El Camino de Santiago es una de las formas -que no la única- de vertebrar el territorio más desconocido del concejo. Paisajes rurales, pequeños pueblos y una hospitalidad que viene de serie hacen de este viaje una experiencia enriquecedora.
Recorrer Ribadesella con la mochila a la espalda es familiarizarse con nombres como Cuerres, Toriellu, Espina, Abeu, Vega, Berbes… Cada uno tiene su encanto: el precioso puente medieval por el que entra el Camino en Cuerres, los vertiginosos acantilados del Infierno, las vistas desde Abeu, la iglesia románica de San Esteban de Leces… y por supuesto la entrada en la villa de Ribadesella por el barrio de El Portiellu y toda la zona vieja, cruzando el puente sobre el Sella y atravesando la playa de Santa Marina en dirección a San Pedro.
La ruta a Santiago coincide en parte con un Camín Real, reconocible por la clásica calzada de piedra, desgastada tras siglos de pisadas de los caminantes. En otros tramos se identifica también con pequeñas o grandes rutas de senderismo, simples paseos o largas excursiones que dependerán de las fuerzas y las ganas de cada uno. Por ejemplo, uno de los tramos que une Llanes con Ribadesella es conocido como la Senda de Samuel, en honor al policía asturiano Samuel Cachero, fallecido en 2010.
También está la Ruta Costera de los Acantilados del Infierno, que permite recorrer un itinerario semicircular y poco cansado, apreciando sin embargo el vertiginoso desnivel con respecto al mar y como consecuencia unas preciosas vistas. También encontramos un área recreativa donde descansar o preparar una comida campestre.
Fuera del Camino
Más allá de la ruta a Santiago, Ribadesella ofrece infinitas posibilidades de senderismo. Tras atravesar el túnel de entrada, desde Cuevas se puede encarar un sencillo recorrido circular conocido como la Ruta de los Molinos, unos ocho kilómetros que atraviesan también los pueblos de Santiago y Tresmonte. Muchas de estas edificaciones están en ruinas, pero en otras es posible identificar sin problemas las piezas con las que se aprovechaba la fuerza del agua para triturar el cereal.
Una parte del territorio riosellano forma parte del paisaje protegido de la Sierra del Sueve, hábitat del caballo asturcón en libertad, y paraje de bosques con siglos de antigüedad. Es una buena forma de acercarse a la montaña, aunque la proximidad de los Picos de Europa, visibles a un paso, anima también a encarar cotas más altas. Sin salir del concejo, el punto más elevado es el pico Mofrechu, al que se puede acceder desde Santianes del Agua. Desde la cumbre se consiguen unas de las mejores vistas de la región, jugando con ese contraste entre mar y montaña tan característico en esta zona.
Los azulejos del Paseo de la Grúa, donde Mingote contó la historia de la villa, no son los únicos que llaman la atención en Ribadesella. La mayoría de los pueblos del concejo cuentan con grabados en relieve en los que se ve su nombre, acompañados de una estampa típica, un paisaje, un apunte sobre la historia o el origen de la toponimia… Es una curiosa forma de diferenciar cada localidad, y una nota de color que vale la pena buscar, casi como pasatiempo.