labor de reciclaje. En este apartado tiene mucho que decir el sector de las recuperaciones, un gremio que se ha quitado el cartel de patito feo para convertirse en paladín de la ecología y la sostenibilidad.    



La figura del ‘chatarrero’ como la del trabajador escasamente profesionalizado que recoge materiales con su carro o su furgoneta está dando a paso a otra muy diferente, la del gestor de residuos, un técnico cualificado no sólo para recoger los residuos metálicos, sino también para clasificarlos, procesarlos y dirigirlos a su posterior recuperación. En Asturias, alrededor de quince empresas conforman la Asociación Asturiana para la Recuperación, que fundamentalmente trabaja reciclando metales y en menor medida, neumáticos.
Al cambiar de coche, al consumir latas de conserva o en el transcurso de procesos industriales relacionados con hierro, acero y metales no férricos se producen residuos que pueden volver a ser reutilizados tras un tratamiento y un proceso de valorización. En esta cadena, es fundamental la labor de las empresas de recuperación, relacionadas con la recogida de dichos residuos que operan según la normativa de seguridad, de manipulación de maquinaria industrial y materiales peligrosos, así como las leyes medioambientales en materia de recuperación y reciclaje.

La crisis económica tiene sus repercusiones en el sector de la recuperación. Es una cadena inevitable: si desciende el consumo, también disminuye el nivel de residuos.

Los residuos metálicos o chatarra pueden clasificarse en dos grandes tipos; el mayoritario -que en Asturias procesa entre 15 y 20 toneladas al mes- es la llamada chatarra ferrosa, procedente del hierro y el acero. Los no ferrosos incluyen los residuos de aluminio, cobre, plomo, zinc, níquel, titanio, cobalto, cromo y otros metales preciosos. Tanto los de un tipo como otro pueden proceder a su vez de la propia fábrica o fundición de origen, fruto de recortes en plantas de productos elaborados con metales o bien de productos que han cumplido su vida útil y se desechan, como el caso de automóviles, latas, electrodomésticos…
La crisis económica, que ha incidido directamente en la venta de automóviles o en la de muchos otros artículos de consumo, tiene sus repercusiones en el sector de la recuperación. Es una cadena inevitable: si desciende el consumo, también disminuye el nivel de residuos. A esto hay que añadir que España es un país deficitario en chatarra. La que se genera a nivel nacional no cubre las necesidades: «Las acerías de la península necesitan importar, todos los meses llegan a España barcos enteros cargados de chatarra».

Existe un protocolo de actuación para el momento en que se detectan residuos radiactivos, que indica que sean recogidos por el Consejo de Seguridad Nuclear.

Los recuperadores ven que escasean los materiales y que paralelamente se incrementa el valor de los mismos. Y eso que la crisis ha llegado más tarde a este gremio, «desde que la venta de vehículos empezó a bajar hasta que se acusó la escasez de materia, pasaron dos o tres años. Para nosotros, el 2010 todavía fue un buen año. Empezamos a notar el bajón a finales de 2011», aseguran desde Arastur, la asociación asturiana que agrupa a quince empresas del sector.
Entre los problemas más relevantes a los que se enfrentan estas empresas se encuentra también el incremento desorbitado de la factura energética y el excesivo intrusismo, que aunque siempre ha afectado a esta industria, en tiempos de escasez de material y de crisis económica es especialmente preocupante.

Ante todo reciclaje
En el campo de las recuperaciones el reciclaje es sinónimo de rentabilidad y de ahí los esfuerzos de los empresarios por aprovechar hasta el último kilo de metal posible. Como consecuencia de ello las empresas del sector están invirtiendo en maquinaria que les permita optimizar los materiales y desarrollando proyectos de I+D+i que les permitan un mejor aprovechamiento y mayor reciclaje. Las exigencias de la normativa medioambiental, que contempla entre otras cosas el desmontaje de muchos componentes -como en el caso de aparatos de la gama blanca- y la extracción de residuos contaminantes también ha condicionado el modus operandi de las recuperaciones.

Daniel Langer. Presidente de Arastur (Asociación de la Recuperación Asturiana)
Foto: Fusión Asturias

Daniel Langer

Presidente de Arastur (Asociación de la Recuperación Asturiana)

Asturias cuenta con quince empresas del sector de la recuperación, agrupadas bajo las siglas de Arastur (Asociación de la Recuperación Asturiana). El empresario Daniel Langer es la cabeza visible de este colectivo que lucha por defender los intereses de sus asociados.

-¿Qué diferencia hay entre un tradicional desguace y un negocio de recuperación?
-Básicamente las diferencia la mecanización de las operaciones que tenemos que realizar. Hay operaciones que son las que se llevan haciendo toda la vida y en las que no se puede sustituir la mano del hombre, como el corte de chatarra con soplete, y eso se hace igual en una instalación moderna que en una instalación antigua. Y hay empresas que clasifican, almacenan y venden la chatarra tal cual está, mientras que otras más modernas, la procesan acorde con las condiciones que requiere el consumidor final.
Por ejemplo, cuando llegan partidas de chatarras que contienen metales, se obtiene mayor o menor beneficio en función de la meticulosidad de la extracción y la limpieza. Cuanto más concienzuda sea ésta, mejor para nosotros.
-Poco a poco se ha desterrado la antigua imagen del chatarrero en favor del empresario que trabaja en reciclaje de materiales, y que cumple con los requisitos medioambientales.
-Sí, aunque a veces es un problema, porque tal y como está hoy el mercado cada vez hay menos consumo y por tanto menos chatarra. Esto hace que suba de precio. Por otro lado la normativa medioambiental establece la obligatoriedad de llevar a cabo un tratamiento de las chatarras que al final reduce el margen de compra.

«La I+D+i está muy presente en el sector porque el grado de recuperación de chatarra es muy importante a la hora de conseguir beneficios»

-Además de la escasez de materiales y el incremento de la factura energética, otra de las cuestiones que afectan al sector es la volatilidad de los precios.
-Sí, es un problema porque antiguamente la variación de precios era mensual, y ahora en cualquier momento te pueden llamar diciendo que a partir del día siguiente la chatarra vale 15 euros menos o 10 euros más, no se sabe. Como somos intermediarios, si el consumidor final cambia el precio tres veces en un mes, nosotros nos vemos obligados a cambiárselo también a nuestros proveedores.
-¿Se aprecia un mayor intrusismo a raíz de la crisis?
-Intrusismo en este negocio siempre lo hubo y siempre lo habrá, porque cuando la chatarra está alta, que lo está, siempre hay gente que no es del negocio que se mete a hacer de intermediario.
-¿Qué problemas pueden surgir con los residuos?
-Puedes encontrar un poco de todo, desde la persona o empresa que tiene sus residuos férricos totalmente separados del resto, hasta los que lo tienen todo mezclado y nosotros tenemos que arreglárnoslas. Ellos generalmente identifican el residuo para que luego puedas gestionarlo adecuadamente y en base a la normativa vigente.
-En ocasiones llegan al establecimiento residuos radiactivos. ¿Están preparados los negocios asturianos para tratarlos?
-Todo el gremio de recuperación, o al menos la mayor parte de las empresas, está inscrito en el Consejo de Seguridad Nuclear y existe un protocolo de actuación para el momento en el que llega una fuente radioactiva. Una vez que se detecta a través de los pórticos de radioactividad de las básculas de las chatarrerías se pone en marcha el protocolo que consiste en localizar la fuente y guardarla en un sarcófago (un cajón de hormigón que está forrado de plomo), que es obligatorio tener. La pieza radiactiva se mete dentro y se avisa al Consejo de Seguridad Nuclear para que venga a buscarla. Normalmente se dan muy pocos casos de estos, lo que sí se detectan son casos de radioactividad natural, no perjudicial, como es el caso de las piedras de granito.
-¿En que medida está presente la I+D+i en el sector, dado que cada vez precisa de más tecnología?
-Está muy presente porque el grado de recuperación de chatarra es muy importante a la hora de conseguir beneficios para la empresa, así que invertir en tecnología -hasta cierto punto- puede ser rentable. Por otra parte, las empresas también tienen que intentar minimizar sus residuos y ahí también aparece la I+D+i. Por último, está el tema del consumo energético, ya que en septiembre del año pasado hubo para estas empresas una subida del 100 y del 110 % en la tarifa de acceso a la corriente eléctrica. Fue un varapalo bastante importante.
-¿La existencia de Arastur permite una coordinación entre las empresas del sector?
-Sí, a través de Arastur se hacen reuniones periódicas entre todos los asociados y se hablan los problemas comunes: la escasez de material, lo referente a la compra de energía eléctrica y la subida de los costes generales que afectan al gasoil, los gases que utilizamos para el corte y mantenimiento de las instalaciones, etc.

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