En 2015, el ovetense Víctor Gonzalez, sufrió un accidente practicando snowboard que le causó una lesión medular. Todo apuntaba a que tuviera que quedarse en una silla de ruedas para el resto de su vida, pero Vic, como es conocido entre sus amigos, decidió ponerse de pie en el sentido literal de la palabra y comenzar a vivir su nueva vida.
Antes de la entrevista me documento sobre él y en varios medios leo la palabra milagro. Busco en el diccionario su significado y hay algo que no encaja.
Haciendo un curso de avalanchas en el Parque Nacional de Aigüestortes había niebla y chocó contra un muro de nieve. Se rompió las vértebras C5 y C6 con una invasión medular del 30%. Diagnóstico médico: tetraplejia. Tras una fase dura en la que su único pensamiento era suicidarse y no ser una carga para los suyos tocó fondo y comenzó entonces la aventura de construir una nueva vida. En todo su proceso no encuentro señales de intervención divina por ningún lado, más cuando habla una persona que durante su recuperación hacía diariamente tres turnos de rehabilitación, que se visualizó moviendo los dedos de los pies hasta que consiguió volver a conectar su cerebro con su cuerpo o que a los tres años de su lesión participó en los Juegos Paralímpicos de Pyeonchang. Más que de un milagro estamos hablando de sacrificio, de esfuerzo y de mucho, mucho AMOR. Todo muy terrenal y tremendamente humano.
-Recientemente participaste en los Juegos Paralímpicos de Pyeonchang. ¿Cómo ha sido la preparación y la experiencia?
-El tiempo de preparación fue pequeño y muy intenso. Teníamos que encontrar la manera idónea de entrenar para que mejorase físicamente y poder rendir a nivel deportivo. Esto es muy difícil y no nos dio tiempo a encontrar la fórmula, la que escogimos para llegar a los juegos fue errónea y llegué tan hecho polvo que en Corea no podía entrenar ni hacer la bajada de reconocimiento. Lo ideal sería haber tenido un ciclo completo de cuatro años de entrenamiento pero no pude por la lesión que tuve en 2015, todavía sigo con la rehabilitación. Son cosas que pasan y no le echo la culpa a nadie. Es una pena que no me haya pasado esto en unos Campeonatos de España, pero hemos aprendido mucho y para la próxima temporada va a haber cambios. Confío en llegar bien físicamente para los próximos Juegos.
En cuanto a la experiencia ha sido muy potente y he aprendido muchas cosas de mis rivales. Cuando vas a unos juegos coincides con un montón de deportistas discapacitados de otros lugares, cada uno tiene historias maravillosas y súper enriquecedoras que te motivan un montón.
-¿Quién eras antes del accidente y quién eres ahora?
-Antes tenía una vida cómoda porque desde pequeño tuve la gran suerte de que sabía lo que quería hacer y vivía de ello. Había conseguido vivir de mis hobbies, tenía una escuela de snow en Vaqueira Beret y una de surf en Salinas. De repente todo eso se alteró a causa de la lesión y cambió mi vida radicalmente. Mis objetivos cambiaron y lo que quise hacer a raíz de esta lesión fue dar a conocer mi historia, para que personas que pasen por una situación igual o parecida a la mía se den cuenta que pueden salir adelante teniendo una actitud positiva, un entorno y la motivación adecuada. Lo bonito de todo esto es que el accidente me ha dado un fin que es ayudar a las personas, y a la vez ese objetivo me retroalimenta y me sirve como terapia. Los pronósticos que tuve desde un principio eran muy negativos pero gracias a la actitud, al entorno, al conocimiento y a un montón de cosas en las que tuve que ir progresando y mejorando, conseguí salir adelante.
«Si no hubiese tenido la motivación de volver a hacer snow a lo mejor estaría en una silla de ruedas. ¿Cómo me voy a negar a hacerlo de nuevo si fue lo que me levantó? No fue lo que me puso en una silla de ruedas, fue lo que me alimentó para levantarme y coger la tabla»
-¿Has descubierto una parte de ti que no conocías?
-Hasta que no te pasan cosas importantes en tu vida no tiras de ciertas partes que hay en tu cerebro, en tu alma o en tu corazón porque no necesitas llegar a esos extremos. Ahora soy una persona diferente. Este accidente me ha abierto muchas puertas en mi interior que me hacen estar mejor conmigo mismo y me obligan a contar mi historia para que sirva de referencia a otras personas. A mí me hubiera gustado que los médicos no me dijeran que no iba a volver a caminar, y que alguien me contase lo que yo les quiero decir ahora a esas personas que están como yo, sin poder moverse.
-Estabas convencido de que volverías a hacer snow pero los médicos pensaban que eso era imposible y que no aceptabas tu nueva realidad. ¿Cómo se vive ese enfrentamiento entre lo que tú querías hacer y lo que los médicos te decían?
-Tuve que mentir mucho pero respecto a ellos lo vi claramente, no nos damos cuenta del nombre que nos ponen: paciente. Eso significa que yo esté pacientemente echado en mi cama hasta que me digas lo que tengo que hacer. Vamos a ver: reúnete conmigo y en vez de preguntarme si me drogo o si fumo para saber cuáles son mis antecedentes, pregúntame qué tipo de persona soy, qué puedo aportar a este objetivo que tenemos en común que es que yo mejore. No me metas en el mismo saco en el que vas a incluir a todos los lesionados medulares porque cada uno tenemos pasados diferentes. Yo vengo del deporte y soy una persona que sé lo que es el sufrimiento, que sé lo que es trabajar en equipo. No somos todos iguales ni tenemos la mente igual. Para los médicos todo lo que se sale de los libros no es normal, y cuando les hablaba de Reiki, de electro estimulación o de otras cosas, no querían saber nada. Me decían que no podría caminar pero nunca les guardé rencor y siempre pensaba: «voy a esforzarme lo máximo posible para mejorar, que vean lo que he cambiado y que esto les sirva para ayudar a otras personas». Cuando tiempo después me presentaba en ese hospital los médicos decían: «lo tuyo es un milagro». No me preguntaban nada, no se preocupaban de investigar qué era lo que me había hecho ponerme de pie para poder aplicarlo en su profesión. No soy anti médicos pero la medicina tradicional se cierra en banda a cosas nuevas que están apareciendo y son ellos los primeros que hacen que no progresemos.
-¿Cuál fue la clave en tu recuperación?
-Yo no podía mover ninguna parte de mi cuerpo, lo único que podía trabajar era el cerebro. Tenía que partir de la base de la imaginación, imaginarme que mi cerebro le estaba mandando órdenes a mi cuerpo y, a pesar de que esas órdenes no se realizaban, visualizar que realmente lo estaba haciendo. Ponía música e imaginaba que estaba tocando el piano, visualizaba la posición que tenía en ese mismo momento en la cama y veía desde un objetivo cenital que estaba moviendo los dedos al mismo tiempo que escuchaba la música. Estos fueron mis inicios de rehabilitación. Sentía el amor de mis amigos y de las personas, lo aglutinaba en la parte del pecho y cuando ese pecho estaba lleno de energía la mandaba como si fuese una explosión al resto de mi cuerpo y creaba espasmos. Cuando me di cuenta de que esto funcionaba intenté utilizarlo al máximo y estoy seguro de que no arañé más que la superficie. Antes del accidente no era una persona que trabajara mentalmente, ni creía en la energía ni en cosas de esas.
«El snowboard fue importante en mi rehabilitación. La idea de querer volver a deslizarme sobre una tabla hizo que metas que estaban por el camino fueran realizadas con un motivo claro»
-Utilizaste técnicas como la meditación o la visualización, que otras sociedades tienen incorporadas desde hace mucho tiempo.
-Yo no caminaba más de cuatro pasos seguidos y lo hacía con ayuda de personas alrededor. Un día estaba en casa y me dije: «Vic, si el problema es que las órdenes que manda tu cerebro al resto del cuerpo para que camine es lo que no funciona, está claro que dentro de tu cabeza hay algo que está desajustado pero que puedes arreglar». Me vine a la cama, estuve meditando dos horas, convenciéndome de que si me concentraba mucho podía realizar movimientos y entonces llamé a mi madre y le dije: «mamá, por primera vez voy a darme una ducha por mí mismo, voy a caminar de la habitación hasta el baño y quiero que vengas detrás de mí pero no quiero oler tu miedo». Ella estaba asustada, empecé muy poco a poco a levantarme, sentarme, me puse de pie, caminé, fui hasta la ducha y me duché solo. Esto fue porque dediqué unas horas a meditar, a convencerme de que lo podía hacer, a intentar desentrañar por qué las órdenes que mandaba mi cerebro no funcionaban. Fue un día mágico para mí y también para mi madre.
-Al final, ¿todo depende de uno mismo?
-Por supuesto, todo depende de cada uno. Hay gente que se hace una foto con el pie operado y la cuelga en Instagram para que la gente los anime, piensan que se van a curar dando pena. Yo nunca fui de esos porque de esta forma la fuerza viene de fuera hacia ti y no considero que eso sea bueno. El proceso de curación tiene que salir de dentro, tienes que iluminar a tu entorno y no que tu entorno te ilumine a ti porque si no no vas a conseguir rehabilitarte. Lo que hice puede hacerlo todo el mundo. Yo no tengo habilidades extremas, no inventé ninguna rehabilitación ni leí ningún libro secreto. Es difícil y recorrí un camino bastante duro, pero es algo que puede hacer todo el mundo, solo hay que tener la visión de hacerlo de esta manera.
«Todas las situaciones te pueden hundir o las puedes ver como una aventura maravillosa que es como yo lo veía. Es mágico y esa actitud es la que me ha hecho mejorar»
-¿Qué significa para ti la vida ahora?
-Antes la vida era aquello que transcurría mientras hacía snow porque a mí este deporte me llenaba. En estos momentos, la vida es ese breve momento de tiempo que me queda para comunicar lo que me ha pasado y poder contar mi historia para que la vida de otras personas sea mejor.
-En tu documental «No lo intentes, Hazlo» comentas que al principio valoraste la idea de suicidarte, ¿qué fue lo que te hizo cambiar y querer vivir?
-Muy al principio de la lesión había decidido suicidarme, no por miedo a vivir en una silla sino porque mi madre tuviera que cuidarme el resto de mi vida y ser un estorbo para el resto de personas. Cuando llegué a estos pensamientos estaba tranquilo porque había vivido una vida plena, estaba feliz de lo que había conseguido y la muerte para mí no era nada traumático. Fue un paso importante darme cuenta que morir era encontrar la paz y también dársela a esas personas que estaban sufriendo. Me sentí tan liberado que a partir de ese momento empecé a construir. Ya no me quería suicidar, decidí intentarlo y preguntarme: ¿qué hay a partir de aquí? El miedo, la gran mayoría de las veces, es bueno. Lo que hace es ayudarte a sobrevivir, pero yo no quería sobrevivir, yo quería vivir.
-Rehabilitación = (c+e+x)ª. En tu fórmula hay elementos que suman pero ¿qué tiene la actitud para ser la que multiplica?
-La actitud lo es todo. En el momento en el que decimos la palabra problema, el problema ya existe y lo único que podemos hacer es tener una actitud positiva. Una vez que la silla de ruedas ya está ahí lo primero que tienes que hacer es conseguir que esa silla no esté en tu cabeza. Todo lo que hago ahora y lo que me motiva a hacerlo es ayudar a la gente. No lo hago por intentar presumir de cómo afronto la lesión, es al revés, querer ayudar a la gente es lo que me da energía para tener esta actitud. Lo sé y estoy convencido de ello porque he vivido un año en un hospital, y hay mucha gente que va a vivir el resto de su vida en una silla de ruedas porque no tuvo la actitud ni tampoco las motivaciones adecuadas a su alrededor. Para mí eso es tan fuerte que pienso que en esta segunda vida que tengo con que solo ayude a una persona a ponerse de pie, ya vuelvo a ganar, ya me puedo ir feliz. A lo mejor es un sentimiento egoísta pero ayudar a la gente me ayuda.
-Ahora te has marcado el reto de volver al Naranjo pero con la estructura de una expedición al Himalaya. ¿Cuál es la motivación?
-Cuando estaba en la cama pensaba en las cosas que tal vez no podría hacer y muchas de ellas ya las he hecho y otras estoy en proceso de llegar a conseguirlas. Una de ellas era ver el Naranjo desde su base y otra hacer un 8000. Me decía que ya no iba a poder hacerlo porque ahora camino 100 o 150 metros y comienzo a arrastrar los pies. Empecé a pensar que tal vez no podría ir al Naranjo de la manera tradicional pero que podía hacer algo mejor y mucho más atractivo: hacer que ir caminando hasta el Naranjo fuese como una expedición al Himalaya. Si solo puedo caminar 100 metros, pues los camino y ahí vamos a montar un campamento base y vamos a descansar hasta que me recupere y vuelva a caminar otros 150 metros y ahí vamos a montar el campo base 2 y así sucesivamente. Voy a hacer mi 8000 y lo voy a convertir en una aventura más interesante que cuando la podía hacer de una manera tradicional.
-Me viene a la cabeza una de tus frases: «La discapacidad es la capacidad de ser extraordinariamente capaz».
-Mi reto va a ser este porque mis capacidades o mis discapacidades me lo van a permitir. Para otra persona tal vez su pico es levantarse de la cama, ir al baño y poder limpiarse solo. Me gustaría que la gente se dé cuenta de que con las discapacidades podemos ser felices y tener nuestros propios retos. No son los mismos de antes, pero podemos hacer que sean bonitos y que cumplirlos nos haga sentir bien con nosotros mismos.
«El miedo, la gran mayoría de las veces, es bueno. Lo que hace es ayudarte a sobrevivir, pero yo no quería sobrevivir, yo quería vivir»
-¿Cuál es la importancia de conocer tus límites?
-En el hospital iba a dos turnos de rehabilitación, algo que no está permitido, porque estás usando la plaza de otra persona. Después me iba a un fisio externo y cuando no llegaba a casa destrozado pensaba que ese día algo había hecho mal. Ahora tengo una bicicleta eléctrica y el día que hago una salida y no me caigo o si hago snow y no me he dado una buena hostia pienso que algo no hice bien. Si quieres mejorar tienes que ir constantemente bordeando el límite, sin pasarte, pero tienes que ir en ese borde porque si no no progresas ni mejoras. Normalmente lo que nosotros creemos que son los límites no lo son, a veces nos pasamos y a veces nos quedamos cortos por eso es importante conocerse a uno mismo. Es muy importante meditar, ver qué proyectamos de nosotros mismos y cuál es la realidad de lo que realmente somos. A veces nos creemos peores o mejores de lo que somos y es importante saber quiénes somos de verdad para que este proceso de ir siempre cerca del límite sea el correcto y el adecuado.
-¿Volver a aprender se ha convertido en una aventura para ti?
-Has dicho una palabra muy bonita que para mí define esta segunda parte de mi vida: Aventura. Imagínate lo que es dejar de sentir en las diferentes partes de tu cuerpo y luego empezar a recuperar cierta sensibilidad. Tienes que resetear tu mente porque empiezas a sentir pero tú no sabes lo que sientes. Te han reiniciado el sistema nervioso y cuando te tocan con algo metálico crees que te están cortando con un cúter, y si metes la mano en una bolsa que está llena de cosas no sabes lo que estás tocando. Todas estas situaciones te pueden hundir o las puedes ver como una aventura maravillosa que es como yo lo veía. Es mágico y esa actitud es la que me ha hecho mejorar.