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domingo 24, noviembre 2024

Servicios funerarios. Facilitando el último adiós

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Decir adiós no suele ser una tarea fácil. Enfrentarse a la muerte de un ser querido a menudo requiere un proceso de tránsito, en el que muchas veces solo el tiempo acaba mitigando la sensación de pérdida.

No hemos sido educados para afrontar la muerte. Todos sabemos que tarde o temprano nos tendremos que enfrentar a ella, pero cuando llega, la razón y los sentimientos se ven bloqueados por un aluvión de sensaciones y recuerdos y lo que más se agradece es poder contar con profesionales del sector que sepan acompañar de manera discreta y cubrir todas las necesidades que vayan surgiendo.

Las empresas de servicios funerarios trabajan 24 horas los 365 días del año ya que, cuando se produce una defunción, todo se debe organizar en un periodo de tiempo muy corto que suele oscilar entre 24 y 48 horas. Es muy fácil que en dicha situación los familiares se vean desbordados por la gran cantidad de decisiones a tomar y trámites a realizar, más en un momento en el que el shock emocional es grande y lo único que se necesita es tranquilidad y soledad para poder afrontar el duelo y la pérdida. Aquí es cuando más se agradece que los trabajadores de los servicios funerarios contratados puedan asesorar de manera integral y vayan siempre un paso por delante para poder cubrir las necesidades de la familia casi antes de que se produzcan. Básicamente las necesidades a las que se puede enfrentar cualquier persona en este tránsito son de cuatro tipos: jurídico-administrativos, sociales, funcionales y emocionales.

Cada vez hay más expertos que aseguran que es de gran importancia el protocolo dentro del ritual funerario. Cada cultura y religión posee un rito en relación a la muerte y es vital que los profesionales conozcan en todo momento no solo la voluntad de la familia, sino también las directrices que marca su creencia, dándole así un orden al desarrollo de todo el proceso y mostrando un máximo respeto para que el duelo pueda ser vivido desde la tranquilidad.

Los gestos son diferentes en cada cultura y es necesario saber escoger la forma adecuada de expresar las condolencias, las flores o símbolos religiosos, la vestimenta, etc. es aquí donde el protocolo marca la diferencia.

Frente a lo que venía siendo tradición, cada vez se está imponiendo más la cremación a la inhumación a la hora de escoger la forma de despedir a un ser querido. Un estudio reciente realizado por PANASEF (Asociación Nacional de Servicios Funerarios) asegura que, debido a estos cambios realizados en la sociedad española, las empresas funerarias han invertido en los últimos 20 años unos 800 millones de euros para poder adaptarse a esta demanda y poder así cubrir las últimas voluntades del finado y su familia. Actualmente muchos cementerios ofrecen espacios para poder depositar una urna con las cenizas y colocar una placa conmemorativa. En algunos casos existen bosques o jardines para las cenizas con la posibilidad de plantar un árbol o crear un reducto especial y personalizado para recordar a los que ya no están y poder así presentarle nuestros respetos.

Duelo 2.0. Las redes sociales están aportando una nueva forma de vivir el duelo. Un estudio realizado por Nina Cesare y Jennifer Branstad, sociólogas de la Universidad de Washington, sobre cómo los usuarios interactúan con los perfiles de redes sociales de personas fallecidas revela una nueva forma de exteriorizar los pensamientos y de vivir la pérdida. Las conclusiones obtenidas ponen sobre la mesa que existen dos vías para expresar los sentimientos respecto a la pérdida de un ser querido. Por un lado está Twitter como un espacio a medio camino entre lo público y lo privado en el que tanto personas que conocían al fallecido como las que no lo conocían opinan y debaten sobre él o sobre la propia muerte. Facebook es por contra una esfera más privada y los usuarios emplean los perfiles de los fallecidos para mostrar un dolor más cercano y escribir mensajes de índole personal e íntimo.

Cada vez más personas utilizan las redes sociales como un espacio en el que exteriorizar el dolor y compartirlo con muchas personas. De esta manera, no solo estás expresando tus sentimientos hacia la persona que has perdido, sino que recibes el consuelo de todos aquellos amigos virtuales que están leyendo tus palabras y que pueden hacerte llegar de manera inmediata su cariño y su apoyo. El tiempo y el espacio desaparecen de manera que el sentimiento de soledad puede ser mitigado más rápidamente.
Conscientes de esta necesidad, muchas funerarias asturianas están ofertando a sus clientes servicios 2.0. Los pésames virtuales, la recuperación de la memoria digital, la tramitación de una baja en las redes o la posibilidad de enviar recordatorios vía Whatsapp, son algunos de los mercados que se están abriendo cada vez más con el único objetivo de dar un mejor servicio a las familias que enfrentan una pérdida.

Velatorios, ahora imprescindibles Tanatorio en Oviedo
Lejos ha quedado la costumbre de despedir al difunto en el hogar familiar, una tradición que sumaba al dolor de sus más allegados la difícil tarea de convertirse en anfitriones durante horas y de forma ininterrumpida. Afortunadamente las empresas del sector funerario disponen de salas habilitadas para tal fin, espacios amplios y confortables en los que es posible despedirse del ser querido y acompañar y reconfortar a sus familiares y amigos.
Monte Areo. Una visita al pasado Túmulo en Monte Areo (Carreño)
A lo largo de la historia, la humanidad ha escenificado su preocupación en mostrar su respeto a los muertos a través de diferentes costumbres funerarias. En Asturias, en el límite entre los concejos de Gijón y Carreño, se encuentra la mayor necrópolis tumular del norte de España: Monte Areo. Declarado Bien de Interés Cultural, el conjunto formado por cerca de treinta y cinco túmulos funerarios neolíticos se encuentra situado por la mitad de la ladera y en la cima del monte, concretamente en dos zonas: Los Llanos y Les Güelgues de San Pablo.
Los restos más destacados son dos cámaras funerarias cuya planta es cuadrada, un dolmen de planta trapezoidal y un dolmen de corredor. Antes de iniciar la visita a este enclave etnográfico y monumental, se recomienda una visita al Aula Didáctica del Neolítico que se sitúa en el entorno del Centro de Iniciativa Rural de Guimarán y el Valle.

Psicología funeraria, una ayuda inestimable

No hay una forma correcta o incorrecta de afrontar un duelo. Cada persona lo vive de una manera diferente dependiendo de su forma de ser, de su educación y también de sus creencias. Saber facilitar al doliente las herramientas necesarias para afrontar la pérdida y atravesar las fases del duelo de forma equilibrada son parte del trabajo de una figura que está ganando cada vez más importancia: el psicólogo en centros funerarios. Laura López Iglesias, licenciada en Psicología en la Universidad de Santiago de Compostela, es actualmente una de las pocas psicólogas pioneras en este sector, y presta sus servicios en el occidente asturiano.

Laura López Iglesias, psicóloga
Laura López Iglesias / Foto cedida por Laura López

Aunque actualmente este servicio está en fase inicial, existen varias funerarias que lo están incorporando y los resultados obtenidos hasta la fecha se pueden valorar como positivos.

-¿Cómo se ayuda a una persona que ha perdido a un ser querido?
-Siempre digo que no es tanto qué les dices sino cómo te acercas. Cuando uno está en duelo y tiene las emociones tan a flor de piel lo que más percibe es la actitud con la que una persona se le acerca. Es una actitud de escucha, de serenidad, de estar ahí, de acompañamiento en el dolor. Mi finalidad siempre es dar pautas para que elaboren bien el duelo a posteriori.
-¿Cuánto dura el duelo tras una pérdida?
-Evidentemente depende de cada persona, pero el duelo es un proceso duro que puede durar un año. Hay un impacto inicial en el tanatorio con el ritual de despedida pero después está la ausencia que se percibe cuando se llega a casa y el ser querido ya no está. Intentas ayudar para que las familias conozcan las fases por las que van a pasar, el proceso habitual de duelo.
-¿Cuáles son esas fases?
-Aunque depende mucho del tipo de deceso, normalmente hay una primera fase de negación, de shock emocional, donde a veces piensas que es una película y que no te está pasando. Después suele haber una fase de rabia, de enfado con el mundo para, posteriormente, entrar en la fase más depresiva, donde realmente conectas con la ausencia y te das cuenta de lo que está ocurriendo. Esta suele ser la de mayor tristeza para luego pasar a la última fase en la que se va aceptando la situación y se conecta nuevamente con la vida.

«Mi finalidad siempre es dar pautas para que se elabore bien el duelo a posteriori»

-¿El psicólogo acabará siendo un profesional indispensable en el sector funerario?
-La figura del psicólogo se va a acabar imponiendo. Es lo que nosotros llamamos el marco de la psicología de emergencia. No se acude para aplicar un tratamiento pero sí unos primeros auxilios psicológicos que pueden ayudar a que la persona reconduzca el duelo y que, como consecuencia, lo viva mejor. Hay una prevención de conductas problemáticas que pueden surgir a posteriori como depresiones u otro tipo de patologías. Las empresas del sector están invirtiendo no solo en la logística del funeral sino también en el cuidado emocional de las personas que están en duelo.
-¿Qué le aporta a nivel personal trabajar en un ámbito tan delicado como este?
-Este oficio, al estar en contacto con la muerte, te hace valorar la vida. La mentalidad que percibo tanto en mí como en las personas que trabajan en el sector es: disfruta hoy, vive hoy, dile a la gente que la quieres y no lo dejes para mañana. Y si eres capaz de ayudar a una persona que está pasando un momento tan crítico, eso reconforta muchísimo, es algo que te llena a nivel personal.

Mensajes en forma de flor

Nadie sabe a ciencia cierta en qué momento enviar flores se convirtió en un símbolo de condolencia y pésame, lo que sí está claro es que a día de hoy es un acto a través del cual se pueden expresar sentimientos hacia el fallecido o su familia.

funerarias-flores
Foto: Fusión Asturias

Las rosas rojas como signo de amor puro, las blancas como condolencia, recuerdos y esperanza, los gladiolos significan recuerdo, los claveles admiración, mientras que las azucenas se relacionan con el corazón y todo lo que tiene que ver con lo emocional. Estos son solo algunos ejemplos de flores que en un momento difícil pueden expresar por nosotros todo lo que las palabras no alcanzan a decir.
En un momento de duelo como es siempre la muerte de un ser querido, hay muchas cosas que pueden ser prescindibles, pero las flores se han convertido en un elemento esencial ya que aportan luz, calidez y confort. Una forma de honrar y homenajear al fallecido al mismo tiempo que acompañan a la familia.
Pero no todo vale a la hora de escoger un arreglo floral para expresar nuestro pésame. Cada vez más floristerías se están especializando en este tipo de servicios en los que hay que manejarse con una delicadeza extrema. Cada religión tiene sus propias sensibilidades en lo referente a la muerte y lo que para una confesión puede interpretarse como un signo de respeto para otra no lo es con lo cual, antes de decidir qué tipo de flores se envían hay que tener en cuenta la confesión de la familia así como las tradiciones propias de su religión.
Así mismo, dependiendo de la relación que se tuviera con el difunto o su familia, se podrán escoger diferentes arreglos florares ya que, a través de ellos, podemos expresar sentimientos de manera muy diversa.
Normalmente, la familia inmediata suele decantarse por una corona funeraria o un conjunto floral para el ataúd, mientras que los familiares lejanos suelen tender a un conjunto floral vertical o un arreglo informal. En el caso de los amigos o compañeros de trabajo, las flores muchas veces traducen sentimientos de reconocimiento como por ejemplo una canasta de flores silvestres si el fallecido era amante de la naturaleza y el aire libre, una planta que después se pueda plantar en exteriores y perdure como recuerdo de alguien que amaba la vida o un ramo de flores de su color preferido en honor a una de las señas de identidad de la personalidad del difunto.
Aunque la decisión final corresponde a cada uno y también a la relación que mantenía con el fallecido, lo mejor es acudir a una floristería de confianza para valorar junto al profesional qué es lo más apropiado y qué flores pueden expresar nuestros sentimientos en estos momentos tan difíciles y dolorosos.

Arte funerario, símbolos que no se olvidan

El arte funerario cuenta cada día con mayor número de adeptos, hasta el punto que algunos cementerios se han convertido en centros de interés turístico.

Cementerio de La Carriona (Avilés)
Cementerio de La Carriona (Avilés) / Foto: Fusión Asturias

La costumbre de enriquecer las tumbas con todo tipo de objetos e inscripciones se encuentra en infinidad de culturas como una práctica habitual del culto a los ancestros.
Los cementerios asturianos dan buena fe del trabajo de los profesionales que dan lugar a auténticas obras de arte utilizando principalmente elementos como la piedra natural, el granito o el mármol. Esculturas de todo tipo, columbarios, nichos, panteones y lápidas son algunas de las obras requeridas a la hora de recordar a los fallecidos. Los trabajos -en gran medida artesanales- permiten que cada producto esté personalizado al gusto de cada demandante. Los avances tecnológicos y unas herramientas, cada vez más sofisticadas, facilitan un servicio cada vez más diversificado cuyo único límite está en la creatividad o imaginación. Sistemas de nueva factura como el de fotograbación permiten pasar de las tradicionales palabras a la impresión de imágenes sobre piedra con la ventaja de ofrecer una gran resistencia a las diversas condiciones medioambientales y asegurando una larga duración del producto. «La fotograbación permite trasladar cualquier fotografía en color a la piedra, mediante el grabado realizado por chorro de arena -explica Antonio Verdes, impulsor en Asturias de esta técnica-, pero aunque los productos quedan muy bien no se demandan demasiado por su coste económico».
Los precios de lápidas y panteones varían en función de los diferentes lugares de la región y según el tamaño que se estile en el cementerio, una lápida de factura sencilla puede rondar entre los 300 y 400 euros. Los diferentes colores del granito y los accesorios también modifican el coste final y a la hora de elegir no hay una preferencia determinada «aunque últimamente se lleva más el granito que el mármol porque el primero conserva mejor su brillo», añade Verdes, que lleva veintidos años en el sector.
La elección puede variar en función de las características del lugar, cementerios en espacios urbano o rurales, de la edad y características del ser querido fallecido y de otros muchos factores como pueden ser la cultura o etnia a la que pertenezca el difunto. «En particular, la gente de la etnia gitana prefiere los modelos más llamativos, les gusta que la tumba no pase desapercibida».

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