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domingo 24, noviembre 2024

Una vida para la música. Víctor Manuel. Cantante

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Prefiere los pequeños escenarios, las distancias cortas, las que permiten buenas dosis de complicidad entre artista y público. Víctor Manuel hace ahora con su gira ‘Vivir para cantarlo’ un repaso a su cancionero más personal, volviendo a actuar en solitario con un proyecto que le ilusiona.

-Lleva muchos años sobre los grandes escenarios y ahora se decide por los pequeños espacios.
-Sí, he disfrutado tanto en espacios grandes como estoy disfrutando ahora en la intimidad de los pequeños. Creo que esto es lo que tenía que hacer ahora. Hacía ya diez años que no cantaba en solitario, con Ana siempre, y necesitaba un proyecto que me ilusionase. Así que encontré este juguete. Es un espectáculo con mis canciones y con un guión interior. Voy explicando la biografía de las canciones, cómo se escriben, qué las motiva, por qué unas salen adelante y otras no.

-La “química” con el público es algo muy importante en este espectáculo.
-Realmente la gente se lo pasa muy bien. Sienten que están viendo su propia vida, y eso es porque la vida mía no es muy diferente a la de los que vienen a verme. Digamos que yo me subo a un escenario y tengo ocasión de contar lo que me pasa, pero nada más que eso. Es muy gratificante.

-¿La música siempre surge de la experiencia, de la vida?
-Por supuesto. Para mí no hay separación entre la música y la vida, y en este espectáculo se ve muy claro. Lo que yo canto es porque me ha pasado, o lo he visto, o me ha tocado, o me ha hecho llorar, o lo tengo muy al lado. Me resulta muy difícil hacer una canción en el vacío.

-Han sido muchos años de trabajo duro y a veces contracorriente, ¿cómo encajó la fama aquel Víctor de los primeros años?
-Lo cierto es que fueron en paralelo la toma de conciencia política y el éxito en la canción. Yo empecé a saber lo que pasaba en este país cuando me fui a México. Encontré libros que aquí no había y conocí gente desgajada de este país que yo no sabía ni que existía. A mí eso me hace revelarme contra el estatus de ídolo, por eso digo que de lo de ser “idolillo” se escapa uno si quiere. Yo deshice uno por uno cada club de fans que iba surgiendo con mi nombre, los desautorizaba con todo el dolor de mi corazón, porque era gente cariñosa. Así fue desde el 69 hasta el año 72, que es el periodo primero con tres discos seguidos de mucho éxito. Después comienza otra dinámica en la que los fans desaparecen por sí solos y regresan muchísimos años más tarde, pero de otra forma y con otro acercamiento.

“Lo que a mí me parece un disparate es que te pongan una cruz porque expreses una determinada idea política”

-Los temas de los comienzos, como El Abuelo Víctor o el Pozo María Luisa dieron a conocer algo más de la cultura asturiana en toda España.
-Quizá de una forma demasiado light, pero eran los tiempos. Yo lo que hacía era coger de las canciones tradicionales que había escuchado cantar a mi madre y componer a partir de ahí unas canciones nuevas. Cuando escribí El Abuelo Víctor estaba en Madrid. Sencillamente me acordaba de él y compuse la canción. Me acuerdo que se la canté a un amigo periodista y se puso a llorar. “Pero si es mi abuelo, no el tuyo”, le dije. Imagínate que yo ni siquiera iba a grabar esa canción. Son cosas que fui haciendo no pensando en mostrar la cultura asturiana al exterior, sino porque el cuerpo me pedía unas determinadas canciones por la nostalgia fortísima de Asturias durante aquellos años en Madrid, cuando uno se iba para volver. Luego el tiempo te va enraizando.

-¿Cómo se percibe Asturias desde fuera?
-Somos muy pocos habitantes y hemos pasado de ser una locomotora económica para el país a estar en el furgón de cola con la desindustrialización. Nos hemos convertido en una región de servicios. La percepción de la gente que está fuera y que visita Asturias es que ésta es una región en reconversión, claramente, con todos los problemas que eso conlleva.

-Aunque es de las Cuencas, Gijón siempre ha sido una ciudad que le ha tratado especialmente bien.
-Es que los de las Cuencas siempre hemos tirado para Gijón, o yo al menos venía a la playa todos los fines de semana que podía. Y también tengo aquí mucha familia. No puedo decir que en otros lugares de Asturias no me hayan tratado con igual cariño, pero siempre ha sido más fácil armar alguna cosa en Gijón.

-De “Sólo pienso en ti”, Paco Martín de Sony BMG comentaba que “es una canción que te abre el corazón y te lo llena de esperanza y de vida”. ¿Qué siente cuando la gente reconoce su trabajo de esta manera?
-Yo le doy mucho valor, tanto a Paco como a quienes están en ese ámbito en concreto que describe la canción, que surgió en un centro de la Fundación Promi, en Cabra (Córdoba), un lugar modélico. Su director me decía que yo los había hecho visibles. Yo creo que ahora afortunadamente las familias ya no esconden a los que tienen Síndrome de Down puertas adentro. Ahora van a la escuela, tienen su oficio y trabajan en la medida que pueden. La sociedad ha avanzado mucho y quizá esa canción fuese un poco detonante de ese cambio. Concretamente la pareja de la que hablo, Mari Luz y Antonio, tienen tres hijos, uno de ellos universitario. Tres hijos estupendos que cuidan de sus padres.

“Para mí no hay separación entre la música y la vida”

-A lo largo de los años siempre ha mantenido el compromiso con sus ideas, lo que le ha traído no pocos problemas.
-Cada uno tiene sus gustos, eso es evidente. Lo que a mí me parece un disparate es que te pongan una cruz porque expreses una determinada idea política.

-El pasado septiembre participó en el concierto de La Habana “Sin Fronteras”, organizado por Juanes.
-Juanes es una bellísima persona que está convencido de que todo se arregla. Hace lo que hace por bondad, porque a él profesionalmente no le aporta absolutamente nada ir a cantar a Cuba, su mercado es otro. En realidad se mete en esos charcos porque le apetece y porque quiere arrastrar a gente y que vayan con él. Y fue una experiencia que, por lo que yo percibí, la gente de la calle agradeció muchísimo.

-¿Realmente pueden estas iniciativas propiciar cambios en Cuba?
-En Cuba hay un anuncio de cambio, pero no se ha movido absolutamente nada, o al menos ésa es la percepción que yo tengo. Si alguien pensaba que se iba a mover algo de la estructura interior de Cuba o si alguien pensaba que nosotros íbamos a apuntalar el régimen, habrá visto pasados unos meses que todo eso era una tontería. Nosotros ni podemos apuntalar nada ni vamos a moverle la silla a nadie porque es imposible. Una canción es una canción, puede crear una conciencia difusa en la gente pero nada más. Creo que la gente le da mucha más importancia de la que tiene.

-¿Son malos tiempos para la música?
-Sí, son muy malos tiempos. Pero el problema no es la música sino la distribución, la comercialización de esa música. Cada vez es más fácil hacerte un buen disco en tu casa y por un coste muy bajo, pero cada vez es más difícil difundirlo. Los apóstoles de Internet dirán que ahí está todo. Efectivamente está todo, pero como hay tantos millones de artistas finalmente terminas bajándote a los Beatles o a un vecino de tu pueblo que conoces y que lo hace bien. La inmensa mayoría se pierde y es una pena, sobre todo porque hay una generación de músicos que han interiorizado que de la música no se vive.

“Cada vez es más fácil hacerte un buen disco en tu casa y por un coste muy bajo, pero cada vez es más difícil difundirlo”

-Y ¿se vive?
-Yo defiendo que en esta profesión hay que vivir de esto. No vale trabajar en un banco y además hacer música, porque nunca llegas a ser un buen profesional. Lo he visto muchas veces: la gente que quiso hacer dos cosas a un tiempo, una que le da dinero y otra no, termina quedándose evidentemente con la que le permite vivir. Y eso es un problema, porque hay gente que no va a llegar a ser profesional de la música.

-¿Cómo se ha llegado a esto?
-Bueno, por un lado el sistema ha cambiado a nivel internacional y la música se consume de otra manera ya desde hace años. Por otra parte, aquí hubo un pirateo físico que destruyó totalmente el tejido de las tiendas de discos, de vídeo, las compañías grandes y sobre todo las pequeñas, que editaban muchos miles de discos al año. Todo eso se ha destruido en nombre del gratis total. En esa dinámica estamos. Y también hay como consecuencia una generación que piensa que la música y el cine son gratis, y un gobierno al que nada de esto le importa, o al menos es lo que demuestra.

-¿Cree que hay una idea poco clara de lo que es la SGAE y de qué intereses representa?
-La gente no sabe qué es la SGAE, sin embargo de repente en este país han surgido de debajo de las piedras un montón de expertos en propiedad intelectual que le dicen a la SGAE lo que tiene que hacer. La SGAE es una sociedad de gestión que, como todas, está fiscalizada por el Gobierno, desde sus cuentas hasta sus estatutos. La SGAE tiene cien mil socios y su única función es recaudar y repartir en la medida que el repertorio se difunda. ¿Quién cobra más? Pues el que más conciertos hace y más locales llena. Esto no es un reparto aleatorio. La gente está muy intoxicada sobre este tema.

-La SGAE es la diana de muchísimas críticas.
-Empezaron con el tema del canon y ahora ya se habla de cualquier cosa. De que los bares no paguen, por ejemplo, pero ¿la gente sabe lo que significa que los bares no paguen? Sencillamente que habrá algún músico inglés que nos lleve a juicio en Estrasburgo. Y perderemos, porque no somos una isla desierta sino que estamos en Europa. Un director cobra en Francia, Italia o Alemania. En España también debe cobrar, aunque sea un 40% menos.

“Yo disfruto tanto cantando en el Jovellanos como juntándome luego a comer oricios con los músicos amigos, o yéndome al mercado a primera hora de la mañana a dar una vuelta”

-¿El reconocimiento de los derechos de autor, es una cuestión cultural?
-Es que este es un país muy especial. Fíjate que no hay ni una sola televisión, ni una, incluida TVE, que no haya tenido que ser llevada a juicio para conseguir que pagase. Todas han ido a juicio y lo han perdido. A todas las compañías de CDs vírgenes, VHS, etc. las hemos tenido que llevar a juicio. Una compañía como Vodafone hace aquí un tipo de publicidad del ADSL y las descargas, que no puede hacer en Inglaterra. Lo mismo la francesa Orange. Y eso es porque aquí vale todo. El Gobierno no interviene y por eso llegamos a esta situación. La pasividad en este asunto ha sido total.

-¿Todo está en el uso que se haga de Internet?
-Internet es una herramienta utilísima. Yo ya sólo consumo música por Internet. Hay portales gratuitos que te ponen publicidad y hay portales de pago donde comprar las canciones. No, mira, sencillamente es que uno se baja las canciones porque son gratis, igual que si pudiera robar la luz o el teléfono, lo robaría, como se hacía antes en este país. Continuamente se abren frentes estúpidos: un día es la polémica de los bares, otro día las verbenas, luego las peluquerías…

-¿Tendremos Víctor Manuel por muchos años?
-No he pensado en retirarme. Componer es algo en lo que puedes estar el tiempo que quieras. A más años, más habilidad. Hay un montón de ejemplos de eso. Y en cuanto al escenario, ahora aguanto sin problemas un concierto de dos horas y media, pero el día que no lo aguante, o que tenga mala memoria, o cosas que yo no veo pero que alguien de mi familia me diga, entonces me bajaré del escenario.

-¿Qué tiene el escenario que tanto engancha?
-Que se disfruta mucho, se pasa bien. Además es una forma de vida. Yo disfruto tanto cantando en el Jovellanos como juntándome luego a comer oricios con los músicos amigos, o yéndome al mercado a primera hora de la mañana a dar una vuelta. Eso es una forma de vida que yo tengo como músico. Es caminar por las ciudades y conocer a la gente. No tiene precio eso, es una vida casi de rico.

Concierto de Víctor Manuel en Mieres
Concierto de Víctor Manuel en Mieres / Foto: Ayto. de Mieres

«Hace ya muchos años que me acepté tal como soy y que vi que no era posible gustar a todo el mundo. Si no eres políticamente correcto no todos te van a aceptar, porque hay gente a la que le cuesta mucho separar las ideas de una persona de lo que es su trabajo, y gente que piensa que un cantante no tiene que opinar de las cosas que pasan. Yo no puedo hacer nada para remediar eso, y tampoco puedo cambiar mi discurso. Aparte de que soy un hombre de paz, no tengo más que decir a mi favor.»

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