La versatilidad de la bicicleta eléctrica y el factor medioambiental están impulsando el uso de este polivalente vehículo en el ámbito privado y también laboral. Las empresas adscritas al Sello Asturiano de Movilidad Segura en la Empresa que impulsa el IAPRL ya han podido conocer las peculiaridades de este novedoso transporte.
Las bicicletas eléctricas han empezado a conquistar zonas urbanas, principalmente aquellas que presentan importantes desniveles. La incipiente moda de un vehículo respetuoso con el medio ambiente, que permite ahorrar tiempos en desplazamientos y que fomenta el ejercicio moderado está llegando también a la empresa española.
El Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales abordó el uso de bicicletas eléctricas en seguridad vial laboral a través de un seminario impartido a organizaciones del «Sello Asturiano de Movilidad Segura en la Empresa». El evento, que se desarrolló en el mes de mayo, formaba parte de las actividades que se realizan periódicamente con el fin de dar a conocer buenas prácticas e iniciativas interesantes a las empresas adheridas al Sello. A través del mismo, los asistentes pudieron conocer la experiencia que está desarrollando TUSGSAL una importante empresa dedicada al transporte de viajeros en Cataluña. El responsable de gestión de seguridad y salud en el trabajo de la empresa catalana, Carlos Salas Ollé, compartió la experiencia, las ventajas y también los inconvenientes que se encontraron en el desarrollo de esta iniciativa.
«La empresa que opera en Badalona -explica Humberto Alano, técnico superior en Prevención de Riesgos Laborales- lo está implantando principalmente para desplazamientos durante la actividad laboral, ya que disponen de tres sedes que están a aproximadamente 6 o 7 kilómetros de distancia y particularmente les encajaba muy bien este tipo de vehículo. Estudiaron el recorrido entre sus sedes y regularon el uso de la bici explicando el itinerario que debían seguir sus trabajadores para evitar los puntos de riesgos, cruces complicados, etc. de manera que fuese una forma de transporte lo más segura posible».
Como complemento, el seminario también incluyó prácticas con bicicletas eléctricas que se llevaron a cabo en el entorno del Instituto Asturiano. Para ello se contactó con una empresa especializada en este sector, que aportó interesantes conocimientos y recomendaciones sobre su uso.
Para las empresas asturianas la experiencia resultó muy positiva, «otra cosa muy diferente, -añade Alano- es que puedan trasladarla a sus respectivas empresas. Hay que tener muchos factores en cuenta y requiere de un estudio personalizado. Nosotros, al igual que hacemos con otras cuestiones en el marco del Sello Asturiano de Movilidad Segura solo les aportamos conocimientos que pueden resultar útiles a la hora de preparar su Plan de Movilidad.
Han pasado dos años desde que empezó por cuenta propia a utilizar este vehículo y con 6.850 kilómetros recorridos valora muy positivamente la experiencia por diversas razones: «en coche haría 25 kilómetros cada día, mientras que en bici hago 14,5 porque puedo ir por zonas en las que no es posible acceder en coche. Ahorras tiempo y dinero, -explica- y al mismo tiempo realizas una actividad muy suave». Las acusadas pendientes que tiene que afrontar diariamente le empujaron a elegir la bicicleta eléctrica y buscar los itinerarios más seguros a la hora de desplazarse. «Esto requiere un aprendizaje. Tienes que aprender a circular por la ciudad buscando la ruta a través de carriles bici y vías lentas donde la velocidad del tráfico es menor para evitar el riesgo. Ahora ya tengo una ruta establecida para ir y venir del trabajo».