Subido a una piragua, en bicicleta, caminando o bajando por una cuerda en los barrancos, la naturaleza se percibe diferente, pero si además sucede en un entorno como el de Boal, la experiencia se transforma en un privilegio.
El Outono en Boal, un festival de lo más indie, cumple diez años. Una década de arte y participación popular que demuestran que la tradición nunca pasa de moda. Foto cedida por Asoc. Mezá
Los verdes valles de Armal y Froseira, las ruinas del Castro de Pendia o las tradicionales colmenas de miel que tanta fama reportan a Boal, son parte de sus encantos.
A pocos kilómetros de la capital, en el pequeño núcleo de Rozadas es posible visitar dos de los museos del municipio: el Centro de Interpretación de la Artesanía del Hierro y el Museo Etnográfico.
Este año ha visto la luz un nuevo proyecto: la Sociedad de Amigos de Boal, una iniciativa que busca impulsar el concejo a través de poner en valor el patrimonio natural, cultural y arquitectónico de la zona.
Se ha cumplido un año de la visita de los Reyes al concejo de Boal, con motivo de la entrega del premio al Pueblo Ejemplar de Asturias, y los vecinos del lugar tienen muy presente la experiencia que ha supuesto un interesante espaldarazo turístico para el municipio.
El antes y el después de ser Pueblo Ejemplar 2014 ha alterado la vida asociativa de Boal, potenciando la colaboración entre los diferentes colectivos del concejo.
El otoño trae al Occidente de Asturias una de las ferias más esperadas, la de la miel en Boal. El evento cumple 29 años de vida y goza de muy buena salud, a pesar de que el mundo apícola afronta momentos de gran dificultad.