Fernando Couto combina su concejalía con la portavocía del gobierno local. Su principal aspiración es la de convertir Gijón en una ciudad dinámica y moderna. El número dos del gobierno gijonés confía en que el futuro Plan General de Ordenación Urbana se constituya en una herramienta adecuada para ello.
-¿Cuándo está previsto que el PGO pueda salir adelante?
-Si todo va como se plantea se aprobará el último trimestre de 2017. Todavía quedan las alegaciones de los colectivos, los vecinos y grupos empresariales que tienen un periodo para ello y hay que resolverlas. Se volverá a exponer públicamente durante dos meses en el Museo del Ferrocarril y a la vuelta del último trimestre de 2017 será la aprobación definitiva.
Gijón tiene dos planes generales anulados por el Supremo: el del año 2005 y el de 2011. El problema que hay es que el plan que está vigente, el de 1999, se aleja de la realidad económica y social que hay en la ciudad 18 años después.
-¿Hacia dónde y cómo va a crecer Gijón urbanísticamente?
-No es un plan expansivo. Aquí, como en el resto de Asturias y España, se paga la crisis de la burbuja inmobiliaria por lo tanto, lo que queremos es rellenar los huecos en el área urbana que están sin desarrollar y apostar por la rehabilitación y la regeneración urbana. El Plan no va a permitir grandes actuaciones en la zona rural y que como ocurriría con el plan anterior permitiría que en parroquias como Cabueñes, Castiello o Vega La Camocha se construyeran edificios de cuatro y cinco alturas, incluso seis en algún caso. Esto es lo que hemos parado y es el gran mensaje de este plan: no queremos atentar contra la zona rural.
-¿Nacerá el nuevo PGO con el consenso y la participación ciudadana?
-El nuevo Plan incorpora la voluntad de la gente. Las cosas han cambiado y ya no se entiende ningún desarrollo del municipio sin la participación ciudadana. El nuevo PGO no ha generado ninguna polémica porque tiene el apoyo mayoritario de los grupos políticos –cinco de seis- y tiene el apoyo vecinal.
«Pensar en la política de subvención como la clave en el desarrollo de una actividad es un error»
-¿Qué plazos y fases prevé tener la tan esperada obra de accesos al Musel?
-El Musel corresponde al Ministerio de Fomento, va con mucho retraso pero a día de hoy se puede decir que arranca. Es incomprensible que haya pasado la legislatura de un gobierno y que el proyecto se guardara en un cajón. A día de hoy es justo reconocer que después de cuatro años sin abordar el asunto, lo han licitado, lo han adjudicado y se espera que para el año 2020 ya esté listo con una inversión de cien millones de euros. Ahora hay que quedarse con lo positivo.
-¿Cómo redundará en el tejido industrial del municipio y en particular de áreas empresariales cercanas?
-Es un golpe de modernidad. Es inconcebible tener el puerto que tenemos, que es sensacional desde el punto de vista de infraestructura pero que tiene una gestión que hay que mejorar. Es un puerto que puede competir con Róterdam, que debe competir con Algeciras y con los primeros puertos del país y del ámbito internacional. Pero no se concibe que en Gijón sigan entrando los camiones por la Avenida Príncipe de Asturias que es zona urbana. Tampoco lo entienden así los posibles inversores que vienen a la ciudad y detectan estas carencias.
-Recientemente Bruselas ha negado las ayudas solicitadas por el Principado para La Zalia. ¿Cómo va a afectar este golpe a su desarrollo?
-Es bueno que Europa nos dé una ayuda para hacer una estación intermodal en La Zalia, pero pensar en la política de subvención como la clave en el desarrollo de una actividad es un error. No se puede basar todo en las subvenciones. Hay que generar unos presupuestos autonómicos que incluyan partidas para La Zalia y unas condiciones que favorezcan la inversión privada. Hay que lanzar el mensaje de que La Zalia es atractiva, flexibilizar las bases para que puedan invertir empresas y desarrollar unos enlaces. Tiene que haber una apuesta por parte de las instituciones que la promovieron, los puertos de Avilés, los del Musel, el Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Gijón. A partir de ahí, seguro que las inversiones llegarán.
«Los años en política te enseñan que en las guerras perdemos todos y en la unión ganamos todos»
-Gijón está apoyando al empresario a través del Centro Municipal de Empresas. ¿Qué nuevos proyectos tiene previsto acometer esta entidad municipal?
-Esta sociedad municipal cumple 25 años en el 2017 y es una herramienta que está muy valorada y reconocida en el ámbito local pero también en el ámbito nacional a través de los premios que ha obtenido. A través de ella damos apoyo institucional a los empresarios del sector desde el punto de vista logístico de infraestructuras. Tenemos suelo y techo para los empresarios del sector además de numerosas herramientas de asesoramiento, formación y ayudas que las definimos en dos ámbitos: reembolsables y no reembolsables. Cada vez ganan más peso las de carácter reembolsable, herramientas de préstamos participativos y capital riesgo y microcréditos. A día de hoy tenemos cerca de 30 proyectos de inversión empresarial que generan un montón de empleo, por lo tanto estamos contentos por haber cambiado esa cultura de subvención a fondo perdido frente a la ayuda reembolsable. Fue una cuestión que planteamos en el anterior mandato y que funciona.
-Presume de que Gijón ha fijado población y empresas. ¿Cuál es el siguiente reto?
-El próximo reto es captar inversiones para Asturias. Y para ello es fundamental que las instituciones trabajemos codo con codo con el Gobierno de España y con el de Asturias, sin que importe el color político. Para mí La Zalia no es Gijón, es Asturias, el Musel no es Gijón, es Asturias. Una comunidad de habitantes no se puede permitir el lujo de decir que esto es de Gijón o es de Avilés o de Oviedo. Hay que tener una visión global.
Los años en política te enseñan que en las guerras perdemos todos y en la unión ganamos todos. No nos podemos seguir enfrentando entre nosotros porque entonces pierden los asturianos.